Mañana, Domingo XVII durante el año, en el Evangelio
de la Misa meditaremos tres más de las Parábolas del Reino, que venimos
leyendo desde hace varios domingos: la parábola del tesoro escondido, la de la
perla preciosa y la de la red barredera.
Lecturas de la Misa:
• 1R 3, 5. 7-12. Pediste discernimiento.
• Sal 118. ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
• Rm 8, 28-30. Nos predestinó a ser imagen de su
Hijo.
• Mt 13, 44-52. Vende todo lo que tienes y compra el
campo.
En la vida no se valoran las cosas de la misma manera. Hay
una jerarquía de valores y cada hombre, libremente, tiene su propia
escala de valores, que puede o no coincidir con la verdad. El rey Salomón
valoraba especialmente el don de la sabiduría para gobernar a su pueblo (1ª Lectura).
Jesús nos enseña a dar importancia primordial a los valores del Reino de
los Cielos, por el que se sacrifica todo (Evangelio). San Pablo
nos invita a amar el plan salvífico de Dios que nos escoge, justifica y
glorifica (2ª Lectura).
¿Cuáles son para mí los principales valores de la vida?
Escucho la voz de Cristo, a través de las Parábolas del Reino, para
aprender su enseñanza invaluable. ¿Me doy cuenta de que cuando Jesús habla del tesoro
escondido o de la perla preciosa, lo que nos quiere señalar es el
amor que Dios nos tiene a cada uno de sus hijos. Ese es nuestro tesoro. “Donde
está tu tesoro está tu corazón”. ¿Nuestro corazón está cada vez más puesto
en Dios?
El ser humano tiene su origen en Dios y también su fin.
Hemos sido creados para vivir en comunión con Dios. Desde nuestra
creación estamos abiertos a Dios. Somos como una cerradura que sólo se abre con
una llave, que es Jesucristo (Chesterton). Cristo es la clave para entender
qué es el hombre y cuál es su sentido.
Al final de los tiempos, Dios echará su red barredera
y recogerá a todo tipo de peces, separando los buenos de los malos, es decir,
los que permitieron que Cristo entrara en su vida y los que lo rechazaron.
El Gran Valor del Reino es el mismo Cristo, perfecto
Dios y perfecto Hombre. ¿Qué vemos en Jesucristo? ¿Qué Camino nos señala el
Señor? El de la Cruz. Para vivir hay que morir. Para conseguir el tesoro
de su amor, hay que vender todo, renunciar a todo (comenzando por nosotros
mismos). Sólo quien muere a sí mismo puede ser su discípulo.
Reproducimos, a continuación, uno de los mensajes de
Jesús a Marga (ver sitios sobre
el Tomo Rojo y el Tomo Azul), en el que el Señor le habla de
los valores cristianos. Además, copiamos trozos de mensajes en la que se habla
del Reino Nuevo.
Mensaje del 11 de junio de 2006
Jesús:
"No os asustéis por el día de mañana. No temáis. Pero tenéis
que saber que vuestros hijos se van a encontrar con todo esto: drogas,
prostitución, violencia... porque son miembros de esta sociedad en la que
viven, y esta sociedad está corrompida. De nada servirá ocultárselo. Otro, otra
persona que no sois vosotros, se lo dará en algún momento a conocer, y no
precisamente para «informarle», sino para su «deformación».
Cuidadlos. Cuidad los ambientes, sí. Pero dadles valores.
Los principales valores se aprenden en casa de la mano de los padres. Con su
ejemplo. Y de nada servirá «hablar» a un hijo si eso no va acompañado de su
ejemplo de vida. Si le digo a un hijo que algo es bueno, debo quererlo y
practicarlo yo también en mi vida.
¿Y si los padres no sois ejemplo? Entonces, hija mía, te
digo que no tenéis absolutamente nada que hacer. Vuestro hijo quedará merced el
ambiente que le rodea. Y sólo podrá salvarle la Gracia de Dios, si alguna vez
la recibe.
El principal valor es el amor. Y su contrario el egoísmo. Y
en una casa donde reine el amor, ¡qué difícil es que llegue la deformación del
mundo exterior! Meditad esto. Examinaos en esto.
Estad muy anclados en María, en su Rosario y en su Corazón.
Si la Consagración es sincera, Ella siempre se ocupará de ayudaros y os
salvará. Dejadla cabida. Construid con Ella.
No viváis anclados en la materialidad. Quien tiene como dios
a las riquezas no puede seguir el camino de Dios".
Otros trozos de mensajes de Jesús sobre el Reino nuevo:
— “Amadme, amad a Dios, vosotros, vosotros los elegidos,
vosotros los escogidos. Construid el Reino Nuevo, trabajad para el Reino
eterno, no perecedero, que perdurará por los siglos de los siglos. Amén” (Jesús,
20-X-2000).
— “Yo no os he dejado solos, tenéis al Paráclito, invocadle,
llamadle y acogedle en vuestra vida. Tornará la dicha en gozo, la alegría en
plenitud para mi Reino Nuevo. Nuevos amores, nuevo amor, amor renovado, grande,
exultante, pleno de gozo, inundado de dicha, de dicha sin término, dicha sin
fin.
Reino Nuevo del Amor Nuevo. Nuevo milenio en el que estamos,
milenio de Amor. Acercaos entonces a la Purificación. Para entrar en él, se
atraviesa el cancel del crisol, donde se funden vuestras buenas obras y son
talladas por el Artesano realizando las obras para adornar su Trono” (Jesús,
27-IV-2001).
— “Sois la generación que ha de ver mi Reino Nuevo. Sois la
generación del Amor, la que verá triunfar el Reinado de los Corazones de Jesús
y María: «Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz»” (Jesús,
30-IV-2002).
— “Apunta cómo será el Reino Nuevo: Ya no habrá más llanto
ni dolor. La primera tierra ha pasado. Le sigue otra nueva, renovada. Donde los
hombres aman a Dios y le alaban, donde se cumplen sin temor sus mandatos. Él
habita con ellos, les ha cambiado el corazón. Arrancaré tu corazón de piedra y
te pondré un corazón de carne: el Corazón de Jesús. Su Reino de Amor y de
victoria sobre sus enemigos. El Amor de Dios con los hombres. Los hombres
apegados a Dios y desprovistos de las cosas materiales. Relación íntima con
Dios, como un hombre con su amigo. No más temor, no más llanto ni dolor. La
primera tierra ha pasado. Reino Nuevo de Verdad, Justicia y Amor. A eso es a lo
que os llamo, a lo que hoy os llamo. Venid a construirlo. Los pobladores de
este Reino habrán sido sus arquitectos. Construid, desde ahora, los pilares de
la Nueva Civilización. La civilización del Amor” (Jesús, 24-XI-2003).
— “Comenzaré a dictarte ahora la Devoción para el Reino
Nuevo.
Cuando Yo haya transformado todas las cosas por mi Madre.
Cuando mi Madre instale su Reinado de Amor en los corazones.
Cuando encuentre corazones similares al de María en el
mundo, abiertos y dispuestos a acogerme, puros y limpios de corazón.
Entonces vendré Yo a reinar entre vosotros.
Estableceré mi Reino en la tierra y vendré a morar verdaderamente
con vosotros, en el Reinado Eucarístico de mi Sagrado Corazón, donde no habrá
ya más odio y desamor, pecado y horror. Donde reinará la paz” (Jesús, 18-VI-2008).
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