En los mensajes del
Tomo Rojo, primero de los Dictados de Jesús a Marga, aparece 59 veces la
palabra “Misericordia”, íntimamente relacionada con la “Verdadera devoción al Corazón de Jesús”. El Corazón de Cristo
contiene “infinitos tesoros de Amor”
(cfr. Oración Colecta de la Misa votiva del Sagrado Corazón de Jesús).
El Papa San Juan Pablo II, cuando consagró en Cracovia, en
el año 2002, el Santuario a la Divina Misericordia, dijo lo siguiente: «La Iglesia profesa de manera particular la
Misericordia de Dios dirigiéndose al Corazón de Cristo. El acercarnos a
Cristo en el misterio de su Corazón nos permite detenernos en este punto de la
revelación del Amor misericordioso del Padre, que ha constituido el núcleo
central de la misión mesiánica del Hijo del Hombre».
En el inicio del Año Santo de la Misericordia, podemos repasar algunas frases breves
contenidas en los mensajes de Jesús y de
María a Marga, y a todos nosotros.
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— No despreciéis este nuevo
empujón de su Misericordia, antes bien aprovechadlo como El desea para su
Gloria. Amén (María, 27-IX-1998).
— Esta es la Hora, éste
es el tiempo destinado por su Infinita Misericordia, éste es el tiempo de vuestra
salvación (María, 9-IV-1999).
— Mira que Yo no te voy a dejar, mira que Yo te voy a
conquistar y no se sabe de nadie que se
haya podido resistir a mi efusiva Misericordia, so pena de querer
condenarse (Jesús, 12-IV-1999).
— Yo sólo pienso en darme a todos vosotros, y especialmente al más necesitado de su
Divina Misericordia. ¡Qué contenta tendréis a vuestra Santa Madre, si
cuento, y estáis todos! Oh, venid, acudid a Él. ¿No sentís sus Brazos
flagelados prontos y abiertos para estrecharos con toda su Fuerza? ¿No sabéis
que cuando Él perdona, ya no vuelve a acordarse? ¿No os ha sido explicada de todas las maneras posibles su Infinita
Misericordia? (María, 15-V-1999).
— ¡Id! Rápido. Antes
de que se cierren las Puertas de su Infinita Misericordia (María,
17-V-1999).
— Atraed con mi Rosario las Bendiciones para el mundo, la
Bonanza para vuestros hogares. Atraed la
Misericordia de Dios para el mundo... Atraed su Amor, no su Ira. Repartid
ese Amor (María, 30-VIII-1999).
— Que acudan a Mí todos los que el mundo rechaza, que Yo les
sanaré, Yo les daré consuelo. Porque soy Padre de todos, y de entre todos, la
miseria de los más débiles es la que me atrae, para que se pueda manifestar en ellos mi infinita Misericordia. Los
niños, los débiles, los enfermos, los leprosos en el alma, los crucificados en
vida, los pobres y los pecadores, la inmundicia del mundo es lo que más me
atrae, lo que más llama a mi Corazón, que encuentra en ellos a quien redimir.
Porque se dejan mansamente redimir, sanar, curar, levantar, animar, llenar de
Dios. Porque bendita enfermedad si ella
te hizo salvo y objeto de mi redención, sujeto de mis Misericordias (Jesús,
25-IV-1999).
— La pobreza me atrae, la
miseria llama a mi Misericordia, sois los Tesoros de mi Redención.
Recibiréis por esto vuestra corona de Gloria. Amén. Aleluya.
— Diles a todos que les amo, que mis Entrañas se encuentran
hoy abiertas, más que nunca abiertas, para acogerles a todos. Porque es el último intento de mi
Misericordia, impulsada por mi Santa Madre, de atraerlos a todos a Mí. Por
eso acoged, albergad, abríos y abrazad al Gran Espíritu de Amor, que se
derrama, se va derramando ya nuevamente sobre vosotros para que podáis
comprender, acoger y responder a mi Llamada (Jesús, 5-V-2000).
— La comunidad que recibe el abrazo de mi Espíritu,
experimentará en ella un resurgir de vocaciones y llamadas a una santidad más
plena, más hermosa y verdadera; déjese llevar. Yo prometo, en mi Entrañable Misericordia, ríos de dicha sin fin
para esa comunidad si se deja acoger, si se abre y acoge ella misma al Espíritu
para sus hermanos. «En la Entrañable
Misericordia de vuestro Dios, os visitará el Sol que nace de lo alto, para
iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte» (Jesús,
27-IV-2001).
— Insignificantes en número, más poderosos por el Espíritu.
Poco valiosos en lo humano, ricos en mi
Misericordia (Jesús, 29-V-2001).
— Hija, tengo ante Mí el pecado de todos los hombres, y sabe
tú que es inmenso, casi infinito. Pero
es mi Misericordia la que sí es Infinita, la que puede perdonar todo si
esos hombres vuelven a Mí (Jesús, 5-IV-2001).
— Dios ha determinado destruirlo todo para mi Venida, para
que todo se encuentre aseado y limpio para mi Segunda Venida, y todo el que realice
las obras de bondad, no será destruido. Este
es mi aviso de Misericordia. ¡Venid a Mí!, ¡venid a Mí antes del Día! Mi
Inmaculado Corazón arde en deseos de vuestra entrada, se encuentra abierto, se
encuentra abierta aún la puerta del Refugio. Venid todos, venid todos los
nombrados. Después no habrá tiempo, venid, pasad. Mi Misericordia es eterna, y he aquí que también mi Destrucción es
Misericordia (María, 1-VIII-2001).
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