sábado, 27 de abril de 2019

La Luz de la Resurrección

Estamos viviendo el Tiempo Pascual. Un tiempo de gozo y alegría: de plenitud, por la Resurrección del Señor que nos afecta a cada uno en lo más profundo de nuestro ser. A continuación presentamos 18 párrafos con ideas que pueden servirnos para meditar en estos días luminosos.

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1. “Mors et vita duello conflixere mirando: dux vitae mortuus regnat vivos” (Secuencia Pascual). Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta”.

2. Jesús al ver las expresiones de terror y miedo de los discípulos, les dice: “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón?” (cfr. Lc 24, 35-48). Son expresiones de la oscuridad que reinaba en el mundo después del pecado original.

3. El Viernes Santo, después de la muerte del Señor, las tinieblas cubrieron toda la tierra. Es el momento de las tinieblas. “La noche se aproxima y el día va de caída” (cfr. Lc 24).   

4. Dios no creó el mundo para vivir en las tinieblas, sino en la Luz. Es lo primero que dice al iniciar la creación: “Fiat Lux” (cfr. Primera Lectura de la Vigilia Pascual). La luz de los astros, de las luminarias que marcan el ritmo del día y de la noche, fue creada al cuarto día. Así se despoja a los astros de todo carácter divino.

5. La Luz del primer día es distinta: es la que hace posible la vida, la comunicación, el conocimiento, el acceso a la verdad, hace posible la libertad y el progreso, el bien y el amor. Esa Luz es reflejo de la Gloria del Creador en la naturaleza de las criaturas. Dios creó al mundo para el séptimo día: día del descanso en Dios, día de la libertad de la creatura para con Dios y para con las demás creaturas, día en que se rompen todas las ataduras terrenas.

6. Es como si Dios hubiera encendido toda la creación, con su Luz, y poco a poco se hubiera ido apagando, a causa del mal, que proviene de la negación de Dios por parte de la creatura, del decir “no”.

7. El día de la Resurrección, el primer día de la semana (el octavo día; el Domingo), es un volver a encender la Luz primigenia. Es un volver a vivir en la presencia de Dios muy fuertemente, como Adán en el paraíso, que “vivebat fruens Deo, ex quo bono erat bonus”; “vivía gozando de Dios, gracias a cuyo bien, era bueno”.

8. Llegará un momento en que se vuelva a apagar esa Luz casi por completo, como dice San Pedro en su Segunda Epístola (“quasi lucernae lucenti in caliginoso loco”: 2 Pe 1, 19), y llegará el momento en que Jesús vuelva a encender por tercera vez la Luz de Dios, al final de los tiempos.

9. La oscuridad acerca de Dios y de sus valores amenaza verdaderamente al hombre. Es la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanece en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino amenazas que nos ponen en peligro a nosotros y al mundo. Podemos iluminar nuestras ciudades tan deslumbrantemente que ya no pueden verse las estrellas del cielo. “¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado?” (cfr. Benedicto XVI, Homilía del 7-IV-2012).

10. Pero, ¿cómo puede llegar la Luz de Cristo a nuestro corazón? Por el sacramento del bautismo y la profesión de fe el Señor ha construido un puente para nosotros a través del cual el nuevo día viene a nosotros. “Haec est dies quam fecit Dominus!”.

11. Por la mano vencedora de Dios la sabiduría ha abierto la boca de los mudos y ha soltado la lengua de los niños (cfr. Antífona de entrada de la feria V de la Semana de Pascua).

12. Por la fe en el nombre de Jesús el paralítico del pórtico de Salomón recobró la salud (cfr. Primera Lectura de ese día). San Pedro pide a los judíos, que obraron por ignorancia, que se arrepientan de sus pecados “para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios y envíe a Jesús, el Mesías” (se refiere al tiempo de la restauración universal).

13. ¡Señor, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! (Salmo 8).

14. Por la Resurrección (la profesión de fe y el bautismo) somos introducidos en el Nombre de Jesús (del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo). Así se traduce la expresión grieta Eis to onoma: “introducidos en el nombre” Cfr. discurso de Pedro en Pentecostés: ¿qué tenemos que hacer?, recibir el bautismo en el nombre de Jesús, para poder recibir el Espíritu Santo (cfr. Hch 2, 14-41).

15. Jesús dice a sus discípulos el día de su Resurrección: “Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto” (Lc 24, 35-48).

16. Conclusión: no dejar que se apague la luz de la fe y la gracia en nuestra alma. “Adauge nobis fidem”. “Aparta Señor de mi lo que me aparte de ti” (cfr. San Josemaría Escrivá de Balaguer). No dejar que se apague el potencial de nuestro bautismo. Jesús llama “hermanos” a sus discípulos (ante la Magdalena) porque, desde su Resurrección, podemos llamarnos de nuevo hijos de Dios. No dejar que disminuya la fuerza evangelizadora que llevamos dentro, por el Espíritu Santo, como sucedía en la vida de los apóstoles (ver los Hechos que leeremos en este tiempo pascual).

17. No dejar que esa lucecita de las velas de la Pascua, del cirio pascual, se apague en el mundo.

18. Lo pedimos a María, Stella Matutina, Faro Esplendente que nos ilumina para que la oscuridad nunca nos invada, para que disipe las tinieblas de la idolatría (de la confusión, del mal, del pecado).    



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