Mañana comenzaremos el Tiempo de Adviento. En la primera parte de esta época del Año
Litúrgico se mencionan con frecuencia las profecías
referentes a la Segunda Venida de Jesucristo, la “Parusía”.
El texto del Evangelio
del Primer Domingo de Adviento es el siguiente (las negritas son nuestras):
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de
Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que
Noé entró en el arca; y cuando menos lo
esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando
venga el Hijo del hombre. Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán
y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a
otra la dejarán. Por tanto, estad en
vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si
supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un
boquete en su casa. Por eso, estad
también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo
del hombre" (Mt 24, 37-44).
Iniciamos el ciclo
litúrgico de tres años (A, B y C). En el evangelio de los domingos leeremos
sucesivamente a san Mateo (ciclo A), san Marcos (ciclo B) y san Lucas (ciclo C).
En este Ciclo A toca san Mateo.
En el Primer Domingo de Adviento leemos parte del Discurso Escatológico de Jesús
(quinto de los que recoge san Mateo), pronunciado en el contexto de las
enseñanzas que siguieron a su entrada en
Jerusalén, frente al Templo. Sin embargo, “hay que ser muy cautos con el
entramado interno de este discurso de Jesús; el discurso ha sido compuesto con piezas sueltas que se
habían transmitido, que no constituyen un desarrollo lineal, sino que se han de
leer como si estuvieran juntas” (ibídem).
Benedicto XVI dice que todo este discurso puede
considerarse como el texto de más
difícil interpretación de los Evangelios, porque “se anuncia un porvenir
que supera nuestras categorías” (cfr. Jesús de Nazaret).
San Atanasio comenta
que Jesús se abstiene de revelar el día del juicio para que nos mantengamos
vigilantes.
“Vigilar ante el advenimiento de Cristo no es buscar de
continuo señales de su venida, sino comportarse
y trabajar en todo momento cristianamente. Un medio indispensable para ello
es el examen de conciencia”
(Comentario de la Biblia de Navarra, Mt 24, 36-51).
Efectivamente, el término “vigilancia” ha de entenderse
no como un salir del presente, especular sobre el futuro u olvidar el cometido
actual. “Muy al contrario, dice el Papa Benedicto en Jesús de Nazaret, vigilancia significa hacer aquí y ahora lo
que es justo, tal como se debería obrar ante los ojos de Dios”. “Ser
vigilante significa saberse ante la mirada de Dios y obrar como suele hacerse
ante sus ojos”.
En definitiva, lo que Dios espera de nosotros es
permanezcamos vigilantes y en oración.
La Segunda Lectura,
tomada de la Carta de san Pablo a los Romanos, es un resumen claro de cómo
hemos de esperar la Venida del Señor:
Hermanos: Daos cuenta del
momento en que vivís; ya es hora de
despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando
empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos
las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con
dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada
de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo y que el cuidado de
vuestro cuerpo no fomente los malos deseos (Rm 13, 11-14).
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El siguiente mensaje, que recibió Marga, nos ayudará a
comprender la importancia de ser
personas de oración, para no desviarnos de la verdad, “probarlo todo y
quedarse con lo bueno” (cfr. 1 Tes 5, 19-21).
Las intervenciones de Marga van en cursivas. Las negritas
son nuestras y también las anotaciones entre paréntesis cuadrados [].
Mensaje de la
Virgen a Marga (17-07-2014)
Virgen:
Al igual que cambio eso [Aquí aparece una nota larga de Marga
que se refiere a un hecho concreto, que sirve como ejemplo de un cambio de
circunstancias que hicieron favorable una noticia ante los medios de
comunicación], un simple acto que hacéis puede cambiar todo. No está nada dicho hasta el último momento.
[Así hay que entender siempre las profecías. Hay algunos
hechos —como la venida del Mesías o, ahora, la segunda venida de Cristo— que han de darse sin duda alguna. Pero hay
otros hechos, no esenciales, que pueden
retrasarse o no darse. Depende todo de la libre voluntad de Dios y de
nuestra correspondencia también libre: por ejemplo, de nuestra oración].
¿Por qué
creéis, si no, que se retrasa el Aviso, el Castigo...? Pueden no llegar a ocurrir. Todo depende de vosotros.
[Dios es el Señor de la historia y determina todo lo que
sucede, pero respeta nuestra libertad
y cuenta con ella para su Designio salvífico].
Las gentes que estudian las Profecías pueden llegar a incurrir
en locura, sí, porque por sus deducciones llegan a veces a conclusiones
absurdas, de las que Yo me asombro a veces.
[Se pueden estudiar las Profecías —de la Sagrada
Escritura y también de los hombres y mujeres carismáticas, que han recibido
revelaciones privadas—, pero la Virgen nos aconseja no pretender llegar a
conclusiones demasiado aventuradas, o hacer suposiciones imprudentes, que
causen asombro por su temeridad].
—Mama, esto ¿por qué se da? Es difícil el estudio. Y
ellos son buenos.
[Muchas veces,
quienes lanzan esas hipótesis, son hombres o mujeres buenas: que actúan con recta intención].
¿Se equivocaron acaso mis Reyes (Nota: Los Reyes Magos) en hacer esas predicciones y en deducir, por
los signos de los tiempos, la llegada del Mesías? Es porque eran personas (hombres) de oración.
[Esa es la clave
para saber discernir bien los acontecimientos proféticos: ser personas de
oración].
¡Todos! —tú misma, que estas recibiendo directamente comunicaciones
celestiales—, todos, te digo que, si no rezáis, no sabéis interpretarlas. Rezad
y sed personas de oración. Llevad una vida pulcra a mi lado y no seréis
llevados por «el viento de las Profecías». Rezad
y sed hombres de oración y de vida recta, y sabréis interpretarlas.
[Es notable la prudencia y sensatez que se nota en los
mensajes que recibe Marga].
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