Mañana celebramos
la fiesta de los Tres Arcángeles. Para
prepararnos, vamos a reflexionar un poco sobre cada uno de ellos.
San Miguel, San Rafael y San Gabriel |
San Miguel (Quis sicut Deus) es el arcángel fuerte y fiel: «Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y peleo el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo» (Apoc 12, 7-8): Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla: sé nuestro amparo contra la maldad y asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén (Oración de León XIII). Es el ángel de la fe, de la luz: "Dios mío, aclara mis dudas, disipa mis temores, dame luz para ver tus caminos". Es el arcángel protector —como en lo más alto del romano Castel Sant'Angelo, anunciando el fin de la peste— y defensor justiciero de los hombres en las tradiciones medievales del Juicio Final, donde se asegura de que las almas den su peso de fe, esperanza y amor en las balanzas, frente a las muecas del maligno.
San Gabriel (Fortitudo Dei) el arcángel de la Encarnación, que anuncia la venida de Jesucristo: «Estando ya Isabel en su sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a Nazareth (...). Y habiendo entrado el ángel a donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, ¡oh llena de gracia! el Señor es contigo, bendita tú eres entre las mujeres (...)» (Lc 1, 26-28). Es el ángel de la esperanza, que es como un ancla (así se representaba esta virtud en la primitiva iconografía cristiana) que nos hace fuertes. Gabriel es el conmovido mensajero de la Anunciación, y sólo podemos imaginarle tal como le pintó Fra Angélico, de rodillas, según dicen: rubio, aureolado de belleza, con alas de mariposa celeste, rindiéndose ante la doncella que acaba de decir "Hágase" y comunicando el gran misterio de la salvación.
San Rafael (Medicina Dei) es el
arcángel amigo y buen compañero de viaje: «Cuando
orabais tú y tu nuera Sara, yo presentaba ante el Santo vuestras oraciones. Cuando enterrabas a los
muertos también yo te asistía. Cuando
sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, no se me
ocultaba esa buena obra, antes contigo yo estaba. Por eso me envió Dios a
curarte a tí y a Sara, tu nuera. Yo soy
Rafael, uno de los siete ángeles que presentamos las oraciones de los justos y
tienen entrada ate la majestad del Santo»
(Tob 12, 13-15). Es el ángel de la
caridad, que cura todas las heridas (cfr. actuales catequesis del Papa sobre "Curar el mundo").
Los tres nos valgan, capitán, nuncio y guía.
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