sábado, 5 de septiembre de 2015

Preparad la última estrategia

Se hace más intenso el fragor de la batalla. Es necesario prepara los combates que se avecinan. Jesús y Nuestra Madre no dejan de ayudarnos con sus palabras encendidas y enviando la gracia que necesitamos para el combate.  

A Virgem do Apocalipse, Miguel Cabrera (1760)
La Virgen del Apocalipsis (Miguel Cabrera, 1760)

Jesús a Marga (25 oct 2000)

Hermosos y benditos días en los que mis elegidos lucharán a brazo partido contra mis enemigos, benditos los días de la Lucha, de la Gran Tribulación porque, aunque entre sufrimientos, saldréis vencedores, libradores de la Gran Batalla, el Gran Combate por mi Reino, y grande será vuestra recompensa en el Cielo, donde os espera mi Madre con los Ángeles y con los Santos, con los brazos abiertos, pronta para estrecharos y llevaros a vuestras hermosas moradas, donde ya no sufriréis más.
¿Cómo son las moradas de los mártires, las moradas de los guerreros de los Últimos Tiempos, las de los apóstoles y discípulos míos, de los Corazones de Jesús y de María de los Últimos Tiempos? Bendito nombre, benditos nombres de mis elegidos, escogidos para esta hora, que se hallan escritos en el Cielo.
Luchad, no temáis. Tenéis todo que ganar, nada que perder. El Todo es la Herencia Eterna, ansiada por los santos de todos los siglos. El Todo es el Reino Nuevo, del que a alguno os haré pobladores.
¿No es hermoso el final que os espera? La Gran Tribulación en sí es santidad, es justicia, es purificación, acrisolamiento de las almas de los justos. La Gran Tribulación es justa, es necesaria. Sobrepasadla, estad preparados. Que nadie diga que no puede, que no está preparado. Todos podéis, pues Yo estoy con vosotros. ¡Venid Conmigo! No os alejéis, penetrad más y más profundamente en mis Secretos, en mi Corazón. Haceos más íntimos a Mí, para que Yo pueda abarcaros mejor con mis brazos, defenderos mejor, ayudaros y alentaros mejor, daros fuerzas, daros de comer, daros de beber de mis manjares, de los Hontanares de la Salvación.

La Virgen a Marga (15 feb 2001)

Tenéis que haceros fuertes, ¡oh haceos fuertes Conmigo!, venid a Mí, venid a mi vera, congregaos frente a mi Corazón, y que éstos, los escogidos, entren más adentro. Estrechaos fuertemente todos junto a Mí, pues viene el enemigo para arremeter contra mi Iglesia y los débiles, los no preparados, están a punto de no resistir. Yo Soy la que ha vencido a la Serpiente, se encuentra ya vencida en la batalla que aún no ha tenido lugar, Yo Soy la que la ha vencido, por eso, Conmigo, ¡no tengáis miedo!, sí, «¡no tengáis miedo a ser santos!».

La Virgen a Marga (10 abr 2001)

Mi Espíritu está en paro esperando vuestro requerimiento. Invocadle y acogedle, ¡para luego darle!
La batalla, poco a poco, se volverá más cruenta. Primero luchad contra vosotros mismos para poder poneros a luchar contra los otros. ¡Qué fuerte y qué preparado veo al ejército del mal y qué blando y pusilánime veo a mi ejército!, el que es verdaderamente poderoso porque tiene a Dios, porque le impulsa el hálito del Espíritu y porque lo lidera la Virgen, su Madre.
Lo sabes, ¿verdad?, esta es vuestra primera lucha. Cuando hayáis salido vencedores, vendré a por los que queden. Con ellos llevaré a cabo la siguiente batalla, contra el ejército del mal. La verdadera y cruenta batalla, dura hasta el extremo, dura y angustiante, «aplastadora». Para ésa sí que os necesito fuertemente preparados, por eso, que se aparten de las filas los que no lograron vencer esta primera [contra el sentimiento], a esos no les quiero luchando en este puesto, a esos les digo adiós, no pueden venir al combate, que se acojan a la Misericordia de Dios.
Y vosotros, ¡hijos!, los que quedáis, ¡no miréis atrás!, no mirar atrás a los que quedan ahí en el camino, quedan llorando hijos, sí, pero es que sólo saben llorar, ¡necesito verdaderos guerreros!, los guerreros de estos últimos tiempos, hija mía, no se parecen en nada a esas mujercitas medrosas que no pueden ni levantar mi espada. Las armas que debéis levantar, tienen un sólido peso y sólo se pueden coger si se quiere con una decisión fuerte, y si no se tiene miedo. ¡Adelante!, venid a Mí purificados. Ya blancos, con las vestiduras blancas, vuestro cuerpo relumbra y ciega a las obras del mal, ciega ya al mal. Venid, que Yo os seguiré dando las armas e instruyéndoos en el uso que debéis dar a cada una de ellas.

Jesús a Marga (27 abr 2001)

¡Venid!, se acercan los días, asistid con gozo a la purificación de la tierra. Probaos vosotros también, entrenaos para los Días. Estad preparados. No se acerca un atleta a la competición sin haberse entrenado antes. Entrenaos en estos días de aparente calma, porque se fragua, se está fraguando por dentro el Desastre y está ya a las puertas y llama. Cuando Yo os encuentre preparados, rebañito fiel, lo enviaré sobre la pagana humanidad, y mis santos serán probados a fuego, como oro en el crisol. Seréis probados por vuestros propios hermanos que os perseguirán para intentar daros muerte. Pero vosotros antes ya os habréis hecho fuertes, os habréis hecho fuertes en mi Corazón, con las obras del amor, repletas vuestras manos, las manos de mis santos rebosantes de las obras del amor. Presentaos así ante Mí y ante vuestros enemigos, y Yo os haré vencedores de la muerte, vencedores en la batalla.

Dios Padre a Marga (4 jul 2001)

¡Venid hoy a Mí!, y arrepentíos, ¡arrepentíos! ¡Qué alejados estáis de Mí!, ¡qué alejados! No veis, no discernís los signos de los tiempos. No os dais cuenta de que este mundo se acaba y empieza el nuevo. Y para eso no puede quedar ninguna obra de pecado en este suelo.
¿Cómo será esto? Leed las escrituras, estudiad las profecías. Oíd al Espíritu de Dios que se manifiesta y se manifestará a cada cual mostrándole el camino, enseñándole lo que tiene que hacer.
No estáis solos en esta dura batalla que debéis librar. La Madre está con vosotros. Acudid a Ella, refugiaos cuando sólo quede refugiarse. Antes, de su mano, convertíos y convertid al Resto. Ayudadme a salvar al menos a un pequeño Resto.
Es duro, es duro el tiempo, son duros los Últimos Tiempos. Tenéis una Madre, acudid a Ella.


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