tag:blogger.com,1999:blog-38184485707189595852024-03-05T01:56:49.905-06:00Ecos de Garabandal"Ex umbris et imaginibus in veritatem" (San John Henry Newman)P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.comBlogger589125tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-16129867925019121222021-06-25T00:00:00.019-05:002021-06-25T00:00:00.218-05:00Jesús, fuente de Vida<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Antes de comenzar nuestra reflexión de esta semana, informo a nuestros lectores que, en principio, por diversas circunstancias personales, dejaremos de publicar «posts» en este blog durante el verano. Si Dios quiere, <b>volveremos a escribir a partir del próximo mes de octubre</b>.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9JZshB5ih8QD1KL0oqi5QpAUrg_EQ3l8d7uxJDt6Wy-XD1z3YLSEm9DXAV6_t6KrEsYAqRN14eDvPyCzfIR-z8fa7K4gku37nFGO6_fmK7NodFbk3U7NeJuJ7OjyiDMIY-_mdNbq97no/" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1707" data-original-width="1280" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9JZshB5ih8QD1KL0oqi5QpAUrg_EQ3l8d7uxJDt6Wy-XD1z3YLSEm9DXAV6_t6KrEsYAqRN14eDvPyCzfIR-z8fa7K4gku37nFGO6_fmK7NodFbk3U7NeJuJ7OjyiDMIY-_mdNbq97no/w240-h320/image.png" width="240" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;">Curación de la hemorroisa (fresco en las <br />Catacumbas de Marcelino y Pedro, Roma)</span></td></tr></tbody></table></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El texto de la <b>Primera Lectura</b> (Sab 1, 13-15; 2, 23-24) del <b>Domingo XIII del Tiempo Ordinario</b> ilumina el texto del Evangelio (Mc 5, 21-43).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal. Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen</i>» (<i>Primera Lectura</i>). <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Dios es Dios de vivos, no de muertos</b>. Él desea la Vida. Envió a su Hijo para darnos Vida, y Vida en abundancia. Jesucristo ha vencido la muerte, porque es el Autor de la Vida. Con su Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión al Cielo, Jesús hizo posible que todos los hombres podamos participar de su Vida, que es la Vida eterna.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>San Marcos nos relata en el Evangelio de la Misa dos milagros del Señor</b>. El primero tiene que ver con la vida, porque la mujer que «padecía flujo de sangre desde hacía doce años; había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado»; esa mujer, realmente estaba «muerta», pues para una hebrea, la esterilidad o el simple hecho de no tener descendencia equivalía a una muerte prematura. Como dijo Raquel, “dame hijos o me muero" (Gen 30, 1).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El segundo milagro es más impresionante</b>. Es la primera vez, en el Evangelio, que Jesús resucita a uno que ah muerto. Jairo acude a Jesús para pedir que cure a su hija enferma pero, mientras van de camino, le avisan que ha muerto. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que tengas fe”.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Hay dos rasgos comunes entre los dos milagros</b>. Tanto la hemorroisa como Jairo tiene conciencia del mal que les aqueja y, además, tienen confianza, fe, en que Jesús puede aliviarlo.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El Papa Francisco señala estas dos características</b> necesarias para obtener la Vida:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús hay un solo requisito: sentirse necesitado de curación y confiarse a Él. Yo os pregunto: ¿Cada uno de vosotros se siente necesitado de curación? ¿De cualquier cosa, de cualquier pecado, de cualquier problema? Y, si siente esto, ¿tiene fe en Jesús? Son dos los requisitos para ser sanados, para tener acceso a su corazón: sentirse necesitados de curación y confiarse a Él</i>» (Papa Francisco, 1-VII-2018).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>No es muy difícil lo que nos pide Dios: ver y querer</b>. Ver nuestra miseria y querer que Dios la cure. Pero, con frecuencia, puede suceder que nos falte el primer requisito: que no reconozcamos nuestros pecados. A veces, no acabamos de ver claro porque nos hace falta un querer más firme. Otras veces, el ruido externo o interno nos aturde (como sucedía en el caso de los dos personajes del Evangelio a quienes los demás los distraían de lo que quería hacer Jesús con ellos).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Si vemos claramente que necesitamos la ayuda del Señor, será más fácil acudir a Él, conocer que sólo en Él está la salvación, y ponernos en sus manos <b>para que nos devuelva la Vida</b> que hemos perdido.<span class="Apple-converted-space"> Escuchemos unas recientes palabras del tercer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer (mañana, 26 de junio, celebramos su fiesta).</span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">«</span><i style="text-indent: 28.4px;">Entonces, como el ciego Bartimeo, imploremos: “−Señor, que vea” (Mc 10,51). Y añadamos: −</i><b style="text-indent: 28.4px;"><i>Señor, que te quiera ver</i></b><i style="text-indent: 28.4px;">; que te escuche, que te quiera escuchar… para poder repetir cientos de veces, a lo largo de la jornada, la potente afirmación de María: “Hágase en mí según tu palabra”</i><span style="text-indent: 28.4px;">» (Fernando Ocáriz, </span><i style="text-indent: 28.4px;">A la luz del Evangelio</i><span style="text-indent: 28.4px;">, p. 22, Madrid 2020).</span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-40229755936491014232021-06-18T00:00:00.039-05:002021-06-18T00:00:00.396-05:00Despertar nuestra fe<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Conchita escribió en su diario: <span style="text-indent: 28.4px;">«</span>El mayor acontecimiento de mi vida fue el 18 de junio de 1961, en San Sebastián</span><span style="text-indent: 28.4px;">»</span><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">. <b>Fue la primera aparición que tuvieron las niñas de Garabandal</b>. Vieron por primera vez al "Ángel", que luego les anunciaría la primera aparición de la Virgen, para el siguiente 2 de julio. Hoy se cumplen 60 años de ese acontecimiento y damos gracias a Dios, <b>porque ha despertado nuestra fe</b> a través de este gran don de Dios para la Iglesia y para el mundo.</span></p><table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZaNbVoNCD7iOBCXYH_RkGIYQAvryZOWQWfLI-BAXVyAwBFTLD_-c_cVs3OajZgWBTc_5ikmGhl5RSB0sZeYlSnUW9ehMgEOIOIpjBMtQst_qdzXDI7Wv_Qwr0XBy_i4gMkBH5q0dlkeY/" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1591" data-original-width="1280" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZaNbVoNCD7iOBCXYH_RkGIYQAvryZOWQWfLI-BAXVyAwBFTLD_-c_cVs3OajZgWBTc_5ikmGhl5RSB0sZeYlSnUW9ehMgEOIOIpjBMtQst_qdzXDI7Wv_Qwr0XBy_i4gMkBH5q0dlkeY/w257-h320/image.png" width="257" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;">Rembrand, La tormenta<br />en el mar de Galilea (1633)</span> </td></tr></tbody></table><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La escena que narra San Marcos en el <b>evangelio del próximo domingo, XII durante el año</b>, tiene lugar al atardecer (cfr. Mc 4, 35-41). También la relatan los evangelios de Mateo y Lucas. Jesús había estado en Cafarnaúm predicando alguna de sus parábolas a una gran muchedumbre. El Señor pide a sus discípulos que se dirijan a la otra orilla del Lago, a la tierra de Gerasa, donde tendrá lugar la expulsión de los demonios de un pobre infeliz, y su envío a los dos mil cerdos que se precipitan en el mar.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Después de un duro día de trabajo</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> (quizá el mismo en que curó a la suegra de Pedro; un sábado en el que había asistido a la sinagoga y, por la tarde, había puesto sus manos sobre muchos para curarlos…; cfr. Mt 8, 23-27), Jesús está cansado y, al poco tiempo de embarcarse, </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">se queda dormido en la popa de la barca</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, sobre un cabezal.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Pero, de manera inesperada para los apóstoles, algunos de los cuales eran expertos marineros en aquel Lago, </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">se levanta una tempestad</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> con viento fuerte y olas que comienzan a llenar la barca de agua, con peligro de hundirse.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">San Agustín</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, comentando este pasaje, pone en relación el sueño de Jesús con el adormecimiento de la fe de los apóstoles, y de la nuestra.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">«Cristiano, en tu nave duerme Cristo: despiértalo; dará orden a las tempestades para que todo recobre la calma. (…). Por eso fluctúas: porque Cristo está dormido, es decir, no logras vencer aquellos deseos que se levantan con el soplo de los que persuaden al mal, </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">porque tu fe está dormida</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">. ¿Qué significa que tu fe está dormida? Que te olvidaste de ella. ¿Qué es despertar a Cristo? </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Despertar la fe, recordar lo que has creído. Haz memoria pues de tu fe, despierta a Cristo</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">. Tu misma fe dará órdenes a las olas que te turban y a los vientos de quienes te persuaden al mal y al instante desaparecerán» (S. Agustín, Sermones 361,7).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Cristo increpa al viento y al mar, y </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">sobreviene una gran calma </b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">(«</span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">tranquilitas magna</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">»). Si Cristo está despierto en nuestra alma, todo es calma. Pero, ¡qué poca calma hay en nuestro mundo!; ¡cuántas fluctuaciones, dudas, confusiones que perturban las almas! </span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Es necesario despertar nuestra fe</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, recordar lo que hemos creído. Muchas veces eso es lo que hace falta: hacer memoria, repasar lo que ha sido fundamento de nuestra vida, lo que proporciona la seguridad y la calma en esta noche de tormenta que vivimos.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">La memoria de nuestra fe está en el viejo Catecismo</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> (que no es tan viejo porque se publicó en 1992). Así hacemos que Cristo esté despierto en nuestra vida y en la de que quienes nos rodean. Es una magnifica lectura espiritual. Leer y releer cada uno de los puntos del Catecismo nos encenderá la fe, mantendrá a Cristo despierto en nuestra alma y crecerá la tranquilidad y la paz de nuestra vida.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">María, nuestra Madre, es </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">vida, dulzura y esperanza nuestra</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, porque se encarga de que Cristo siempre este despierto en cada uno. </span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span class="Apple-converted-space"><br /></span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-19985768499964680962021-06-11T00:00:00.001-05:002021-06-11T00:00:00.186-05:00Los proyectos del Corazón de Jesús<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Ocho días después de la <b>Solemnidad del Corpus Christi</b>, celebramos la del <b>Sagrado Corazón de Jesús</b>. Ambas fiestas están íntimamente unidas porque, en la Eucaristía está el Corazón de Jesús y, encontramos al Corazón de Jesús en la Eucaristía. <table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvAvFI0b6rwWQgyxdcdhdR7oGtD-f8N071yCE3_TUMLGetDVaizAS3Fdi8luzud5DaL8m5j21s5D0ondeKFpA0ulQZjGe13nBfBxeuX7WQq4tY6WeksHsoi-hCOpOHpvESAHQ4pTgO0Fc/" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1000" data-original-width="1000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvAvFI0b6rwWQgyxdcdhdR7oGtD-f8N071yCE3_TUMLGetDVaizAS3Fdi8luzud5DaL8m5j21s5D0ondeKFpA0ulQZjGe13nBfBxeuX7WQq4tY6WeksHsoi-hCOpOHpvESAHQ4pTgO0Fc/w320-h320/image.png" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;">Pintura de Miguel Cabrera (1695-1768)</span></td></tr></tbody></table></span></p><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En Lanciano, Italia, un monje del siglo VIII, durante la celebración de la Santa Misa, dudó de la presencia real de Cristo. Vio que la Sagrada Hostia se transformaba en carne humana y el vino en sangre, que luego se coaguló. Estas reliquias se conservan en la catedral. En 1970 se decidió someterlas a examen científico y se comprobó que <b>la carne es tejido muscular del corazón</b> (endocardio, miocardio, nervio vago, ventrículo izquierdo). En 1973 la OMS, después de 15 meses de estudio, confirmó las investigaciones de 1970. <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En en Sacramento de la Eucaristía, «<i>vi verborum</i>» (por la fuerza de las palabras de la Consagración) <b>está Jesucristo Resucitado</b>, glorioso; con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Y, por concomitancia, está también el Padre y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad, Dios Uno y Trino.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El <b>centro de la persona</b> es el corazón.</span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica: donde yo “me adentro”). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. <b>Es el lugar del encuentro</b>, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza» (<i>Catecismo de la Iglesia Católica</i>, 2563).</span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«En la Biblia el corazón es el centro del hombre, <b>donde se entrelazan todas sus dimensiones</b>: el cuerpo y el espíritu, la interioridad de la persona y su apertura al mundo y a los otros, el entendimiento, la voluntad, la afectividad. Pues bien, si el corazón es capaz de mantener unidas estas dimensiones es porque <b>en él es donde nos abrimos a la verdad y al amor</b>, y dejamos que nos toquen y nos transformen en lo más hondo» (Francisco, Enc. <i>Lumen fidei</i>, 26).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Es importante, al acercarnos a Jesús, <b>dirigirnos directamente a su Corazón</b>, al centro de su Persona, que es Divina, pero en una naturaleza humana. El Corazón de Cristo es divino y humano. En Él estás también sus sentimientos.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En la Antífona de entrada, afirmamos: “Los <b>proyectos de su corazón</b> subsisten de generación en generación, para librar de la muerte la vida de sus fieles y reanimarlos en tiempo de hambre”.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿Cuáles son los proyectos del Corazón de Cristo? Son siempre los mismos: «subsisten de generación en generación». Pero también podemos decir que se van adaptando a las necesidades históricas de los hombres: ahora, en un «tiempo de hambre» de Dios, buscan liberarnos de la muerte y darnos Vida.</span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«Estamos llamados a contribuir, con iniciativa y espontaneidad, a mejorar el mundo y la cultura de nuestro tiempo, de modo que <b>se abran a los planes de Dios para la humanidad</b>: <i>cogitationes cordis eius</i>, los <b>proyectos de su corazón</b>, que se mantienen <i>de generación en generación</i> (<i>Sal</i> 33 [32] 11)» (Mons. Fernando Ocáriz, <i>Carta pastoral del 14-II-2017</i>, n. 8).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Un aspecto importante de la devoción al Corazón de Jesús es el desagravio, la reparación por los pecados de los hombres que han herido tanto su Corazón amante.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El Corazón de Cristo es un <b>corazón traspasado, herido, dolorido, pisoteado, ultrajado, vilipendiado, olvidado y humillado</b> por todos, Varón de Dolores. El Corazón de Jesús se consume, porque <b>el Amor no es amado</b>. Olvidado en el oscuro rincón de nuestro Templo, desfallece el Alma de Cristo: muere de Amor. Manifestemos nuestro amor a Jesús acompañándolo, con nuestro amor, en todos los sagrarios del mundo.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">Los proyectos del Corazón de Cristo son de paz y de amor. </span><i style="text-indent: 28.4px;">Corazón Sacratísimo de Jesús, danos la paz</i><span style="text-indent: 28.4px;">.</span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-54917998367938210512021-06-03T00:00:00.001-05:002021-06-03T00:00:00.349-05:00Textos para meditar en la Eucaristía<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La <b>Solemnidad de <i>Corpus Christi</i></b> y la octava que podemos celebrar hasta la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, son una ocasión única, durante el Año Litúrgico, <b>para manifestar nuestro Amor a Jesús</b>, en el Sacramento de la Eucaristía.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihbhJWSZ0YhPZpTNAnaQ_WRyQXRjwLpVvwn8szg_3ttZKm2pCoLugMAiNviyDGiLY-O6FwLEQTAj-6p0uTUDa6FJphs_nLbC1IJ4DeQQKJJAcH4WeSGbUQYgY8awDYcqLl4MsXmz5kL1w/" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1251" data-original-width="1000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihbhJWSZ0YhPZpTNAnaQ_WRyQXRjwLpVvwn8szg_3ttZKm2pCoLugMAiNviyDGiLY-O6FwLEQTAj-6p0uTUDa6FJphs_nLbC1IJ4DeQQKJJAcH4WeSGbUQYgY8awDYcqLl4MsXmz5kL1w/w256-h320/image.png" width="256" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;">La defensa de la Eucaristía (Arte Cuzqueño)</span></td></tr></tbody></table></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Una forma de hacerlo es <b>hacer oración</b> con los escritos de la Sagrada Escritura, de los Padres de la Iglesia, del Magisterio pontificio reciente y de los santos. A continuación <b>transcribimos diez textos</b> que nos han parecido especialmente apropiados para meditar despacio, en silencio.</span></p><p class="p2" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: center; text-indent: 28.4px;"><br /></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">1. «<i>El ángel de Yavé vino...y le tocó [al profeta Elías], diciendo: levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti. Levantose pues, y después de haber comido y bebido, y confortado con aquella comida, camino 40 días y 40 noches hasta el Horeb, el monte de Dios</i> (3 Re 19, 7-8)». Figura de la Eucaristía.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">2. «<i>Son mis delicias estar con los hijos de los hombres»</i> (Prov 8,31).<span class="Apple-converted-space"> </span>Hemos de agradecer el inmenso<span class="Apple-converted-space"> </span>don-misterio de la Eucaristía.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">3. «<i>Así como el pan que procede de la tierra, recibiendo la invocación<span class="Apple-converted-space"> </span>de Dios, ya no es un<span class="Apple-converted-space"> </span>pan corriente,<span class="Apple-converted-space"> </span>sino Eucaristía..., así también nuestros cuerpos<span class="Apple-converted-space"> </span>recibiendo la Eucaristía ya no son corruptibles; tienen esperanza de la resurrección</i>» (S. Ireneo de Lyon, <i>Adversus haereses</i>, PG 7 y 1027)».</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">3. «La adoración es la acción... de humillar nuestro espíritu ante el "<i>Rey de la gloria</i>" (<i>Sal</i> 24,9-10) y el silencio respetuoso en la presencia de Dios "<i>siempre mayor</i>" (S. AGUSTÍN, <i>Sal </i>62,16). La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas» (<i>Catecismo de la Iglesia Católica</i>, 2628).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">4. «<i>La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: «He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Desde que, en Pentecostés, la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza, ha empezado su peregrinación hacia la patria celeste, este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza</i>» (San Juan Pablo II, <i>Ecclesia de Eucharistia</i>, n. 1).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">5. «<i>Buscando por encima de todo agradar a Dios Nuestro Señor, es como mejor serviremos a los hombres</i>» (San Josemaría). La Eucaristía es la «corriente trinitaria de amor por los hombres» (<i>ibidem</i>).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">6. «<i>Pues si cuando andaba en el mundo de solo tocar sus ropas sanaban los enfermos, ¿que hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe viva, y nos dará lo que le pidiéremos pues está en nuestra casa?</i>» (Sta. Teresa, <i>Camino de perfección</i>).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">7. «<i>Acércate a la comunión</i> —dice San Buenaventura— <i>aun cuando te sientas tibio, fiándolo todo de la misericordia divina, porque cuanto más enfermo se haga uno, tanto mayor necesidad tiene del médico</i>».<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">8. El Señor dijo en cierta ocasión a Santa Matilde: «<i>Cuando te acerques a comulgar, desea tener en tu corazón todo el amor que se puede encerrar en él, que yo te lo recibiré como tú quisieras que fuese</i>» (S. Alfonso, <i>Práctica del amor a Jesucristo</i>, p. 41).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">9. «<i>Celebra hoy la santa madre Iglesia fiesta del Santísimo Sacramento del Altar,<span class="Apple-converted-space"> </span>en el cual está verdaderamente el cuerpo de nuestro Salvador para gloria<span class="Apple-converted-space"> </span>de la Iglesia y honra del mundo,<span class="Apple-converted-space"> </span>para<span class="Apple-converted-space"> </span>compañía de nuestra peregrinación, para alegría de<span class="Apple-converted-space"> </span>nuestro destierro, para consolación de nuestros trabajos, para medicina de nuestras enfermedades,<span class="Apple-converted-space"> </span>para<span class="Apple-converted-space"> </span>sustento de nuestras vidas.<span class="Apple-converted-space"> </span>Y porque estas mercedes son<span class="Apple-converted-space"> </span>tan grandes, es muy alegre y grande<span class="Apple-converted-space"> </span>la fiesta que hoy hace la Iglesia</i>» (Fray Luis de Granada, <i>Trece sermones</i>).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">10. «</span><i style="text-indent: 28.4px;">Cuando se comulga</i><span style="text-indent: 28.4px;"> —decía el Santo Cura—</span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span><i style="text-indent: 28.4px;">se siente algo extraordinario..., un gozo..., una suavidad..., un bienestar que corre por todo el cuerpo... y lo conmueve. No podemos menos de decir con San Juan: ¡Es el Señor!... ¡Oh Dios mío! ¡Qué alegría para un cristiano, cuando al levantarse de la sagrada Mesa se lleva consigo todo el cielo en el corazón!</i><span style="text-indent: 28.4px;">» (Trochu, </span><i style="text-indent: 28.4px;">El cura de Ars</i><span style="text-indent: 28.4px;">, p. 55). </span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-35117413108748912822021-05-28T00:00:00.013-05:002021-05-28T00:00:00.197-05:00¡El Señor viene!<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El Tiempo Ordinario</b> —desde ahora hasta el Primer Domingo de Adviento— nos da la oportunidad de <b>reflexionar en los textos litúrgicos de cada domingo</b>, desde una perspectiva actual; es decir, de meditar esos textos —tanto los de la Sagrada Escritura como las oraciones— con el enfoque de alguien que está «a la espera» de la plena manifestación de Cristo.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjePb0Vx80Ngu30VCRtETwhQCaoVGAwrtJDRuCmBfrQg72GDFYF1rhR7E8ngMVxRbk2t9MKt_uFWibx3RDssKtb-xW-2xOoyn75f2Aopy3zHnygpVv5W41WeuCTBq7B6AQPrVIWLIWpfOU/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="752" data-original-width="600" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjePb0Vx80Ngu30VCRtETwhQCaoVGAwrtJDRuCmBfrQg72GDFYF1rhR7E8ngMVxRbk2t9MKt_uFWibx3RDssKtb-xW-2xOoyn75f2Aopy3zHnygpVv5W41WeuCTBq7B6AQPrVIWLIWpfOU/w255-h320/image.png" width="255" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿Es bueno esperarla? Claro que sí. Desde el principio, <b>la Iglesia primitiva la esperaba</b> con verdadera alegría y repetía incisamente «Maranathá», ¡El Señor viene! «El que no quiera al Señor, ¡sea anatema! «Maranathà»» (Cor 16, 22).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Este <b>deseo de la manifestación de Cristo</b> aparece en otros textos del Nuevo Testamento: En Filipenses, por ejemplo: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca” (4: 5). O en Santiago: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (5: 8). También al final del libro del Apocalipsis: “Ciertamente, vengo en breve” (22: 20 b).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En la Sagrada Escritura nunca se habla de una «segunda» venida de Cristo, sino de una <b>«Venida» en plenitud</b>, que no es distinta la su Primera Venida al mundo, y de su «Tercera» venida —como dice San Berardo— en el tiempo presente; por ejemplo, en la Eucaristía.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En la <b>Oración colecta de la Misa</b> de este próximo domingo, Solemnidad de la Santísima Trinidad, anhelamos la plena manifestación del Misterio de nuestra fe:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<span class="s1" style="color: #fb0007;">D</span>ios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador, <b>revelaste a todos los hombres tu misterio admirable</b>, concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente».</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span class="Apple-converted-space"> </span><b>El encuentro del hombre con el Misterio Trinitario ya se ha dado, en el Misterio Pascual de Cristo y en el envío del Espíritu Santo</b>. Ahora queda que se desvele la Plenitud de ese Misterio: «Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser glorificados junto con él» (Rom 8, 14-17, en la 2ª Lectura).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Ahora, <b>la presencia viva de Cristo con nosotros todavía no es plena</b>. Lo será al final: «y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Hace tres años, <b>el Papa Francisco explicaba cómo es la presencia Trinitaria en nosotros</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«Las lecturas bíblicas de hoy nos hacen entender que Dios no quiere tanto revelarnos que Él existe, sino más bien que <b>es el «Dios con nosotros»</b>, cerca de nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, está interesado en nuestra historia personal y cuida de cada uno, empezando por los más pequeños y necesitados. Él «es Dios allá arriba en el cielo» pero también «aquí abajo en la tierra» (cf. <i>Deuteronomio </i>4, 39). Por tanto, nosotros no creemos en una entidad lejana, ¡no! En una entidad indiferente, ¡no! Sino, al contrario, en el Amor que ha creado el universo y ha generado un pueblo, se ha hecho carne, ha muerto y resucitado por nosotros, y <b>como Espíritu Santo todo transforma y lleva a plenitud</b>» (Francisco, 27-V-2018).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Sin embargo, la plena unión con el Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, <b>será esencialmente la misma que ya tenemos ahora</b>. Vale la pena recordar las palabras de Benedicto XI en su libro <i>Jesús ese Nazaret</i>.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«Las palabras apocalípticas de antaño <b>adquieren un carácter personalista</b>: en su centro entra la persona misma de Jesús, que une íntimamente el presente vivido con el futuro misterioso. El verdadero «acontecimiento» es la persona que, a pesar del transcurso del tiempo, sigue estando realmente presente. En esta persona el porvenir está ahora aquí. <b>El futuro, a fin de cuentas, no nos pondrá en una situación distinta de la que ya se ha creado en el encuentro con Jesús</b>» (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, II, 3, 2).</span></p><p><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-75148054791683807732021-05-21T00:00:00.003-05:002021-05-21T00:00:00.213-05:00La Venida del Espíritu Santo<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El Espíritu Santo es «el que viene»</b>, como Jesús, que también «vino». Decía San Ireneo de Lyon (+202) que Cristo y el Espíritu Santo son como las «dos manos del Padre». Ambas Personas Trinitarias «vienen» al mundo para salvarlo del pecado, del demonio, de la muerte. Vienen para darnos la Vida Nueva, para hacer posible que la Santísima Trinidad inhabite en nosotros.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg651BukgK7XVJnPqW6oOfZcsTodqi_YkjDd6e6RX2efxFlVr44bqA1mKI1t8FqktzVq_NUBnZRjkTrnR4KYqybQOYnaZT1vi19aC_RdI5mZwmsqO5-Jiwsk64n_TXBotVBJ7pUe_6LaQM/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: inherit;"><img alt="" data-original-height="1920" data-original-width="1427" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg651BukgK7XVJnPqW6oOfZcsTodqi_YkjDd6e6RX2efxFlVr44bqA1mKI1t8FqktzVq_NUBnZRjkTrnR4KYqybQOYnaZT1vi19aC_RdI5mZwmsqO5-Jiwsk64n_TXBotVBJ7pUe_6LaQM/w237-h320/image.png" width="237" /></span></a></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Durante el Adviento repetimos: <b>«¡ven, Señor Jesús!»</b>. Durante los días posteriores a la Ascensión del Señor a los Cielos, rezamos: <b>«Veni, Sancte Spiritus!», «¡Veni, Creator Spiritus»</b>. Son dos himnos litúrgicos admirables, que nos ayudan a conocer y tratar más al Paráclito en nuestra alma.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Los primeros cristianos anhelaban la Segunda Venida de Cristo</b>. Muchos de los primeros Padres de la Iglesia son testigos de este gran deseo de la primitiva cristiandad, de la naciente Iglesia. En nosotros, el paso de los años (centenares, miles…), quizá ha apagado este deseo perentorio. Vemos lejano ese momento o, al menos, muy incierto. A lo largo de la historia ha habido épocas en las que se ha encendido, sobre todo cuando había grandes calamidades (el año 1000, la peste negra del sigo XIV…). Ahora, en nuestro tiempo, también hay muchas voces —algunas de ellas de gran pesos— que <b>nos invitan a no estar como dormidos, sino muy despiertos y en vela</b>, para esperar con gozo siempre nuevo la Venida del Salvador.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pero también hay voces autorizadas que <b>nos hablan de una Segunda Venida del Espíritu Santo</b>. Ya sabemos que el Espíritu vino una vez, en Pentecostés, y su presencia es constante en la Iglesia. El Gran Desconocido está siempre activo en las almas que son dóciles a su acción.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Sin embargo, así como en la vida de las personas hay momentos de efusión especial del Espíritu (por ejemplo, cuando decidimos seguir la vocación que Dios da a cada uno, o en otros momentos cruciales de la propia vida), también <b>en la Iglesia el Espíritu actúa con mayor o menor fuerza</b>, según las épocas y acontecimientos históricos.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En las apariciones que tuvieron lugar hace ya casi sesenta años en San Sebastián de Garabandal, La Virgen comunicó a las niñas videntes que, pronto, al menos durante la vida de una de ellas (Conchita, que tiene ahora 72 años de edad), <b>habría como una Segunda Venida del Espíritu</b> sobre todas las personas que vivan en el mundo cuando ocurra: es el Aviso.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El Aviso tendrá lugar junto <b>con una manifestación exterior</b> del poder de Dios que será como si «dos astros chocasen» en el cielo. Pero el aspecto más importante será el interior: todos veremos nuestra propia vida con gran claridad. <b>Conoceremos el estado de nuestra alma frente a Dios</b>. El Espíritu Santo nos iluminará para que, cada uno, tome una decisión vital: aceptar el amor de Dios o rechazarlo.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Hay mucha literatura sobre este fenómeno que también se llama «iluminación de las conciencias». Ya algunos lo han experimentado personalmente: por ejemplo, María Vallejo Nájera, en Medjugorje.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b style="text-indent: 28.4px;">La próxima Solemnidad de Pentecostés</b><span style="text-indent: 28.4px;"> nos puede ayudar a recordar que debemos estar preparados para esa «Segunda Venida del Espíritu» al mundo, de modo que respondamos con la fidelidad de los apóstoles y de Nuestra Madre.</span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-32985125513670738782021-05-14T00:00:00.014-05:002021-05-16T13:46:28.365-05:00El Decenario al Espíritu Santo<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Antiguamente, la <b>Ascensión del Señor</b> se celebraba el jueves precedente al Séptimo Domingo de Pascua. Era una fiesta de precepto. La vida moderna ha llevado a que, en la mayoría de los países, se celebre el domingo anterior a Pentecostés. Celebrar esta Solemnidad el jueves tiene la ventaja de que nos unimos a lo que sucedió realmente en la historia: que <b>el Señor subió a los Cielos diez días antes de la venida del Espíritu Santo</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMRDapNmuIb0jh1zHP6QN93_VSItGkPrrEyupebL4YzwtNXOqncuUC1dxMiRimUUFNTjNRoWKPhmRnims6xa5BkY8sn6jTql9twhfyxyjyny7lz0dCm6057UXM6Cx0SHzLDHeiomgI6YI/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: inherit;"><img alt="" data-original-height="1572" data-original-width="1015" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMRDapNmuIb0jh1zHP6QN93_VSItGkPrrEyupebL4YzwtNXOqncuUC1dxMiRimUUFNTjNRoWKPhmRnims6xa5BkY8sn6jTql9twhfyxyjyny7lz0dCm6057UXM6Cx0SHzLDHeiomgI6YI/w207-h320/image.png" width="207" /></span></a></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: inherit;"> Esos diez días se han vivido desde tiempos remotos (y lo podemos seguir haciendo actualmente, aunque la Ascensión se celebre el domingo) como un <b>Decenario de preparación para Pentecºostés</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En 1932, se publicó el «Decenario al Espíritu Santo», un libro de <b>Francisca Javiera del Valle</b> (1856-1930), mujer humilde que vivía en Palencia, España. Se trata de una escritora mística. Nacida en el seno de una familia humilde, que quedó huérfana de padre a los dos años de edad. Convivió con su madre y dos hermanastros en medio de grandes necesidades económicas que forzaron a interrumpir su formación escolar. Desde 1868 trabajaba en un taller de sastrería. Según sus propias palabras, sufrió una conversión entre 1874 y 1875, <b>sintiendo un intenso deseo de dedicarse a la vida espiritual. </b>Más tarde, consiguió en 1880 un trabajo más estable como costurera del colegio de los jesuitas de Carrión de los Condes. Al morir su madre en 1892, puede entregarse sin trabas a su proyecto de vida interior, que cumple fielmente hasta su muerte.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>En 1918, Francisca Javiera del Valle abandonaba el costurero de los jesuitas</b>, así como el cuidado de los niños de la <i>Escuela apostólica</i> del que había sido encargada desde 1903 por sus protectores, la familia de María Ballesteros. Con ésta, fundadora del Carmelo de Carrión, colaboró activamente durante los últimos años de su vida.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Esta breve biografía de la autora del <i>Decenario</i> <b>nos puede ayudar a valorar más esta obra</b>, como lo hizo San Josemaría Escrivá, que leyó y meditó este tesoro de la espiritualidad, de modo que influyó mucho en su devoción al <i>Gran Desconocido</i>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pero ya meditaremos más la próxima semana en la devoción al Espíritu Santo. <b>Hoy podemos centrarnos en la Solemnidad que celebramos: La Ascensión del Señor a los Cielos</b>, que está íntimamente relacionada con Pentecostés.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿Por qué? Porque <b>Jesús se va, pero también se queda</b> por medio del Espíritu, más cerca de nosotros incluso que de los apóstoles cuándo podían verlo y escucharlo durante su vida terrena. El Espíritu Santo hará posible, en todos y cada uno de los hombres, a lo largo de la historia, que la vida de Cristo se haga presente. <b>Por el Espíritu Santo, se hace posible también la presencia eucarística y el nacimiento de la Iglesia</b>. <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La Ascensión es un acontecimiento de profunda alegría</b> para los que estaban en el monte en que tuvo lugar y pudieron presenciarla. Parecería que los apóstoles estarían tristes porque ya no volverían a ver a Jesús, pero no es así. Estaban contentos porque, a partir de entonces, experimentan una cercanía mayor de Cristo, que está a la Derecha del Padre pero también a nuestro lado: i<i>ntimior intimo meo</i>, como decía San Agustín (más íntimamente que yo mismo).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Benedicto XVI expresaba esta realidad con gran profundidad</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«La Ascensión del Señor es un momento de intensa alegría para los Apóstoles, a pesar de que <i>se separan</i> del Señor, porque, a partir de ese momento, Jesús se convierte en el puente definitivo entre Dios y los hombres. El triunfo de Cristo no se completó en la Resurrección, sino en su Ascensión <i>ad dexteram Patris</i>, que ha de ser también objeto de honda meditación: <b>quæ sursum sunt quærite, ubi Christus est in dextera Dei sedens</b> (<i>Col</i> 3, 1)».<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El año 2015, Benedicto XVI dijo, en la homilía que pronunció en el día de la Ascensión, que «el cielo no indica un lugar sobre las estrellas, sino algo mucho más intrépido y sublime: <b>indica a Cristo mismo, la Persona divina que acoge plenamente y por siempre a la humanidad</b>, Aquél en el que Dios y hombre están para siempre inseparablemente unidos. Y nosotros nos acercamos al cielo, es más, <b>entramos en el cielo, en la medida en que nos acercamos a Jesús y entramos en comunión con Él</b>. Por lo tanto, la solemnidad de la Ascensión nos invita a una comunión profunda con Jesús muerto y resucitado, invisiblemente presente en la vida de cada uno de nosotros».</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">Comunión profunda con Jesús, </span><b style="text-indent: 28.4px;">a través de Nuestra Señora</b><span style="text-indent: 28.4px;"> que durante el Decenario previo a Pentecostés, ocupaba un lugar destacado en la naciente Iglesia: «</span><i style="text-indent: 28.4px;">Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos</i><span style="text-indent: 28.4px;">» (Hechos 1, 12-14).</span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-76020577201742826972021-05-07T00:00:00.029-05:002021-05-07T00:00:00.201-05:00María es Nuestra Madre<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span class="Apple-converted-space" style="font-family: Verdana; font-size: 13px;"> </span><span style="font-family: inherit;">Durante estos días del mes de mayo, muchos de nosotros <b>nos hemos unido a la iniciativa del Papa</b>, de rezar el Rosario diariamente, acompañando a nuestros hermanos en los santuarios marianos de todo el mundo. Hoy, por ejemplo, la intención del Papa es <b>pedir a Nuestra Señora de la Paz y del Buen Viaje</b> (en Filipinas) <b>por las familias</b> del mundo entero. Ayer, nos uníamos a él en el Santuario de la Bien Aparecida (Brasil) rezando por los jóvenes.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7W3NKsRRB3uqUyG9WsZRRviR0iohQixqqXryHjrHKbunMTZ6PEJLe0wnAJZ9SkKweL5M5jrj-NjC1SQyq1-DdTqCAsSyv-HOJnVSz7vdgDdKWrtakgoF9gfxIdu4KTyA_COl8aIvwW7g/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: inherit;"><img alt="" data-original-height="399" data-original-width="299" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7W3NKsRRB3uqUyG9WsZRRviR0iohQixqqXryHjrHKbunMTZ6PEJLe0wnAJZ9SkKweL5M5jrj-NjC1SQyq1-DdTqCAsSyv-HOJnVSz7vdgDdKWrtakgoF9gfxIdu4KTyA_COl8aIvwW7g/w240-h320/image.png" width="240" /></span></a></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">De esta manera, además de <b>acrecentar nuestro amor y devoción a la Virgen</b>, nos unimos de modo especial por el Papa y sus intenciones.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>María es Nuestra Madre</b>. A partir de la Encarnación, al recibir en su seno al Hijo de Dios hecho hombre, ha acogido también a todos los hombres, porque Cristo es el Primogénito entre muchos hermanos. Es el Hijo de Dios y hermano nuestro.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Esta realidad misteriosa y fascinante <b>llegó a su cumplimiento al pié de la Cruz</b>, en el momento en que Cristo dijo a María: «este es tu hijo» y a San Juan apóstol, «esta es tu Madre». En Juan estábamos representados todos los hombres.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Que María sea nuestra madre significa que tiene hacia nosotros los más tiernos sentimientos</b> que puede tener la mejor de las madres en la tierra hacia sus hijos. <b>Para Ella, cada uno es su hijo «único»</b>. En esto participa del Amor que Dios nos tiene de modo admirable: para Él no hay hijos iguales. Cada uno hemos costado toda la sangre de Cristo derramada en la Cruz. Él nos ha comprado a precio de sangre.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>María manifiesta la «maternidad» de Dios, su amor «maternal»</b>. Es «la ternura de Dios con los hombres», como le gustaba decir a San Josemaría Escrivá. También solía decir que <b>María es la «Omnipotencia suplicante»</b>, porque sus peticiones ante el Trono del Altísimo jamás son desoídas. Por eso, en una conocida <b>oración a María Medianera</b>, le pedimos que cuando esté delante de la presencia de Dios, recuerde de «hablar bien de nosotros».<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Todas las madres tienen un cariño particular a sus hijos cuando son pequeños</b>, porque su fragilidad mueve a la ternura. Una buena madre vive completamente para su hijo pequeño. Esta pendiente de él en todo momento, pues no se puede valer por sí mismo. <b>Necesita en todo a su madre</b>. Ella lo nutre, lo viste, lo acomoda, lo lleva de aquí para allá, lo cuida y protege de las enfermedades y los peligros.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¡Qué confianza nos da saber que estamos en su regazo! Basta que le pidamos algo y Ella adivinará hasta nuestras necesidades más pequeñas. <b>María, ¡muestra que eres Nuestra Madre!</b></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La oración que compuso <b>San Bernardo de Claraval</b>, el Memorare o Acordaos, resumen admirablemente el modo de dirigirnos a María con toda confianza. </span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">"Acordaos, oh piadosísima Virgen María, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">que jamás se ha oído decir </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">que ninguno de los que han acudido </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">a tu protección, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">implorando tu asistencia </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">y reclamando tu socorro, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">haya sido abandonado de ti. </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">Animado con esta confianza, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">a ti también acudo, oh Madre, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">Virgen de las vírgenes, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">y aunque gimiendo </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">bajo el peso de mis pecados, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">me atrevo a comparecer </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">ante tu presencia soberana. </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">No deseches mis humildes súplicas, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">oh Madre del Verbo divino, </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">antes bien, escúchalas </span><span style="background-color: white; color: #2a2a2a;">y acógelas benignamente. Amén".</span><span class="s1" style="background-color: white; color: #2a2a2a; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;"> </span></span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b style="text-indent: 28.4px;">¿Cómo podemos tratar de corresponder lo mejor posible a su amor materno?</b><span style="text-indent: 28.4px;"> Con amor de hijos; siendo buenos hijos de Ella. ¿Qué hace un buen hijo para amar a su madre? </span><b style="text-indent: 28.4px;">Procura comportarse de tal manera que ella esté orgullosa de él</b><span style="text-indent: 28.4px;">. Además, la trata con delicadeza y amor. La conoce y sabe lo que le gusta más. Está pendiente de darle muchas alegrías y de acudir a sus necesidades más pequeñas.</span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>María es Madre de la Iglesia</b>. Por eso, a Ella le gusta que seamos buenos hijos de la Iglesia, y amemos mucho a nuestros hermanos. No hay cosa que contente más a una madre que ver a sus hijos unidos.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b style="text-indent: 28.4px;">María nos sonríe cada vez que acudimos a Ella</b><span style="text-indent: 28.4px;">, en el Rosario, en las oraciones marianas, al ofrecer nuestro trabajo a través de sus purísimas manos. Este mes de mayo es una oportunidad única para intentar ser buenos hijos de Nuestra Señora.</span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-1083664137297239722021-04-30T00:00:00.001-05:002021-04-30T00:00:00.183-05:00La vid y los sarmientos<p><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;"> En el </span><b style="text-indent: 28.4px;">Evangelio del Quinto Domingo de Pascua</b><span style="text-indent: 28.4px;"> meditamos el comienzo del capítulo 15º del Evangelio de San Juan, en el que, el apóstol predilecto de Jesús, recoge la </span><b style="text-indent: 28.4px;">Alegoría de la vid y los sarmientos</b><span style="text-indent: 28.4px;">. Vale la pena copiar el texto completo.</span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0ul6gyVDVKxIrcm2gwZhXZAoOxuUHJe4dZPalS_yl67I4c80KVbeVXAmYGomPe-e2D7nJ8xbfodsAUG8naTZmfNWxdYYK0bTTUCkk04gVu-pyJeh72K6eI4ZU6rOhBZWZ900qK0FBBDo/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="531" data-original-width="438" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0ul6gyVDVKxIrcm2gwZhXZAoOxuUHJe4dZPalS_yl67I4c80KVbeVXAmYGomPe-e2D7nJ8xbfodsAUG8naTZmfNWxdYYK0bTTUCkk04gVu-pyJeh72K6eI4ZU6rOhBZWZ900qK0FBBDo/w264-h320/image.png" width="264" /></a></span></div><p></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<b>Yo soy la vid verdadera</b> y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. <b>Permaneced en mí y yo en vosotros</b>. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. <b>Yo soy la vid, vosotros los sarmientos</b>. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá. En esto es glorificado mi Padre, <b>en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos</b>» (Jn 15, 1-8).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Jesús utiliza imágenes para explicar la profundidad del Misterio de Dios</b>. Nosotros no podemos abarcar la profundidad del Amor de Dios y su inescrutables designios para la salvación del hombre. Pero la imagen de la vid y los sarmientos nos ayuda a comprender un poco más cómo quiere el Señor que estemos unidos a Él.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Esta imagen, escogida especialmente por Jesús para el momento culminante de su vida, la Última Cena con sus discípulos, representa admirablemente lo que el Señor había enseñado, de modos diversos, durante su vida pública: <b>que la voluntad de Dios es que vivamos la Vida de Jesucristo; que Él sea nuestro Camino, porque en Él esta toda la Verdad</b>. Y que esta unión estrecha no es mera yuxtaposición, o una unión superficial, sino la unidad que hay entre la vid y los sarmientos. De hecho, no se pueden distinguir los sarmientos (las ramas) de la vid (la planta). La sabia que corre, va desde la vid a los sarmientos. <b>Los sarmientos no pueden separase de la vida porque morirían</b>.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La Alegoría de la vid precede a los siguientes versículos del capítulo 15º del Evangelio de San Juan (9-17), que <b>tratan de «La Ley del Amor»</b>. Todo el contenido de los capítulos 13º a 17º hay que leerlo y meditarlo como una unidad, en la que Cristo explica los aspectos más profundos de su Misterio.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La 2ª Lectura de la Misa de este próximo domingo</b>, nos da luz sobre el texto del Evangelio. San Juan resume el mandamiento de Jesucristo, que él ha escuchado de viva voz del Maestro y ha meditado por largos años. <b>Fijémonos en los últimos dos versículos</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«Y éste es su mandamiento: <b>que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros</b>, conforme al mandamiento que nos dio. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; y por esto conocemos que permanece en nosotros: <b>por el Espíritu que nos ha dado</b>» (cfr. 1 Jn 3, 18-24).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Los sarmientos están unidos a la vid, y también unidos entre ellos. No pueden separarse de la vid, que es toda la planta, ni de los demás sarmientos. <b>El Espíritu Santo es como el Alma de la Iglesia</b>, que vivifica toda la Vid. Jesús explica la Alegoría de la Vid en el marco de las promesas y acción del Espíritu que el Padre y Él enviarán a sus discípulos. Así nos vamos preparando a<b> la Solemnidad de Pentecostés</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Una referencia a <b>Santa Catalina de Siena</b>, que celebramos ayer (jueves 29 de abril), nos ayudará a penetrar un poco más en el Misterio de la vid y los sarmientos. Esta santa se caracterizó por su amor a la Iglesia y al Papa. Contribuyó, con su abundante epistolario, a que el Papa regresara de Avignon a Roma en 1378. <b>Toda su vida la dedicó a buscar la unidad de la Iglesia</b>, a la que amaba apasionadamente.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pero este amor a la Iglesia y al Vicario de Cristo en la tierra, <b>partían de su profunda devoción eucarística</b>. Es conocido que, durante algunas semanas de estancia en Florencia, no se alimento de otra cosa que no fuera la Eucaristía. Era su unión con Cristo Resucitado la que la hacía una mujer valiente, activa y decidida a los más grandes sacrificios.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Mañana <b>comenzaremos el mes de mayo</b>, celebrado una fiesta de San José, Patrono de la Iglesia. Acudamos a María y José para pedirles por la unidad de la Iglesia y de todos los cristianos.</span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><br /></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-81264594898782696842021-04-23T00:00:00.016-05:002021-04-23T00:00:00.194-05:00Sueño, servicio y fidelidad<p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Todos los años, desde 1964, los Sumos Pontífices envían un mensaje al Pueblo cristiano con ocasión de la <b>Jornada Mundial de oración por las vocaciones</b>. Este próximo domingo, también llamado del «Buen Pastor», es la 58ª Jornada.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVBiSr_T7sJ6yGWPRVaqg9Ib9uAgSL9i_aBL70ZPoUoQnAVItJjlSO7GQUiI-5PhMLmyWn4LL7sG8hVhAeImTpwjx5ueFXeNcvPLPOzvy2ytHkOchtw9NlBygKMPNDwZxMHjMRvaIQOqE/" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1937" data-original-width="1920" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVBiSr_T7sJ6yGWPRVaqg9Ib9uAgSL9i_aBL70ZPoUoQnAVItJjlSO7GQUiI-5PhMLmyWn4LL7sG8hVhAeImTpwjx5ueFXeNcvPLPOzvy2ytHkOchtw9NlBygKMPNDwZxMHjMRvaIQOqE/w317-h320/image.png" width="317" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div><span style="color: #990000; font-family: inherit;">Caravaggio, "La vocación de Mateo"</span></div></td></tr></tbody></table></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Se trata de una gran oportunidad que nos brinda el Papa <b>para reflexionar sobre la vocación</b>. ¿Qué es la vocación? ¿Quiénes la tienen? ¿Cómo podremos saber si tenemos vocación? y ¿cuál es la nuestra?</p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">El Papa Francisco publicó su <a href="http://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/vocations/documents/papa-francesco_20210319_58-messaggio-giornata-mondiale-vocazioni.html" target="_blank"><span class="s1" style="color: #852302;">mensaje para este año</span></a>, el 19 de marzo pasado, Solemnidad de San José. Y ha querido <b>que todos miremos al Santo Patriarca para aprender de él a responder bien a la vocación que hemos recibido</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Estrictamente hablando, la Jornada se refiere a la <b>oración por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada</b>. También el papa se dirige especialmente a ellas en su mensaje.<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Sin embargo, la misma doctrina del Concilio Vaticano II, de cuyas fuentes se alimenta esta iniciativa pontificia, <b>recuerda la llamada universal a la santidad</b>. Todos los hombres estamos llamados por Dios a descubrir su Amor, a través del Evangelio de Jesucristo. Además, en la Iglesia, todos los fieles tenemos «<b>vocación cristiana</b>».<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">«<i>Vocare</i>» significa «llamar», como sabemos. Dios llama a todos. <b>Todos los hombres tenemos una vocación personal</b>. Sin embargo, en la Iglesia se han abierto diversos «caminos» para responder, de modo peculiar, a la llamada divina. Hay caminos que implican una consagración —como son el sacerdocio y la vida consagrada—, que tradicionalmente se han visto como «<b>caminos vocacionales</b>». Pero también hay vocaciones peculiares entre los fieles laicos. Por ejemplo, en el Opus Dei, el 98% de sus miembros son laicos, y todos ellos <b>tienen una vocación auténtica</b>, que consiste en responder a la llamada a santificarse en medio del mundo a través del trabajo y las obligaciones propias del cristiano. Hay casados, que se santifican en su familia; y hay solteros que viven un celibato apostólico y, sin dejar su lugar de trabajo y sus circunstancias sociales y familiares, buscan la santidad de otra manera, con mayor dedicación a tareas apostólicas.</p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Una vez tenido en cuenta este preámbulo, <b>veamos cuáles son las tres características que señala el Papa</b>, y que especialmente se pueden aprender de la vocación de San José.<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b>La primera es «sueño»</b>. Toda vocación <b>parte de un ideal que se descubre y que es el motor de toda la vida</b>. San José descubrió su vocación, en parte, a través de los cuatro sueños que tuvo, que fueron acompañados de otras mociones del Espíritu Santo, hasta convertirse, como decía san Josemaría Escrivá, en un «<b>alud arrollador</b>».<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Normalmente, no tenemos la certeza de que precisamente esa es nuestra vocación. En el caso de José, quizá <b>las inspiraciones que recibió fueron particularmente claras y convincentes</b>, de modo que siguió su camino con una gran seguridad.<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Nunca se puede abandonar esta primera característica de la vocación, porque <b>es la raíz de la que se parte</b>. Es una <b>maduración en la fe</b>: una fe madura.<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b>El segundo rasgo</b> de la vocación, que también vemos en San José, <b>es el «servicio»</b>. Toda vocación es para servir, para darse, para olvidarse de uno mismo y ponerse a disposición de los planes de Dios, en la Iglesia. Los sacerdotes, por ejemplo, somos «ministros», servidores de nuestros hermanos. Pero también lo son los laicos, de otra manera, <b>fomentando el espíritu de servicio</b> ahí donde Dios los ha llamado. <span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Actualmente, en la Iglesia, son necesarias muchas vocaciones de sacerdotes y para la vida consagrada. Pero también es necesario que todos los fieles nos decidamos a poner en práctica <b>nuestra vocación a servir en la familia, en el trabajo, en la vida social</b>. Todos los días podemos servir a los demás en los pequeños detalles que están a nuestro alcance.<span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;">Por último, <b>la tercera característica</b> que vemos en la vocación de San José, <b>es la «fidelidad»</b>. Cualquier vocación verdadera no es algo pasajero. Imprime en la persona un impulso que ha de durar toda la vida. El idéela de la vocación <b>debe mantenerse en los momentos de oscuridad y tinieblas</b>. ¿Por qué? Porque en todas las vocaciones, lo que debe estar como fundamento, es el amor a Dios. Hemos descubierto cuánto Él nos ama y nosotros queremos corresponder a ese Amor, que sólo se puede «pagar» con amor. <span class="Apple-converted-space"> </span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b style="text-indent: 28.4px;">San José y Nuestra Señora</b><span style="text-indent: 28.4px;">, que desde muy jóvenes vieron clara su vocación, nos ayudarán a descubrir la nuestra y ser fieles a ella hasta el final de nuestra vida. </span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><br /></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-26366245999005509192021-04-16T00:00:00.002-05:002021-04-16T12:40:45.348-05:00La luz de la conciencia<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Los apóstoles, después de la Resurrección del Señor, <b>ponen en práctica todo lo que Él les enseñó</b>. ¡Cuántas veces le habrán oído hablar sobre el perdón! ¡Cuántas le habrán visto disculpar a algunos diciendo: «no sabe lo que hace»!</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-d0oiniwRHSmYXqNJONKHNht7cyYSOrYMahLXIr3Pcj732CptXrezlHhTyxydvEa24Z7L_FD3zxg5kZ4p-ockQrCSRuhMPmt5YUZqGy50MQESvNaKj4dfclWIRIKKpLB5EPr6GPvL4-A/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: inherit;"><img alt="" data-original-height="469" data-original-width="584" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-d0oiniwRHSmYXqNJONKHNht7cyYSOrYMahLXIr3Pcj732CptXrezlHhTyxydvEa24Z7L_FD3zxg5kZ4p-ockQrCSRuhMPmt5YUZqGy50MQESvNaKj4dfclWIRIKKpLB5EPr6GPvL4-A/w320-h257/image.png" width="320" /></span></a></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pedro, en uno de sus discursos, narrados por los Hechos de los Apóstoles, <b>sigue el ejemplo de Cristo en la Cruz, que perdona a sus verdugos</b> y dice: «<i>no saben lo que hacen</i>».</span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes</i>» (cfr. Hechos, 3, 17-19).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La moral cristiana nos recuerda que <b>puede haber personas que tengan una conciencia recta y</b>, sin embargo —siguiendo el eco de la voz de Dios en el corazón de todos los hombres—, actúen equivocadamente. Pueden, en algunos casos, no ser culpables, o plenamente culpables, por esas acciones. Decimos que <b>actuaron con una «ignorancia invencible»</b>, en distintos grados. Es decir, la ignorancia puede quitar o disminuir la culpabilidad de las acciones malas.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>San Pedro, al menos supone que quienes lo escuchan han actuado por ignorancia</b> rechazando a Jesús, pidiendo el indulto de Barrabas y dando, finalmente muerte al Mesías. Es una lección de <b>delicadeza y de prudencia para no juzgar</b> sólo por lo que vemos. Dios sólo es el que juzga lo que hay en lo más profundo de los corazones.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Se suele decir que, <b>quien actúa con una conciencia recta, duerme tranquilo</b>: «<i>En paz, Señor, me acuesto y duermo en paz, pues sólo tú, Señor, eres mi tranquilidad</i>» (Salmo responsorial del próximo domingo).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Por otra parte, todos <b>tenemos la obligación de buscar la verdad y de tener una conciencia recta</b>. La ley natural grabada en el corazón es una guía, en este sentido. Pero no basta, pues las consecuencias del pecado original oscurecen la conciencia. <b>Por eso es necesaria la formación de la conciencia</b>. Es necesario investigar, preguntar, informarse… Así conoceremos realmente a Jesucristo y lo que Él dejó a su Iglesia, y no se podrá decir de nosotros lo que leemos en la Segunda Lectura de la Misa del domingo:</span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Quien dice: “Yo lo conozco”, pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él</i>» (cfr. 1 Jn 2, 1-5).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>En el Evangelio de la Misa</b> leemos cómo los discípulos de Emaús, después de haberse encontrado con el Señor, en el camino, lo reconocen al partir el pan y, habiendo Él desaparecido de su presencia, vuelven presurosos a Jerusalén y son también testigos de la aparición de Jesús a los apóstoles en el cenáculo.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Hoy podemos reflexionar sobre <b>el modo en que Jesús va llevando a esos dos discípulos</b> —de los cuales uno se llamaba Cleofás— hacia una actitud de fe profunda en el Resucitado.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Cleofás y su amigo van desanimados por el camino de Emaús</b>. Jesús se pone a su lado. No lo reconocen, como tampoco la Magdalena o los apóstoles en la segunda pesca milagrosa. Jesús respeta su libertad. <b>Tiene una gran finura al tratar a las almas</b>. No quiere imponerse, sino facilitar todo para que ellos mismos vean claro y se conviertan. Es maravilloso leer cómo el Señor hace un además de pasar adelante, cuando llegan a Emaús. Era una invitación delicada a que ellos le pidiesen que se quedara, como de hecho lo hicieron: «<i>mane nobiscum</i>», ¡quédate con nosotros!</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En este pasaje del Evangelio <b>vemos el respeto del Señor a las conciencias de los hombres</b>. También los discípulos de Emaús eran «ignorantes»: no habían sabido conocer a fondo todo lo que Jesús les había enseñado. Por eso, <b>Él les abre el sentido de las Escrituras</b> —como más tarde también a los apóstoles—, y, finalmente, los introduce en el Misterio de su Amor, al partir el Pan. El resultado es que Cleofás y su amigo, vuelven corriendo a Jerusalén, <b>para ser testigos de Jesús Resucitado</b>.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">La ignorancia, la oscuridad, se convierte en luz vivísima. </span><b style="text-indent: 28.4px;">Jesús ilumina las conciencias y las saca del error</b><span style="text-indent: 28.4px;">. También Nuestra Señora tenía una conciencia y actuaba —la Inmaculada— siempre unida a la Verdad de su Hijo. </span><b style="text-indent: 28.4px;">La Reina del Cielo</b><span style="text-indent: 28.4px;">, en este Tiempo de Pascua, nos enseñará a tener una conciencia más delicada y pronta para buscar en todo la Voluntad de Dios. </span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-24951865870192788482021-04-09T00:00:00.001-05:002021-04-09T00:00:00.205-05:00Como niños recién nacidos<p style="text-align: left;"> <span> </span><span> </span><span style="font-family: inherit;"><b style="text-indent: 28.4px;">La antífona de entrada del Domingo de la Misericordia</b><span style="text-indent: 28.4px;"> nos introduce de lleno en el Misterio Pascual:</span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRP-BbcQLveR86UCYTeuCcZEMsEVhPWf4Kw9G5mLkf1Z-m2MAM2exeKk3FEz3TN3bYMXUEQSu_A_9jOKnMDbzkHkQdj4AdQ4MlfdBbZ6-sQNhqb5KxnnMkKuvUBjDqNJMr1vDFKm3ie04/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="419" data-original-width="287" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRP-BbcQLveR86UCYTeuCcZEMsEVhPWf4Kw9G5mLkf1Z-m2MAM2exeKk3FEz3TN3bYMXUEQSu_A_9jOKnMDbzkHkQdj4AdQ4MlfdBbZ6-sQNhqb5KxnnMkKuvUBjDqNJMr1vDFKm3ie04/w219-h320/image.png" width="219" /></a></span></div><p></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">“<i>Como niños recién nacidos, anhelen una leche pura y espiritual que los haga crecer hacia la salvación. Aleluya</i>”.</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span class="Apple-converted-space"> </span>Jacques Philippe, conocido autor de libros espirituales, en un retiro que predicó en Madrid hace algunos años, comentó una anécdota de la vida de <b>Santa Teresa de Lisieux</b>.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Santa Teresa, desde muy niña, se sentía fuertemente atraída hacia la santidad. Sin embargo, la muerte de su madre cuando ella tenía sólo cuatro años de edad, la marcó profundamente. Aparecieron en su carácter algunos rasgos psicológicos de inmadurez infantil: deseos de llamar la atención, una hipersensibilidad que le llevaba frecuentemente al llanto, deseos de reconocimiento, desánimos frecuentes cuando no lograba lo que quería, etc. Verdaderamente, algunas veces era insoportable.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">No podía vencer esas tendencias fuertemente grabadas en su forma de ser. <b>Cuando tenía catorce años de edad, en la Navidad de 1886</b>, su padre, que le tenía un afecto notorio, preparó, como todos los años, los regalos para sus hijos, en la chimenea. Pero, después de llevar a cabo esa tarea cansada, se le escaparon unas palabras que hirieron en lo más vivo la sensibilidad de Teresa, que era la más pequeña de la familia: «Menos mal que es el último año». Ella ya venía dándose cuenta de que tenía que cambiar, y que <b>no podía seguir siendo una niña mimada</b>. Entonces, después de la Comunión que recibió aquel día en la Misa de medianoche, tomó la decisión, valientemente, de controlar sus emociones. Estuvo contenta, alegre y, finalmente, venció el desánimo. Aquello fue un hito de gran importancia en su vida: ganó en madurez y se dio cuenta de que ese era el camino para superar los estados emotivos. Al año siguiente ingresó como novicia al convento de Carmelitas.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿Qué fue, en el fondo, lo que le hizo cambiar? <b>La convicción de que Dios, que ha puesto en nuestro corazón el deseo de amarle, nos da la fuerza para alcanzar la santidad, a pesar de nuestros defectos</b>. Que lo importante no es qué tan frágiles seamos, sino saber que Dios nos ama y que podemos confiarnos plenamente a Él. Que los brazos de Jesús son dónde tenemos que ponernos porque Él es nuestra fortaleza.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Tres años antes, <b>cuando cumplió 11 años de edad, ya había hecho tres propósitos sencillos</b>: 1) luchar contra el orgullo, 2) rezar todos los días a la Virgen un Acordaos y 3) no desanimarse nunca.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>En el último año de su vida</b> (1897), a los 24 años de edad, estaba enferma en el convento. Entonces escribió en uno de sus manuscritos que, poco a poco, fue descubriendo <b>un camino sencillo, corto y nuevo para alcanzar la santidad</b>. Ese camino, o «caminito», como Ella lo llamaba, era la infancia espiritual. Realmente, no era un camino nuevo, en estricto sentido. Era redescubrir el Evangelio, que es un Camino de amor para los pequeños. Muchas veces Jesús había dicho a sus discípulos que es indispensable hacerse como niños para entrar en el Reino de los Cielos.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Santa Teresa de Lisieux fue lo que descubrió</b> en su propia vida y luego lo escribió para que, a lo largo de los años, una multitud de personas en todo el mundo pudiéramos seguir su «camino de infancia».</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La decisión que tomó a los catorce años de edad fue algo sencillo, relativamente</b>. No fue una decisión aparentemente importante. Sin embargo, cambió su vida. Se dio cuenta de que eso es lo que Dios nos pide cada día: decirle que «sí» en alguna cosa. Y sostener ese propósito en los días sucesivos. En definitiva, l<b>a santidad está al alcance de cualquier persona, a través de la lucha en los pequeños detalles de la vida ordinaria</b>. En esto se adelantó al Concilio Vaticano II, al igual que san Josemaría que, después de la canonización de Santa Teresa de Lisieux, en 1924, conoció sus escritos y le impresionaron vivamente. Él también aconsejaba el «caminito de infancia» como un modo seguro y asequible a todos de alcanzar la santidad.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>San Juan Pablo II</b>, con motivo del centenario del fallecimiento de Santa Teresita (1987) la proclamó doctora de la Iglesia. Ella tenía 24 años al morir. Nunca estudió teología. Sus escritos son relatos de sus vivencias personales. Y, sin embargo, <b>el Papa quiso poner su modo de comprender el Evangelio como un punto de referencia para todos</b> los cristianos de nuestra época. Vale la pena que nosotros conozcamos su vida y sus escritos. Y, sobre todo, que sigamos su ejemplo en el camino de amor a través de las cosas pequeñas y ordinarias de nuestra vida.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span class="Apple-converted-space"><br /></span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-53291863465777338102021-04-02T00:00:00.004-06:002021-04-02T00:00:00.757-06:00Saberse amados por Dios<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Estamos metidos de lleno en el Triduo Pascual</b>. Desde la tarde del Jueves Santo hasta la mañana del Domingo de Padua, Jesús vive —y nosotros con Él— el Misterio de nuestra Redención.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span class="Apple-converted-space"></span></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkj7V_x_MzpYlxIUusuRxP2BSai2hVT3MOLw69VTTjpYAu0VZp9R16FWM22UgvuVqxN8uQaO7k0CtB3BFcH9y4s-YpXibKaY3H9FHbowqCkXXKsBMjJxuie1mMS3WwYKsnTfobM0oqqv0/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="1600" data-original-width="1395" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkj7V_x_MzpYlxIUusuRxP2BSai2hVT3MOLw69VTTjpYAu0VZp9R16FWM22UgvuVqxN8uQaO7k0CtB3BFcH9y4s-YpXibKaY3H9FHbowqCkXXKsBMjJxuie1mMS3WwYKsnTfobM0oqqv0/w279-h320/image.png" width="279" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<b><i>Como hubiese amado a los suyos, los amó hasta el fin</i></b>». Así comienza San Juan el capítulo 13 de su evangelio, seguido por el lavatorio de los pies, que leíamos ayer en la <i>Misa in Cena Domini</i>. ¿Qué nos quiere decir el evangelista a nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI?<span class="Apple-converted-space"> </span>Algo de suma importancia: <b>que el Señor, lo que más desea es que conozcamos el Amor que Dios nos tiene y que nos dejemos querer por Él</b>: por Dios Padre, que envía a su Hijo y hace posible que seamos hijos suyos, por el Espíritu Santo.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Cuando Cristo se pone de rodillas para lavar los pies a sus discípulos, <b>manifiesta de modo vivo cómo es el Amor de Dios</b>: tan grande que está dispuesto a abajarse, a anonadarse, a hacerse servidor de cada uno de nosotros. No es fácil de entender. ¿Porqué Dios nos quiere tanto? ¿Qué tenemos que le le lleve a hacer la «locura» de querernos tanto? <b>Es un gran Misterio</b>. Pero es así.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pedro tampoco lo entiende<span class="Apple-converted-space"> </span>y, por eso, trata de hacerle ver al Señor que es un despropósito lo que está haciendo. Finalmente, se rinde ante un argumento contundente: «<b><i>no tendrás parte conmigo</i></b>», si no dejas que te lave los pies.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Quizá lo más difícil del seguimiento de Cristo —aunque parezca lo más fácil—, <b>es dejarse querer por Él</b>. Jesús nos ama con el Amor del Padre, con ese Amor que es una Persona: el Espíritu Santo. Dios es Amor. ¡Qué difícil comprender este Misterio! Pero, <b>¡qué importante dedicar nuestra vida a tratar de comprenderlo!</b></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Los grandes santos han vislumbrado el gran Amor que Dios nos tiene. Santa Teresa de Lisieux, por ejemplo, siendo muy joven, se veía <b>como una niña pequeña a la que Dios ama con ternura</b>. Pedía grandes cosas porque sabía que Dios era su Padre y no puede negar nada a sus hijos más pequeños.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>¡Dejarnos querer!</b> <b>Esa es la principal meta de nuestra vida</b>. Aprender a dejarnos querer por Dios. Si tratamos de poner el acento en nuestros logros, en nuestros progresos, vamos por mal camino. Podemos tener muchos defectos y errores; podemos ser muy frágiles. Lo importante es tener la convicción de que eso es lo «natural». Como decía san Josemaría: <b>lo natural es darnos cuenta de que damos abrojos y espinas</b>. Eso es lo nuestro. Todas nuestras obras buenas se las debemos a Dios. Nosotros no valemos nada.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<b>Saber que me quieres tanto y no me he vuelto loco</b>», decía san Josemaría Escrivá. Es como para «volverse loco» de alegría.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Por eso son tan importantes en la vida espiritual las acciones de gracias, la adoración, la alabanza a Dios. <b>Son señal de que vamos comprendiendo un poco su Amor</b>; de que vamos dándonos cuenta de cuánto nos ama.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En la práctica, para ir logrando esa convicción y, de verdad, disponernos a dejarnos amar por Él, <b>es imprescindible, ver a Cristo en los demás</b>. Una muestra clara de haber comprendido un poco cuánto Dios nos ama es darnos cuenta de que así también ama a cada uno de nuestros hermanos. Si Dios ama tanto a este hermano mío, ¿como yo seré capaz de cerrarle mi corazón? ¿Cómo puedo despreciarlo o tenerle rencor? ¿Cómo no lo voy a tratar con inmenso cariño, sabiendo que Dios lo quiere tanto?</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Esa es la piedra de toque del Amor</b>, la caridad a nuestro prójimo. Quizá por eso el Señor le dijo a Pedro que no comprendía porque Él les lavaba los pies a sus discípulos, a sus amigos, pero también a Judas, que era un traidor.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">Como siempre, lo mejor para aprender cualquier enseñanza de Jesús, </span><b style="text-indent: 28.4px;">es mirar cómo la vivía Nuestra Señora</b><span style="text-indent: 28.4px;">. Ella, más que ninguna otra criatura, sabe cuánto nos ama Dios y también cuánto ama a cada uno de sus hijos. Por eso, María nos ama tanto. </span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span></span> </p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-42451822315045243322021-03-19T00:00:00.001-06:002021-03-19T00:00:06.509-06:00La Alianza Nueva<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En nuestro blog <a href="https://sanjose2021.blogspot.com/"><span class="s1" style="color: #852302;">Reflexiones en el Año de San José</span></a> se pueden meditar, con motivo de la <b>Solemnidad que hoy celebramos</b>, algunos párrafos de la Exhortación Apostólica de San Juan Pablo II <i>Redemptoris Custos</i> (15 de agosto de 1989).</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM6NXNqsOM3i_NhsaNuC4sxfECaKYzPS-6qsPQ6T1ZOq_EadqAkFuGf3N5xvJAgpwHgxEGSxlvfyiGNLOqvF_AP1XQhvfLVbWzdH0GmvO0S6IcbODOZA_lcq3k8e8z_E5h4PoOejV1_CQ/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="457" data-original-width="650" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM6NXNqsOM3i_NhsaNuC4sxfECaKYzPS-6qsPQ6T1ZOq_EadqAkFuGf3N5xvJAgpwHgxEGSxlvfyiGNLOqvF_AP1XQhvfLVbWzdH0GmvO0S6IcbODOZA_lcq3k8e8z_E5h4PoOejV1_CQ/w320-h225/image.png" width="320" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En este <i>post</i>, <b>comentaremos parte de la</b> <b>de Primera Lectura</b> de la Liturgia de la Palabra del próximo domingo, <b>5º de Cuaresma </b>(Jer 31, 31-34). Nuestro deseo es que, estas reflexiones, nos puedan ayudar a prepararnos mejor, durante la Semana de Pasión, para vivir con mas intensidad la Semana Santa.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El profeta Jeremías</b>, más de 500 años antes de Cristo, hace una revelación sorprendente:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Se acerca el tiempo, dice el Señor, en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva</i>».</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Esta frase nos <b>lleva a hacernos las siguientes preguntas</b>: ¿Se ha realizado ya esa alianza? ¿En qué consiste su <i>novedad</i>? ¿A qué <i>casas de Israel y de Judá</i> se refiere?</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿Qué podemos responder a todo esto, <b>según la doctrina católica</b>? Lo primero es que esa <b>Alianza Nueva</b> la realizó ya Jesucristo con su Pasión, Muerte y Resurrección, adelantándola al instituir la Eucaristía el Jueves Santo. Es <i>Nueva</i> porque claramente se distingue de la <i>Antigua </i>Alianza con Israel, aunque no es ajena a ella, pues la lleva a su cumplimiento y plenitud. Por otra parte, Israel y Judá se amplían, con esta Nueva Alianza. <b>Israel y Judá son la <i>Iglesia</i> fundada por Cristo</b> sobre los cimientos de los Apóstoles.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pero <b>el texto de Jeremías continúa</b>: <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Ésta será la alianza nueva que voy a hacer con la casa de Israel: Voy a poner mi ley en lo más profundo de su mente y voy a grabarla en sus corazones</i>».</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Ahora nos preguntamos</b>: ¿De qué <i>ley</i> se trata? ¿Qué significa que queda grabada en lo profundo de la mente y corazón?</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La Ley de la que se habla</b> <b>es la del Amor</b>, el <i>Nuevo y Único</i> Mandamiento de Cristo. «<i>Dios es Amor</i>» y Cristo se ha encarnado <b>para manifestar el Amor del Padre</b> y para darnos su Espíritu, que es Espíritu de Amor.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La Ley del Amor <b>se graba en lo más profundo de nuestra mente y corazón, mediante la fe</b> en Cristo Resucitado, que recibimos con un Don en el Bautismo; y la hacemos vida contribuyendo a alimentar la fe y el amor, a través de la meditación de la Palabra de Dios y la recepción de los Sacramentos.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El Espíritu Santo infunde en cada fiel bautizado el Amor de Dios</b> que nos sana del pecado y nos prepara para el encuentro definitivo con Cristo, al final de la vida.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El texto que estamos meditando, de Jeremías, <b>continúa aclarando mas cosas sobre esa Ley</b> grabada en lo profundo de la conciencia (mente) y de toda la persona (corazón).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que instruir a su prójimo ni a su hermano, diciéndole: ‘Conoce al Señor’, porque todos me van a conocer, desde el más pequeño hasta el mayor de todos, cuando yo les perdone sus culpas y olvide para siempre sus pecados</i>».</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Ante esta <b>última frase de la Primera Lectura de la Misa</b>, nos preguntamos: ¿Se ha realizado ya esta promesa de Dios? ¿No se trataría, más bien, de una promesa para un mundo futuro?</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Efectivamente, <b>la Iglesia es Pueblo de Dios</b>, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo (cfr. la eclesiología del Concilio Vaticano II). Pero es un <b>pueblo que peregrina</b> y aún no ha llegado a su Meta. La Promesa ya se está realizando, pero aún no en plenitud. La última meta, indudablemente, es el Cielo, la Jerusalén Celestial.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Las palabras de Jeremías, por lo tanto, <b>¿se refieren al Cielo?</b> Sí. Tienen un significado eclesiológico, pero también escatológico: en el Cielo todos conoceremos a Dios, que nos habrá perdonado todas nuestras culpas para siempre.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Sin embargo, muchos estudiosos, especialmente en nuestro tiempo, afirman que <b>esas palabras de Jeremías se refieren, también y, sobre todo, a la Nueva Jerusalén</b>: a los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra, que serían un Reino Eucarístico aquí en la tierra; la Era de Paz de la cual hablaba San Juan Pablo II.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿Cuándo llegará ese Nuevo Paraíso aquí en la tierra? <b>No lo sabemos con certeza</b>, aunque hay profecías en la Sagrada Escritura y en mensajes de videntes de nuestra época (como Marga, de la cual hemos hablado mucho en este blog) que sostienen su gran proximidad: ya estaríamos en el Tiempo de Gracia que precede a la Gran Tribulación y a la Era de Paz (ver, por ejemplo, el sitio web «<a href="https://www.countdowntothekingdom.com/"><span class="s1" style="color: #852302;">Count Down to the Kingdom</span></a>». <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span class="Apple-converted-space"> </span>Mientras llega el cumplimiento de esa Promesa, <b>repitamos el Padre Nuestro con devoción</b>: «<i>Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo</i>».</span></p><p class="p2" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 12px; min-height: 14px;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></p><p><span style="font-family: Verdana; font-size: 13px; text-indent: 28.4px;"> </span> </p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-28191114941341493752021-03-12T00:00:00.002-06:002021-03-12T08:16:15.547-06:00Cristo en la cumbre de las actividades humanas<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La Iglesia se viste con ornamentos de color de rosa</b> en señal de su inmensa alegría, cuando ya se acercan los Días Santos.</span></p><div style="text-align: right;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpGLPgTS8BM49IfZFhM1gxrytHB8JbATUFOpPN4sN99hcuMIv9TFKTUwX5zA1FopBAd8NEVxKQgrSVUrVhElP0lCJ9fw_RXvaHXm0auL0Y62dzvHsYCTUoPRWR-BuzRF9QGcmqVBQhZq0/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="417" data-original-width="626" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpGLPgTS8BM49IfZFhM1gxrytHB8JbATUFOpPN4sN99hcuMIv9TFKTUwX5zA1FopBAd8NEVxKQgrSVUrVhElP0lCJ9fw_RXvaHXm0auL0Y62dzvHsYCTUoPRWR-BuzRF9QGcmqVBQhZq0/" width="320" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Alégrate, Jerusalén, y que se reúnan cuantos te aman. Compartan su alegría los</i><span class="Apple-converted-space"> </span><span class="s1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;"> </span><i>que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad</i>» (Antífona de entrada del Cuarto Domingo de Cuaresma).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Los israelitas que iban hacia Jerusalén</b>, entonaban los 15 Cantos graduales, o de subida. Son 15 salmos que manifiestan el gran gozo de llegar a la Ciudad Santa. Jesús, que desde hacía 6 meses había recorrido el <b>camino de «subida» a Jerusalén</b>, también está gozoso, porque se acerca la Hora de la Redención.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«¡Este es el Día que ha hecho el Señor, gocémonos y alegrémonos en él!» (Salmo 118, 24).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Terminado el destierro de Babilonia, <b>el Rey Ciro permite regresar a todos los judíos a Jerusalén</b>. Es un retorno gozoso de todo el pueblo.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado </i><b><i>que le edifique una casa en Jerusalén de Judá</i></b><i>. En consecuencia, todo aquel que pertenezca a este pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe</i>» (2 Crónicas, 36, 14-16, 19-23; cfr. Primera Lectura de la Misa).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Todos los cristianos <b>nos alegramos de ir a Jerusalén</b> y, sobre todo, de saber que algún día llegaremos a <b>la Nueva Jerusalén</b> (Cielos Nuevos y Nueva Tierra) y a <b>la Jerusalén Celestial</b> (Reino Celestial).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas. Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: “<b>Algún cantar de Sión, alegres, cántennos</b>”. Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque, <b>si de ti, Jerusalén, yo me olvidara</b>! ¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara!» (cfr. Salmo 136; salmo responsorial de la Misa).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Este cántico es siempre <b>materia de oración para un alma que espera</b> la Gloria de Dios y el cumplimiento de sus promesas.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">San Pablo, en la <b>Segunda Lectura de la Misa</b> (cfr. Ef 2, 4-10), subraya una y otra vez que la salvación que tenemos es un don de Dios. «Con Cristo y en Cristo», repite dos veces, hemos sido salvados. Por la gracia y mediante la fe.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús, para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos» (<i>Ibidem</i>).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">¿<b>Cuál es el bien que Dios ha dispuesto que hagamos</b>? Jesús lo dice a Nicodemo en el Evangelio de la Misa.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así </i><b><i>tiene que ser levantado el Hijo del hombre</i></b><i>, para que todo el que crea en él tenga vida eterna</i>» (Jn 3, 14-21).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Más adelante en su Evangelio, San Juan recoge otras palabras del Señor que <b>completan lo dicho a Nicodemo</b>:</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Y yo, cuando sea levantado (exaltatus fuero) de la tierra, atraeré a todos hacia mí</i>» (Jn 12, 32).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El 7 de agosto de 1931, en la Santa Misa, al alzar la Sagrada Hostia después de la consagración eucarística, las palabras de San Juan, cap. 12, v. 32 <b>quedaron grabadas a fuego en el alma de Josemaría Escrivá de Balaguer</b>. Vinieron «a mi pensamiento —escribió aquella misma tarde— con fuerza y claridad extraordinarias». Las "oyó" en el tenor latino de la Vulgata: <i>Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum</i>. Tenía entonces 29 años y todavía no hacía tres que había fundado el Opus Dei. Fue la de aquella mañana una <b>experiencia mística de su espíritu</b>, semejante a otras que se habían dado —y se seguirían dando— en la vida del Siervo de Dios. Me refiero a la irrupción de lo divino en su alma bajo la forma de <i>loquela</i> o <i>locutio</i> divina. A un primer movimiento de temor ante la Majestad de Dios, siguió la paz del "Ne timeas!", soy Yo. «Y comprendí que <b>serán los hombres y mujeres de Dios, quienes levantarán la Cruz con las doctrinas de Cristo sobre el pináculo de toda actividad humana</b>... Y vi triunfar al Señor, atrayendo a Sí todas las cosas».</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Este último párrafo pertenece a un <a href="https://opusdei.org/es-es/article/omnia-traham-ad-meipsum/#_ftn2"><span class="s2" style="color: #852302;">estudio de Pedro Rodríguez</span></a> (<i>Romana</i>, 13; 1991), y nos ayuda a comprender lo que quiere Jesús de los cristianos corrientes, que viven en el mundo: <b>poner a Cristo en la entraña y en la cumbre de todas las actividades humanas</b>. Así contribuimos a que, pronto, su Reino entre nosotros sea una realidad.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p2" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; min-height: 16px; text-indent: 28.4px;"><br /></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-74482123199243897312021-03-05T00:00:00.016-06:002021-03-05T00:00:01.673-06:00"El celo de tu casa me devora"<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Tomando en cuenta que el <b>Tercer Domingo de Cuaresma</b> está centrado en la necesidad de defender con valentía la Casa de Dios, es decir, sus Mandamientos, su Palabra, sus Sacramentos, sus Misterios…; podemos dedicar este artículo a <b>discernir sobre cómo hay que entender la actitud del Señor al expulsar a los mercaderes del Templo</b>, y las palabras de la Escritura que, a continuación, recordaron los discípulos al presenciar ese evento: «<b><i>el celo de tu casa me devora</i></b>» (cfr. Jn 2, 13-15).<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrwRM1FNaXFAkTGdMiZAk59Wq3uJu_J9qqzzS1kXZYkj3xS-Yaxk9BNevlU4f_iQdmdPyYls31W2AB5FvWrn_wDZdePcvI2xYxGkNNZO_0r9HjrMbL8B-6i4PJnJqD9xuRqFQDvn9GgOs/" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1562" data-original-width="1920" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrwRM1FNaXFAkTGdMiZAk59Wq3uJu_J9qqzzS1kXZYkj3xS-Yaxk9BNevlU4f_iQdmdPyYls31W2AB5FvWrn_wDZdePcvI2xYxGkNNZO_0r9HjrMbL8B-6i4PJnJqD9xuRqFQDvn9GgOs/w320-h260/image.png" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Jesús expulsa a los mercaderes <br />del Templo (El Greco, 1600)</span></td></tr></tbody></table></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Vivimos en un mundo en que todo nos lleva a ser «</span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">políticamente correctos</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">». Se va creando una mentalidad (una ideología) secularista y secularizarte, que proscribe de modo firme y consistente lo que no se ajusta a sus moldes. Las grandes compañías y los </span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">mass media</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">censuran a quienes defienden las verdades más elementales de la ley natural</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> y los derechos que todos tenemos de vivir de acuerdo con nuestra fe religiosa.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>En teoría se quiere la libertad y la igualdad</b> para todos los hombres. Pero, en la práctica, se han ido formando una serie de tabúes que coartan la libertad de las personas.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Por otra parte, <b>los cristianos queremos vivir el primer mandamiento del Señor</b> (cfr. Primera Lectura de la Misa: Ex 20, 1-17): Amar a Dios con todo nuestro corazón, y al prójimo como a nosotros mismos. El amor al prójimo <b>incluye el deseo de vivir una fraternidad universal</b>: querer a todos, no discriminar a nadie, respetar la libertad de las conciencias de todos los hombres, convivir pacíficamente con nuestros hermanos, etc.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Para muchos, <b>el comportamiento de Jesús en el Templo</b>, derribando las mesas de los mercaderes e increpándolos duramente por haber convertido la Casa de su Padre en una cueva de ladrones, <b>puede ser difícil de comprender</b>. La tolerancia que se predica en nuestra época, parece estar en contra de actitudes violentas. Por otra parte, vemos que muchos defienden la protesta violenta, cuando se trata de hacer frente a lo que consideran intocable (p. ej. el aplauso que merecieron las actitudes vandálicas del movimiento Black Lives Matters, en Estados Unidos, contra el supuesto racismo).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>San Josemaría Escrivá distinguía entre «libertad de conciencia» y «libertad de las conciencias»</b>, por una parte. Y, además, animaba siempre a seguir el ejemplo del Señor, que luego vivieron los primeros cristianos ejemplarmente: nunca hacer el mal para conseguir un bien; nunca utilizar la violencia para convencer a otro de su error.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Jesús, en el Templo, actúa firmemente</b>. Pero no podemos imaginarlo con una actitud destemplada y violenta. Es verdad que derriba las mesas de los cambistas y habla duramente a los fariseos. Pero t<b>odos estos comportamientos van acompañados del respeto y el cariño por cada persona</b>, porque todos somos hijos de Dios. Los mismos mercaderes lo notarían. <b>Es el modo de actuar de un padre bueno</b> que corrige al hijo díscolo y rebelde: siempre desea su bien; nunca lo trata mal: con violencia mala y con odio.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">A nosotros, lo que Dios nos pide es imitar el celo del Señor: «<b><i>Veritatem facientes in caritate</i></b>» (Ef 4, 15); vivir la verdad con la caridad. No podemos admitir la <b>libertad de conciencia</b>, que es lo mismo que defender el relativismo. En cambio, amamos <b>la libertad de las conciencias</b>; es decir, defendemos el respeto que merecen todos los hombres de actuar según su conciencia, aunque esté equivocada. Lógicamente, esto no significa que nos quedemos cruzados de brazos cuando vemos que se atropella la libertad de las personas y el bien común. Cuando vemos a alguien equivocado, hacemos todo lo posible, de modo pacífico, para ayudarle a salir del error.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Todo esto no se puede comprender, cabalmente, sin el Misterio de la Cruz</b> (cfr. Segunda Lectura de la Misa del domingo). La Cruz es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Amando la Cruz de Cristo, <b>el Señor nos concede la capacidad de comprender el misterio de Dios y del hombre</b>. Identificarnos con Cristo en la Cruz nos llevará a que, en cada momento, sepamos discernir cómo debemos comportarnos: siempre con amor, dulzura y comprensión; y, al mismo tiempo, con firmeza en la verdad, valentía para defenderla, y con un celo que nos lleve a saber ceder en todo lo que sea personal, pero a no ceder en lo que es de Dios.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">La Sabiduría de la Cruz</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, que podemos pedir al Señor en esta Cuaresma, nos hará verdaderamente sabios y prudentes para saber cómo actuar en el mundo que nos ha tocado vivir. </span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p><span style="font-family: inherit;"> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-66881119763980753362021-02-26T00:00:00.001-06:002021-02-26T00:00:01.247-06:00Subir al Tabor con Cristo<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En la Transfiguración (cfr. Evangelio de la Misa del 2º Domingo de Cuaresma), Jesús lleva consigo a tres de sus discípulos <b>para que sean testigos de su gloria en el Monte Tabor</b>, y escuchen también a Elías y a Moisés <b>hablar de su Pasión y Muerte</b>.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZyFyuGNcaLoURsFVCeq1xAUEiIMoWvqIDCz8bSVlSruvrL-KO3goge0qxF4JZI324Dn0-Ymr45CUJqhK9_fNjl2LqQ54j1Ju0Mrran_IN5u1gsObO0-JhykBcfoX_RFWs4czdWbo516o/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="988" data-original-width="736" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZyFyuGNcaLoURsFVCeq1xAUEiIMoWvqIDCz8bSVlSruvrL-KO3goge0qxF4JZI324Dn0-Ymr45CUJqhK9_fNjl2LqQ54j1Ju0Mrran_IN5u1gsObO0-JhykBcfoX_RFWs4czdWbo516o/w239-h320/image.png" width="239" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La Transfiguración es un acontecimiento de oración</b> (cfr. J. Ratzinger, <i>Jesús de Nazaret</i>). Los montes, en Israel, son ante todo lugares de oración. Solamente en un clima de oración se pueden aceptar las realidades sobrenaturales.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">De alguna manera, el Papa Francisco, a través de su <b>Mensaje para la Cuaresma 2021</b>, nos sugiere tomar el camino de la fe, la esperanza y la caridad. Así, acompañando a Jesús al Tabor, podremos luego subir con Él al Calvario.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>El Papa relaciona cada una de las tres virtudes teologales con una de las obras de penitencia</b>. La fe con el ayuno. La esperanza con la oración La caridad con la limosna.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Subiendo al Tabor, con Cristo</b>, ejercitamos la esperanza (porque es un acontecimiento de oración, como hemos dicho), la fe (porque subir siempre implica dejar la comodidad: privarse de algo) y la caridad (sobre todo, porque acompañamos y consolamos al Señor es su «subida» a Jerusalén).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Al hablar de la esperanza y de la oración, el Papa también incluye, entre estas actitudes del cristiano, a <b>la Confesión Sacramental</b>:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: «</i><b><i>Os pedimos que os reconciliéis con Dios</i></b><i>» (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros </i><b><i>nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros</i></b><i>, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad</i>» (Mensaje para la Cuaresma 2021).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Además, en este apartado, el Papa nos hace ver que <b>podemos ejercitar la esperanza a través de cosas sencillas y ordinarias</b>, como son tratar de ser amables en el trato con nuestros hermanos que nos rodean.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>En la Cuaresma, estemos más atentos a «decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan», en lugar de «palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian» (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con </i><b><i>ser «una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias</i></b><i> para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia» (ibíd., 224)</i>» (<i>Ibidem</i>).<span style="text-indent: 28.4px;"> </span></span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pero, <b>¿cómo lograr ese modo de ser y de actuar?</b> Por medio de la oración.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<b><i>En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior</i></b><i>, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura</i>» (<i>Ibidem</i>).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En el momento en que vivimos, <b>muchos esperamos que pronto se cumplan las promesas del Señor sobre el «Tiempo Nuevo»</b> anunciado a lo largo de toda la Sagrada Escritura. También el Papa relaciona nuestra esperanza, y la oración, con esa Nueva Época tan deseada.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"></span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que </i><b><i>Dios “hace nuevas todas las cosas”</i></b><i> (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15)</i>» (<i>Ibidem</i>).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El domingo pasado leíamos en la Liturgia de las Horas un <b>comentario de San Agustín al Salmo 60</b>, muy alentador. Transcribo algunas ideas que nos pueden ayudar a mantener la esperanza a pesar de todo.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Dios mío, escucha mi clamor, atiende mi súplica. Te invoco desde los confines de la tierra, con el corazón abatido</i>» (cfr. Salmo 60). Parece que los que hablan son muchos, pero es uno solo, porque Cristo es uno solo, y todos nosotros somos sus miembros. Cristo, Nuestra Cabeza, ha unido a sí a sus miembros, en la tentación (el dolor) y en la victoria. Con Él somos tentados, con Él morimos, y con Él triunfaremos. <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>El Señor se halla presente en todos los pueblos y en los hombres del orbe entero no con gran gloria, sino con graves tentaciones. Pues nuestra vida en medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de de enemigo y de tentaciones. Este que invoca desde los confines de la tierra está angustiado, pero no se encuentra abandonado</i>» (San Agustín, <i>in Salmo 60</i>, Lectio altera del domingo 1º de Cuaresma).</span></p></blockquote><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><p><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">Esto es lo que Jesús trata de hacer con sus discípulos en el Tabor: </span><b style="text-indent: 28.4px;">enseñarles que la Cruz es inevitable, pero que luego viene la Resurrección</b><span style="text-indent: 28.4px;">.</span></span></p><p><span style="font-family: inherit;"><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-27214752096541026822021-02-19T00:00:00.010-06:002021-02-19T00:00:09.112-06:00¿Qué impulsa a Cristo al desierto?<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Hemos entrado de lleno en la Cuaresma</b>, tiempo de penitencia; tiempo de conversión. Es un tiempo de preparación para aceptar plenamente la Voluntad de Dios sobre nosotros. </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4ljDlgb4mGIQRemu8z8eMfNWaGi8Gge9KYVr5DBvIxQixjbZFELCWLjkMHrg61O-7sR8SNal9oTP7ShFiUZDMQ4cCsN9AySACMHXqJOZ0_2WuQIemX8GdY5QlVTsoT1wYnKOrD9n9344/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="1353" data-original-width="990" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4ljDlgb4mGIQRemu8z8eMfNWaGi8Gge9KYVr5DBvIxQixjbZFELCWLjkMHrg61O-7sR8SNal9oTP7ShFiUZDMQ4cCsN9AySACMHXqJOZ0_2WuQIemX8GdY5QlVTsoT1wYnKOrD9n9344/w235-h320/image.png" width="235" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Desde el principio queremos acompañar a Jesús en su camino a Jerusalén. La Iglesia, en el <b>Primer Domingo de Cuaresma</b>, nos sitúa al comienzo de la Vida Pública cuando el Señor, después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, <b>es impulsado —literalmente— por el Espíritu al desierto</b> (cfr. Mc 1, 12-15). Con esta expresión, los evangelistas quieren decirnos que Jesús está atento a las más mínimas inspiraciones del Paráclito, <b>para cumplir sin dilaciones la Voluntad de su Padre</b>. Es la Fuerza de Dios la que actúa y encuentra la docilidad total del Hijo.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Podríamos meditar sobre las tentaciones del Señor, que es el tema central del Primer Domingo de Cuaresma, pero <b>vamos a profundizar hoy sobre ese «dejarse llevar» de Jesús por la Voluntad de su Padre</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">De octubre a diciembre de 2019 <b>escribimos doce <i>posts</i> sobre «Vivir en la Voluntad de Dios»</b>. Se puede ver, por ejemplo, el quinto, en el que comenzamos a estudiar este tema en <a href="https://ecosdegarabandal.blogspot.com/2019/11/vivir-en-la-voluntad-de-dios-5.html"><span class="s1" style="color: #852302;">el mensaje de Luisa Piccarreta</span></a>. <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Romano Guardini</b> (1885-1968) escribió un librito, titulado «Jesucristo» en el que dedica un capítulo a este tema: «La voluntad del Padre».<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Una visita profunda al interior de Cristo se nos abre, si partimos de lo que en su vida significa la voluntad del Padre» (R. Guardini, <i>Jesucristo</i>, ed. Cristiandad, Madrid 1965, p. 71).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Desde niño, cuando <b>sus padres lo buscan en el Templo</b> y le preguntan la razón de su conducta, Él contesta: «<i>¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que yo esté en lo de mi Padre?</i>» (Lc 2, 49).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Más adelante, como hemos visto, <b>el Espíritu lo empuja al desierto</b>. Y comenta Guaridini:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Viene sobre Él violencia, luz, ímpetu, entusiasmo. También esta violencia es voluntad del Padre; pero es violencia del Pneuma, del Espíritu, amor del Padre. Creemos encontrar otra vez lo inaudito, que impresionaba a un Elías, a un Eliseo, Habacuc, Daniel, y hacía de las figuras humanas instrumentos de Dios» (<i>Ibidem</i>, p. 72).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió</i>» (Jn 4, 34). <b>Los hombres somos seres hambrientos de una plenitud que nos sacie eternamente</b>. El hambre de Jesús es cumplir la voluntad del Padre que íntimamente lo acucia.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La voluntad del Padre «es como un torrente de vida que viene del Padre a Cristo. Una corriente de sangre, de la que Él vive (…). El que está dispuesto a hacer la voluntad del Padre entra en esa corriente, y la voluntad del Padre es en él como un latido del corazón del mismo Padre, y se halla en una unidad de vida con Cristo más real, más profunda, más fuerte que la que tuvo Él con su madre» (<i>ibídem</i>, p. 73).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Su madre y sus hermanos son los que hacen la voluntad de su Padre (cfr. Mc 3, 31 ss).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Para Jesucristo la voluntad de su Padre es preciosa. Es lo sumo</b>. No se cansa de pedir a sus discípulos que estén solícitos por ella. Lo recomienda en el padrenuestro, que ha de expresarse en toda nuestra vida.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La voluntad del Padre, en Cristo, no es violencia. <b>Habla a Jesús y es por Él libremente aceptada</b>. «<i>Yo hago siempre su agrado</i>» (Jn 8, 29), dice Jesús. Guardini comenta:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Esto nos permite echar una mirada profunda al interior de Jesús. La voluntad del Padre es el núcleo de que Él vive. La voluntad del Padre es lo que lo impulsa, lo sostiene y guía, la fuente de donde brota, como por necesidad, cada una de sus acciones. Es la gran fuerza pneumática que lo llena y guía. La voluntad del Padre es, en Jesús, el mandato vivo que hace de Él un enviado; y todo lo que hace recibe de ahí sentido y unidad. La voluntad de Dios es la comida que sacia el hambre de su ser. Es la corriente de vida que le hace latir y en la que es recibido todo el que se conforma a esta misma voluntad de Dios. Esta voluntad es lo más precioso, objeto de la más profunda y delicada solicitud. Pero todo esto sin conjuro, sin violencia, sin dominio inerte, sino llamada de persona a persona, libremente aceptada y realizada» (<i>ibídem</i>, pp. 74-75).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Toda la vida de Cristo es vivir la voluntad del Padre</b>. Pero, justamente, por no hacer su voluntad sino la del Padre, cumple lo más profundamente propio. Y Guardini añade:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Esto tiene un nombre: se llama amor (…). Algo que nos habla desde fuera sólo puede recibirse en el interior propio, en el corazón, en el espíritu, cuando es el amor» (<i>ibídem</i>, p. 75).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Es el diálogo eterno, íntimo, entre el Padre y el Hijo. <b>Es la oración de Cristo</b>. Por eso la oración es la principal obra de penitencia y en esta Cuaresma haremos bien en poner nuestro mayor empeño en ser «almas de oración», «almas contemplativas».<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-61117172957528506862021-02-12T00:00:00.014-06:002021-02-12T16:51:09.079-06:00Reconocerse pecador<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Pasado mañana celebraremos el <b>6º domingo del tiempo ordinario</b> que, además, es el <b>3º de San José</b>. Y, en la semana siguiente, el <b>Miércoles de Ceniza</b>. Tenemos, por tanto, pocos días de preparación para la Cuaresma.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXAImwu7h2qymRRPVCwZ9FF0CGbBXgUbZZYH8w-HzhA6SvKXvR_qx-YzB7di11mzmGXOhEi8WINT6T4m_wTxSkLYU8E_GkBJ7GsR-lrPoxbG4iUybhRkywyfCSSSgs3TkkRa3yZnlP97s/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1083" data-original-width="1200" height="289" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXAImwu7h2qymRRPVCwZ9FF0CGbBXgUbZZYH8w-HzhA6SvKXvR_qx-YzB7di11mzmGXOhEi8WINT6T4m_wTxSkLYU8E_GkBJ7GsR-lrPoxbG4iUybhRkywyfCSSSgs3TkkRa3yZnlP97s/w320-h289/image.png" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;">Murillo, <i>El retorno del hijo pródigo</i></span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Las tres celebraciones se pueden unir, de modo que, en estos próximos días, tengamos <b>algunos temas importantes que meditar personalmente</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Uno de ellos es la «lepra del pecado»</b> (cfr. 1ª Lectura y Evangelio de la Misa del domingo). Jesucristo es el Salvador (nombre que se le puso a los ocho días de nacido, que es lo que nos recuerda el Tercer Domingo de San José), que derramó su sangre para redimirnos del pecado, y la muerte segunda. Desde el comienzo de la Cuaresma, muchas veces leeremos textos de la Sagrada Escritura y del tesoro de la liturgia de la Iglesia, que nos hablen del pecado y <b>nos animen a no perder su sentido</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Se puede decir que en los últimos cien años, se ha ido perdiendo el sentido del pecado; no sólo en el mundo, sino también en la Iglesia. Recuerdo que a principios de la década de los noventa, en una reunión de sacerdotes, tocamos este tema. Yo, quizá ingenuamente, <b>dije que el pecado es, ante todo, una ofensa a Dios</b>. Entonces, uno de los sacerdotes de más prestigio, que tenía un doctorado en teología moral por la Universidad Gregoriana de Roma, me respondió <b>que ese concepto de pecado estaba superado</b> y que, según la Sagrada Escritura, el pecado es «no dar en el blanco». Eso es lo que significa <i>hamartia</i>, la palabra griega para designar al pecado.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Esta anécdota es un ejemplo de cómo, especialmente después del Concilio Vaticano II, se ha ido perdiendo más y más el sentido verdadero del pecado. Nadie niega que es un «no dar en el blanco», pero es mucho más que eso. <b>Sólo se entiende el pecado cuando vemos a Cristo en su Pasión y en su Muerte en la Cruz</b>. Hasta eso llegó el Amor del Padre para salvar a los hombres: entregar a su propio Hijo a la muerte, y una muerte de Cruz.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Las heridas de Cristo las hemos causado nosotros con nuestros pecados</b>. Cada uno de nosotros estábamos presentes en la Vía Dolorosa: con nuestro deseo de consolar al Señor, pero también con nuestros pecados.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Es muy provechoso considerar que el pecado no existe sólo en los grandes pecadores de la humanidad, causantes de genocidios, <b>sino también en nosotros, que parecemos quizá buenas personas</b>, pero que, a lo largo de nuestra vida, hemos preferido hacer nuestra voluntad, y no lo que Dios nos pedía.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Se suele decir de los santos que, <b>cuanto mas santos, más pecadores se supieron</b>. Por ejemplo, San Josemaría Escrivá decía muchas veces al final de su vida: «<i>Me doy cuenta de que soy un pecador, un gran pecador que ama con toda su alma a Jesucristo</i>» </span>(citado por Ernesto Juliá, <i>En las manos de Dios. Última meditación de Josemaría Escrivá</i>, Ed. Cristiandad, Madrid 2020, p. 126)<span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">. Y, en un momento de su vida, había previsto que el epitafio en su sepultura dijera: «</span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Josemaría, peccator</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">». </span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El 5 de mayo de 1974, decía lo siguiente:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Ser santo es saberse pecador. Padre, ¿y su vida? ¿La mía? Os lo voy a contar en un momento: la vida es </i><b><i>hacer todos los días, muchas veces al día, de hijo pródigo</i></b><i>. ¡Volver! Volver, volver, volver… No me canso de hacer de hijo pródigo y Dios no se cansa de mí, aunque debería estar hasta la coronilla, como se dice en castellano</i>» (<i>Ibidem.</i>, p. 126).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Y el 14 de junio:</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Cada día tengo que hacer, no una vez sino muchas, el papel de hijo pródigo. Tengo que ir a Dios con el corazón —en este momento voy— y le digo: Señor, ayúdame, no he sabido portarme como debiera</i>» (<i>Ibidem.</i>).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>La Cuaresma es un Tiempo de Gracia</b> en el cual podremos meditar frecuentemente la Pasión del Señor, por ejemplo, a través de los Cinco Misterios Dolorosos del Rosario o del Via Crucis. Así aprenderemos a estar junto a Jesús y a acompañarle en esos momentos de dolor uniéndonos estrechamente a sus cinco llagas.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Terminamos con unas <b>palabras de la última meditación que dirigió san Josemaría Escrivá a sus hijos</b>, en Roma, el 27 de marzo de 1975, en la víspera del 50º aniversario de su ordenación sacerdotal. Faltaban tres meses para su fallecimiento. Era un Jueves Santo:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Trato de llegar a la Trinidad del Cielo por esa otra trinidad de la tierra: Jesús, María y José. Está como más asequible. Jesús, que </i>perfectus Deus<i>, </i>perfectus Homo<i>. María, que es una mujer, la más pura criatura, la más grande; más que Ella sólo Dios. </i><b><i>Y José, que está inmediato a María: limpio, varonil, prudente, entero</i></b><i>. ¡Oh, Dios mío! ¡Qué modelos! Sólo con mirar, entran ganas de morirse de pena: porque, Señor, me he portado tan mal… No he sabido acomodarme a las circunstancias, divinizarme. Y Tú me dabas los medios: y me los das, y me los seguirás dando… Que a lo divino hemos de vivir humanamente en la tierra</i>» (<i>Ibidem. </i>p. 139). <span class="Apple-converted-space"> </span></span></blockquote><p></p><p class="p2" style="font-family: Verdana; font-size: 13px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; min-height: 16px; text-indent: 28.4px;"><br /></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-63383326076701933962021-02-05T00:00:00.001-06:002021-02-05T00:00:06.214-06:00El amor de Cristo nos urge<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Jesús vino a Evangelizar: a traernos la Buena Nueva del amor de Dios. <b>Evangelizar no sólo es habla</b>r, sino también manifestar, en todas nuestras palabras y obras, el amor de Dios. Jesús consuela y cura los corazones con el bálsamo de su amor.</span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: inherit;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwbKynDpTV0NHQdO7s54oAhMOo9mP4rTNbkzfHhxVLZOaAVlGwY2ZNdrfj4hbfTI0Tz0g-4A9uF6cIBIIJU8vFrTOl2WppVWE5e9VHtuca-BLAX5YF1O8bn3FcwMaEktNgCrqN3FVC_pk/" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="768" data-original-width="532" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwbKynDpTV0NHQdO7s54oAhMOo9mP4rTNbkzfHhxVLZOaAVlGwY2ZNdrfj4hbfTI0Tz0g-4A9uF6cIBIIJU8vFrTOl2WppVWE5e9VHtuca-BLAX5YF1O8bn3FcwMaEktNgCrqN3FVC_pk/w221-h320/image.png" width="221" /></a></span></div><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La <b>misión profética de Cristo</b> consiste en enseñar quién es Dios Uno y Trino: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Él es el Camino. Vamos al Padre, en el Hijo, por el Espíritu Santo. Y Dios es Amor.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Ay de mí si no anuncio el Evangelio</i>», dice San Pablo en la Segunda Lectura de la Misa de este domingo (5º del tiempo ordinario; cfr. 1 Co 9, 16-19.22-23). Se sentía impelido a proclamar el Evangelio, con toda su vida: oración, ejemplo y obras.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Considerando las lecturas de la Misa de este próximo domingo, que también es el 2º domingo de San José, ¿también nosotros sentimos la urgencia de anunciar el Evangelio de Cristo?</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Quizá esta es la primera reflexión que conviene hacer. «<i>Caritas Christi urge nos</i>». «<b><i>El amor de Cristo nos urge</i></b>» (2 Cor 5, 14). Lo que movía a San Pablo es el amor de Cristo, que había encontrado camino de Damasco y por el que estaba dispuesto a <b>considerar todo como basura</b> (cfr. Fil 3, 8).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La urgencia actual tiene, también, un <b>sentido escatológico</b>. En los escritos de San Pablo siempre vemos esa urgencia, porque «<i>el Señor está cerca</i>» (cfr. 2 Cor 13, 11s). No podemos retrasar el anuncio de Cristo si tenemos en cuenta que nos queda poco tiempo: «<b><i>Tempus breve est</i></b>» (1 Cor 7, 29).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"></span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«<i>Entiendo muy bien aquella exclamación que San Pablo escribe a los de Corinto: tempus breve est!, ¡qué breve es la duración de nuestro paso por la tierra! Estas palabras, para un cristiano coherente, suenan en lo más íntimo de su corazón como un reproche ante la falta de generosidad, y como una invitación constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno</i>» (Amigos de Dios, 39-40).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">A cada uno <b>Dios nos pide un modo diverso de evangelizar</b>. Hay pocos que tienen vocación de predicadores ambulantes, que van por los caminos hablando del Evangelio a quien se les ponga enfrente. La mayoría de nosotros tiene un camino diferente para anunciar a Cristo. Ese camino comienza por la oración, sigue con el ejemplo y continúa con las obras diarias de entrega en nuestra familia, en nuestro trabajo. Y, unido a todo lo anterior, también incluye el hablar del Señor, aprovechando las relaciones de amistad que todos tenemos en el lugar en el que estamos.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El Señor, antes de anunciar el Reino, hace oración (cfr. Evangelio de la Misa: Mc 1, 29-39). Así nos da ejemplo para que nosotros también <b>pongamos siempre por delante nuestra unión con Él</b>. Sólo así darán fruto nuestras palabras y obras.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Para evangelizar lo primero es llenarse del Amor de Dios</b>. Lo hacemos fundamentalmente en la oración: en el empeño constante de mantener un diálogo ininterrumpido con las Tres Personas. Es una conversación en la intimidad. <b>Surge del corazón</b>, de lo más profundo de nuestro ser. Ahí encontramos a Dios que nos escucha y nos habla. Sus palabras no son ruidosas. <b>Nos habla en el silencio</b>. Recibimos inspiraciones, afectos, impulsos de ser mejores. Pero para eso <b>es necesario el recogimiento</b>. El Señor iba a lugares apartados para orar.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Luego, <b>sigue el ejemplo</b>, la coherencia cristiana: ser otro Cristo, el mismo Cristo. Luchas para serlo aunque tengamos miserias. Lo importante es levantarse una y otra vez, por el arrepentimiento de nuestros pecados, acudiendo al Sacramento de la Penitencia.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Y, por último, vienen las obras, que son consecuencia de lo anterior. <b>Obras de fe</b>, como dice San Pablo.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El ejemplo de San José —silencioso pero siempre pronto para hacer lo que el Señor le pide—, nos ayudará a tener esa <b>urgencia que es necesaria para anunciar a Cristo</b>, especialmente en el momento en que vivimos. <span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;"> </span> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-64505207781687477292021-01-29T00:00:00.002-06:002021-01-29T00:00:07.188-06:00Cristo, Profeta<p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El domingo pasado fue la segunda ocasión en la que celebramos el <b>Domingo de la Palabra</b>, que instituyó el Papa Francisco en 2019. La proclamación de la Palabra <b>está estrechamente relacionada con la profecía</b>, de la que trata la <b>Primera Lectura</b> del próximo domingo (4º del tiempo ordinario).<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMqq9li6ydZg4nL06KxKpsRMFCDdGSIH2NNjt3ec0fugmPbSwSu_TAcIcfD6-UyF_sUBlysrGKQJ8xYz1kqsTSnWEgmkz_E44hOs1HOaLK_dUoyDSWjfLs_LVVJ8Dc-742IXbab6oDbGI/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="1080" data-original-width="883" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMqq9li6ydZg4nL06KxKpsRMFCDdGSIH2NNjt3ec0fugmPbSwSu_TAcIcfD6-UyF_sUBlysrGKQJ8xYz1kqsTSnWEgmkz_E44hOs1HOaLK_dUoyDSWjfLs_LVVJ8Dc-742IXbab6oDbGI/w261-h320/image.png" width="261" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Paris Bordone (1500-1570), <i>Cristo, Luz del mundo</i></span> <span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-align: left; text-indent: 28.4px;"> </span></td></tr></tbody></table></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"></span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo: “El Señor Dios hará surgir en medio de ustedes, entre sus hermanos, <b>un profeta como yo</b>. A él lo escucharán”» (cfr. Deut 18, 15-20).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Moisés, al final de su vida, <b>recuerda su encuentro con Yahvé en el Monte Sinaí</b>. Los israelitas no querían entonces volver a oír la voz de Dios, ni ver su gran fuego, porque no querían morir. Yahvé dijo a Moisés:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"></span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«Está bien lo que han dicho. Yo haré surgir en medio de sus hermanos <b>un profeta como tú</b>. Pondré mis palabras en su boca y él dirá lo que le mande yo» (<i>Ibidem</i>).</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Ese profeta sería Cristo</b>.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Este texto nos dan pie para reflexionar sobre la verdadera profecía, que no tiene que ver directamente con la predicción del futuro, sino con el <b>don recibido para proferir palabras de verdad, que vienen de Dios</b>; es decir, para —con sabiduría— hablar todo lo que Dios quiere que conozcamos y necesitamos para nuestra salvación. Sin embargo, la profecía sí tiene, en sí misma, una <b>dimensión escatológica</b> que se relaciona con la esperanza.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En una <a href="http://www.solidaridad.net/solidaridadnet/noticia/1923/joseph-cardenal-ratzinger-el-problema-de-la-profecia-cristiana-"><span class="s1" style="color: #852302;">entrevista</span></a> que le hicieron al <b>Cardenal Ratzinger</b> en 1988, decía lo siguiente:<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"></span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit;">«Pienso que el aspecto escatológico —sin exaltación apocalíptica [nota del entrevisador: “parece que el Cardenal quiere desligarse de la 'exaltación apocalíptica', entendida como una actitud de espera inminente que genera ansiedad ante el futuro, y se fundamenta sólo en conjeturas e hipótesis personales”]— pertenece esencialmente a la naturaleza profética. Los profetas son <b>aquéllos que exaltan la dimensión de la esperanza contenida en el cristianismo</b>. Ellos son los instrumentos que <b>hacen soportable el presente</b> invitando a salir del tiempo, al cual le concierne lo esencial y lo definitivo. Este carácter escatológico, este impulso para superar el tiempo presente, forma parte por cierto de la espiritualidad profética».</span></span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><b>Jesucristo es el Profeta esperado</b>, porque anuncia el Evangelio, la Buena Nueva, con autoridad. Todas sus palabras están llenas de esperanza, especialmente al final, cuando habla con sus discípulos en el Cenáculo, y está cerca su Pasión.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En el Evangelio de la Misa del domingo, leemos un texto del Evangelio de San Marcos (1, 21-28).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"></span></p><blockquote><span style="font-family: inherit;">«En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues <b>enseñaba como quien tiene autoridad</b> y no como los escribas».</span></blockquote><p></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Nosotros, que queremos ser discípulos de Cristo, también <b>participamos del <i>munus propheticum</i></b>, del oficio profético. No sólo lo tienen los pastores en la Iglesia. También los fieles laicos lo ejercen cuando enseñan y dan a conocer la Palabra de Dios. El Espíritu Santo actúa y nos orienta para que no nos desviemos de la verdad.<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">Una madre de familia, cuando enseña a sus hijos a rezar; una catequista, que prepara a los niños para la Primera Comunión; un hombre maduro que se reúne con sus amigos para repasar los elementos centrales de nuestra fe… Todos ellos ejercen el ministerio profético (cfr. <i>Catecismo de la Iglesia Católica</i>, n. 785).</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">La «autoridad» de Jesús le viene de <b>ser el Hijo de Dios</b>. Nuestra «autoridad», nos llega también por ser hijos de Dios: por participar de la filiación divina que hemos recibido, en Cristo, por nuestro Bautismo. Cuanto mejores recipientes seamos de las abundantes gracias que nos da el Señor, más autoridad tendremos. La autoridad es directamente proporcional a la santidad de la persona, a su amor a Dios.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">En la entrevista, a la que hemos aludido antes, el Cardenal Ratzinger advierte sobre <b>tres formas erróneas de entender la profecía</b>, en la actual crisis de fe que pasa la Iglesia, y que podríamos resumir de la siguiente manera: 1ª) el peligro de buscar aquí en la tierra, con los puros medios humanos, la solución a todos los problemas (mesianismo secularista); 2ª) el peligro de huir del mundo y caer en un espiritualismo que se desentiende de las realidades temporales; 3ª) el peligro de refugiarse en exaltaciones apocalípticas, en el sentido en que se explica más arriba; es decir, dejándose llevar por la ansiedad ante los acontecimientos futuros, que imaginamos quizá de modo equivocado, sin confiar plenamente en la gracia de Dios.</span></p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">La </span><b style="text-indent: 28.4px;">presencia serena de María</b><span style="text-indent: 28.4px;">, en nuestra vida, es garantía de permanecer con Cristo y colaborar con Én en su misión profética, en los tiempos en que nos ha tocado vivir.</span><span class="Apple-converted-space" style="text-indent: 28.4px;"> </span></span> </p><p class="p1" style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-indent: 28.4px;"><br /></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-40018354734281106962021-01-22T00:00:00.044-06:002021-01-29T19:13:44.984-06:00"Está cerca el Reino de Dios"<p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">«<i>Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio</i>» (cfr. Mc 1, 14-20). Así comienza el Evangelio del <b>Tercer Domingo del Tiempo ordinario</b>, <i>Domingo de la Palabra</i> (ver <a href="https://www.blogger.com/blog/post/edit/8696123228394940110/4975675406165402239#"><span class="s1" style="color: #0000e9;">nota reciente</span></a> de la Sagrada Congregación para el Culto Divino), y Domingo en la <i>Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos</i>.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td><a href="https://sevilla.abc.es/pasionensevilla/wp-content/uploads/sites/2/2017/06/4-ecce-homo-murillo-version-del-museo-del-prado.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: inherit;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="610" height="320" src="https://sevilla.abc.es/pasionensevilla/wp-content/uploads/sites/2/2017/06/4-ecce-homo-murillo-version-del-museo-del-prado.jpg" width="245" /></span></a></td></tr><tr><td class="tr-caption"><div style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000; font-family: inherit;">Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682),</span></div><span style="color: #cc0000; font-family: inherit;"><div style="text-align: center;"><span style="font-family: inherit;">"Ecce Homo"</span></div></span></td></tr></tbody></table><p></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px;"></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="text-indent: 28.4px;">Con esas palabras comienza Jesús su predicación, que es precisamente sobre la proximidad del Reino de Dios, o Reino de los Cielos. Pero, ¿qué quería el Señor decirnos con esta expresión? A lo largo de la historia de la Iglesia se han dado numerosas interpretaciones, especialmente en el último siglo. Los teólogos se han detenido en ella, porque es muy importante conocer el alcance de su significado.</span></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Por ejemplo, desde muy joven, </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Joseph Ratzinger</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> mostró un gran interés por la escatología. Como profesor de teología dogmática impartió ese curso en varias ocasiones y escribió un libro, “<i>Escatología: la muerte y la vida eterna</i>”. En el tomo X de sus obras completas, trata sobre la Resurrección y la Vida Eterna. Todo el pensamiento escatológico de Benedicto XVI está </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">dentro de la teología tradicional</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">. Por lo tanto, no se aventura a hablar de un periodo de la historia intermedio entre la Segunda Venida de Cristo (Fin de los Tiempos) y el Fin del mundo. Sin embargo, Conchita González, en una ocasión aclaró a su madre que sí parece que llegará esa etapa de un "milenio" bien entendido, según unas palabras de la Virgen: “</span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">no ha dicho fin del mundo, sino fin de los tiempos</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">”. Entre el fin de los tiempos y el fin del mundo podría haber una <b>nueva manifestación del Reino de Dios en la tierra</b>.</span></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">En esta semana en que estamos rezando por la unidad en la Iglesia y considerando la importancia de la Palabra de Dios, es importante </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">mantener la unidad sobre los conceptos centrales de la escatología cristiana</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> -sabiendo que hay aspectos que forman parte de la revelación, que están en la Sagrada Escritura y en la Tradición, y han sido explicados por el Magisterio de modo constante a través de los siglos-, y hay también interpretaciones o añadidos por revelaciones privadas, que hay que tomar con precaución, y que </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">no forman parte de la revelación pública y de lo que está en el depósito de la fe</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">La expresión “</span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Reino de Dios</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">” tiene que ver con todo esto, porque precisamente, a partir de ella se puede conocer qué es lo central y cómo hay que entender la Nueva Realidad inaugurada por Cristo. </span><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">En el Nuevo Testamento y en los escritos paulinos y jónicos se trata numerosas veces sobre este tema. El </span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Reino de Dios</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> es el asunto central de la predicación y de la actividad del Señor. Jesús no sólo anuncia la llegada del Reino, sino que </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">lo trae en su persona, sus obras y sus palabras</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> (cfr. A. García-Moreno, voz </span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Reino de Dios</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, en Diccionario de Teología, Eunsa, pp. 842-848). Es un mensaje </span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">de Jesús </i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">y </span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">sobre Jesús</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">“Es </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">temporal</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, porque se materializa en una comunidad que lo acepta, lo vive y lo realiza en el mundo de los hombres.; es </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">escatológico</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> porque debe planificarse en el futuro; y es cristológico porque tiene que ver esencialmente con Jesús y sus discípulos” (</span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Ibidem</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">).</span></p></blockquote><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">La venida del misterioso </span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Reino de Dios</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> se extiende desde los profetas del Antiguo Testamento hasta el final de los tiempos. </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Solamente en el futuro alcanzará su plenitud</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">. Sin embargo, ya está presente en las palabras y acciones de Jesús. También en sus discípulos.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">“</span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">El tiempo se ha cumplido [<i>engiken</i>]</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">”. Esta palabra griega está en un tiempo pasado con implicaciones presentes y que, sin embargo, alude al futuro. Misteriosamente, se unen pasado, presente y futuro escatológico.</span><span class="Apple-converted-space" style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;"> </span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">“Esta tensión en torno al tiempo corresponde a la presencia del Reino como </span><b style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">algo misteriosamente escondido</b><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">, incomprensible a "los de fuera", pero revelado a "los de dentro". «</span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">A vosotros se os ha dado a conocer el misterio del Reino</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">» (Mc 4, 11). Debe afirmarse, sin embargo, que la frontera entre "los de fuera" y "los de dentro" permanece fluida e in cierta hasta el fin de los tiempos” (</span><i style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">Ibidem</i><span style="font-family: inherit; text-indent: 28.4px;">).</span></p></blockquote><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El Reino de Dios está en el mundo desde que Jesús comienza su actividad pública. Pero no es un reino temporal: «<i>Mi reino no es de ese mundo</i>» (Jn 18, 36). Existe ya en la tierra como <b>realidad espiritual incoada</b>, que es semilla y primicia de la plenitud futura.<br /></span><span style="font-family: inherit;">El Reino, iniciado por la predicación y acciones de Jesús, toma forma en el mundo <b>a través de las obras de sus discípulos</b>. El Reino contiene una dimensión eterna. Sobre todo, es interior: está en los corazones. «<i>El Reino de Dios no llega con signos visibles, ni dirán helo aquí o allí; porque el Reino está dentro de vosotros</i>» (Lc 17, 20).<span class="Apple-converted-space"> </span></span></p><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">El "<b>venga a nos tu Reino</b>", del Padrenuestro, no es una petición puramente escatológica que contemple sólo un tiempo futuro. El creyente pide también que Dios se abra paso y reine en los corazones de los hombres.</span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;">“Conviene advertir que todas las interpretaciones existentes del Reino, desde los mismos evangelistas hasta nuestros días, <b>nunca conseguirán reflejar plenamente</b> el alcance y las implicaciones de la predicación y la mente de Jesús acerca de ese misterio” (cfr. <i>Ibidem</i>).</span></p></blockquote><p style="font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px 0px 6px; text-align: left; text-indent: 28.4px;"><span style="font-family: inherit;"><span style="text-indent: 28.4px;">Ya desde ahora podemos contribuir con la implantación del Reino, seguros de que, al final, </span><b style="text-indent: 28.4px;">nos quedaremos asombrados</b><span style="text-indent: 28.4px;"> de los planes de Dios.<br /></span></span><span style="font-family: inherit;"> </span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-33489779486196936592021-01-15T00:00:00.011-06:002021-01-15T00:00:00.436-06:00Jesús llama a los primeros discípulos<p> <span style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;">En la entrada anterior reflexionábamos sobre el valor de las revelaciones privadas.</span><span style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;"> </span><b style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;">Es tan pernicioso aceptarlas como si fuera “obligatorio” creerlas</b><span style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;"> </span><span style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;">como si fueran parte de la revelación sobrenatural, con fe divina;</span><span style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;"> </span><b style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;">como rechazarlas sistemáticamente y no interesarse por ninguna de ellas</b><span style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;">, como si fueran algo “superfluo” que se puede dejar a un lado con toda tranquilidad. Dios ha querido que las revelaciones privadas ayuden a muchas personas a lo largo de los siglos. Son voces divinas que no podemos despreciar.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv9VwcwjiRaZ759wK81zHta_y7rDQBfDcwHlTKio11c8HhucloYChqogBtqa16jhCt0TkDYrKJO0n5iA-hAzV04ysAQkfmigdz2tMF-nsGGGQ-KrcBx1e_yBHyoglnJ6FK5TFDKDz9Q0A/s2048/maria_valtorta.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1079" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv9VwcwjiRaZ759wK81zHta_y7rDQBfDcwHlTKio11c8HhucloYChqogBtqa16jhCt0TkDYrKJO0n5iA-hAzV04ysAQkfmigdz2tMF-nsGGGQ-KrcBx1e_yBHyoglnJ6FK5TFDKDz9Q0A/w211-h400/maria_valtorta.jpg" width="211" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #cc0000;">María Valtorta (1897-1961)</span></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Hace una semana, un grupo de unas 30 personas, <b>tuvimos una reunión por zoom con Marga</b>, de la cual hemos hablado en este blog, y trasmitido los mensajes que ha recibido del Señor y de María escritos en sus cuatro libros (ver la página vdcj). Hacia el final, ella <b>nos recomendó que leyéramos los libros de María Valtorta</b> (1897-1961), mística italiana, autora de “<i>El Evangelio como me ha sido revelado</i>”, en el que se detiene en el relato de toda la vida de Jesús. Esta obra fue dictada por el mismo Jesús, el Espíritu Santo, María y su Ángel a la Guarda (llamado “Azarías”). En febrero de 2002, el Obispo canadiense Mons. </span><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">Roman Danylak (+2012) aprobó y recomendó esta obra concediéndole el <i><a href="http://www.bardstown.com/~brchrys/ImprmaSp.html" target="_blank">Nihil Obstat<span style="font-style: normal;"> y el </span>Imprimatur</a></i>.</span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Debo confesar que nunca había leído nada de María Valtorta, pero el consejo de Marga me animó a escribir este post, precisamente sobre el pasaje que leeremos en Evangelio de este próximo domingo, el <b>Segundo del Tiempo Ordinario</b>, que se centra en <b>la llamada de Jesús a sus primeros discípulos</b>. La escena tiene lugar en el vado del Jordán. Jesús ha vuelto de sus 40 días de ayuno y penitencia en el desierto. Los primeros en encontrarle son los hijos del Zebedeo, Juan y Santiago (no Juan y Andrés, como aparece en el Evangelio de Juan: ver más adelante la explicación que le da el mismo Señor a María Valtorta). Se recoge parte del relato. Las negritas son nuestras. <o:p></o:p></span></p><p align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; mso-ansi-language: ES-MX;">-----------------------------<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">Veo a Jesús que camina a lo largo de la faja verde que sigue el curso del Jordán. Ha vuelto, aproximadamente, al lugar que vio su bautismo, cerca del vado que parece ser muy conocido y frecuentado, por ser el paso a la otra margen, en dirección a Perea. El lugar que antes estaba lleno de gente, se ve ahora desierto. Solo algún viandante, a pie o montado en asnos o caballos, lo recorre. Jesús parece no darse cuenta de ello. Continúa por su camino subiendo hacia el norte, como absorto en sus pensamientos. <b>Cuando llega a la altura del vado, se cruza con un grupo de hombres de distintas edades</b> que discuten acaloradamente entre ellos y luego se separan, dirigiéndose unos hacia el sur y otros al norte. <b>Entre los que se dirigen hacia el norte veo a Juan y a Santiago</b>.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><b><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">Juan es el primero en ver a Jesús</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;"> y lo señala a su hermano y acompañantes. Hablan entre sí un poco, y luego <b>Juan se echa a andar de prisa para alcanzar a Jesús</b>. Santiago le sigue más despacio. Los demás no hacen mayor caso; continúan caminando lentamente y discutiendo. Juan, cuando llega a no más de unos dos o tres metros detrás de Jesús, grita: “<i>¡Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo!</i>”. Jesús se vuelve y le mira. Ambos se encuentran a pocos pasos el uno del otro. <b>Se miran. Jesús con su mirada seria e indagadora</b>; Juan con sus ojos puros y sonrientes en esa cara juvenil como de niña. Puede tener más o menos unos veinte años, y en sus mejillas sonrosadas no hay más signos que el de una pelusa rubia que parece un velo de oro. <b>Jesús pregunta: “¿A quién buscas?”</b>. <i>Juan</i>: “A Ti, Maestro”. <i>Jesús</i>: “¿Cómo sabes que soy Maestro?”. <i>Juan</i>: “Me lo ha dicho el Bautista”. <i>Jesús</i>: “Y entonces ¿por qué me llamas Cordero?”. <i>Juan</i>: “Porque así te llamó cuando Tú pasabas, hace poco más de un mes”. <b><i>Jesús</i>: “¿Para qué me quieres?”</b>. <i>Juan</i>: “Para que nos digas palabras de vida eterna y nos consueles”. <i>Jesús</i>: “Pero… ¿quién eres?”. <i>Juan</i>: “Soy Juan de Zebedeo y éste es mi hermano Santiago. Somos de Galilea, pescadores y discípulos de Juan. Él nos decía palabras de vida y nosotros le escuchábamos, porque queremos encontrar a Dios y, con la penitencia, merecer su perdón, preparando así los caminos del corazón para cuando llegue el Mesías. Tú lo eres, Juan lo dijo porque vio el signo de la Paloma posarse sobre Ti y fue cuando dijo: <b>«<i>He aquí el Cordero de Dios</i>»<i>.</i></b> Y yo te digo: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, <b>danos la paz porque no tenemos quien nos guíe y nuestra alma está turbada</b>”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">“Jesús les pregunta: “¿Dónde está Juan?”. <i>Juan</i>: “Herodes le ha apresado. Está en la prisión de Maqueronte<b>.</b> Los más fieles de entre los suyos han tratado de liberarle, pero no han podido. De allí venimos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><b><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">“Permítenos quedarnos contigo, Maestro. Muéstranos dónde vives”</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">. <b><i>Jesús</i>: “Venid. Pero ¿sabéis qué cosa pedís?</b> Quien me sigue tendrá que dejar todo: casa, padres<b>, </b>modo de pensar y también de vida. Yo os haré mis discípulos y amigos, si queréis. Pero no tengo riquezas ni modo de protegeros. Soy y seré pobre hasta no tener dónde reclinar la cabeza y lo seré aún más; más perseguido que una oveja perdida, por los lobos. Mi doctrina es todavía más severa que la de Juan, porque prohíbe incluso el resentimiento. No se dirige tanto hacia lo externo cuanto hacia el espíritu. Tendréis que renacer<b> </b>si queréis ser míos. ¿Lo queréis hacer?”. <i>Juan</i>: “Sí, Maestro, Tú solo tienes palabras que nos dan luz y, para nosotros que vamos sin guía, entre tinieblas y desolación, nos dan una claridad como de sol”. <i>Jesús</i>: “Venid, pues, y vayamos. Os adoctrinaré por el camino” (Escrito el 25 de Febrero de 1944).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">“Con motivo de esta visión [meses después de la anterior], Jesús me dijo: “<b>Quiero que tú y todos vosotros reparéis en la conducta de Juan, en algo que no siempre se pone atención</b>. Le admiráis por puro, amoroso, fiel, pero <b>no caéis en la cuenta de cuán grande fue en la humildad</b>. Él, primer artífice de que Pedro viniera a Mí, modestamente, calla este detalle. El apóstol de Pedro y, por lo tanto, el primero de mis apóstoles fue Juan; primero en reconocerme, el primero en hablarme, el primero en seguirme y el primero en predicarme. Con todo ved que dice: «<i>Andrés, el hermano de Simón, era uno de los que habían oído las palabras de Juan </i>(el Bautista)<i> y que habían seguido a Jesús. El primero a quien encontró fue a su hermano Simón, a quien dijo</i>: <i>‘Hemos encontrado al Mesías’ y le llevó a Jesús</i>»<i> </i>(Jn 1, 40-42).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">Justo, además de bueno, sabe que Andrés se angustia por tener un carácter tímido y cerrado, sabe que querría hacer muchas cosas pero que no logra hacerlas, <b>y desea para él, en la posteridad, el reconocimiento de su buena voluntad</b>. Quiere que aparezca Andrés como el primer discípulo de Cristo respecto a Simón no obstante su timidez y su dependencia respecto a su hermano, que no fueron obstáculo en nada para ser el apóstol de su hermano” (Escrito el 13 de Octubre de 1944).<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span face=""Arial","sans-serif"" lang="ES" style="font-size: 12pt;">El relato completo se puede ver en: <a href="https://www.obramariavaltorta.org/iglesia-1a-parte-2/" target="_blank">María Valtorta. Difusión de la obra</a>.</span></p><p><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt; text-indent: 0cm;"> </span> </p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-91818814038196503082021-01-08T00:00:00.004-06:002021-01-08T00:00:05.044-06:00El valor de las revelaciones privadas<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Como recordábamos en
la última entrada, <b>el mensaje de
Garabandal tiene un contenido escatológico</b>, que va unido al resto de lo que
Nuestra Señora quería comunicar a las niñas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Seguramente muchos de
nosotros hemos conocido bien los detalles de las apariciones que tuvieron lugar
en Garabandal hace casi 60 años, y <b>estamos
convencidos de que son verdaderas</b>, de la verdad de su contenido, y también
de su verdad profética y escatológica (el Aviso, el Milagro, el Castigo).<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCu6KHjsSkK_QOKO0cAabCLh0APQr5uM3g9KYySbNUc21DQRZdYU9yht0WobxROpHbnmL_cKHYky7N9JJr7Alp-xYygH0EoSSGnutZ5hXk3ffKM8ucGHO6Z6Fk8RUsLQm1-Ezf0o-VRpQ/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="440" data-original-width="640" height="220" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCu6KHjsSkK_QOKO0cAabCLh0APQr5uM3g9KYySbNUc21DQRZdYU9yht0WobxROpHbnmL_cKHYky7N9JJr7Alp-xYygH0EoSSGnutZ5hXk3ffKM8ucGHO6Z6Fk8RUsLQm1-Ezf0o-VRpQ/" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Las cuatro niñas de Garabandal</span></td></tr></tbody></table></span></p><p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Además, <b>nos damos cuenta del gran bien que ese
mensaje ha hecho a muchísimas personas</b> y de cómo nos impulsa a buscar la
santidad con más decisión. Sin embargo, notamos, en muchos de nuestros
conocidos, una <b>resistencia a “creer” en
ellas</b>, o de al menos interesarse por conocerlas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Por otra parte, en los
últimos años, gracias a la facilidad para conocer lo que pasa en todo el mundo,
<b>hemos sabido de la existencia de muchas revelaciones
privadas, del Señor o de la Virgen</b>. Si quisiéramos hacer una lista de
ellas, seríamos incapaces de abarcarlas todas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Es frecuente que nos
encontremos amigos que nos hagan <b>las
siguientes preguntas</b>: ¿un buen cristiano, debe interesarse por las apariciones
y revelaciones privadas pasadas y actuales?; ¿se puede tener una fe madura sin
tener en cuenta esas revelaciones?; ¿hasta qué punto es obligatorio aceptar que
el Señor desea que nos interesemos por ellas y que escuchemos lo que nos quiere
decir a través de ellas?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Me parece que, para
responder a estas preguntas, además tener en cuenta las </span><i><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;"><a href="https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20111214_prefazione-levada_sp.html">Normas
sobre el modo de proceder en el discernimiento de presuntas apariciones y
revelaciones</a></span></i><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"> </span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">(1978), y el <a href="https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20111214_prefazione-levada_sp.html">Prefacio</a>
a las mismas de la Congregación para la Doctrina de la fe (2011), de es necesario recordar lo que escribió
Benedicto XVI en 2010) [las negritas son nuestras]: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">«De este modo, la
Iglesia expresa su conciencia de que Jesucristo es la Palabra definitiva de
Dios; él es “el primero y el último” (<i>Ap </i>1,17). Él ha dado su
sentido definitivo a la creación y a la historia; por eso, estamos llamados a
vivir el tiempo, a habitar la creación de Dios <b>dentro de este ritmo escatológico de la Palabra</b>; “la economía
cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; <b>ni hay que esperar otra revelación pública
antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor</b> (cf. <i>1
Tm</i> 6,14; <i>Tt</i> 2,13)” (<i><a href="http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html">Dei
Verbum</a></i>, n. 4). En efecto, como han recordado los Padres durante el
Sínodo, la “especificidad del cristianismo se manifiesta en el acontecimiento
Jesucristo, culmen de la Revelación, cumplimiento de las promesas de Dios y
mediador del encuentro entre el hombre y Dios. Él, 'que nos ha revelado a Dios'
(cf. <i>Jn</i> 1,18), <b>es la
Palabra única y definitiva entregada a la humanidad</b>”. (<i>Propositio </i>4).
San Juan de la Cruz ha expresado admirablemente esta verdad: “Porque en darnos,
como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo
habló junto y de una vez en esta sola Palabra... Porque <b>lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado a Él
todo</b>, dándonos el todo, que es su Hijo. Por lo cual, <b>el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o
revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios</b>, no
poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa o novedad” (<i>Subida
al Monte Carmelo</i>, II, 22)» (Exhortación Apostólica Postsinodal <i>Verbum Domini</i>, n. 14).</span><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"> </span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Teniendo presente
todo esto, el Santo Padre Benedicto XVI destaca: <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-indent: 0cm;"><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">«El Sínodo ha
recomendado “ayudar a los fieles a <b>distinguir
bien la Palabra de Dios de las revelaciones privadas</b>” (<i>Propositio</i> 47),
cuya función “no es la de... 'completar' la Revelación definitiva de
Cristo, sino la de <b>ayudar a vivirla más
plenamente</b> en una cierta época de la historia” (<i><a href="http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p1s1c2a1_sp.html#III%20Cristo%20Jes%C3%BAs,%20%C2%ABmediador%20y%20plenitud%20de%20toda%20la%20Revelaci%C3%B3n%C2%BB">Catecismo
de la Iglesia Católica</a></i>, 67). El valor de las revelaciones privadas es
esencialmente diferente al de la única revelación pública: <b>ésta exige nuestra fe</b>; en ella, en efecto, a través de palabras
humanas y de la mediación de la comunidad viva de la Iglesia, Dios mismo nos
habla. El criterio de verdad de una revelación privada es su orientación con
respecto a Cristo. Cuando nos aleja de Él, entonces no procede ciertamente del
Espíritu Santo, que nos guía hacia el Evangelio y no hacia fuera. <b>La revelación privada es una ayuda para
esta fe</b>, y se manifiesta como creíble precisamente cuando remite a la única
revelación pública. Por eso, la aprobación eclesiástica de una revelación
privada indica esencialmente que su mensaje no contiene nada contrario a la fe
y a las buenas costumbres; es lícito hacerlo público, y los fieles <b>pueden</b> dar su asentimiento de forma
prudente. Una revelación privada <b>puede</b>
introducir nuevos acentos, dar lugar a nuevas formas de piedad o profundizar
las antiguas. <b>Puede</b> tener un cierto
carácter profético (cf. <i>1 Ts</i> 5,19-21) y prestar una ayuda
válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el presente; de ahí que no
se pueda descartar. <b>Es una ayuda que se
ofrece pero que no es obligatorio usarla</b>. En cualquier caso, ha de ser un
alimento de la fe, esperanza y caridad, que son para todos la vía permanente de
la salvación. (Cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, <i><a href="http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html">El
mensaje de Fátima</a></i>, 26 de junio de 2000: <i>Ench. Vat. </i>19,
n 974-1021)» (<i>Ibidem</i>).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Me parece que cabe
destacar la siguiente frase: “</span><b><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Es una ayuda
que se ofrece pero que no es obligatorio usarla</span></b><span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">”</span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">. Y también la palabra “<b>puede</b>”,
utilizada varias veces al final de la cita, para indicar que es opcional
aprovechar la ayuda que prestan las apariciones privadas a nuestra fe, para
hacerla más madura (de ahí que, de entrada, no se puedan descartar: es decir,
tener un prejuicio sistemático hacia ellas).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-indent: 0cm;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; mso-ansi-language: ES-MX;">Por lo tanto pienso
que hay que distinguir entre 1) el <b>contenido
escatológico de la Revelación</b> (Dios Cosumador), que todos debemos de
conocer y aplicar a nuestra vida cristiana, y 2) las <b>formas opcionales de entender y
vivir ese contenido escatológico</b>, como son las que conocemos a través de
las revelaciones privadas o de las diversas interpretaciones que se pueden dar
al contenido de la revelación sobre el Fin de los Tiempos.</span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0Ciudad de México, CDMX, México19.4326077 -99.133208-8.8776261361788471 -134.289458 47.742841536178844 -63.976957999999996tag:blogger.com,1999:blog-3818448570718959585.post-37848056610769561612021-01-01T00:00:00.002-06:002021-01-01T00:00:01.850-06:00Discernir sobre el Final de los Tiempos<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;"><b>Comienza un nuevo año</b>. A finales del que acaba de terminar me había
propuesto dedicar todas las entradas de 2021 al <b>Año de San José</b>, que proclamó el Papa Francisco el 8 de diciembre
pasado. Sin embargo, el día de Navidad, una lectora del blog me escribió para sugerirme<b> </b>que tocara temas<b> “para poder discernir sobre el Final de los Tiempos”</b>.<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFd8bHM8h6mlTI0d2ehjnnsCN2MIquuvxpPAPO-WuC0MqLx9Rb7mH4uWs7njVXmwdGe546SBLnwT2gKUVvhvNH_jTk59ygB3eBwdwi9VmAFxpegZ0QVH8axv3BJWcxYJ4gAStopb3fx5Q/s394/Las+dos+Trinidades.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="394" data-original-width="270" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFd8bHM8h6mlTI0d2ehjnnsCN2MIquuvxpPAPO-WuC0MqLx9Rb7mH4uWs7njVXmwdGe546SBLnwT2gKUVvhvNH_jTk59ygB3eBwdwi9VmAFxpegZ0QVH8axv3BJWcxYJ4gAStopb3fx5Q/w219-h320/Las+dos+Trinidades.jpg" width="219" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="color: #990000;">Bartolomé Esteban Murillo. <br />Las dos trinidades (1670-1680)</span></td></tr></tbody></table></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;">Sin
pensarlo demasiado, le contesté lo siguiente [lo que pongo <b>en negritas</b> es posterior a la redacción original del 25 de
diciembre]. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 1.0cm;">«Gracias y tendré en cuenta tu sugerencia. Sigo en contacto con personas
que me merecen confianza respecto al final de los tiempos. <b>Son muchas voces</b>. No es fácil hacerse una idea de los tiempos y el
modo en el que el Señor ha previsto que sucederá lo que está profetizado. Por
otra parte, la mayoría de los buenos cristianos viven muy al día, y ni
siquiera se interesan por relacionar lo que sucede actualmente en el mundo
con el fin de los tiempos. Suelen decir: "<i>siempre ha habido momentos turbulentos en la historia</i>".
Tampoco hacen ningún caso a los videntes o las apariciones de la Virgen. A
veces pienso que eso es lo más sensato, dentro de todo. Porque <b>lo importante es estar siempre en proceso
de conversión</b>: estar bien preparados en todo momento. Cuando llegue lo que
tenga que llegar, en ese momento, nos adaptaremos a lo que Dios quiera de
nosotros, con su gracia. En este sentido, me parece muy bueno el <a href="https://www.infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/2012091115-ilos-ultimos-tiempos">artículo
de Bruno Moreno</a> en InfoCatólica. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 1.0cm;">En fin, como ves, en las circunstancias en que vivimos <b>me resisto un poco a hacer conjeturas</b> o
a dar por hecho [en el sentido de un asentimiento absoluto, como el de un acto
de fe en la Revelación] que ya estamos en "los últimos tiempos" (…). <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 1.0cm;">Si, dentro de poco, se confirma que efectivamente estamos en los últimos
tiempos [tal como parece, por las muchas señales que hay], y aparece el
Anticristo, y la gran tribulación y llega el Aviso [anunciado en Garabandal],
etc., etc., entonces nosotros <b>tendremos
la ventaja de conocer un poco más todo lo que va llegando</b>, y eso será un
impulso para nuestra conversión y el apostolado que hagamos. Pero los que no se
han interesado por todo eso en la actualidad, y son buenos, <b>también estarán preparados para lo que
venga </b>[sin necesidad de que se interesen por las apariciones actuales de la
Virgen, etc.]. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 1.0cm;">Me he alargado un poco, pero es como una explicación de porqué prefiero [por
el momento] no poner en <i>Ecos</i> [de
Garabandal] cosas relacionadas con los últimos tiempo y, en cambio, <b>escribo sobre cómo vivir más plenamente la
vida cristiana</b>, aprovechando lo que tenemos ahora: la Palabra de Dios, el
Magisterio de la Iglesia, la teología, las devociones marianas, la devoción a
San José, etc.». Hasta aquí lo que escribí hace una semana. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;">Al
día siguiente, la referida lectora me envió un <b>breve mensaje de la Virgen a Mirjana</b>, vidente de Medjugorje, del 2
de junio de 2012, que dice lo siguiente [las negritas son de la lectora del
blog]: <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 1.0cm;">“<span lang="ES">Por medio de este amor salvífico y del Espíritu
Santo, Él me ha elegido y yo, junto a Él, los elijo a ustedes para que sean
apóstoles de su amor y de su voluntad. <b>Hijos míos, en ustedes recae una
gran responsabilidad. Deseo que ustedes con su ejemplo, ayuden a los pecadores
a que vuelvan a ver, a que enriquezcan sus pobres almas y a que regresen a mis
brazos.</b> Por lo tanto: oren, oren, ayunen y confiésense regularmente”.</span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;">En
estos días de mayor calma, he reflexionado despacio sobre todo esto, y he pensado
hacer lo siguiente: <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;">1)
Poner en marcha un <b>nuevo blog</b>,
dirigido especialmente a los sacerdotes, que lleva por título “<b><a href="https://sanjose2021.blogspot.com/">Reflexiones
sobre el Año de San José</a></b>”. De esta manera, podré continuar enviando a
muchos sacerdotes las “<i>cápsulas en tiempo
de pandemia</i>” que escribí desde el 13 de mayo hasta el 15 de noviembre de
2019 (94 en total). A partir del 16 de julio (“cápsula 33”: Nuestra Señora del
Carmen), esos escritos también están en “Ecos de Garabandal”.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;">2)
De esta manera, podré continuar escribiendo en “Ecos de Garabandal” <b>temas para “poder discernir sobre el Final
de los Tiempos”</b>, como me sugería la amable lectora a quien agradezco haberme
hecho reflexionar. Me parece que <b>sí
podemos tratar de discernir</b> sobre lo que está sucediendo en nuestra época y
sobre las “muchas voces” que recibimos y que, en última instancia, Dios permite
que escuchemos. Cada uno, <b>guiado por el
Espíritu</b>, intentará distinguir entre lo bueno y lo malo, <b>como nos aconseja San Pablo</b>: <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 1.0cm;">«<i>No apaguen el Espíritu, no
desprecien lo que dicen los profetas. Examínenlo todo y quédense con lo bueno.
Eviten toda clase de mal donde lo encuentre. </i><i><span lang="ES">"Que el Dios de la paz los haga santos en toda su
persona. Que se digne guardarlos sin reproche, en su espíritu, su alma y su
cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. El que los llamó es
fiel, y así lo hará</span></i><span lang="ES">» (1ª Tesalonicenses 19, 24).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;"><span lang="ES">El mensaje de
Garabandal <b>es muy rico y tiene una
admirable unidad</b>. He pensado que <b>no
se puede separar su contenido escatológico de lo demás</b>: es una urgente (¡ya!,
¡ahora!) llamada a la conversión (ser buenos, hacer penitencia, meditar en la
Sagrada Pasión, tener un amor más grande a la Eucaristía, rezar por los
Pastores, acudir para todo a la Virgen, etc.). <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-left: 0cm;"><span lang="ES">Intentaré colaborar en
esta tarea teniendo en cuenta <b>la
responsabilidad que tenemos</b> y la gran necesidad de que todos regresemos a
los brazos de Nuestra Madre. ¡Muchas felicidades en este Año 2021 que comienza, y que la Trinidad del Cielo y la de la tierra -Jesús, María y José- nos bendigan abundantemente!</span></p>P. Víctor J. Canohttp://www.blogger.com/profile/11095648580034040438noreply@blogger.com0Ciudad de México, CDMX, México19.4326077 -99.133208-8.8776261361788471 -134.289458 47.742841536178844 -63.976957999999996