martes, 22 de septiembre de 2020

Fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes

«En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir: “Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte”. Pero él respondió: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8, 19-21).

Juan de Flandes, Las bodas de Caná (1500)

Vamos a reflexionar un poco sobre este texto de los evangelios, que habremos leído muchas veces. ¿Qué nos quiere decir el Espíritu Santo a través de él? Desde el punto de vista histórico, no sabemos si María continuaría viviendo en Nazaret durante la vida pública del Señor o acompañaría al grupo de mujeres que seguían al Señor (María Magdalena, Juana, Susana, etc.). La presencia de Nuestra Señora es muy discreta. Aparece contadas veces en el Evangelio. Sin embargo, no por eso dejaría de estar “muy presente” en la vida de Jesús.

En esta ocasión, acude al Señor con “sus hermanos”, es decir, algunos parientes de Nazaret que la acompañaban. Es llamativo que no pudieran acercarse a Cristo, como era su intención, por la gran muchedumbre que había en aquel lugar. Algunos ahí presentes la reconocen y van a decirle al Señor que ahí están su madre y sus hermanos. También es desconcertante, en un primer momento, la respuesta de Jesús: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8, 21). ¿Esa contestación significaba, de alguna manera, poca delicadeza con su madre? No, ciertamente. Recordamos otra intervención de María al inicio de la vida pública del Señor, en Caná de Galilea, en la que Jesús también le dice algo que parece duro, cuando la Virgen trata de remediar la falta de vino en las bodas: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no ha llegado mi hora» (cfr. Jn 2, 1-11).

Es claro que las respuestas del Señor son maneras de decir de aquella época. Lo importante es fijarse en el contexto de la situación y en el contenido de las palabras de Cristo. Jesús quiere hacer ver a sus discípulos que, en cualquier situación, la clave es buscar cuál es la voluntad de Dios en ese momento. Eso es lo que guía su conducta: el cumplimiento de la Voluntad de su Padre, que tenía previsto el milagro en las bodas de Caná y también que Jesús predicara el Reino. En las dos ocasiones, María es la que da pie a su Hijo para mostrarnos la Voluntad de su Padre: que le alabemos por sus milagros y escuchemos con agradecimiento su Palabra, en su Hijo amado. Nuestra Señora es la primera que nos da ejemplo. 

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