En la lectura y meditación que estamos haciendo cada domingo del evangelio de san Mateo (ciclo A) llegamos al capítulo 16. Jesús se encuentra en Cesarea de Filipo, muy cerca de las fuentes del río Jordán, en el Monte Hermón. Cesarea es una de esas ciudades griegas fundadas por los capitanes de Alejandro Magno (cfr. Mt 16, 13-18). En ella tuvo uno de los sucesos más importantes de la vida del Señor en lo que se refiere a la constitución de la Iglesia.
Pietro Perugino (1448-1523). Fresco de la Capilla Sixtina |
Es la primera ocasión en
la que establece, de manera clara, el primado de Pedro entre sus discípulos. A
Pedro, y a sus sucesores, les promete la custodia de las “llaves” de la Iglesia
y que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Llama a Pedro, nuevamente, Roca (Cefas) sobre sobre la que construirá su Iglesia. Más adelante, el Señor
confirmará en varias ocasiones este primado, cuando le pide a Pedro que
confirme la fe de sus hermanos (cfr. Lc 22, 32) y cuando le dice que apaciente
a sus ovejas (cfr. Jn 21, 15-17).
En Cesarea de Filipo, como también durante la Pasión, Jesús debe reprender a Pedro por su falta
de fe y visión humana. Y sin embargo, Él confía en que Pedro se convertirá
y será una roca firme en la que podrá apoyarse a lo largo de los siglos. El Señor elige a quien quiere, sin
importar si es frágil o tiene defectos. Isaías (cfr. Is 22, 19-23) que nos
relata la elección de Eliacín: “llamaré a mi siervo, a Eliacín, el hijo de
Elcías –dice a Sebna, que era el mayordomo del palacio–; le vestiré tu túnica,
le ceñiré tu banda y le traspasaré tus poderes”. Con mayor razón, también de
Pedro y de sus sucesores –los obispos de Roma– se puede afirmar lo que dijo
Yahvé a Eliacín: “será un padre para los habitantes de Jerusalén [de la
Iglesia] y para la casa de Judá. Pondré la llave del palacio de David sobre su
hombro. Lo que él abra, nadie lo cerrará; lo que él cierre, nadie lo abrirá. Lo
finaré como muro firme [roca firme] y será su trono de gloria para su casa de
su padre”.
El Papa es nuestro padre común. Para él es nuestro mayor amor, en la tierra,
porque sabemos que es el Vicario de Cristo, “il dolce Cristo in terra”, como le llamaba santa Catalina de Siena. Esta santa, con sus ruegos y su
insistencia, logró que Gregorio XI regresara de Avignon a Roma en 1378, después de setenta años de “destierro”
de los romanos pontífices en esa ciudad francesa.
“Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam”. “Todos con Pedro a Jesús por María”. Esta jaculatoria, que aparece con frecuencia en los escritos de San Josemaría, puede expresar muy bien nuestro deseo de rezar y estar siempre unidos al Papa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario