jueves, 30 de julio de 2020

Vasijas de barro

«Esto es lo que el Señor me dijo: “Jeremías, ve a la casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras (…). Como está el barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis manos» (cfr. Jer 18, 1-6).

La cerámica de egipto y al-andalus - FUNCI - Fundación de Cultura ...
Vasija de barro egipcia

Con frecuencia el Señor da lecciones a Jeremías mediante imágenes. El profeta no habla. Sólo mira y meditaLos hombres somos barro en manos del Alfarero divino, que nos modela como Él quiere (cfr. Gen 2, 7). Jesucristo es el Modelo. El Espíritu Santo, el Modelador. Y quiere depositar en esta vasijas de barro un Tesoro divino (cfr. 2 Cor 4, 7). Pero  cuenta nuestra docilidad. Los judíos, en tiempo de Jeremías, no lo eran. Orgullosos, inflexibles, eran incapaces de dejarse guiar y transformar por el amor de Dios. No eran humildes y sencillos. Confiaban demasiado en sus propias fuerzas. No escuchaban la voz de Dios. El secreto de la santidad es ser dóciles a las mociones del Espíritu: escuchar su voz y tener fe. Es un abandono activo. El Señor nos pide negociar mientras vuelve (cfr. Lc 19, 13), pero sobre una base de confianza total en Él.

Hay otras imágenes que emplea el Señor para darnos a entender el gran peligro de la soberbia. Hace poco meditábamos la parábola del sembrador (cfr. Mt 13 3, 9)) El terreno menos apto para que crezca la semilla es el camino duro. Los demás terrenos (el pedregoso y el que está lleno de malas hierbas) al menos dejan penetrar la semilla. El terreno duro del camino la rechaza por completo. Así son los corazones empedernidos, indiferentes, endurecidos por la rutina y el desamor.

Ese endurecimiento se debe al amor propio, que es el origen de todos los pecados. ¡Qué importante es desprenderse del propio yo! Es nuestro mayor enemigo.   

En cambio, ser barro moldeable en las manos del Señor; desear vivir en su Voluntad; estar dispuestos a que Él vaya guiándonos en el camino de nuestra vida a través de su Providencia, ¡qué gozo y qué alegría!

La época de la pandemia nos hace más conscientes de nuestra vulnerabilidad, de nuestras limitaciones. Es el momento de abandonarnos más en Dios y escuchar su voz a través de la oración, para descubrir que espera de nosotros, para poder servir más y mejor a nuestros hermanos; sin orgullo, con capacidad de adaptarnos a sus necesidades, como lo haría Nuestra Señora, ejemplo de humildad y docilidad a la gracia de Dios.

martes, 28 de julio de 2020

El misterio del mal

«“En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”». Entonces, Jesús les dice: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es del demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles”» (cfr. Mt 13, 36-43).

Anton Raphael Mengs | Neoclassical painter | Tutt'Art@ | Pittura ...
Inmaculada Concepción. Antón Rafael Mengs (s.XVIII)

San Juan Pablo II, en una de sus catequesis, se refiere a la realidad del mal en el mundo, el pecado, al principio y a lo largo de toda la historia humana. Lo hace comentando una cita de la Gaudium et spes (n. 2) sobre el mundo: “fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito divino y llegue a su consumación”. Y continúa el comentario del Papa: “Al intentar reconstruir una imagen sintética del pecado, nos servimos también de todo lo que dice de él la variada experiencia del hombre a lo largo de los siglos. Pero no olvidamos que el pecado es en sí mismo un misterio de iniquidad [ver artículo], cuyo comienzo en la historia, y también su desarrollo sucesivo, no se pueden comprender totalmente sin referencia al misterio de Dios-Creador, y en particular del Creador de los seres que están hechos a imagen y semejanza suya. Las palabras del Vaticano II que acabamos de citar, dicen que el misterio del mal y del pecado, el "mysterium iniquitatis", no puede comprenderse sin referencia al misterio de la redención, al "mysterium paschale" de Jesucristo, como hemos observado desde la primera catequesis de este ciclo. Precisamente esta "lógica de fe" se expresa ya en los símbolos más antiguos” (Audiencia, 10-XII-1986).

Jesús es nuestra Esperanza: “pasó haciendo el bien” (cfr. Hch 10, 38) y, además, como dice J. Ratzinger, todo lo hizo según la “ley de la abundancia” (Introducción al cristianismo, Ed. Sígueme, p. 225). Dios hace todo bien y a lo grande. Tiene razón el refrán español cuando dice: “Lo que abunda no daña / si no es mal ni cizaña”. Sólo puede dañar la cizaña, el misterio del mal (“mysterium iniquitatis”, cfr. 2 Tes 2, 7), pero la gracia de Cristo es más fuerte: “donde abundó el pecado, superabundó la gracia” (Rom 5, 20). ¡Laus Deo!

domingo, 26 de julio de 2020

Cuatro parábolas

En el capítulo 13° de San Mateo, leemos cómo el Señor enseñaba a la multitud que se reunía en torno a Él. Y lo hacía mediante parábolas. Entre los versículos 44 a 52, se relatan cuatro parábolas muy cortas pero llenas de contenido.

Govert Teunisz Flinck, Parábola del tesoro escondido (Budapest, c.1635)

Cada una de ellas comienza con la introducción: “El Reino de los cielos (o Reino de Dios) se parece, o es semejante a”. Se han escrito muchos tratados exegéticos sobre lo que quería decir Jesús con esa expresión.

Joseph Ratzinger, en el tomo II de Jesús de Nazaret, dice: “el Reino de Dios llega en la persona de Cristo. En la medida en que las parábolas hacen alusión al reino, señalan a Cristo como a la auténtica forma del reino”. Es la interpretación cristológica, es decir, centrada en Cristo. Tanto en el Sermón de la Montaña como en el Padrenuestro, “el tema más profundo del anuncio de Jesús era su propio misterio, el misterio del Hijo, en el que Dios está entre nosotros y cumple fielmente su promesa”. El Reino de los cielos que estaba por venir, ha llegado en la persona de Jesús.

Con este preámbulo, podemos pasar a tratar de buscar algo, de cada una de las cuatro parábolas, que nos pueda ayudar.

La primera es la del tesoro escondido. Quien encuentra el tesoro “lleno de alegría, vende cuanto tiene” para adquirir el tesoro. El Tesoro es Jesús. Siempre será poco lo que hagamos para buscarlo, conocerlo y amarlo. Vale la pena dejar todo lo que tenemos para seguirlo. El encuentro con Jesús, por la fe, es el inicio de la vida cristiana.

Sigue la parábola de la perla preciosa, que es similar a la anterior, y podemos sacar la misma conclusión. Luego, continúa la parábola de la red barredera, muy parecida a la del trigo y la cizaña. La red acoge a todo género de peces, pero Jesús, como Juez, al final de los tiempos separará los peces buenos de los malos. Es una invitación a decidirnos por Cristo, que es Amor. “A la tarde, te examinarán sobre el Amor”, dice San Juan de la Cruz.

La última “parábola” es la del escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos, semejante al padre de familia, que “va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”. El anunció de la Iglesia es perenne: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos” (Heb 13, 8).

viernes, 24 de julio de 2020

Formación de la conciencia

El profeta Jeremías habla de parte de Yahvé. Dirige sus palabras a los israelitas que vivían en Jerusalén durante los años de las deportaciones a Babilonia (597-587 a. C.) y les alienta a la conversión: “Vuélvanse a mí, hijos rebeldes, porque yo soy su dueño, dice el Señor: Iré tomando conmigo a uno de cada ciudad, a dos de cada familia y los traeré a Sión; les daré pastores según mi corazón, que los apacienten con sabiduría y prudencia” (cfr. Jer 3, 14-17).

Bartolomé Estéban Murillo (1617-1682). San Pedro penitente.

En primer lugar, que somos “hijos rebeldes”, es decir, que somos pecadores. La auténtica conversión siempre comienza por un examen sincero de nuestra alma que nos lleva al reconocimiento de ser pecadores. “Reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados” (Salmo 50), decía el rey David. Sin esa oración sincera no puede haber conversión.

Pero la sinceridad que Dios nos pide debe llegar a reconocer pecados concretos. No basta asegurar que somos pecadores. Hace falta hacer examen y repasar nuestra vida pidiendo al Espíritu Santo que ilumine nuestro corazón y nos haga ver la realidad de nuestra vida, cada uno en las circunstancias en la que está.

En este sentido es necesaria la formación de la conciencia que hoy está tan descuidada en la Iglesia por diferentes motivos. Cada uno somos responsables de que tan bien o mal formada está nuestra conciencia. El hombre tiene, naturalmente, deseos de verdad. Además, la gracia nos impulsa a conocer cuál es la voluntad de Dios para nosotros. Sin embargo, todos necesitamos una dirección espiritual: alguien que nos guíe, hermano que nos ayude a ir por el camino correcto. Ese hermano, o hermana, es un pastor, para nosotros: “les daré pastores según mi corazón, que los apacienten con sabiduría y prudencia”.

Todos podemos ser buenos pastores de los demás. No solamente son pastores los sacerdotes. También los laicos pueden ejercitar el “oficio de pastor” y colaborar en la misión pastoral de Cristo y de la Iglesia (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica nn. 908-913). María es un ejemplo de solicitud pastoral por todos.

lunes, 20 de julio de 2020

El signo de Jonás

Con ocasión del evangelio de la Misa de hoy, lunes de la XVI semana del tiempo ordinario (Mt 12, 38-42), trascribo unas reflexiones del Card. Ratzinger en El Camino Pascual, ed. BAC, Madrid 1990, pp. 37-42.

Origen de la iconografía cristiana - Arte en Taringa!
Jonás y la ballena. Catacumbas de los santos Pedro y Marcelino, Roma. Pintura  paleocristiana. 

Esta generación pide un signo». "¡Cuántas veces pedimos un signo y nos cerramos a la conversión!" (p. 39).

"Es preciso que el hombre supere el espacio de las cosas físicas, de lo tangible, para ser redimido, para situarse en la verdad íntima de la idea creadora de Dios; únicamente superando ese espacio y abandonándolo puede alcanzar la certeza propia de las realidades más profundas y eficaces: las realidades del espíritu. Llamamos fe a ese camino que consiste en un superar y en un abandonar" (p. 37). "El amor exige, por su misma esencia, un acto de fe" (p. 37).

Jesús proporciona, sin embargo, un signo, pero no el que piden ellos. El Hijo del hombre es signo para esta generación (cfr. Lc 11, 30 y Mt 12, 40). "Jesús mismo, la persona de Jesús, en su palabra y en su entera personalidad, es signo para todas las generaciones. Esta respuesta de San Lucas me parece muy profunda; no deberíamos cansarnos de meditarla... Ver a Jesús; esta es la respuesta... Ver a Jesús, aprender a verlo..., y llegar así a responder de la misma forma que las gentes de Nínive: con la penitencia, con la conversión. El rosario y el viacrucis constituyen desde hace siglos la gran escuela donde aprendemos a ver a Jesús" (p. 39 y 40). Los ninivitas creyeron a Jonás porque reconocieron que eran pecadores y que los pecados podrían llevar a la destrucción de su ciudad, y porque —según la tradición rabínica— eran visibles en Jonás las huellas de la experiencia de la muerte, y estas huellas daban autoridad a sus palabras (cfr. p. 40).

San Mateo subraya el misterio pascual ("estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra"), la resurrección de Cristo después de una muerte voluntaria por la salvación de los otros en la Cruz, que es el signo verdadero del justo perfecto. Jesús volverá con este signo al final de los tiempos para juzgar nuestra vida. "Pongamos desde ahora mismo nuestra vida bajo este signo, día tras día" (p. 42). A Jonás le irritó la gracia y la bondad de Dios. Si nos pasa a nosotros lo mismo, demostramos que nuestra fe no brota del amor de Dios, sino que manifiesta más bien un amor propio, que busca tan sólo la seguridad personal (p. 42).

domingo, 19 de julio de 2020

Tres parábolas

En el Evangelio del Domingo XVI del Tiempo Ordinario, leemos tres parábolas de Jesús: la del trigo y la cizaña, la de la levadura y la del grano de mostaza. Las tres están en el Evangelio de San Mateo (cfr. Mt 13, 24-43). Meditemos en algún aspecto de cada una de ellas.

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Árbol de mostaza

En la parábola del trigo y la cizaña podemos fijarnos en una frase, aparentemente secundaria pero, a mi parecer, central: “mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó”. Muchas veces Jesús anima a sus discípulos a estar vigilantes y en oración. El mal, el pecado, viene cuando los hombres nos dormimos y permitimos que el enemigo siembre la cizaña. “No den oportunidad (lugar) al diablo” (Ef 4, 27), dice san Pablo a los Efesios. Es difícil detectar el mal. Por eso es necesario el frecuente examen de conciencia, para apartarnos de las ocasiones de pecado y de los hábitos malos que, poco a poco, son como las raposas que destruyen la viña (cfr. Cant 2, 15).

La parábola de la semilla de mostaza –que siendo pequeña se convierte en un árbol grande, que acoge a numerosos pájaros que anidan en sus ramas–, nos recuerda a la Iglesia, que comenzó por ser muy pequeña y se ha extendido por toda la tierra. Es como un gran árbol en la que habitan toda clase de aves. Muy pronto inició ese crecimiento asombroso; desde Pentecostés: “Partos, medos, elamitas (…), les oímos hablar en nuestras propias lenguas las grandezas de Dios” (Hch 2, 9-11). Es una “Iglesia en salida”, como desea el Papa Francisco. ¡Ven Espíritu Santo y renueva tu Iglesia y la faz de la tierra!     

Por último, llegamos a la parábola de la levadura. “El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”. En esta parábola podemos fijarnos en la levadura. Las levaduras son hongos unicelulares con una gran capacidad de hacer crecer la masa, convirtiendo sus compuestos fermentables en gas dióxido de carbono. Esto hace que la masa se expanda o aumente a medida que el gas forma burbujas. Cuando se hornea la masa, la levadura muere, y las bolsas de aire quedan fijadas dando al producto horneado una textura suave y esponjosa. Es asombroso lo que puede hacer una pequeña cantidad de levadura. Esto nos hace pensar en la importancia de los detalles pequeños en nuestra vida: cuánto bien y también cuánto mal puede derivarse de cuidarlos o no.

jueves, 16 de julio de 2020

Nuestra Señora del Carmen

Durante el tiempo de la pandemia, seguramente habremos intentado crecer un poco "hacia adentro", como aconseja el punto 294 de Camino: "No se veían las plantas cubiertas por la nieve. —Y comentó, gozoso, el labriego dueño del campo: «ahora crecen para adentro». —Pensé en ti: en tu forzosa inactividad... —Dime: ¿creces también para adentro?". Ahora, después de tres meses de "inactividad", nos disponemos a reanudar la misión de este blog: "hacer eco" a las apariciones de Nuestra Señora en San Sebastián de Garabandal.


Virgen del Carmen con Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Simón Stock, San José, la Santísima Trinidad y las almas del purgatorio. Óleo sobre lámina de cobre. Autor desconocido. Siglo XVIII. Sala Mariana de la Pinacoteca de La Profesa, en la Ciudad de México. 

Por consejo de un sacerdote amigo, desde hace dos meses, comencé a redactar, con cierta periodicidad, unas breves "cápsulas en tiempo de pandemia", especialmente dirigidas a los sacerdotes del centro de la ciudad de México. Esta ha sido la motivación para tomar de nuevo la pluma: utilizar como modelo esos escritos y ponerlos también en este blog, pues todos ellos, como es natural, se relacionan con lo que Nuestra Señora quiere que hagamos en estos momentos de la historia que nos ha tocado vivir, y así nos preparemos para "El Aviso" que, al parecer, no tardará mucho en llegar.

La motivación más inmediata ha sido la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, que hoy celebramos. Esta circunstancia me ha recordado que la Virgen se apareció en Garabandal precisamente bajo esta advocación. ¿Porqué la habrá escogido Nuestra Madre? Según el conocimiento más o menos amplio que tengamos sobre las apariciones, cada uno podremos intentar descubrir diversas causas. Lo importante es que Ella ha querido manifestarse como Madre protectora, que desea ayudarnos en momentos difíciles, y que nos pide que le tangamos plena confianza, como lo ha hecho siempre. Pues "jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Ella, implorado su asistencia y reclamado su socorro, haya sido abandonado" (Acordaos, Oración de San Bernardo).

Y ahora, pasemos a la "cápsula en tiempo de pandemia" que corresponde al 16 de julio. Es la n° 33 de las escritas a los sacerdotes mexicanos. Espero que estas "capsulas" puedan ayudarnos a todos a "crecer más para adentro" en el amor de Dios, y también a "salir más hacia fuera", en el amor a nuestros hermanos. 

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"En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio”" (Mt 11, 28). Al celebrar la memoria de Nuestra Señora del Carmen, comprendemos que Jesús ha encargado a su Madre que coopere con Él en esta tarea de aliviar y consolar. Ella, la Mujer sencilla que meditaba las palabras y los gestos de Jesús con un corazón manso y humilde, se acerca a sus hijos continuamente para hacer el yugo del Señor suave y su carga ligera.

Algunas veces, la Virgen se ha aparecido, de manera extraordinaria, a hombres y mujeres escogidos, que han tenido la dicha de verla y escucharla aquí en la tierra. Una de ellas fue en el siglo XIII, al sexto general de la Orden del Monte Carmelo, San Simón Stock (+1265). Según la tradición, la aparición de Nuestra Señora, rodeada de ángeles, tuvo lugar el 16 de julio de 1251, y le mostró el santo Escapulario de la Orden diciéndole: "Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará". Este santo había sido ermitaño en Inglaterra y luego se incorporó a la Orden de los Carmelitas que, como sabemos nació en el siglo XII, en el Monte Carmelo (“Karmel” = jardín), donde el profeta Elías lucho en la defensa de la pureza del Dios de Israel, venciendo a los profetas de Baal (cfr. 1 Re 18, 20-40). Después de tres años de sequía, subió al Carmelo y, desde su cumbre, vio cómo se acercaba una pequeña nubecita portadora de la lluvia tan deseada, que ponía fin a aquel tiempo de prueba. Esa pequeña nube una imagen de María Estrella del Mar y patrona de los marineros. Desde el principio, los ermitaños carmelitas la tuvieron como protectora y, al ser aprobados por el Papa Inocencio IV en 1247, tomaron por nombre el de Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo.

El escapulario del Carmen se puede imponer a todos los que deseen ponerse bajo la protección de Nuestra Madre, incluidos los no católicos. Con su ayuda podremos llevar el suave yugo de Cristo. Es un sacramental por el que manifestamos nuestro amor a la Virgen, Madre de la Misericordia y de la Esperanza (cfr. nuevas invocaciones de la Letanía Lauretana, aprobadas por el Papa Francisco recientemente).

La Virgen del Carmen está vinculada con las almas del purgatorio. Ella será nuestra abogada y defensora en el momento en que seamos juzgados, por ejemplo, en el momento del Aviso, en que necesitaremos la ayuda de Nuestra Madre.