En el III Domingo
de Pascua, la Iglesia medita sobre el
encuentro de Cristo con los discípulos de Emaús. Nosotros también nos
uniremos a esta reflexión. Esta página del Evangelio de San Lucas (cfr. Lc 24,
13-35), nos puede sugerir muchas consideraciones que harán un gran bien a nuestra alma, si sabemos escuchar lo que el Espíritu
Santo desea enseñarnos.
El mismo día de la
Resurrección del Señor, dos de sus
discípulos recorren el camino que había entre Jerusalén y Emaús (unos 15
kilómetros). Van cabizbajos y hablando de todo lo que habían presenciado sobre
la muerte de Jesús.
Y Jesús “se acercó
y caminaba con ellos, pero sus ojos estaban incapacitados para reconocerlo”.
Sucede lo mismo que a las mujeres y a los apóstoles: al principio no lo
reconocen.
También Jesús camina a nuestro lado. Está muy cerca
da cada uno de nosotros. Nunca nos deja y se hace el encontradizo. Lo que pasa
es que nosotros, a veces, no lo podemos
reconocer. ¿Por qué? Porque tenemos, como los discípulos de Emaús, los ojos
nublados: por la falta de fe, la visión humana, el apego a las cosas
materiales, el egoísmo y la autosuficiencia.
Jesús, con gran delicadeza, interviene en su
conversación y les pregunta. No avasalla, no se impone, sino que respeta y se
interesa por sus pensamientos y vacilaciones. Les va tirando de la lengua para
que digan todo lo que les preocupa. Es
una especie de labor de catarsis, de mayéutica (como Sócrates). Lo primero
que hay que hacer, para ayudar a alguien, es que sea sincero y trasparente:
buscar que diga lo que siente y piensa; que manifieste con confianza sus
perplejidades e inquietudes. Eso es lo que hace Jesús.
En el fondo, los
discípulos de Emaús descubren que la
causa de su tristeza es que esperaban que el Señor fuese quien redimiera a
Israel: que fuese el Mesías. Han quedado decepcionados porque ya habían
pasado tres días de su muerte y no creen
en las noticias de que las mujeres lo habían visto y decían que estaba
vivo.
Jesús, en este momento,
les hace ver su necedad y ceguera
para reconocer lo que habían anunciado los profetas. Era preciso que el Mesías
padeciera antes, para poder entrar en su gloria.
Los discípulos de
Emaús escuchan al Señor admirados de
su sabiduría y de la verdad de todas sus palabras. Su corazón se va
encendiendo. La fe crece, movida por la
gracia de Dios. Y, cuando llegan al mesón de Emaús y comparten los
alimentos con Jesús, al partir el pan (en la Eucaristía), se abren sus ojos y lo reconocen.
Es tal su alegría
que vuelven inmediatamente a Jerusalén para contar a los apóstoles su
experiencia.
Una de las lecciones
que nos da esta página del Evangelio es la siguiente: para aumentar nuestra fe, y llegar a la Verdad, hemos de caminar muy
cerca de Jesús, escucharle con atención y con un espíritu abierto y agradecido.
Así, también se abrirán nuestros ojos y podremos conocer la verdad.
“Ex
umbris e imaginibus in veritate”. “Desde las sombras y las apariencias, hacia la verdad”. Estas palabras
que están escritas como epitafio, en el sepulcro del Cardenal John Henry
Newman, son el lema de este blog. ¿Por qué? Porque desde la oscuridad y el
misterio que encierran las palabras de la Virgen, en las apariciones de nuestro
tiempo, Ella nos va llevando, poco a
poco, hacia la Verdad.
María, y su Hijo
Jesús, desean darnos mensajes para los
tiempos que vivimos y así, prepararnos también para lo que se avecina. Es
impresionante la coincidencia que hay en los mensajes que recibimos de videntes
de todas partes del mundo.
Especialmente en Garabandal, la Virgen dijo a
las niñas muchas cosas importantes sobre el mundo y la Iglesia. Sus mensajes se centran en la necesidad de
convertirnos (“ser buenos”), hacer penitencia (“muchos sacrificios”), adorar a
Cristo en el Sacramento de la Eucaristía (al que “cada vez se da menos
importancia”) y acogernos a su protección maternal para todo lo que ocurre en
nuestra vida.
Además, Nuestra
Señora anunció claramente un Aviso, un
Milagro y un Castigo (si no nos arrepentimos). Estos eventos están dirigidos
a buscar la conversión de los pecadores en estos Tiempos, que son los Últimos (Benedicto XVI fue el último Papa antes de
comenzar los Últimos Tiempos).
Sabemos que no todos los mensajes que recibimos
proceden de videntes auténticos. De ahí la importancia de pedir al Señor el
don de discernimiento, y de ser
prudentes y estar vigilantes.
Cada uno debe ver
con qué se queda y qué deja a un lado. Y hacerlos con rectitud de conciencia y
sentido de responsabilidad.
Nos parece que no es positivo tomar posturas
condenatorias hacia otros
hermanos nuestros porque opinan de modo diferente. Tampoco es bueno precipitarse para juzgar sobre la verdad o
falsedad de determinados mensajes, sin tener todos los datos para emitir una
opinión serena.
Pensamos que sí es
positivo que cada uno tome lo que le
sirve para edificación de su alma y
de los demás, y que, con rectitud de conciencia, siga los mensajes que más
le ayudan.
En este sentido, sin descalificar a ninguno de los videntes
que hemos seguido hasta ahora, nos ha parecido centrarnos, en estos
momentos, en los mensajes que recibe
Marga, mujer casada y con hijos que vive en España y que, desde 1998, ha
ido poniendo por escrito lo que Jesús y la Virgen le van diciendo.
El lector se habrá
fijado que, en las entradas que hemos ido publicando en este año, es frecuente
que, al final, trascribamos partes de los mensajes recibidos por Marga.
Nos parece que los
dos libros que recogen sus mensajes (LibroRojo y Libro Azul) desde 1998 a 2012, son verdaderas joyas del Amor de Dios, que mueven a una vida cristiana
rica y profunda.
Por esta razón
hemos suprimido de la pestaña de la derecha del blog todas las referencias a otros videntes (se puede ver una lista de ellos
en nuestro sitio web de Bisabuelos).
No por descalificarlos, sino porque pensamos que tenemos el derecho de
centrarnos en los que, podría decirse, son los “Ecos de Garabandal” más
genuinos, a nuestro modo de ver: los
Dictados de Jesús a Marga.
¡Que el Señor nos
bendiga a todos en nuestro discernimiento
hacia la Verdad, y que su Madre —que también es nuestra— nos guíe en este
mes de mayo que comienza y en estos
tiempos difíciles que vivimos; y nos proteja de los peligros que afrontamos,
dentro de su Corazón Inmaculado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario