martes, 25 de agosto de 2020

Las Cartas a los Tesalonicenses

La Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses busca tranquilizar a los cristianos de esa ciudad de Macedonia sobre la Segunda Venida de Cristo. En la Primera Carta, el apóstol de las gentes les había aconsejado que estuvieran vigilantes porque el Señor viene. Los habitantes de Tesalónica pensaron que la venida de Cristo en la gloria era inminente. Por eso San Pablo les aclara, en esta segunda carta, que no sabemos cuándo vendrá el Señor y que, lo más prudente, es estar siempre preparados, sin alarmarse o cambiar de estilo de vida.

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Miguel Ángel (1475-1564). El Juicio Final. Capilla Sixtina.

Muchos de los primeros Padres de la Iglesia, tuvieron el presentimiento de que la venida de Cristo no tardaría mucho. A lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido momentos de inquietud; por ejemplo, en torno al año mil.

También en nuestra época, no faltan hermanos nuestros que anuncian la inminencia del retorno del Señor. Muchos estudian las Sagradas Escrituras, las señales de las estrellas (como los Reyes Magos) y los mensajes del Cielo que reciben a diario muchos hombres y mujeres, en todo el mundo, en el último siglo.

¿Qué podemos decir de todo esto? ¿Qué lección podemos sacar de las Cartas a los Tesalonicenses y de los demás escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento que nos anuncian la venida de Cristo al final de los tiempos, para juzgar a vivos y a muertos, y la vida del mundo futuro?

Me parece que, lo más seguro, es acudir al Catecismo de la Iglesia Católica que, entre otras cosas (cfr. nn. 668-682), nos dice lo siguiente: «los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20; cf. 1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20)» (n. 671).

Además, «desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos "toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén "retenidos" en las manos de Dios (cf. 2 Ts 2, 3-12)» (n. 673).

¿Estamos ya en la prueba final? Muchos piensan que sí. De cualquier manera, sabemos que el triunfo de Cristo es seguro. María, Reina de la paz, nos ayudará a vivir vigilantes y serenos: abandonados plenamente en el designio de Dios. 

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