miércoles, 16 de septiembre de 2020

Amor a nuestra Patria

 Hoy, todos los mexicanos celebramos la fiesta de nuestra Independencia. Es un día, por lo tanto, para rezar por nuestra Patria. El nacionalismo, es decir, el amor a la propia patria exclusivo y excluyente de las demás, no es agradable a Dios. Pero el amor recto a la patria, es parte del cuarto mandamiento de la Ley de Dios.


Recordemos lo que dice, al respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica: “Deber de los ciudadanos es contribuir con la autoridad civil al bien de la sociedad en un espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política” (n. 2239).

Toda la doctrina social de la Iglesia siempre nos ha recordado estos principios, de una manera u otra. Por ejemplo, San Pio X los enseñaba con las siguientes palabras: “Si el Catolicismo fuera un enemigo de la Patria, no sería una religión divina. La Patria es un nombre que trae a nuestra memoria los recuerdos más queridos, y bien sea porque llevamos la misma sangre que aquellos nacidos en nuestro propio suelo, o bien debido a la aún más noble semejanza de afectos y tradiciones, nuestra Patria es no sólo digna de amor, sino de predilección. Sentimos, pues, veneración por la Patria, que en suave unión con la Iglesia contribuye al verdadero bienestar de la Humanidad. Y ésta es la razón porqué los auténticos caudillos, campeones y salvadores de un país han surgido siempre de entre las filas de los mejores católicos” (San Pío X, Discurso, 20 de Abril de 1909).

El mayor bien que podemos hacer a nuestros compatriotas es vivir bien el Mandamiento del Amor ente nosotros, que empieza por practicarlo con quienes tenemos más cerca: nuestra familia. La familia es la célula central de la sociedad. Si todas las familias mexicanas viviéramos la caridad como nos lo enseña San Pablo en el llamado “Himno a la Caridad” (cfr. 1 Cor 12, 31 – 13, 13), haríamos realidad el ideal de concordia, unidad y verdadera fraternidad en nuestra patria. Una manera de comprenderlo mejor es volver a leer y a meditar la explicación que nos ofrece el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (cfr. Capítulo 4°). Hoy, especialmente, nos encomendamos a Nuestra Señora de Guadalupe, Reina de México: ¡salva nuestra patria, y conserva nuestra fe!

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