“Hermanos: Me ha dado mucha alegría enterarme de que muchos de ustedes viven de acuerdo con la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre. Les ruego, pues, hermanos, que nos amemos los unos a los otros. No se trata de un mandamiento nuevo, sino del mismo que tenemos desde el principio. El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento consiste en vivir de acuerdo con el amor, como lo han escuchado desde el principio” (Cfr. Jn 1, 4-9). San Juan nos anima a vivir “de acuerdo con el amor”, que es el mandamiento central de la ley y abarca las dos tablas. Veamos algunos cometarios de Juan Pablo II en la Encíclica Veritatis Splendor (1993) que nos ayudan a vivir bien y ordenadamente el mandamiento del amor.
Lo central es la primera tabla de la Ley, que el hombre no puede "cumplir" si no es por la participación en la Bondad de Jesús que nos la comunica cuando nos acercamos a él: "ven y sígueme" (cfr. Veritatis Splendor, n. 11).
Jesús detalla al joven rico el modo de
interpretar el mandamiento del amor a Dios, que se concreta en el amor al prójimo (segunda tabla de la Ley), y,
más específicamente, en los preceptos negativos, que "expresan con
singular fuerza la exigencia indeclinable de proteger la vida humana, la
comunión de las personas en el matrimonio, la propiedad privada, la veracidad y
la buena fama"; así se "comienza a alzar los ojos a la libertad, pero
esto no es más que el inicio de la libertad, no la libertad perfecta" (cfr.
Ibidem, 13).
Los dos mandamientos —amar a Dios y amar al
prójimo— están unidos en la Cruz de
Cristo que muere por amor a su Padre y a la humanidad. Jesús explica el
segundo, consecuencia necesaria del primero, en la parábola del buen samaritano
y en el "discurso" sobre el juicio final (cfr. Ibidem, n. 14).
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