sábado, 28 de octubre de 2017

Amor a Dios y amor al prójimo

El Evangelio de la Misa del Domingo XXX durante el año, que celebraremos mañana, nos da ocasión para meditar un poco en las palabras del Señor sobre los dos principales mandamientos (cfr. Mt 22, 34-40).

 

Un doctor de la ley, que era fariseo, le hace una pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?”.

La preocupación principal de los fariseos era cumplir todos los mandamientos contenidos en las leyes mosaicas y que, en total, eran 613. La respuesta de Jesús es inmediata: hay dos mandamientos principales. El primero es el amor a Dios, “con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. El segundo es amar al prójimo como a nosotros mismos. Toda la enseñanza de la ley y de los profetas se condensa en estos dos mandamientos del amor.

Jesús, en todo momento, vincula los dos mandamientos. En esta ocasión lo hace de manera muy clara, pues la pregunta que le hace el doctor de la ley se refería al “mandamiento principal” de la ley, y Jesús menciona los dos mandamientos, inseparables uno del otro.

San Beda el Venerable, en el siglo VIII, escribía lo siguiente:

«Ninguno de estos dos amores puede ser perfecto si le falta el otro, porque no se puede amar de verdad a Dios sin amar al prójimo, ni se puede amar al prójimo sin amar a Dios. (...) Sólo ésta es la verdadera y única prueba del amor de Dios, si procuramos estar solícitos del cuidado de nuestros hermanos y les ayudamos» (S. Beda, Homiliae 2,22).

Por otra parte, Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, afirmaba que, sin embargo, lo más importante es amar a Dios, porque el amor al prójimo es consecuencia y efecto del amor a Dios y, cuando es amado el hombre, es amado Dios ya que el hombre es imagen de Dios (cfr. S. Tomás de Aquino, Sup. Ev. Matt. in loc.).

Efectivamente, Jesús dice que lo primero es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente. Es comprensible que no diga esto respecto al prójimo porque sólo Dios debe ser el objeto de nuestro amor total. Amamos al prójimo en Dios.

San Bernardo escribía en el siglo XII:

«Tú me preguntas por qué razón y con qué método o medida debe ser amado Dios. Yo contesto: la razón para amar a Dios es Dios; el método y medida es amarle sin método ni medida» (De diligendo Deo 1,1).

Pero, ¿cómo podemos, en la práctica manifestar nuestro amor a Dios y nuestro amor al prójimo?

A Dios hemos de amarle siempre, en todo momento, procurando mantenernos en su presencia todo el día, incluso durante el sueño. Para amar a Dios no es necesario “pensar” siempre en Él. Por ejemplo, podemos estar metidos en un trabajo que requiere mucha concentración y que nos impide “pensar” durante este tiempo en Dios. Pero sí podemos, al comenzar ese trabajo —antes y después— ofrecerle lo que estamos haciendo…; decirle que nos gustaría estar pendientes de Él todo el tiempo.

El Beato Álvaro del Portillo (1914-1994), sucesor de san Josemaría, y primer Prelado del Opus Dei no podía estar estudiando o despachando y diciendo continuamente al Señor que todo lo quería hacer por El. El dilema se resuelve —afirmaba— ofreciendo ese estudio, con el amor con que nos gustaría haber puesto diluido a lo largo de los minutos, pero cada vez que nos acordamos. Uno de sus propósitos más frecuentes era buscar el recogimiento interior, siempre necesario para escuchar al Espíritu Santo en medio del quehacer diario.

Amamos a Dios si procuramos ser contemplativos en medio del mundo, es decir, si tratamos de convertir todo lo que hacemos en oración; si dirigimos nuestros pensamientos, afectos, deseos, palabras y acciones hacia Dios, que nos ve y nos oye continuamente.

Hacer todo por amor es el secreto para ser contemplativo. No es una tarea fácil. Realmente, es un don de Dios. Nosotros, lo que podemos hacer es corresponder lo mejor posible a ese don, poniendo todo lo que esté de nuestra parte.

Por ejemplo, podemos alimentar el espíritu contemplativo, principalmente, mediante la participación en los Sacramentos, especialmente en los que tenemos más oportunidad de vivir frecuentemente, como son la Eucaristía y la Penitencia.   

También seremos contemplativos si escuchamos al Espíritu Santo en la oración, a través de la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, que es Palabra de Dios, y a través de la oración vocal, como el Santo Rosario que nos une a Cristo a través de su Madre y nuestra Madre.

Por otra parte, amamos a Dios en Cristo y a través de Él. Por eso es importante conocer a Jesús. ¿Cómo le conocemos? La Iglesia, que es su Esposa Amada, es el único lugar en donde podemos descubrir al Señor y encontrarle realmente. 

Todo esto es lo que se suele llamar “prácticas de piedad”. Si las vivimos diariamente, estaremos manifestando a Dios nuestro amor de modo verdadero.

Como ya vimos, el Segundo mandamiento, el amor al prójimo, forma un único mandamiento con el Primero. Por eso, la vida de piedad no puede alejarnos de nuestros hermanos, sino al contrario: nos llevará a amar verdaderamente a las personas con las que convivimos y a todos los hombres. Esta será la prueba definitiva de que amamos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente.  



sábado, 21 de octubre de 2017

El apostolado es sobreabundancia de la vida interior

Mañana la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), que Pio XI instituyó el 14 de abril de 1926. Se determinó que octubre sería el Mes de las Misiones, porque fue en este mes cuando se descubrió el continente Americano y se inauguró una nueva página en la historia de la Evangelización.

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En todos los templos católicos se hace una colecta que se destina a las miles de obras de ayuda social y educativa de todo el mundo. La Jornada de Domund tiene, además, el objetivo de dar a conocer la actividad evangelizadora de la Iglesia

Sin embargo, el dinero o la propaganda son medios muy desproporcionados para conseguir el verdadero fin que pretende la Iglesia: llevar a Cristo a todos los corazones humanos o, como escuchó san Josemaría el 7 de agosto de 1931 en una locución divina: “poner a Cristo en la entraña y en la cumbre de todas las actividades humanas”.

El panorama actual en el mundo es bastante deprimente, en este sentido. Cristo parece haber desaparecido de la sociedad actual, especialmente en los países de Occidente, que antiguamente eran la fuente casi única de misioneros.

¿Qué hacer para que, de verdad, brille la luz de Cristo en el mundo, tanto en lo exterior como, sobre todo, en lo interior de los hombres?

San Josemaría escribe en el punto 301 de Camino:

“Un secreto. —Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos. —Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana. —Después... "pax Christi in regno Christi" —la paz de Cristo en el reino de Cristo”.       

El secreto es la santidad personal de los cristianos. Esto no significa que para poder llevar a Cristo a todos los hombres tengamos que ser personas excepcionales y sin ningún defecto. Como sabemos, la santidad es compatible con la debilidad: ser santo no es ser un superhéroe, sino un hombre o una mujer común y corriente, pero que todos los días se propone vivir lleno de amor a Dios, lo pide al Señor y lucha seriamente para conseguirlo.

El 6 de octubre de 2002, el Cardenal Ratzinger publicaba un artículo con motivo de la canonización de san Josemaría Escrivá, en el que decía que en los procesos de canonización se busca la virtud “heroica”, y quizá
“podemos tener, casi inevitablemente, un concepto equivocado de la santidad porque tendemos a pensar: “esto no es para mí”; “yo no me siento capaz de practicar virtudes heroicas”; “es un ideal demasiado alto para mí”. En ese caso la santidad estaría reservada para algunos “grandes” de quienes vemos sus imágenes en los altares y que son muy diferentes a nosotros, normales pecadores. Esa sería una idea totalmente equivocada de la santidad, una concepción errónea que ha sido corregida — y esto me parece un punto central— precisamente por Josemaría Escrivá”.

En realidad, virtud heroica quiere decir
“que en la vida de un hombre se revela la presencia de Dios, y queda más patente todo lo que el hombre no es capaz de hacer por sí mismo”.

Es decir, en la vida de un hombre que va camino de la santidad
“aparecen realidades que no ha hecho él, porque él sólo ha estado disponible para dejar que Dios actuara. En otras palabras —concluye Joseph Ratzinger—, ser santo no es otra cosa que hablar con Dios como un amigo habla con el amigo. Esto es la santidad”.

Para ser santo, no hace falta proponerse ser superior a los demás; por el contrario, el santo puede ser muy débil, y contar con numerosos errores en su vida.
“La santidad es el contacto profundo con Dios: es hacerse amigo de Dios, dejar obrar al Otro, el Único que puede hacer realmente que este mundo sea bueno y feliz”.

Ser santo es saberse instrumento de Dios, dejar que Dios actúe a través nuestro, procurar que haya los menos obstáculos posibles para que la gracia fluya en nuestra vida, nos transforme y contribuya a trasformar a los de más y al mundo entero.

Como vemos, la santidad presupone la oración. No es posible ser santo sin ser “alma de oración”.
“¿Santo sin oración?... —escribe san Josemaría Escrivá de Balaguer—. No creo en esa santidad” (Camino 107).

Es necesario luchar cada día por no interrumpir nuestro coloquio con Dios; procurar mantener la presencia de Dios cada día y, sólo así, seremos verdaderamente evangelizadores.

Tenemos el ejemplo de san Pablo, paradigma del hombre lleno de celo apostólico, que escribe en su primera Carta a los tesalonicenses (1 Tes 2 y 3):
Damos continuamente gracias a Dios por todos vosotros, teniéndoos presentes en nuestras oraciones. Sin cesar recordamos ante nuestro Dios y Padre vuestra fe operativa, vuestra caridad esforzada y vuestra constante esperanza en nuestro Señor Jesucristo”.

Este es el fundamento del apostolado y la evangelización. En el punto 239 de Amigos de Dios, San Josemaría escribe que, si nos fijamos en el ejemplo de Cristo, veremos que antes de hacer sus grandes milagros pasaba la noche en oración; antes de comenzar su vida pública se retira cuarenta días y cuarenta noches al desierto, para rezar.
Con Jesús, “aprenderemos a vivir cada instante con vibración de eternidad, y comprenderemos con mayor hondura que la criatura necesita esos tiempos de conversación íntima con Dios: para tratarle, para invocarle, para alabarle, para romper en acciones de gracias, para escucharle o, sencillamente, para estar con Él”.

Y, como conclusión, escribe lo siguiente:
Ya hace muchos años, considerando este modo de proceder de mi Señor, llegué a la conclusión de que el apostolado, cualquiera que sea, es una sobreabundancia de la vida interior”.

Por lo tanto, en este Domingo de las Misiones, que además coincide con la memoria de san Juan Pablo II, podemos acudir a Nuestra Señora, Reina de los Apóstoles, para que interceda por nosotros y ponga en nuestro corazón un gran deseo de ser almas contemplativas de Cristo para llevar a Cristo a todos los hombres que, sin saberlo, tienen una gran necesidad de su presencia en sus vidas.    



sábado, 14 de octubre de 2017

En defensa de la Eucaristía y del Papa

Ayer celebramos el 100° aniversario de la 6ª y última aparición de la Virgen en Fátima. Ese día, también tuvo lugar el “milagro del sol”, que Nuestra Señora mostró como señal clara de que todo lo que había sucedido en Fátima era verdad.

 

Ahora, cien años después, la Virgen sigue interviniendo en la vida de los hombres. La mayor parte de las veces lo hace de manera silenciosa, intercediendo y secundando la acción del Espíritu Santo, que también es amante del silencio y la normalidad.

Sin embargo, a veces, Nuestra Señora desea actuar —como en Lourdes, La Sallete, Fátima, Garabandal y otros muchos sitios— de manera más extraordinaria, porque lo necesitamos especialmente. Ella es una Madre llena de amor que hace lo que sea para conseguir la salvación de sus hijos.

A través de muchos instrumentos, en nuestra época, que la mayor parte de las veces son hombres y mujeres muy sencillos, manifiesta sus deseos. Pero no solamente nos habla Ella, sino que también su Hijo se comunica a través de locuciones a muchas almas escogidas.

Es verdad que puede haber “falsos profetas” o personas desequilibradas que creen que Dios les habla, pero no es verdad, porque esas supuestas “locuciones” son fruto de sus mentes enfermas, o incluso de una acción de espíritus malignos que buscan desorientarnos.

Pero, por otra parte, no podemos negar que Dios quiera comunicarse con nosotros, a través de “profetas” como lo ha hecho a lo largo de la historia de la salvación en muchas ocasiones. Lo importante es saber discernir entre lo verdadero y lo falso. Es una tardea difícil. No siempre podremos saber de inmediato si podemos fiarnos o no de alguien que afirma que Dios le habla. Pero, contando con una buena formación y estudiando, en un clima de oración, los mensajes que supuestamente vienen del Cielo, es posible tener suficientes garantías para saber esos mensajes vienen de Dios o no.

Después de leer y meditar despacio los tres libros que contienen los mensajes que Jesús y la Virgen han dado a Marga (madre de familia, de unos 50 años de edad, que vive en las afueras de Madrid: cfr. vdcj.org) desde 1998, la conclusión que se puede sacar, sensatamente, es afirmar que todo eso viene de Dios, porque concuerda con todo lo que nos dice el Evangelio y nos ha enseñado la Iglesia a lo largo de dos mil años, y porque está dicho de una manera que no puede ser fruto sólo del pensamiento de una sencilla madre de familia, aunque sea muy lista y tenga estudios universitarios. Ahí hay algo más que se percibe: algo sobrenatural y sobrecogedor.

Por eso, me parece oportuno transcribir, en esta ocasión, dos mensajes que recibió Marga, de María y de Jesús, el día 27 de abril del año 2015, festividad de la Virgen de Monserrat, entre otras cosas para que nos ayude a rezar por el Papa, la Iglesia y —también ahora, especialmente— por España (y Cataluña).

Las negritas son nuestras y las intervenciones de Marga van en cursivas. Entre paréntesis cuadrados [ ] van algunos comentarios nuestros,

Mensaje de la Virgen (27-IV-2015)

Mamá, la verdad es que este Papa desconcierta a muchos.

¡No saben ver! ¡Tienen las miras muy cortas! [Puede desconcertar a quienes no tienen una visión más de fe y juzgan precipitadamente las intenciones del Papa sin saber cuáles son en profundidad]. Y luego están sus enemigos, que sí saben ver que este Papa es de Dios: por eso le atacan (…).
Di a los que se encargan de hacer predicciones [adelantarse a los acontecimientos imprudentemente] y gastan su vida en ellas, que Jesús, cuando quiera, las borra de un plumazo, porque lo que quiere es que el pecador se convierta y viva (Cfr. Ez 18,23; 33,11), no su condenación, no su sufrimiento, ni que perezca.

Mensaje de Jesús (27-IV-2015)

Jesús, parece que no será difícil distinguir la Verdadera de la Falsa [Iglesia].

No, no lo será. Para vosotros, mis ovejas que estáis Conmigo, que estáis y seguís, os habéis quedado en este redil, no, no lo será. Lo sabréis distinguir perfectamente (Cfr. Jn 10,4-5.14).

— ¿Quién se equivocará?

Se equivocará todo aquel que ahora mismo le hace el juego a la Falsa Iglesia, o bien con sus enseñanzas [que van contra la doctrina de siempre, que no ha cambiado] —estando a su favor—, o bien criticando y tirando piedras sobre el propio tejado de la Buena, intentando herir así a su Pastor.

Herirán a Francisco.

Sí, herirán a Francisco. Actualmente le llueve una lluvia de piedras por parte de «los cristianos de toda la vida», que se han puesto a sí mismos unas medallas por un permanecer en las prácticas externas de una Iglesia, y por saber doctrina del Magisterio, doctrina que utilizan para  dañar  a mi Papa [puede haber, y de hecho los hay, cristianos que son buenos y actúan de buena fe, pensando que hacen un bien a la Iglesia; pero les falta mayor discernimiento y prudencia pues criticando al Papa, aunque sea con mucha delicadeza, le hacen el juego a los que buscan destruir el Papado y la Iglesia].

Parece que el Papa diga a veces otras cosas.

No saben ver. No opina otras cosas. No saben ver los porqués  de sus palabras. Son ellos mismos  los primeros que le atacan, en lugar de procurar que todos los hombres se salven y busquen conversión. No saben ver las estrategias de Dios, los Planes empleados por Él para estos Tiempos, que le dio un revés  a Satanás, y amplió los Tiempos y el margen para la conversión con este Papa. Impensable con otro [muchos buenos cristianos no tienen la suficiente paciencia para esperar y confiar en la estrategia que utiliza el Papa con el deseo de salvar las más almas posibles].

Explícame esto de: «Cuando veáis que se admite a la comunión a los divorciados y a los de vida impura, debéis iros. Yo ya no estaré». De los Mensajes. Lo han interpretado mal.

Los que propiciarán que se admita esto serán, son, los de la Falsa Iglesia. Los que harán que parezca que mi Papa lo aprueba. Los hay en la sombra. Como para lanzar la Nueva Iglesia. Como para que haya un Cisma, que es lo que buscan. Y que el Cisma parezca que lo hace el Papa Francisco. Así dividirán la Iglesia. Y luego, le quitarán el cetro a él. Luego se caminará divididos. Y no le dejarán más actuar, ni para defenderse, siendo prisionero en el propio Vaticano.
Se dirán informaciones falsas [no podemos fiarnos de todo lo que se dice en los medios de comunicación].
Cuando se haya logrado que una buena parte de la cristiandad ya no esté con él, dándose de baja en ésa, que es la Verdadera Iglesia, surgirá el Falso Papa, y se irán tras él.
En un primer momento, y de apariencia, toda la doctrina será muy buena [el Falso Papa parecerá que sigue la Tradición].
Abolirán el Sacrificio Perpetuo.

¿Cómo? ¿Y cómo los Tradicionalistas se van a ir ahí?

Es una perversión de las inteligencias, hija.
La Iglesia  que públicamente ha admitido a la Eucaristía a los divorciados vueltos a casar, ha abolido ella misma el Sacrificio Perpetuo. Es una Incomunión. Se dejará  de dar la Eucaristía en el periodo de la elección del otro Papa. Y cuando se elija al otro Papa, el sacrificio  que inaugurarán no  será el perpetuo,  sino un sacrificio a sí mismo.

¡Ah! ¡Que paren! ¡Jesús!, ¡déjame decirles que van a propiciar la Abolición del Sacrificio Perpetuo!

Lo escrito, escrito está.

— ¿Se abole el Sacrificio Perpetuo después del Sínodo?

Si, hija [Jesús no aclara cuándo, exactamente].

Luego entonces, todos estos que están a favor de esto de la comunión a los divorciados...

Actúan como actores protagonistas.

¡Pero el Papa no puede aceptar eso!

Y no lo hará [en algunas de sus declaraciones privadas parecería que lo ha hecho, pero no lo ha declarado públicamente; más bien, ha dicho que toda la doctrina sigue igual].

¡El Papa podrá hablar y decir que no lo ha hecho!

No, no le dejarán, no le dejarán hacerlo [al parecer, en el Vaticano, hay colaboradores suyos que le influyen negativamente y el Papa no desea cometer una imprudencia, con consecuencias graves, que aliente el cisma].
Aquí, como en todo, hay (habrá) mucha confusión y ya lo está (siendo). [Hay que reconocer que la confusión actual es muy grande].
Muchos actuarán en favor para beneficiarlo, pero no se dan cuenta. Creen que lo hacen como firme depósito de la fe.
Otros actúan de mala fe, sabiendo que ésta es la manera. Camelándose al Papa, manejándole, secuestrándole finalmente.

¡Oh, Dios!, ¡qué lío! Jesús, ¿sólo a mí me estás diciendo esto?

De momento, sí. Guárdame el Secreto [hasta que se haya publicado el Tercer Tomo, que se hizo público en febrero de 2016].
Empezaré, a fin de año [2015], a decirlo al resto. A más videntes y oyentes.
Pero tú tenme preparado, oído y copiado todo para fin de año. Para que no digan que te pudiste influenciar por algún otro vidente. Y para sellar así con un sello de autenticidad estos Mensajes tan importantes para la humanidad.
¡La Guerra contra la Eucaristía! Tan importante Guerra. Mi Guerra, Juana [así le llama el Señor a Marga; por Santa Juana de Arco]. En Defensa de la Eucaristía.
Y te adoramos, Cristo, etc...
     


sábado, 7 de octubre de 2017

"Nolite ergo locum dare diaboli" (Ef 4, 27)

Hoy celebramos la fiesta de la Virgen del Rosario. En las fronteras de Polonia, un millón de católicos rezan el Rosario para seguir el consejo de la Virgen de Fátima, ahora que se acerca el centenario de su última aparición (13 de octubre de 1917): reparar por las ofensas que se hacen a Dios y pedir la conversión de los pecadores a través del rezo del Santo Rosario.

 

Esa petición a la Santísima Virgen incluye la intención de acudir a Ella para que interceda ante su Hijo por el Papa y por la unidad de la Iglesia, que como una barca a la deriva está siendo atacada fuertemente por Satanás. Estamos en un momento muy difícil y se presentan ante nosotros varias alternativas.

La primera es seguir la corriente del “espíritu del Concilio”, que denunció Benedicto XVI en una de sus últimas intervenciones como Romano Pontífice; que lleva a traicionar la Tradición multisecular de la Iglesia, y que se dirige a implantar nuevamente el modernismo que san Pío X condenó en la  Encíclica Pacendi.     

La segunda es atacar o cuestionar al Papa Francisco porque, al parecer, no cumple bien su deber como Sumo Pastor de la Iglesia, al no condenar expresamente los abusos que se comenten en contra de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, especialmente en el ámbito de la moral cristiana.

La tercera es mantenerse muy unidos al Papa Francisco (como lo hace el Papa emérito Benedicto XVI), con una actitud verdaderamente filial hacia él, una gran confianza en Dios y una firme adhesión a toda la doctrina católica, que —como ha afirmado repetidamente el Papa Francisco— sigue vigente en su totalidad (ver, al respecto, un interesante artículo reciente de Emmett O'Regan).

A mi juicio, esta es la posición que Dios desea de sus hijos, en estos momentos de confusión y desorientación. Algunos dirán que no es posible callar, que existe el deber de denunciar lo que es dañino para los fieles, que mantener una posición pasiva es traicionar la fe revelada y sostenida por la Iglesia desde siempre.
  
Es verdad que Pablo corrigió a Pedro cuando judaizaba, y lo hizo públicamente. Sin embargo, este hecho no puede ser aplicado a cualquier circunstancia parecida en la Iglesia. La prudencia nos debe llevar a valorar bien las cosas y a tomar las decisiones apoyándonos, prevalentemente, en nuestros juicios humanos, por muy fundamentados que parezcan estar.

Si vemos las cosas con sensatez y cordura nos daremos cuenta, la mayoría de los católicos, que no podemos conocer los motivos profundos de la actuación del Papa Francisco: no sabemos, por ejemplo,  las razones que tendrá para no haber respondido a las dubia de los cuatro Cardenales, ni a las cartas que le han enviado muchos profesores universitarios y personas de renombre en la Iglesia.

Quizá haya muchos de sus correctores, incluso la mayoría, que actúan con rectitud de conciencia. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Habrán hecho lo correcto?; ¿no se habrán excedido en sus críticas?; ¿no estarán haciendo el juego al Enemigo y provocando con sus acciones el Cisma (que ya existen en la Iglesia, pero que no se ha hecho manifiesto, con gran daño de los fieles)?

Me parece que los mensajes que recibió Marga (cfr. página de la Verdadera Devoción al Corazón de Jesús) durante el año 2015, nos pueden a ayudar para no cometer —de buena voluntad— un error gravísimo.

El 15 de abril de 2015 le decía la Virgen, hablando de los que defienden la Tradición y critican al Papa: “Más que esperar del Cielo que vengan los acontecimientos, se diría que intentan que el Cielo disponga los acontecimientos que han marcado ellos”.

Y alababa al Papa Francisco por su “independencia” de dimes y diretes. “Mi Papa no va a dar vía ancha a la doctrina que no es católica. Se agotan muchas tintas de tinteros con este fin, y es algo inútil. No, no será él”.

La Virgen de Fátima dijo “el Santo Padre tendrá mucho que sufrir” (y el Papa Francisco sufre); y pedía el rezo del Rosario: “No puede ser un hijo de María aquel que no reza el Rosario todos los días. No abandonéis mi Rosario, ¡ni un solo día!”.

Por otra parte, la Virgen le comunicó a Marga ese mismo día de abril, que el Papa Francisco, porque es un hombre normal, es capaz de comer errores: “Cometerá una imprudencia de la que se arrepentirá muy pronto. Y será utilizada por las fuerzas del mal para acusarle y para «retirarle de la circulación» (…). Se arrepentirá, pero no podrá dar marcha atrás. Y será utilizado por las fuerzas del Averno”.

Las equivocaciones que pueda haber cometido el Papa durante su pontificado, especialmente cuando habla “desde el corazón” en las entrevistas que le hacen y en las múltiples intervenciones que tiene —sin seguir el guion previsto—, no son un motivo para corregirlo públicamente alegando su falta de coherencia con la doctrina católica.

Sus intenciones son buenas (acercar lo más posible a los que están apartados de la Iglesia y de la Verdad). Es muy bonito lo que dice la Virgen sobre el Papa Francisco: “Él es mi Papa. Elegido por Mí para esta Hora, y a él os debéis, vosotros, los de la Verdadera Iglesia. Él ya sabía a lo que se exponía cuando dijo Sí, y ha des­ empeñado todo esto con mucha, muchísima valentía. Bendito sea. Yo le alabo por su paciencia, por su mansedumbre y por  procurar  que en esta Hora Terrible  de la  Historia, cuantos más hombres, se acerquen a Mis (nota de Marga: “Como Madre y a “Mí” como Iglesia”)”.

Conclusión: dejemos actuar a Dios. Esperemos pacientemente que se lleven a cabo sus planes. Y, mientras tanto, estemos muy unidos al Papa. No demos lugar al demonio (cfr. Ef 4, 27: “nolite ergo locum dare diaboli”), que como león rugiente anda en busca de qué presa devorar” (cfr. 1 Pe 5, 8).

Acudamos en este mes a María, a través del Santo Rosario. Ella —que es la Mujer que aplasta la cabeza del dragón infernal— nos protegerá y no permitirá que nos salgamos fuera del camino.