lunes, 20 de julio de 2020

El signo de Jonás

Con ocasión del evangelio de la Misa de hoy, lunes de la XVI semana del tiempo ordinario (Mt 12, 38-42), trascribo unas reflexiones del Card. Ratzinger en El Camino Pascual, ed. BAC, Madrid 1990, pp. 37-42.

Origen de la iconografía cristiana - Arte en Taringa!
Jonás y la ballena. Catacumbas de los santos Pedro y Marcelino, Roma. Pintura  paleocristiana. 

Esta generación pide un signo». "¡Cuántas veces pedimos un signo y nos cerramos a la conversión!" (p. 39).

"Es preciso que el hombre supere el espacio de las cosas físicas, de lo tangible, para ser redimido, para situarse en la verdad íntima de la idea creadora de Dios; únicamente superando ese espacio y abandonándolo puede alcanzar la certeza propia de las realidades más profundas y eficaces: las realidades del espíritu. Llamamos fe a ese camino que consiste en un superar y en un abandonar" (p. 37). "El amor exige, por su misma esencia, un acto de fe" (p. 37).

Jesús proporciona, sin embargo, un signo, pero no el que piden ellos. El Hijo del hombre es signo para esta generación (cfr. Lc 11, 30 y Mt 12, 40). "Jesús mismo, la persona de Jesús, en su palabra y en su entera personalidad, es signo para todas las generaciones. Esta respuesta de San Lucas me parece muy profunda; no deberíamos cansarnos de meditarla... Ver a Jesús; esta es la respuesta... Ver a Jesús, aprender a verlo..., y llegar así a responder de la misma forma que las gentes de Nínive: con la penitencia, con la conversión. El rosario y el viacrucis constituyen desde hace siglos la gran escuela donde aprendemos a ver a Jesús" (p. 39 y 40). Los ninivitas creyeron a Jonás porque reconocieron que eran pecadores y que los pecados podrían llevar a la destrucción de su ciudad, y porque —según la tradición rabínica— eran visibles en Jonás las huellas de la experiencia de la muerte, y estas huellas daban autoridad a sus palabras (cfr. p. 40).

San Mateo subraya el misterio pascual ("estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra"), la resurrección de Cristo después de una muerte voluntaria por la salvación de los otros en la Cruz, que es el signo verdadero del justo perfecto. Jesús volverá con este signo al final de los tiempos para juzgar nuestra vida. "Pongamos desde ahora mismo nuestra vida bajo este signo, día tras día" (p. 42). A Jonás le irritó la gracia y la bondad de Dios. Si nos pasa a nosotros lo mismo, demostramos que nuestra fe no brota del amor de Dios, sino que manifiesta más bien un amor propio, que busca tan sólo la seguridad personal (p. 42).

No hay comentarios:

Publicar un comentario