jueves, 16 de julio de 2020

Nuestra Señora del Carmen

Durante el tiempo de la pandemia, seguramente habremos intentado crecer un poco "hacia adentro", como aconseja el punto 294 de Camino: "No se veían las plantas cubiertas por la nieve. —Y comentó, gozoso, el labriego dueño del campo: «ahora crecen para adentro». —Pensé en ti: en tu forzosa inactividad... —Dime: ¿creces también para adentro?". Ahora, después de tres meses de "inactividad", nos disponemos a reanudar la misión de este blog: "hacer eco" a las apariciones de Nuestra Señora en San Sebastián de Garabandal.


Virgen del Carmen con Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Simón Stock, San José, la Santísima Trinidad y las almas del purgatorio. Óleo sobre lámina de cobre. Autor desconocido. Siglo XVIII. Sala Mariana de la Pinacoteca de La Profesa, en la Ciudad de México. 

Por consejo de un sacerdote amigo, desde hace dos meses, comencé a redactar, con cierta periodicidad, unas breves "cápsulas en tiempo de pandemia", especialmente dirigidas a los sacerdotes del centro de la ciudad de México. Esta ha sido la motivación para tomar de nuevo la pluma: utilizar como modelo esos escritos y ponerlos también en este blog, pues todos ellos, como es natural, se relacionan con lo que Nuestra Señora quiere que hagamos en estos momentos de la historia que nos ha tocado vivir, y así nos preparemos para "El Aviso" que, al parecer, no tardará mucho en llegar.

La motivación más inmediata ha sido la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, que hoy celebramos. Esta circunstancia me ha recordado que la Virgen se apareció en Garabandal precisamente bajo esta advocación. ¿Porqué la habrá escogido Nuestra Madre? Según el conocimiento más o menos amplio que tengamos sobre las apariciones, cada uno podremos intentar descubrir diversas causas. Lo importante es que Ella ha querido manifestarse como Madre protectora, que desea ayudarnos en momentos difíciles, y que nos pide que le tangamos plena confianza, como lo ha hecho siempre. Pues "jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ella, implorado su asistencia y reclamado su socorro, haya sido abandonado" (Acordaos, Oración de San Bernardo).

Y ahora, pasemos a la "cápsula en tiempo de pandemia" que corresponde al 16 de julio. Es la n° 33 de las escritas a los sacerdotes mexicanos. Espero que estas "capsulas" puedan ayudarnos a todos a "crecer más para adentro" en el amor de Dios, y también a "salir más hacia fuera", en el amor a nuestros hermanos. 

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"En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio”" (Mt 11, 28). Al celebrar la memoria de Nuestra Señora del Carmen, comprendemos que Jesús ha encargado a su Madre que coopere con Él en esta tarea de aliviar y consolar. Ella, la Mujer sencilla que meditaba las palabras y los gestos de Jesús con un corazón manso y humilde, se acerca a sus hijos continuamente para hacer el yugo del Señor suave y su carga ligera.

Algunas veces, la Virgen se ha aparecido, de manera extraordinaria, a hombres y mujeres escogidos, que han tenido la dicha de verla y escucharla aquí en la tierra. Una de ellas fue en el siglo XIII, al sexto general de la Orden del Monte Carmelo, San Simón Stock (+1265). Según la tradición, la aparición de Nuestra Señora, rodeada de ángeles, tuvo lugar el 16 de julio de 1251, y le mostró el santo Escapulario de la Orden diciéndole: "Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará". Este santo había sido ermitaño en Inglaterra y luego se incorporó a la Orden de los Carmelitas que, como sabemos nació en el siglo XII, en el Monte Carmelo (“Karmel” = jardín), donde el profeta Elías lucho en la defensa de la pureza del Dios de Israel, venciendo a los profetas de Baal (cfr. 1 Re 18, 20-40). Después de tres años de sequía, subió al Carmelo y, desde su cumbre, vio cómo se acercaba una pequeña nubecita portadora de la lluvia tan deseada, que ponía fin a aquel tiempo de prueba. Esa pequeña nube una imagen de María Estrella del Mar y patrona de los marineros. Desde el principio, los ermitaños carmelitas la tuvieron como protectora y, al ser aprobados por el Papa Inocencio IV en 1247, tomaron por nombre el de Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo.

El escapulario del Carmen se puede imponer a todos los que deseen ponerse bajo la protección de Nuestra Madre, incluidos los no católicos. Con su ayuda podremos llevar el suave yugo de Cristo. Es un sacramental por el que manifestamos nuestro amor a la Virgen, Madre de la Misericordia y de la Esperanza (cfr. nuevas invocaciones de la Letanía Lauretana, aprobadas por el Papa Francisco recientemente).

La Virgen del Carmen está vinculada con las almas del purgatorio. Ella será nuestra abogada y defensora en el momento en que seamos juzgados, por ejemplo, en el momento del Aviso, en que necesitaremos la ayuda de Nuestra Madre.      

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