miércoles, 5 de agosto de 2020

La Transfiguración: un acontecimiento de oración

La Transfiguración del Señor, que todos los años se celebra el 6 de agosto, es una fiesta que meditamos en el 4° misterio luminoso del Santo Rosario. Por lo tanto, es un día para pedir al Señor que envíe su Luz para ver más claramente lo que Él espera de nosotros. Por otra parte, también es un “acontecimiento de oración” (cfr. J. Ratzinger, Jesús de Nazaret II). Jesús lleva al “monte de Yahvé” a tres de sus discípulos, para orar.

La Transfiguración del Señor | Pintura cristiana, Transfiguracion ...

Esto nos recuerda la importancia que tiene la oración en la vida de los santos, como en la de San Juan María Vianney, que escribía: “El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis habréis hallado la felicidad en este mundo” (cfr. 2ª lectura de la Liturgia de las Horas en la memoria del Cura de Ars). Y “la oración no es otra cosa que la unión con Dios”. La oración dilata nuestro corazón, que es pequeño, para que sea capaz de amar a Dios. Es toda una catequesis sobre la oración la que nos da el Cura de Ars.

Pero también en el resto de los misterios luminosos encontramos las características de una verdadera oración, que debe ser trinitaria. Durante el Bautismo del Señor (1er misterio luminoso) se escucha la voz del Padre y el Espíritu Santo, en forma de Paloma, se posa sobre el Hijo. Es una oración que parte de sabernos pecadores (Jesús, el Santo de los santos, se forma en la cola de los pecadores, para darnos ejemplo). No podríamos acercarnos de otra manera a la Santísima Trinidad, más que con arrepentimiento sincero de nuestros pecados.

La oración ha de ser mariana (2°  misterio luminoso). María, en las Bodas de Caná, nos da ejemplo de cómo acercarnos a Jesús: con palabras breves, con decisión, confiando plenamente en Él. El 5 de agosto celebramos en la Iglesia la Dedicación de la Basílica de Santa María, en el monte Esquilino, Roma. Es la primera iglesia dedicada en honor a Nuestra Señora, en Occidente. Fue en época del papa Sixto III (432-440), justo después del Concilio de Éfeso (431).

La oración ha de nutrirse de la Palabra (3er misterio luminoso), en la enseñanza del Señor, a través de sus parábolas, que nos iluminan y nos llevan a la conversión.

Por fin, la oración debe estar centrada en el Misterio Pascual, como la oración en el Monte Tabor, en el que Moisés y Elías hablaban de la Pasión, Muerte en la Cruz y Resurrección de Jesús. Es una oración eucarística (5° misterio luminoso). La mujer cananea nos da ejemplo de una oración constante y llena de fe.

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