El domingo 18 de junio de 1961, a las 8 y media de la tarde, tuvo lugar la primera aparición en Garabandal. Las cuatro niñas, de entre once y doce años de edad, vieron al Arcángel San Miguel en La Calleja.
Hoy se cumple un aniversario más de ese suceso y, con este motivo, transcribimos unos párrafos del libro "Con Voz de Madre" (pp. 87 a 89), que relatan lo que pasó en San Sebastián de Garabandal hace 52 años.
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El verano de 1961 se presentaba en Garabandal como uno más de los muchos transcurridos. Nadie imaginaba que ese año ocurrirían unos sucesos que alterarían fuertemente la vida de este pueblo de montaña, que llevaba mucho tiempo sin grandes cambios y anclado en el tiempo.
Hemos visto al ángel
En dicho lugar vivían cuatro niñas de entre 11 y 12 años de edad, llamadas Concepción (Conchita) González, María Dolores (Loli o Mari Loli) Mazón, Jacinta González y Mari Cruz González. A pesar de tener el mismo apellido, las niñas no tenían entre sí ningún parentesco próximo.
Todo comenzó el 18 de junio de 1961. Lo ocurrido en ese día y posteriormente lo relató de primera mano Conchita, quien estaba en casa del señor Emilio del Valle cuando el Obispo de León le dijo que escribiera un diario de los sucesos ocurridos desde ese día. Así lo hizo y este diario es el que se ha hecho público. Es incompleto, ya que lo comenzó a redactar en 1962 y lo terminó en la segunda mitad de 1963. Además de este diario, escribió otro privado en un tiempo de felices recuerdos. El Diario que escribió Conchita comienza así: “Voy a relatar en este libro mis apariciones y mi vida corriente. El mayor acontecimiento de mi vida fue el día 18 de junio de 1961, en San Sebastián. Era domingo por la tarde y nos encontrábamos todas las niñas jugando en la plaza”.
Ese día tuvo lugar la primera aparición de San Miguel, en el lugar llamado la Calleja. Mientras estaban comiendo unas manzanas que habían tomado de la huerta del maestro del pueblo, escucharon un gran ruido, como de un trueno. De pronto, a las ocho y media de la tarde, Conchita vio ante ella una figura muy bella, llena de luz, la cual no dañaba sus ojos. Conchita quedó extasiada y las otras niñas, al verla así, pensaron que le pasaba algo. Cuando se disponían a llamar a la madre, las tres entraron también en éxtasis. Luego hubo un corto silencio entre las cuatro...; y de repente, el Ángel desapareció. Pasados unos breves momentos volvieron a la realidad. Al bajar al pueblo, normales y muy asustadas, corrieron hacia la iglesia, pasando de camino por la función de baile que había en el pueblo. Entonces, una niña que se llama Pili González les dijo:
–¡Qué blancas y asustadas estáis! ¿De dónde venís?
Ellas, muy avergonzadas de confesar la verdad, le dijeron que venían de robar manzanas. Y ella dijo:
–¿Por eso... venís así?
–¡Es que hemos visto al ángel!
Y ella dijo: ¿De verdad?
–Sí, sí...
Y siguieron su camino en dirección a la iglesia; y esa chica quedó diciéndoselo a otras. Una vez en la puerta de la iglesia, no entraron sino que se fueron detrás de la misma llorando, con el remordimiento de haber robado. Unas niñas, que andaban jugando, las encontraron, y al verlas llorar, les preguntaron:
–¿Por qué lloráis?
Y ellas respondieron:
–Es que hemos visto al ángel.
Ellas echaron a correr a comunicárselo a la señora maestra. Las cuatro niñas, una vez que terminaron de llorar, volvieron a la puerta de la iglesia y entraron dentro. En aquel mismo momento llegó la señora maestra, toda asustada, y enseguida les dijo:
–Hijas mías: ¿Es verdad que habéis visto al ángel?
–Sí, señora.
–¿A ver si es imaginación vuestra?
–¡No, señora, no! ¡Hemos visto bien al ángel!
Entonces la maestra nos dijo: Pues vamos a rezar una estación a Jesús Sacramentado en acción de gracias. Conchita continúa su relato: "Cuando hubimos terminado de rezar la estación, nos fuimos para nuestras casas. Ya eran más de las nueve de la noche, y mi mamá me había dicho que fuera a casa de día y yo este día fui ya de noche”. Conchita, toda asustada por haber visto aquella figura tan bella y por venir tarde a casa, no se atrevía a entrar en la cocina y se quedó junto a una pared, muy triste. Su madre, Aniceta, no le creyó cuando le dijo que había visto al ángel. Y Conchita escribe: "Yo le respondí de nuevo: Pues es verdad, yo he visto al ángel".
Al día siguiente volvieron ilusionadas a la Calleja con el deseo de verlo de nuevo, pero no se les apareció. En los días sucesivos el Ángel se les apareció varias veces al final de la tarde en el mismo lugar, sonriente pero sin hablarles, con el fin de prepararlas para la primera venida de la Virgen María, que ocurriría en la tarde del domingo día 2 de julio de 1961. La noticia se difundió en el pueblo y hubo muchos comentarios tanto en las casas de las niñas como en el resto del pueblo. El párroco, D. Valentín Marichalar (1), interrogó a cada una por separado con el fin de preparar un informe para el Obispo de la Diócesis. Se convenció de la sinceridad de las niñas pero sin emitir ningún juicio sobre la verdad de lo que decían.
El 21 de junio fue el primer día en que varias personas vieron a las niñas entrar en éxtasis cuando se les apareció San Miguel. Quedaron muy conmovidas por la expresión de las videntes. Cuando las cuatro volvieron en sí, vieron que en torno suyo unas lloraban, otras apretaban las manos contra el pecho, y otra, Clementina González, estaba ya para correr al pueblo, a llamar a toda la gente. El día 1 de julio el Arcángel, rompiendo el silencio de días atrás, les dijo: “Vengo a anunciaros la visita de la Virgen, bajo la advocación de la Virgen del Carmen, que se os aparecerá mañana domingo”. Las niñas disfrutaron de la conversación con Él durante un éxtasis de dos horas. Conchita comentó que “ese día nos habló de muchas cosas”.
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(1) Fue nombrado párroco en 1942 de las dos parroquias de Cosío y Garabandal, veinte años antes de las apariciones. Casó a los padres de Mari Loli, bautizó a las cuatro niñas y les dio la Primera Comunión. También les enseñaba el Catecismo dos veces por semana.
Hola! Este verano estuve en San Sebastian de Garabandal. Es un pueblito encantador como lo son sus gentes y sus paisajes. Cuando mi familia y yo comenzábamos a subir rezando por el caminito que se ve en la fotografía mi marido quiso hacernos una foto. La hicimos y luego la hice yo con mi marido y mi hija. La cámara "superdigital" hizo algo extraño. La cosa es que se ve un reflejo muy especial justo en la zona del dibujo y la placa de mármol conmemorativa. Nos gusta pensar que San Miguel estaba con nosotros en ese momento y nos lo hizo saber.
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