El verdadero silencio no es tanto el
“exterior”. Es más importante el “silencio
interior”.
Dice el Padre General de la Orden de los Cartujos, dom Dysmas de Lassus, que ellos no buscan el silencio por el
silencio, sino por el espacio que proporciona. El silencio les permite percibir
y escuchar mejor: abre su espacio interior (cfr. FS, p. 231).
Comenta que los cartujos desean fervientemente alcanzar el silencio,
pero también en ellos existe el ruido. “Resulta paradójico que el silencio
exterior y la soledad, cuyo objetivo es facilitar el silencio interior,
empiecen por sacar a la luz todo el
ruido que hay en nosotros” (FS, p. 231).
Es como si lleváramos un radio con nosotros, que no se oye en el
bullicio de las calles de la ciudad, pero cuando entramos en una iglesia,
tenemos que apagar el radio. “Por desgracia no hay un botón que baje el parloteo de nuestra imaginación… La
primera fase consiste en ser consciente de ello, por poco que nos guste” (FS,
p. 231), dice don Dysmas.
La soberbia, la falta de
humildad, es la principal causa de nuestro “ruido interior”.
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La grandeza de
Dios
“Dios
desea comunicarnos su amistad, su intimidad, pero solo puede hacerlos si nos abrimos a Él con la actitud
debida y sincera. Ante ese Otro que es todo, el hombre debe reconocer su pequeñez, su miseria y su nada. Recordemos las
palabras de Jesús a santa Catalina de Siena: “Tú eres lo que no es, Yo soy el que es”” (FS, p. 136).
“Sin una humildad radical expresada en gestos de
adoración y en los ritos sagrados no hay amistad posible con Dios. El silencio
manifiesta esa relación de un modo evidente. Para convertirse en silencio de
comunión el verdadero silencio cristiano se hace antes silencio sagrado” (FS, p. 136).
“El
silencio sagrado permite al hombre ponerse gustosamente a disposición de Dios.
Permite abandonar esa actitud arrogante
que considera que Dios está a mercede de cualquier capricho de sus hijos” (FS,
p. 137).
“El
silencio nos enseña una regla esencial
de la vida espiritual: la familiaridad no favorece la intimidad; al
contrario: la distancia debida es condición para la comunión. La humanidad
camina hacia el amor a través de la adoración” (FS, p. 138).
“Muchas
veces las palabras contienen una ilusión de transparencia, como si nos
permitieran comprenderlo todo, dominarlo todo, ordenarlo todo. La modernidad es charlatana, porque es
orgullosa, cuando no al revés: quizá nuestra charla incesante sea lo que nos
hace orgullosos” (FS, p. 142).
El necesario sosiego en la vida familiar
Thomas
Merton (trapense) en El
signo de Jonás, escribía: “no conviene resignarse a vivir en una comunidad
constantemente agobiada por la actividad e inundada por el ruido de las
máquinas, de la publicidad, de la radio y de la televisión, que no paran de
hablar. ¿Qué hay que hacer? Quienes aman
a Dios tienen que procurar preservar o crear una atmósfera en la que poder
encontrarle. En los hogares cristianos ha de haber sosiego, porque tanto
sus cuerpos como sus casas son templos de Dios (…). Que acostumbren a sus hijos
a no gritar. Los niños son silenciosos
por naturaleza, siempre que se les deje en paz, porque si se les enerva
desde la cuna se convierten en ciudadanos de un Estado donde todo el mundo
grita” (FS, p. 35).
El silencio de
los niños
Geroge Bernanos en Diálogo de Carmelitas: “Cuando a los sabios se les agota la
sabiduría, conviene escuchar a los niños” (La
fuerza del silencio, p. 19).
Silencio y misterio
“Hay que dirigir a nuestra civilización una
seria advertencia. Si nuestras inteligencias ya no saben cerrar los ojos, si ya
no sabemos callar, nos privaremos del
misterio, de esa luz que trasciende las tinieblas, de esa belleza que
trasciende toda belleza. Sin el misterio nos vemos reducidos a la banalidad de las cosas terrenales” (FS, p. 142).
“Al perder la capacidad de silencio ante el
misterio, los hombres se apartan de las fuentes
de la alegría” (FS, p. 142).
“Sin el silencio estamos privados del misterio, condenados al
miedo, a la tristeza y a la soledad” (FS, p. 143).
“Lo que es valioso siempre está velado. Hasta nuestro cuerpo lo cubrimos con ropa, no
porque sea vergonzoso o impuro, sino porque es sagrado y misterioso. En la
liturgia el cáliz está velado, el copón y el sagrario están tapados por un velo
mientras contienen la Presencia real. El silencio es un velo sonoro que protege el misterio” (FS, p. 143).
“Los cristianos corren un serio peligro de convertirse en idólatras si
pierden el sentido del silencio. Nuestras palabras nos embriagan, nos encierran
en lo creado. Hechizados por el ruido de
los discursos humanos y prisioneros de él, nos arriesgamos a construir un
culto a nuestra altura, un dios a nuestra imagen” (FS, p. 144).
Galat llama sin tapujos ya a Francisco el falso profeta del apocalipsis: https://youtu.be/j7j7Wq8jVp0 Impresionante el trabajo y los últimos programas de este hombre y su equipo que están realizando la mejor labor de la Iglesia de estos tiempos. La más grande y fuerte guiados por el Único que puede dar esta fuerza y valentía tan impresionante. ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!! Y oremos y demosle gracias por estos fieles y valientes defensores de Su Santa Iglesia.
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