miércoles, 19 de agosto de 2020

Somos oveja y pastor

Jesús, en su predicación, en sus parábolas, acude a ejemplos, familiares a quienes escuchan. Habla de pastores y ovejas, viñadores y viñas, siguiendo así también el estilo de los profetas de Israel.

Catacumbas de Priscila (Roma). El Buen Pastor | Catacumbas ...
El Buen Pastor. Catacumbas de Priscila.

La Iglesia es el rebaño de Cristo, la viña del Señor. Y, al mismo tiempo, todos colaboramos con Él. Son memorables las primeras palabras de Benedicto XVI el día de su elección como Sumo Pontífice: “soy un humilde trabajador de la viña del Señor”.  Todos somos oveja y pastor, viñador y viña que hay que cultivar (cfr. Mt 20, 1-16).  

Es bien conocido el capítulo 34 de Ezequiel, en el que menciona a los malos pastores que no apacientan al rebaño, no fortalecen a las ovejas débiles, ni cuidan a las que están heridas, sino que se apacientan a sí mismos (cfr. Ez 34, 1-11). Todos tenemos el peligro de convertirnos en malos pastores, si buscamos nuestro propio interés y no nos ocupamos de servir a nuestros hermanos. Pero también podemos ser malas ovejas, si no nos dejamos ayudar por los demás, si no buscamos cuidar nuestra vida de oración y nuestra formación cristiana, acudiendo a los buenos pastores, a los sacramentos, a la escucha de la Palabra.  

Veamos lo que dice san Agustín al respecto en uno de sus sermones: "Hay una espiritual vendimia, donde se alegra Dios viendo los frutos de su viña. Nosotros, en efecto, cultivamos a Dios y Dios a nosotros; si bien a Dios no le cultivamos para mejorarle, pues se le cultiva orando, no arando. El, empero, nos cultiva a nosotros como el labrador a su tierra; y al modo que la mejora éste cultivándola, a nosotros nos hace Dios mejores con su cultivo. Y el fruto que Dios aguarda de nosotros es el cultivo mismo de él. Nos cultiva Dios extirpando las malas semilla en nuestros corazones y lo hace un día y otro por medio de su palabra volviendo la tierra de las almas con el arado de la predicación y esparciendo las semillas de sus preceptos para cosechar frutos de piedad. Cuando, pues, como tierra agradecida a nuestro cultivador, respondemos bien a su cultivo, somos parte a que se alegre, aun no haciéndole nuestro fruto más rico a él, sino más felices a nosotros" (San Agustín, Sermón 87).

Los sacerdotes tienen la responsabilidad, por un título especial, de ser buenos pastores, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas: “Yo mismo buscaré a mis ovejas y las cuidaré” (cfr. Ez 1-11).

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