En el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
meditamos sobre la fuerza de la Palabra de Dios leída y meditada en la Iglesia,
Cuerpo Místico de Cristo.
El Señor,
la meditación de su Palabra, es nuestra
fuerza: «¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!» (Ne, 8, 10; 1ª Lectura). Una de sus palabras
es, referida a Nuestra Madre: “Haced lo
que Él os diga” (Jn 2, 5).
Aunque es
verdad que en el cuerpo hay muchos
miembros, todos bebemos de un mismo
Espíritu (cfr. 1 Cor 12, 12-30; 2ª Lectura)).
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la
libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor»
(Lc 4, 18; Evangelio).
Es el
mismo Espíritu el que, ahora, también ayuda
nuestra debilidad para que comprendamos lo que el Dios desea que conozcamos sobre los tiempos en que vivimos,
que son como un año de gracia del Señor. Y uno de los puntos principales es
este: “Sin la Virgen no hay salvación”,
porque así lo ha querido Jesús.
Ofrecemos
la 4ª parte del mensaje de Jesús a Marga
que hemos meditado en los tres posts anteriores.
Las negritas y lo que está entre
corchetes [ ] es nuestro. Lo que está en cursivas
es de Marga. Todo el resto es de Jesús.
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Mensaje de
Jesús a Marga (22 de septiembre de 2015) (4ª parte)
¿No hay salvación? ¿Tajante? [se refiere
a lo que Jesús le había dicho: sin la
Virgen no hay salvación en estos tiempos]
Es más
difícil salvarse, muchísimo más. El
camino se le vuelve sencillo a los hijos de María. Ellos serán sólo los
únicos garantes del Catolicismo. (Ellos serán) los que quedarán. Después de la
«debacle», ninguno de los que no sea hijo de María, resistirá.
Pero no
quiero «hijo de María» sólo de nombre. «Hijo de María» con todo lo que eso conlleva.
Os doy la clave para estos Tiempos: estar
entregados a María. Ella, Arca de la Salvación segura, Puerta del Cielo.
Quien pasa a sus atrios, ya es salvo, ¡imaginaos quien entra por Ella! Quien
entra por Ella consigue las más altas cumbres
de la santidad.
¡Pobres
ilusos los que creen salvarse prescindiendo de Ella! Pueden, incluso,
condenarse.
¡Venid por el Camino fácil!, ¡por el
Camino sencillo! No busquéis otros, pues éste se os regala. Es el que Yo os he dado desde mi Nacimiento.
Aunque os la entregué «oficialmente» en la Cruz (Nota 303: Cfr. Jn 19,26s). «El
culto que la Iglesia rinde a la Virgen no es sólo fruto de una iniciativa
espontánea de los creyentes ante el valor excepcional de su persona y la
importancia de su papel en la Obra de la salvación: se funda en la voluntad de Cristo». Juan Pablo II, 09-12-98).
[Esto nos
recuerda lo que escribió San Josemaría
en el prólogo de su obra Santo Rosario:
“El principio del camino, que tiene por final la completa locura por Jesús, es
un confiado amor hacia María Santísima”].
Todos sois hijos de María por nacimiento,
sin hacer nada especial. Pero debéis quererlo, debéis querer asumir esa
condición para que tenga efecto en vosotros.
Entregaos a María, y todo se os volverá más
sencillo. Hacedlo con una fórmula solemne, y vivid esa
Consagración en vuestras vidas.
A partir
de ese momento, todo cambiará en vuestra existencia, e iréis notando cómo el
cumplir con la Voluntad de Dios en vuestras vidas se os hace más liviano. Iréis viendo cómo ya no os cuesta tanto ver
cuál es, discernir entre el bien y el mal, ver cuál es lo bueno, lo
perfecto, lo que Le agrada (Nota 304: Cfr. Rm 12, 2), tener un corazón
totalmente dispuesto a Mí.
Veréis
cómo confiaréis abiertamente en Mí y en
mi Providencia, y no existirá la preocupación en vuestras vidas (Nota 305:
Cfr. Mt 6, 25-34). Veréis cómo vuestros asuntos prosperan. Y si no prosperan,
no sucumben en esta era diabólica del desastre, donde lo normal será sucumbir. Veréis cómo gozáis de mi Paz en todos y
cada uno de los acontecimientos que os sucedan, sean como sean.
Os
parecerá mentira haber estado alguna vez inquietos y sin paz. Será como si gozarais del Cielo en la
tierra, el Cielo ya adelantado. Todas las bienaventuranzas que se vivirán
en él, gozándolas ya desde ahora en la tierra.
Y tú, mi
última, no te agotes ahora escribiendo todo esto.
Piensa
que es por el bien de la Iglesia.
(Apuntar tanto, agota. Sobre todo
mentalmente)
Déjate
llevar, y disfruta también de estos ratos y estos coloquios. No estés en
tensión, pues es Obra del Espíritu Santo.
«Toda
carne profetizará» (Nota 306: Cfr. J1 3,1; Hch 2,17). Estad atentos a los signos de
los Tiempos (Nota 307: Cfr. Mt 16, lss).
Con María también es más fácil distinguir
las verdaderas profecías de las falsas. Con María, no os iréis tras otros
dioses. Con María llevaréis a cabo las grandes obras, y a veces muy en lo
escondido. Y si es hacia afuera, no os engreiréis, conservándoos siempre en la humildad.
¿Qué
mejor Regalo pude haceros que María? Por eso: sed hijos de María.
Cuando mi
Corazón ve en la tierra un corazón que es hijo de María, se regocija. Mi Corazón viene a complacerse en él.
¡Oh!, ¡si
encontrara en la tierra tantos hijos de María! ¡Mi Corazón pudiera venir a
Reinar!
No vengo
y no reino porque no encuentro en la
tierra suficientes hijos de María.
Esforzaos, día a día, por ser hijos Suyos.
Caminad con Ella por las virtudes excelsas de la Hija Predilecta de Dios, su
Preferida. Meditad en ellas. No es nada
complicado. Es simple. Implementadlas en vuestro corazón. Así, vuestro
Maestro mirará a la tierra y podrá complacerse en ella.
¿Cómo
lograr estos hijos de María de vosotros, que os encontráis tan alejados? Queridos, haced el cambio de corazón
(Nota 308: Cfr. Ez 11,19; 18,31;36,26; Sal 51,12-14), la conversión (Nota 309:
Cfr.Ez 33,11;J12,12s; Is 45,22; Mt 3,2; Le 3,7-14; Me 1,15;Le 13,3.5; Hch 2,38;
3,19; 17,30; 26;20; Ap 2,5.16.21; 3,3.19). Si no sabéis el Camino de la con
versión, mirad estos Libros.
Yo he iniciado y he forjado un Camino con
ésta mi profeta, de conversión, punto por punto, minucia por minucia,
durante largos años y para que todos tuvierais dónde aprender y copiar sus
pasos. ¡Así nadie podrá decirme que no sabe cómo!
Yo, con
ella, he ido recorriendo, paso por paso, casi todos los pasos que debe dar mi
humanidad hacia Mí.
Cuando termine la Obra, en ella estarán
compendiados todos. Todas, ¡la mayoría!, de las preguntas que se hace esta
mi humanidad actual alejada de Mí, se encuentran compendiadas en estos Libros.
Yo no seré más exhaustivo, porque más exhaustivo, prácticamente, no se puede,
no os alcanzaría a vuestra actual inteligencia. Ahondar ahora mismo más que Yo
lo haré con ésta, en esta Revelación, no os conviene, de momento.
Yo me os iré revelando más, poco a poco.
Pero para ahora, bástase/ os con esto.
Luego, en el Cielo, también sigo. También
seguiré.
Este es un adelanto de la Revelación total,
que es la que tendréis en el Cielo, en las Bodas del Cordero.
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