sábado, 26 de julio de 2014

Los valores del Reino

Mañana, Domingo XVII durante el año, en el Evangelio de la Misa meditaremos tres más de las Parábolas del Reino, que venimos leyendo desde hace varios domingos: la parábola del tesoro escondido, la de la perla preciosa y la de la red barredera.


Lecturas de la Misa:

1R 3, 5. 7-12. Pediste discernimiento.
Sal 118. ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Rm 8, 28-30. Nos predestinó a ser imagen de su Hijo.
Mt 13, 44-52. Vende todo lo que tienes y compra el campo.

En la vida no se valoran las cosas de la misma manera. Hay una jerarquía de valores y cada hombre, libremente, tiene su propia escala de valores, que puede o no coincidir con la verdad. El rey Salomón valoraba especialmente el don de la sabiduría para gobernar a su pueblo (1ª Lectura). Jesús nos enseña a dar importancia primordial a los valores del Reino de los Cielos, por el que se sacrifica todo (Evangelio). San Pablo nos invita a amar el plan salvífico de Dios que nos escoge, justifica y glorifica (2ª Lectura).

¿Cuáles son para mí los principales valores de la vida? Escucho la voz de Cristo, a través de las Parábolas del Reino, para aprender su enseñanza invaluable. ¿Me doy cuenta de que cuando Jesús habla del tesoro escondido o de la perla preciosa, lo que nos quiere señalar es el amor que Dios nos tiene a cada uno de sus hijos. Ese es nuestro tesoro. “Donde está tu tesoro está tu corazón”. ¿Nuestro corazón está cada vez más puesto en Dios?

El ser humano tiene su origen en Dios y también su fin. Hemos sido creados para vivir en comunión con Dios. Desde nuestra creación estamos abiertos a Dios. Somos como una cerradura que sólo se abre con una llave, que es Jesucristo (Chesterton). Cristo es la clave para entender qué es el hombre y cuál es su sentido.

Al final de los tiempos, Dios echará su red barredera y recogerá a todo tipo de peces, separando los buenos de los malos, es decir, los que permitieron que Cristo entrara en su vida y los que lo rechazaron.

El Gran Valor del Reino es el mismo Cristo, perfecto Dios y perfecto Hombre. ¿Qué vemos en Jesucristo? ¿Qué Camino nos señala el Señor? El de la Cruz. Para vivir hay que morir. Para conseguir el tesoro de su amor, hay que vender todo, renunciar a todo (comenzando por nosotros mismos). Sólo quien muere a sí mismo puede ser su discípulo.

Reproducimos, a continuación, uno de los mensajes de Jesús a Marga (ver sitios sobre el Tomo Rojo y el Tomo Azul), en el que el Señor le habla de los valores cristianos. Además, copiamos trozos de mensajes en la que se habla del Reino Nuevo.

Mensaje del 11 de junio de 2006

Jesús:

"No os asustéis por el día de mañana. No temáis. Pero tenéis que saber que vuestros hijos se van a encontrar con todo esto: drogas, prostitución, violencia... porque son miembros de esta sociedad en la que viven, y esta sociedad está corrompida. De nada servirá ocultárselo. Otro, otra persona que no sois vosotros, se lo dará en algún momento a conocer, y no precisamente para «informarle», sino para su «deformación».

Cuidadlos. Cuidad los ambientes, sí. Pero dadles valores. Los principales valores se aprenden en casa de la mano de los padres. Con su ejemplo. Y de nada servirá «hablar» a un hijo si eso no va acompañado de su ejemplo de vida. Si le digo a un hijo que algo es bueno, debo quererlo y practicarlo yo también en mi vida.

¿Y si los padres no sois ejemplo? Entonces, hija mía, te digo que no tenéis absolutamente nada que hacer. Vuestro hijo quedará merced el ambiente que le rodea. Y sólo podrá salvarle la Gracia de Dios, si alguna vez la recibe.

El principal valor es el amor. Y su contrario el egoísmo. Y en una casa donde reine el amor, ¡qué difícil es que llegue la deformación del mundo exterior! Meditad esto. Examinaos en esto.

Estad muy anclados en María, en su Rosario y en su Corazón. Si la Consagración es sincera, Ella siempre se ocupará de ayudaros y os salvará. Dejadla cabida. Construid con Ella.

No viváis anclados en la materialidad. Quien tiene como dios a las riquezas no puede seguir el camino de Dios".

Otros trozos de mensajes de Jesús sobre el Reino nuevo:

— “Amadme, amad a Dios, vosotros, vosotros los elegidos, vosotros los escogidos. Construid el Reino Nuevo, trabajad para el Reino eterno, no perecedero, que perdurará por los siglos de los siglos. Amén” (Jesús, 20-X-2000).

— “Yo no os he dejado solos, tenéis al Paráclito, invocadle, llamadle y acogedle en vuestra vida. Tornará la dicha en gozo, la alegría en plenitud para mi Reino Nuevo. Nuevos amores, nuevo amor, amor renovado, grande, exultante, pleno de gozo, inundado de dicha, de dicha sin término, dicha sin fin.
Reino Nuevo del Amor Nuevo. Nuevo milenio en el que estamos, milenio de Amor. Acercaos entonces a la Purificación. Para entrar en él, se atraviesa el cancel del crisol, donde se funden vuestras buenas obras y son talladas por el Artesano realizando las obras para adornar su Trono” (Jesús, 27-IV-2001).

— “Sois la generación que ha de ver mi Reino Nuevo. Sois la generación del Amor, la que verá triunfar el Reinado de los Corazones de Jesús y María: «Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz»” (Jesús, 30-IV-2002).

— “Apunta cómo será el Reino Nuevo: Ya no habrá más llanto ni dolor. La primera tierra ha pasado. Le sigue otra nueva, renovada. Donde los hombres aman a Dios y le alaban, donde se cumplen sin temor sus mandatos. Él habita con ellos, les ha cambiado el corazón. Arrancaré tu corazón de piedra y te pondré un corazón de carne: el Corazón de Jesús. Su Reino de Amor y de victoria sobre sus enemigos. El Amor de Dios con los hombres. Los hombres apegados a Dios y desprovistos de las cosas materiales. Relación íntima con Dios, como un hombre con su amigo. No más temor, no más llanto ni dolor. La primera tierra ha pasado. Reino Nuevo de Verdad, Justicia y Amor. A eso es a lo que os llamo, a lo que hoy os llamo. Venid a construirlo. Los pobladores de este Reino habrán sido sus arquitectos. Construid, desde ahora, los pilares de la Nueva Civilización. La civilización del Amor” (Jesús, 24-XI-2003).

— “Comenzaré a dictarte ahora la Devoción para el Reino Nuevo.
Cuando Yo haya transformado todas las cosas por mi Madre.
Cuando mi Madre instale su Reinado de Amor en los corazones.
Cuando encuentre corazones similares al de María en el mundo, abiertos y dispuestos a acogerme, puros y limpios de corazón.
Entonces vendré Yo a reinar entre vosotros.
Estableceré mi Reino en la tierra y vendré a morar verdaderamente con vosotros, en el Reinado Eucarístico de mi Sagrado Corazón, donde no habrá ya más odio y desamor, pecado y horror. Donde reinará la paz” (Jesús, 18-VI-2008).




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