Mañana, Solemnidad
de Cristo Rey, terminará el Año Santo y Año de la Misericordia. Mons.
Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, en su Carta pastoral del mes de
noviembre dice, muy acertadamente, que los eventos más importantes de este año,
sin duda, son los que “han sucedido en
la intimidad de cada uno con el Señor”.
La Historia de la
Salvación (la de cada alma frente a su Creador, Redentor y Santificador) es
la historia verdaderamente importante. Dios no mira las apariencias, sino el fondo del corazón de los hombres
(cfr. 1 Sam 16, 7).
En este año transcurrido, cada uno habremos tratado de
convertirnos, o mejor dicho, disponernos
lo mejor posible para que Dios haya encontrado un terreno fértil para
concedernos la gracia de la conversión. Él es quien nos convierte.
La Oración Colecta del sábado de la primera semana de
Cuaresma dice: “Señor y Padre
eterno, haz que se conviertan a ti
nuestros corazones a fin de que, viviendo consagrados enteramente a tu
servicio, te busquemos siempre a ti y nos dediquemos a la práctica de las obras
de misericordia”.
Eso es lo que
hemos procurado hacer, seguramente: acogernos a la Misericordia de Dios, pidiéndole la conversión personal, para
luego estar mejor dispuestos a buscarle siempre a Él y a dedicarnos a la
práctica de las obras de misericordia con
nuestros hermanos.
En su Carta
pastoral de este mes Mons. Echevarría nos sugiere una meta que no termina con
este Año de la Misericordia, y que tiene como dos líneas: acoger la Misericordia de Dios y acoger a los demás con
misericordia.
La primacía la
tiene la “primera línea”: “en primer
lugar, acogernos a la misericordia de Dios: de eso depende todo” (Carta pastoral, 1-XI-2016). ¡Qué importante es
no perder de vista esta sencilla afirmación: “de eso depende todo”! Y, ¡cuántas
veces nos olvidamos de ella!
Si no existe
en nosotros la “preocupación” que nos ocupe en rezar, es decir, en buscar continuamente al Señor, todo lo
demás es “como coser con una aguja sin hilo”, solía decir san Josemaría Escrivá
de Balaguer.
La auténtica
conversión es “obrar la verdad” (San
Agustín). Y la primera verdad que tenemos que descubrir es el infinito Amor que Dios nos tiene a cada uno. Si no hacemos este
descubrimiento, lo demás queda sin sentido en nuestra vida.
Hay otra
verdad, que también tenemos que descubrir cada vez más: que somos pecadores, que tenemos errores, fallos, miserias... Pero
esta verdad hemos de comprenderla en el marco de la anterior: Dios nos ama, a pesar de nuestras miserias. Y nos
perdona si nos acogemos a su misericordia. “Jesucristo no ha venido a buscar a
los santos sino a los enfermos, y se contenta con un amor que se renueva cada
jornada a pesar de los tropiezos de los hombres, porque acuden a los
sacramentos como a la fuente inagotable de perdón” (Carta pastoral, 1-XI-2016).
La “segunda línea” que nos sugiere Mons.
Echevarría es la caridad fraterna: acoger a los demás e inclinarnos hacia
ellos. En este sentido, nos puede ayudar mucho la lectura y meditación del
capítulo 4° de la Exhortación Apostólica
Amoris laetitia, en el que el
Papa Francisco comenta detenidamente el Himno
a la caridad, de san Pablo en la Primera Carta a los Corintios.
Por ejemplo,
nos recuerda el Papa, la caridad no lleva cuenta del mal y “exige, en
efecto, una pronta y generosa
disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al
perdón, a la reconciliación. Ninguna familia ignora que el egoísmo, el
desacuerdo, las tensiones, los conflictos atacan con violencia y a veces hieren
mortalmente la propia comunión: de aquí las múltiples y variadas formas de
división en la vida familiar” (AL, 106).
También, nos da el siguiente consejo: “Aceptar con
sencillez que todos somos una compleja
combinación de luces y de sombras. El otro no es sólo eso que a mí me
molesta. Es mucho más que eso. Por la misma razón, no le exijo que su amor sea
perfecto para valorarlo. Me ama como es y cómo puede, con sus límites, pero que
su amor sea imperfecto no significa que sea falso o que no sea real. Es real,
pero limitado y terreno” (AL, 113).
Mañana, Solemnidad de Cristo Rey, podemos hacer nuestro
el deseo del Papa Pío XI (+1939) a quien se conoce como “el Papa del Sagrado Corazón”. En la Encíclica
“Quas Primas” (11-12-1925) establece la fiesta de Cristo Rey y pide que la consagración de la humanidad al Sagrado
Corazón de Jesús se renueve anualmente en esa fiesta.
El lunes
próximo, 21 de noviembre, celebraremos la Fiesta
de la Presentación de la Virgen en el Templo. Podemos aprovechar el primer
día en que “ya no estaremos en el Año de la Misericordia” para implorar su
protección para la Iglesia y para el Mundo.
Terminamos con
un mensaje de Jesús a Marga, del 29 de agosto de 2002, en el que el Señor nos
habla de conversión y purificación.
Las negritas son nuestras y también lo que está
entre paréntesis cuadrados [ ].
Mensaje de Jesús (29 de agosto de 2002)
Jesús:
—(Había leído Jeremías
hasta el cap. 7).
¿Quieres que cuente todos
los Llamamientos a lo largo de la historia?, ¿quieres que cuente?, y serían
insondables, porque harto estoy de
llamar a los hombres a conversión y que no se me haga ni caso.
—Me dirán: “¿Cómo es que Dios ha agotado su Misericordia?” (cfr. Mi 7,
14; Sal 76, 9).
Mi Misericordia es inagotable; tendré Misericordia de quien tuvo
misericordia.
—Pero llegará un momento que ya no vas a llamar más a conversión.
Sí, el tiempo mesiánico
se acaba (Nota: Se refiere al tiempo de
la salvación, del rescate, de continuar en nosotros lo que falta a la Pasión de
Cristo (Col 1, 24), para que el Pueblo esté redimido), y empieza la era de Cristo Rey, de María
Reina sobre los corazones, el Reinado de Paz y de Justicia, de Vida y Amor.
El tiempo del rescate se acaba, y los que no han sido rescatados, no podrán
serlo luego, porque todo lo creado lo voy a renovar, porque tiene que ser la tierra purificada. De todas vuestras
inmundicias os purificaré, os limpiaré, arrancaré de vuestro pecho el corazón
de piedra y os daré un corazón de carne (cfr. Ez 36, 25-27; 11. 19).
En esta Promesa Yo me he
estado manifestando a ti. Por ésta Yo te digo: Avisa que el tiempo ha llegado. El tiempo de la siega ha llegado (cfr. Mc 4, 29; Mt 13. 24-30; Ap 14,
15), y todo sarmiento que no dé buen fruto ha de ser arrojado al fuego (cfr. Jn
15, 4-6; Ex 15, 1ss). Porque solamente con los sarmientos verdaderos es con los
que Yo voy a construir el Reino Nuevo.
Hija, entiende mi Dolor por todos los
impenitentes, y no quieras ser uno de ellos, pero con los no-convertidos Yo
no puedo instaurar mi Reino, y han de ser arrojados fuera, porque ellos mismos
no quisieron pertenecer a él y se autoexcluyeron antes. ¿Comprendes?
Reino de Paz y Justicia,
de Vida y Amor, hecho sólo con los elegidos, con los convertidos antes del Día.
[Todavía tenemos tiempo
para convertirnos y ayudar a nuestros hermanos a disponerse a la conversión. Aún
no ha llegado el Día]
Por eso Yo te sigo
llamando a que vayas y llames a conversión, que avises al pequeño Resto de
Israel de que estén preparados, que el
Día se acerca, que cojan a sí mismos y a todo su familia y se metan en el Arca (Nota: El Corazón de María y el Corazón de Jesús),
en el Arca de la Salvación, que Ella les llevará a buen puerto, el puerto de la
Gloria, el Reino del Amor.
https://youtu.be/Ir3PhAy63Yg
ResponderEliminarGran programa del dr Galat con el dr Rafael Arango hablando con mucha claridad y discernimiento sobre las profecías cumplidas de las Sagradas Escrituras. Con el testimonio de un niño de 12 años impactante.
Viva Cristo Rey!!! Esperando los Grandes Acontecimientos con ansia.