La fiesta que celebramos hoy, Santa
María, Reina, está en relación con la que celebrábamos el sábado pasado: la
Asunción de Nuestra Señora. En ellas contemplamos los dos últimos
Misterios del Rosario, que se refieren directa e inmediatamente a Nuestra
Señora.
Son misterios que nos ponen delante el Triunfo
de la Inmaculada, como consecuencia de la Gran Batalla que tiene
lugar entre el Dragón Rojo y la Mujer, vestida de sol con la luna bajo
sus pies y coronada con doce estrellas (cfr. Apoc 12, 1).
La situación del mundo y de la Iglesia en
los momentos actuales, nos llevan a hacernos la siguiente pregunta: ¿estaremos
ya en el tiempo de esa Gran Batalla?
Por una parte, es claro que esa Batalla ha
comenzado desde el pecado de nuestros primeros padres y el protoevangelio: «Pondré
enemistad entre ti y la Mujer, entre tu estirpe y la suya. Ella te herirá en la
cabeza y tú acecharás su calcañar» (Gen 3, 15). Y continúa después de la Muerte
de Cristo en la Cruz y su Resurrección. Satanás está como león rugiente
buscando qué presa devorar (cfr. 1 Pe 5, 8).
Pero además, hay muchas señales de
que, efectivamente, nos encontramos en los principios de esa Batalla Final, de la
Gran Tribulación, de la que nos habló Jesús: “Habrá entonces una gran
tribulación, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la
habrá. Y si tales días no fuesen abreviados, no se salvaría nadie; pero en
atención a los elegidos serán abreviados aquellos días” (Mt 24, 21 y 22).
Por eso, para prepararnos a ese combate,
que se hace cada vez más intenso, nos parece que puede ayudarnos leer y meditar
algunos textos que nos hablan de la lucha que tenemos que sostener en
nuestra vida cristiana, para colaborar con Cristo y con María, a conseguir la
victoria final.
Dedicaremos las próximas entradas de este
blog a recoger textos de los Dictados de Jesús a Marga. Con frecuencia
hemos hecho alusión a ellos, porque nos parece que son verdaderos Ecos de
Garabandal. Jesús y la Virgen continúan hablando a Marga, una mujer casada
y con hijos, que desde hace años viene siendo un instrumento del Señor, que nos
mantiene alertas para no que está por venir.
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En el primer tomo de los Dictados de
Jesús a Marga (“La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús”) contiene 55
referencias a la palabra “batalla”. Veamos algunas de ellas (en la mayoría de
los casos no reproducimos los mensajes completos, sino sólo una parte de ellos).
─ Jesús a santa Faustina Kowalska: «Todas
las almas que adoren mi Misericordia y propaguen su culto, animando a otras
almas en la confianza en mí Misericordia, no experimentarán espanto en la hora
de la muerte. Mi Misericordia las protegerá en su última batalla».
─ Jesús a Marga (4 ene 1999)
Están las huestes prontas a la lucha,
esperando su orden, ¿dónde está el que debería ser mi Ejército?
Ejército del Salvador: disponeos al
combate. La batalla será cruenta. Sólo vencerán los que me amen.
Preparaos, Yo os aviso, el tiempo ha
llegado, la siega está a punto de comenzar. Preparaos con vuestra Formadora,
vuestra Maestra. La Capitana espera mi orden para lanzaros al ataque, lanzaros
a vosotros con Ella.
Conoced con qué cariño os ha preparado a
cada uno de vosotros, según la misión que os corresponde. Que nadie desprecie su
puesto en el orden del combate. Os necesito desde el primero al último.
Y tú, mi última, crece cada día, tu medida
aún no alcanza a tu papel en mi Lucha.
─ Jesús a Marga (4 jun 1999)
Yo contemplo a los míos repletos de mis
Gracias para que se dirijan a la batalla, y los encuentro jugando,
creyendo que todo es un juego, mirándose al espejo para comprobar si sus
posturas son las correctas. ¡Cuando mis hijos se condenan a su lado! ¡Y les
dejaron precipitarse deliberadamente sus propios hermanos mayores!
Responsables de vuestros pequeños: Yo, el
último día, os pediré cuentas y os diré: ¿Dónde están los que deberían haberse
salvado por vuestro medio? Porque contaré entre mis elegidos y no encontraré a
todos.
El mundo camina hacia su autodestrucción,
hacia su condenación. Ciegos, chocarán contra el muro. ¡Advertidles!
Miradme, que Yo ya me encuentro exhausto y
debilitado. Mirad que comienza ya mi Flagelación. Me tienen atado a la
columna. Sed vosotros mis Manos para bendecir, para perdonar, para abrazar,
para señalar el Camino, para trabajar por las cosas de mi Padre. Sed Yo, acudid
al grito de vuestros pobres hermanos que agonizan en el borde de vuestros
caminos. Bajad del carruaje y atendedlos.
─ La Virgen a Marga (5 jul 1999)
Oid la Llamada de Dios a ser vosotros su
Resto para el fin de los Tiempos, los Guerreros de la Última Batalla de
las Batallas. Revestíos con las Armas de Cristo. Acudid al Centro de Mandos
y recibid mi Espíritu Santo, recibid también mi Santo Corazón como Coraza. ¡Y
no temáis! Elegidos para tan gran fin. No desertéis. Ingresad en las filas. Voy
con vosotros... Yo empiezo la Batalla, ¡seguidme!
Os quiero fieles, nunca temerosos;
ardientes y puros como lirios. Así el Enemigo no podrá hacer nada. Él se
revuelca de rabia, porque sabe que la tiene perdida, e intenta hacer el mayor
daño posible. ¡Oídos sordos, niños!, oídos sordos al Enemigo. Que Yo os
diré lo que debéis hacer. ¡Oídos abiertos a la Voz de Dios!
─ La Virgen a Marga (16 jul 1999)
Tú me ves llorando porque es penosa la
situación de vuestro Pueblo, de vuestra humanidad. Tan sólo unos pocos
centinelas permanecen alerta.
Yo os digo: Dad ahora la voz del aviso. Vienen
las tropas enemigas, se acerca el día de la feroz Batalla.
Ya entran por los portones de vuestra
ciudad mal amurallada. Pasan y derriban vuestra casa mal construida. No
asegurasteis sobre roca vuestra construcción y fue derribada en el primer
embate del enemigo.
Venid a Mí así, sin nada. El que conserve su casa, que dé cobijo a sus hermanos, pero no
para acomodarlos allí, sino para que repongan fuerzas para ir prestos al
combate, que se libra afuera.
Yo os doy mi avituallamiento. Tomad y
comed, tomad y bebed, y, con fuerzas renovadas, id al combate habiendo recibido
antes mis órdenes.
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