El 8 de diciembre comenzaremos, en la Iglesia, el Año Santo, que será un Año de la Misericordia. Escucharemos
hablar mucho sobre la misericordia.
Por eso, nos parece oportuno, en estas próximas semanas,
profundizar en el contenido de esta palabra, particularmente en los textos de
los dos últimos Papas: San Juan Pablo II
y Benedicto XVI; pero también en los
escritos de otros santos, como Santa
Faustina Kowalska —a quien debemos el fuerte acento de los últimos
pontificados sobre este tema central de nuestra fe, especialmente en la época
en que vivimos—, y San Josemaría Escrivá
de Balaguer, que también tiene una enseñanza muy rica sobre la
Misericordia.
Además, dedicaremos algunos posts a reproducir frases sobre
la Misericordia en los “Dictados de
Jesús a Marga” (Tomo Rojo: “La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús”).
Es conocida la entrevista que le hicieron a San Juan Pablo II en Alemania poco
antes de sufrir el atentado del 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro.
En aquella ocasión, a la pregunta sobre qué cosas sucederán
en la Iglesia respondió:
"Debemos de prepararnos
a soportar dentro de no mucho tiempo grandes pruebas las cuales nos
exigirán la disposición de nuestra vida y una dedicación total a Cristo y para
Cristo. Con la oración vuestra y la mía es posible mitigar esta tribulación,
pero no es posible eliminarla, porque sólo así la Iglesia puede ser
efectivamente renovada. ¡Cuántas veces
de la sangre ha emergido la renovación de la Iglesia! También esta vez no será diferente. Debemos de ser fuertes,
prepararnos, confiar en Cristo y en su Madre Santísima" (ver Virgen de Garabandal).
Actualmente la Iglesia está bebiendo el cáliz amargo del
sufrimiento, y las tinieblas de la falta de fe y de la infidelidad se esparcen
cada vez más dentro de Ella (cfr. Con Voz
de Madre, p. 185).
Tanto San Juan Pablo II como Benedicto XVI no se cansaron de
invitar a todos los hombres a la
penitencia, a la conversión y a la confianza en la Misericordia divina.
San Juan Pablo II dejó escrito el texto que debía leerse en el mensaje del Ángelus el día de la
Divina Misericordia, 2 de abril del año 2005. El Papa murió en la víspera de
esa fiesta. Ese texto, que es como su testamento para toda la humanidad dice lo
siguiente:
“A la humanidad, que a veces parece extraviada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo,
el Señor resucitado le ofrece como don su amor que perdona, reconcilia y
suscita de nuevo la esperanza. Es un amor que convierte los corazones y da la
paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de
comprender y acoger la Misericordia divina!
Señor, que con tu muerte y resurrección revelas el amor del
Padre, creemos en ti y con confianza te repetimos hoy: ¡Jesús, confío en ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero!”.
Dios quiso convertir a San
Juan Pablo II en el portavoz de la Misericordia del mismo modo que quiso
convertir a Santa Faustina en su secretaria. Portavoz y secretaria no hicieron
sino descubrirnos los escondidos tesoros
de la Misericordia que nos han sido abiertos (cfr. Cesar Uribarri, Cuando sólo queda la Misericordia. Domingo
de la Divina Misericordia, actualizado el 13 de abril de 2012, publicado en
Religión en Libertad.
Jesús dijo a Santa Faustina Kowalska: “Hija Mía, habla al
mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y
amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi
misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al
manantial de Mí misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa
Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día
están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las
gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como
escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la
penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de
las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mí, por toda la eternidad
meditará Mi amor y Mi misericordia. La
Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre
solamente el primer domingo después de la Pascua. La humanidad no conocerá paz
hasta que se dirija a la Fuente de Mi misericordia”.
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