El día 9 de enero se cumple un aniversario más del
nacimiento de San Josemaría Escrivá de
Balaguer (1902-1975).
En este Año Santo de la Misericordia, puede ser provechoso recordar
algunos textos de sus escritos en los que aparece la palabra “Misericordia”.
En este post estudiaremos dos de sus libros más conocidos: Camino y Surco.
— En Camino hay
cuatro puntos en los que se menciona esta palabra:
93 Te ves tan
miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga... Pero, ¿y los méritos
de María? ¿Y las llagas de tu Señor? Y... ¿acaso no eres hijo de Dios?
Además, Él te escucha "quoniam bonus..., quoniam in saeculum misericordia ejus":
porque es bueno, porque su misericordia
permanece siempre.
* Este texto tiene su origen en la oración personal del Autor,
que luego resumió en su cuaderno de notas el 27 de enero de 1934.
* Dios es mi Padre. Jesús ha muerto por mí y María es mi
madre… ¡Qué bueno es Dios! Su misericordia es eterna.
309 ¡Mira qué entrañas de misericordia tiene la
justicia de Dios! –Porque en los juicios humanos, se castiga al que
confiesa su culpa: y, en el divino, se perdona.
¡Bendito sea el santo Sacramento de la Penitencia!
* Procede de una ficha del 6 de diciembre de 1938. En este
punto aparece la sensibilidad del Autor como jurista.
* El Sacramento de la Penitencia es el Sacramento de la
Misericordia.
431 No temas a la
Justicia de Dios. –Tan admirable y tan
amable es en Dios la Justicia como la Misericordia: las dos son pruebas del
Amor.
* Procede el texto de una anotación del 9 de diciembre de
1932, que literalmente es la siguiente: "No temo a la Justicia de Dios.
Tan admirable y tan amable me parece, en Dios, la Justicia como la
Misericordia: las dos son pruebas del Amor". En este punto el Autor toca
la cuestión del "temor de Dios"
y lo resuelve en la clave del "Amor". Su vivencia es afín a la de Santa Teresa de Lisieux: "A mí
Dios me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y adoro
las demás perfecciones divinas...! Entonces todas se me presentan radiantes de
amor; incluso la justicia (y quizá ésta más aún que todas las demás) me parece
revestida de amor..." (cfr. Edición
Crítica de Camino, de Pedro Rodríguez).
* El ejercitar su Justicia, Dios es Misericordioso.
747 Hay mucha
propensión en las almas mundanas a
recordar la Misericordia del Señor. –Y así se animan a seguir adelante en
sus desvaríos.
Es verdad que Dios Nuestro Señor es infinitamente
misericordioso, pero también es infinitamente justo: y hay un juicio, y Él es
el Juez.
* Texto escrito después del 7 de diciembre de 1938. Este p /
747 es como el contrapunto del p / 309: "qué entrañas de
misericordia tiene la justicia de Dios". Aquí el Autor nos viene a decir que hay justicia en la misericordia de Dios.
Por eso hay que meditarlo en estrecha relación con la doctrina del p / 431:
"Tan admirable y tan amable es en Dios la Justicia como la
Misericordia" (cfr. Edición Crítica
de Camino, de Pedro Rodríguez).
— En Surco hay
tres puntos en los que se menciona la palabra “Misericordia”:
601 Dios, por su
justicia y por su misericordia —infinitas y perfectas—, trata con el mismo
amor, y de modo desigual, a los hijos desiguales.
Por eso, igualdad no significa medir a todos con el mismo
rasero.
* Dios no nos trata en serie. Nos mira a cada uno con su
infinito Amor. Y nos trata de manera desigual: a cada uno según lo necesitamos,
en cada momento.
813 ¡Gracias,
Jesús mío!, porque has querido hacerte perfecto Hombre, con un Corazón amante y
amabilísimo, que ama hasta la muerte y sufre; que se llena de gozo y de dolor;
que se entusiasma con los caminos de los hombres, y nos muestra el que lleva al
Cielo; que se sujeta heroicamente al deber, y se conduce por la misericordia; que
vela por los pobres y por los ricos; que cuida de los pecadores y de los
justos...
–¡Gracias, Jesús mío, y danos un corazón a la medida del
Tuyo!
* En este Año de la Misericordia, le pedimos al Señor que
nos conceda un corazón a la medida del Corazón de Cristo.
889 El purgatorio
es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean
identificarse con El.
* El Señor –solía decir san Josemaría- nos trata como una
madre a su hijo pequeño, que está sucio: lo lava bien (aunque el niño llore y
proteste), lo perfuma y luego lo llena de besos.
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