Benedicto XVI ha continuado su catequesis sobre el Credo. Hoy, miércoles 30 de enero, el tema ha sido "Creo en Dios Padre Todopoderoso”.
Resumimos las ideas centrales de la catequesis (ver el texto completo en Zenit).
Lo primero que nos dice el Credo sobre Dios es que es Padre, Todopoderoso.
No es fácil hablar sobre la figura del padre en la actualidad. Hay muchos factores que pueden impedir una relación serena y constructiva entre padres e hijos; por ejemplo, las preocupaciones, las dificultades económicas, la cultura tecnológica que dispersa.
Es difícil hacerse a la idea de un padre bueno, cuando se han tenido experiencias negativas de un padre ausente, autoritario, indiferente o poco afectuoso, al que se ha tenido poca confianza.
Esto se corrige en la revelación bíblica, principalmente en todo el evangelio, que nos revela el rostro de Dios como Padre que ama hasta entregar a su propio Hijo para la salvación de la humanidad. La imagen del Padre es infinitamente superior en comparación con la de cualquier padre humano.
"¿Quién de ustedes --dice Jesús para mostrar a los discípulos el rostro del Padre--, al hijo que le pide pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide un pescado, le dará una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se lo pidan?" (Mt. 7,9-11;. cf. Lc. 11,11-13).
Dios es nuestro Padre. Nos ha elegido desde la eternidad. Nos ha hecho hijos en su Hijo. Nos muestra su amor en todo momento, con su gracia y su Espíritu.
Dios nos protege más que a los pájaros y lirios del campo. Hace salir el sol todos los días y nos envíe la lluvia, aunque seamos malos. Siempre nos perdona, nos acoge y nos abraza como al hijo pródigo. Nos da el pan del cielo y el agua que da la vida eterna.
El orante puede proclamar en el salmo 27: "Mi padre y mi madre me han abandonado, pero el Señor me ha acogido" (v. 10). "Porque su amor es para siempre", como sigue repitiendo como una letanía, en cada verso, el salmo 136 a través de la historia de la salvación.
Dios no se cansa de nosotros, es fiel, no falla, se da hasta el extremo. Podemos apoyarnos en él como en una roca. Podemos afrontar todos los peligros y tribulaciones. Dios siempre está cerca para salvarnos y llevarnos a la vida eterna.
En Jesús conocemos el amor del Padre. Él es la “imagen del Dios invisible” (cf. Col. 1,13-20). En Cristo, Dios Padre nos ama, nos perdona, nos resucita, nos da su Espíritu y nos permite llamarlo “Abbà, ¡Padre!” (cf. Rom. 8,15). Jesús nos enseña a orar y a decir “Padre Nuestro” (Mt. 6,9-13; cf. Lc. 11,2-4).
Dios ve nuestra pequeñez y nos llena de su ternura y su misericordia.
"Como un padre es tierno con sus hijos, así el Señor es tierno para con los que le temen, porque sabe bien cómo están formados, se acuerda de que somos polvo" (Salmo 103, 13-14).
A través del Misterio pascual —la Cruz gloriosa— se revela en todo su esplendor el rostro definitivo del Padre.
Pero podemos preguntarnos: ¿cómo es posible imaginar a un Dios todopoderoso, al mirar la cruz de Cristo?
Tenemos una idea equivocada del poder de Dios. Nos imaginamos un Dios que pueda resolver todos nuestros problemas, que venza a nuestros adversarios, que anule el dolor. Muchos hombres niegan la omnipotencia de Dios porque existe el mal en el mundo, y buscan refugio en los ídolos y en la magia.
Pero el pensamiento de Dios es diferente al nuestro, sus caminos son inescrutables. También su omnipotencia es diferente. Dios no se impone, sino que respeta nuestra libertad. Ama nuestra respuesta libre, de amor. Dios nos parece débil. Su acción está llena de mansedumbre, paciencia y amor. ¡Este es el camino correcto para ser poderoso! ¡Esta es la Potencia de Dios!
"Tú eres misericordioso con todos, porque todo lo puedes; cierras los ojos ante los pecados de los hombres, esperando su arrepentimiento. Amas a todos los seres que existen... ¡Eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amante de la vida!" (Sab, 11,23-24a.26).
Sólo quien es verdaderamente poderoso puede ejercer plenamente el poder del amor. Dios espera pacientemente nuestra conversión. El mal es lavado por el amor de Dios. La muerte es derrotada definitivamente, engullida y privada de su veneno. El pecado es vencido y podemos ser verdaderamente hijos de Dios.
Al profesar que creemos en “Dios Padre Todopoderoso”, expresamos nuestra fe en el poder del amor de Dios, que en su Hijo muerto y resucitado vence el odio, la maldad, el pecado y nos da vida eterna.
Escuchemos atentamente la última invitación que nos hace el Papa en su catequesis de hoy:
“Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor que sostenga nuestra fe, que nos ayude a encontrar verdaderamente la fe y que nos de la fuerza para anunciar a Cristo crucificado y resucitado y de testimoniarlo en el amor a Dios y al prójimo. Y que Dios nos conceda acoger el don de nuestra filiación, para vivir plenamente la realidad del Credo, en el abandono confiado al amor del Padre y a su omnipotencia misericordiosa, que es la verdadera omnipotencia y que salva”.
Muchas gracias por toda esta riqueza con que nos alimentan el espíritu. Es reconfortante en estos tiempos de pobreza espiritual en todos los ámbitos. Uds. me entienden. Afectuosamente en Cristo Resucitado y María Santísima.
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