Los cuarenta días del tiempo litúrgico en que nos encontramos se
cuentan desde el Miércoles de Ceniza hasta el Sábado Santo, sin incluir los seis domingos de Cuaresma (en ellos se
celebra el Día del Señor y, por lo tanto, son penitenciales pero también
festivos: especialmente el 4° domingo, “Laetare”, y el Domingo de Ramos).
En uno de sus mensajes de Cuaresma (año 2011) Benedicto XVI explica cómo la
Iglesia nos va a preparando durante este tiempo del año para celebrar el Misterio Pascual (Pasión,
Muerte, Resurrección y Ascensión del Señor a los Cielos). Y lo hace mediante un
“itinerario cuaresmal” que podemos
seguir en la liturgia, especialmente los domingos.
Al comenzar la Cuaresma, puede ser
muy provechoso para nuestras almas proponernos
seguir de cerca este “itinerario” que, paulatinamente —como por un plano
inclinado— nos va llevando hacia la Pascua, que es la Solemnidad más importante
del Año litúrgico.
En los siguientes “posts” iremos
reflexionando sobre el “itinerario” que propone el Papa.
Primer
domingo de Cuaresma
“El primer domingo del itinerario
cuaresmal subraya nuestra condición de
hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da
inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que
libera del pecado e infunde nueva fuerza
en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo
Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a
recordar que la fe cristiana implica,
siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha "contra los Dominadores de este mundo
tenebroso" (Ef 6, 12), en el cual el
diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere
acercarse al Señor: Cristo sale
victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal”
(Benedicto XVI, Mensaje de Cuaresma para
el año 2011).
El primer punto de meditación que
nos propone el Papa es la necesidad de
la lucha en la vida cristiana. Todos somos pecadores. En este tiempo vale
la pena cuidar especialmente el examen
de conciencia diario y el que hacemos antes de recibir el Sacramento de la Penitencia. Si somos
constantes en el ejercicio de buscar conocernos mejor, con valentía y
sinceridad, tendremos una gran ventaja para luchar cada día contra lo que nos
puede apartar de Dios.
En la estrategia militar lo primero que
se busca es conocer bien el terreno de la batalla. Sólo así se
podrá vencer al enemigo. Es difícil conocerse, porque todos tendemos a buscar
una excusa para nuestros malos hábitos y pecados. En este sentido, también la dirección espiritual es una ayuda
necesaria para saber concretamente en qué puntos tenemos que luchar.
Jesús, en el desierto, lucha contra
las tentaciones del demonio. Él es el Hijo de Dios y es imposible que el
demonio le gane, pero desea enseñarnos
cómo hay que luchar. Lo primero que hace es desbaratar las argucias de Satanás.
El examen de conciencia consiste en utilizar nuestro entendimiento para buscar las raíces de nuestros descaminos.
Se trata de pedir la luz de Dios para iluminar nuestra alma y poder ver con
claridad qué es lo que no agrada a Dios.
Es muy recomendable fomentar, en
este tiempo de Cuaresma, el espíritu de
examen, de modo que nos podamos preguntar en cada momento si estamos cumpliendo
la voluntad de Dios o no. Si tenemos espíritu de examen podremos rectificar fácilmente, pedir perdón si nos hemos desviado,
y volver a recomenzar muchas veces al día.
San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975)
solía recomendar que hiciéramos muchas
veces al día de hijo pródigo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti…” (cfr. Lc 15).
Ese es el fundamento sólido de la
lucha cristiana: un examen hecho a
conciencia. Se trata de un examen que tiene por objeto conocernos para
poder luchar contra nuestros defectos y así cumplir la voluntad de Dios. En
definitiva el examen bien hecho debe tener una característica fundamental: hacerlo por amor a Dios. Podemos
preguntarnos cada día (y muchas veces al día): ¿en qué te he amado menos hoy,
Señor?
Otra característica de la lucha
cristiana es que se centra en las cosas
pequeñas de cada día. Dios nos pide que seamos realistas y concretos. No
nos pide luchar con leones que aparezcan en los pasillos de nuestra casa, como
Tartarín de Tarascón, que buscaba cazar leones por los pasillos. Lo que el
Señor desea es que luchemos cada día en
el cumplimiento fiel de nuestros deberes, en el aprovechamiento del tiempo,
en el esfuerzo por moderar nuestro carácter, en el espíritu de servicio que es
signo claro de amor a nuestros hermanos, en la lucha por mantenernos en la
presencia de Dios.
Esa lucha por hacer lo que debemos y “estar” en lo que hacemos es camino de
santidad (cfr. Camino, 815). El santo
se forja en la lucha diaria y constante. La Cuaresma puede ser un tiempo
precioso para ir adquiriendo hábitos
firmes, a base de repetir actos virtuosos cada día. Al final de estos
cuarenta días veremos que las virtudes cristianas se habrán hecho más firmes en
nuestra vida.
Cuando experimentamos nuestra
fragilidad, el camino no es lamentarse de lo débiles que somos y hundirse en la
inactividad, sino detectar el mal y
poner remedio mediante un tratamiento adecuado. Por ejemplo, si nos
torcemos un tobillo, lo que tenemos que hacer es seguir los consejos del
traumatólogo, que nos recomendará tomar medicamentos y, en cuanto se pueda,
hacer unos ejercicios, todos los días, con
constancia, para recuperar la movilidad del tobillo afectado. Si somos
dóciles, a las pocas semanas podremos hacer nuestra vida con toda normalidad.
En la vida espiritual es
imprescindible la “gimnasia” diaria,
para no “engordar” y mantenernos en forma.
En esta primera etapa del “itinerario
cuaresmal” la Liturgia dominical nos recomiendo poner los medios humanos (la lucha) para avanzar por el camino de
la santidad.
Ya desde el principio nos damos
cuenta de que solos no podemos. Por
eso es necesario invocar al Espíritu
Santo y a otros aliados
sobrenaturales, como Nuestra Madre la Virgen, San José, el Ángel de la
guarda y otros santos de nuestra devoción, para que son su ayuda podamos conocer
el amor de Dios y vencer en esta batalla que durará mientras vivamos.
Excelente noticia en la Diócesis de Pereira, donde su Obispo Rigoberto Corredor se pronunció finalmente, como lo había prometido al Padre Luis Carlos Uribe, conforme al Magisterio y Tradición de nuestra Santa Madre Iglesia: https://www.4shared.com/video/RxPJvfmwce/Excelente_noticia_en_la_Dicesi.html
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