sábado, 22 de agosto de 2015

Santa María, Reina

La fiesta que celebramos hoy, Santa María, Reina, está en relación con la que celebrábamos el sábado pasado: la Asunción de Nuestra Señora. En ellas contemplamos los dos últimos Misterios del Rosario, que se refieren directa e inmediatamente a Nuestra Señora.


Son misterios que nos ponen delante el Triunfo de la Inmaculada, como consecuencia de la Gran Batalla que tiene lugar entre el Dragón Rojo y la Mujer, vestida de sol con la luna bajo sus pies y coronada con doce estrellas (cfr. Apoc 12, 1).

La situación del mundo y de la Iglesia en los momentos actuales, nos llevan a hacernos la siguiente pregunta: ¿estaremos ya en el tiempo de esa Gran Batalla?

Por una parte, es claro que esa Batalla ha comenzado desde el pecado de nuestros primeros padres y el protoevangelio: «Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu estirpe y la suya. Ella te herirá en la cabeza y tú acecharás su calcañar» (Gen 3, 15). Y continúa después de la Muerte de Cristo en la Cruz y su Resurrección. Satanás está como león rugiente buscando qué presa devorar (cfr. 1 Pe 5, 8).

Pero además, hay muchas señales de que, efectivamente, nos encontramos en los principios de esa Batalla Final, de la Gran Tribulación, de la que nos habló Jesús: “Habrá entonces una gran tribulación, como no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si tales días no fuesen abreviados, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos serán abreviados aquellos días” (Mt 24, 21 y 22).

Por eso, para prepararnos a ese combate, que se hace cada vez más intenso, nos parece que puede ayudarnos leer y meditar algunos textos que nos hablan de la lucha que tenemos que sostener en nuestra vida cristiana, para colaborar con Cristo y con María, a conseguir la victoria final.

Dedicaremos las próximas entradas de este blog a recoger textos de los Dictados de Jesús a Marga. Con frecuencia hemos hecho alusión a ellos, porque nos parece que son verdaderos Ecos de Garabandal. Jesús y la Virgen continúan hablando a Marga, una mujer casada y con hijos, que desde hace años viene siendo un instrumento del Señor, que nos mantiene alertas para no que está por venir. 

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En el primer tomo de los Dictados de Jesús a Marga (“La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús”) contiene 55 referencias a la palabra “batalla”. Veamos algunas de ellas (en la mayoría de los casos no reproducimos los mensajes completos, sino sólo una parte de ellos).

Jesús a santa Faustina Kowalska: «Todas las almas que adoren mi Misericordia y propaguen su culto, animando a otras almas en la confianza en mí Misericordia, no experimentarán espanto en la hora de la muerte. Mi Misericordia las protegerá en su última batalla».

Jesús a Marga (4 ene 1999)

Están las huestes prontas a la lucha, esperando su orden, ¿dónde está el que debería ser mi Ejército?
Ejército del Salvador: disponeos al combate. La batalla será cruenta. Sólo vencerán los que me amen.
Preparaos, Yo os aviso, el tiempo ha llegado, la siega está a punto de comenzar. Preparaos con vuestra Formadora, vuestra Maestra. La Capitana espera mi orden para lanzaros al ataque, lanzaros a vosotros con Ella.
Conoced con qué cariño os ha preparado a cada uno de vosotros, según la misión que os corresponde. Que nadie desprecie su puesto en el orden del combate. Os necesito desde el primero al último.
Y tú, mi última, crece cada día, tu medida aún no alcanza a tu papel en mi Lucha.

Jesús a Marga (4 jun 1999)

Yo contemplo a los míos repletos de mis Gracias para que se dirijan a la batalla, y los encuentro jugando, creyendo que todo es un juego, mirándose al espejo para comprobar si sus posturas son las correctas. ¡Cuando mis hijos se condenan a su lado! ¡Y les dejaron precipitarse deliberadamente sus propios hermanos mayores!
Responsables de vuestros pequeños: Yo, el último día, os pediré cuentas y os diré: ¿Dónde están los que deberían haberse salvado por vuestro medio? Porque contaré entre mis elegidos y no encontraré a todos.
El mundo camina hacia su autodestrucción, hacia su condenación. Ciegos, chocarán contra el muro. ¡Advertidles!
Miradme, que Yo ya me encuentro exhausto y debilitado. Mirad que comienza ya mi Flagelación. Me tienen atado a la columna. Sed vosotros mis Manos para bendecir, para perdonar, para abrazar, para señalar el Camino, para trabajar por las cosas de mi Padre. Sed Yo, acudid al grito de vuestros pobres hermanos que agonizan en el borde de vuestros caminos. Bajad del carruaje y atendedlos.

La Virgen a Marga (5 jul 1999)

Oid la Llamada de Dios a ser vosotros su Resto para el fin de los Tiempos, los Guerreros de la Última Batalla de las Batallas. Revestíos con las Armas de Cristo. Acudid al Centro de Mandos y recibid mi Espíritu Santo, recibid también mi Santo Corazón como Coraza. ¡Y no temáis! Elegidos para tan gran fin. No desertéis. Ingresad en las filas. Voy con vosotros... Yo empiezo la Batalla, ¡seguidme!
Os quiero fieles, nunca temerosos; ardientes y puros como lirios. Así el Enemigo no podrá hacer nada. Él se revuelca de rabia, porque sabe que la tiene perdida, e intenta hacer el mayor daño posible. ¡Oídos sordos, niños!, oídos sordos al Enemigo. Que Yo os diré lo que debéis hacer. ¡Oídos abiertos a la Voz de Dios!

La Virgen a Marga (16 jul 1999)

Tú me ves llorando porque es penosa la situación de vuestro Pueblo, de vuestra humanidad. Tan sólo unos pocos centinelas permanecen alerta.
Yo os digo: Dad ahora la voz del aviso. Vienen las tropas enemigas, se acerca el día de la feroz Batalla.
Ya entran por los portones de vuestra ciudad mal amurallada. Pasan y derriban vuestra casa mal construida. No asegurasteis sobre roca vuestra construcción y fue derribada en el primer embate del enemigo.
Venid a Mí así, sin nada. El que conserve su casa, que dé cobijo a sus hermanos, pero no para acomodarlos allí, sino para que repongan fuerzas para ir prestos al combate, que se libra afuera.
Yo os doy mi avituallamiento. Tomad y comed, tomad y bebed, y, con fuerzas renovadas, id al combate habiendo recibido antes mis órdenes.


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