sábado, 31 de marzo de 2018

"Surrexit Christus spes mea"


En la liturgia del Tiempo Pascual se canta, como Secuencia, el himno “Victimae Paschali laudes”, en el que alabamos con todas nuestras fuerzas a la Víctima Pascual, al Cordero inocente sacrificado, Jesucristo, que ha resucitado.  


“Ha resucitado Cristo, que es mi esperanza”, pone el himno en boca de la Magdalena. “Surrexit Christus, spes mea. Praecedet suos in Galileam”.

Vale la pena reproducir todo el himno en latín y en castellano, porque nos puede servir como tema de oración en los próximos días:

Victimae paschali laudes
inmolent Christiani.
Agnus redemit oves:
Christus innocens Patri
reconciliavit pecatores.
Mors et vita duello
conflixere mirando:
dux vitae mortuus,
regnat vivus.
Dic nobis Maria, quid vidisti in via? Sepulcrum Christi viventis,
et gloriam vidi resurgentis,
angelicos testes, sudarium et vestes
Surrexit Christus spes mea;
precedet suos in Galileam.
Scimus Christum surrexisse
a mortuis vere.
Tu nobis victor Rex, miserere.
Amen. Alleluia.

La traducción al castellano es la siguiente:

A la Víctima pascual
ofrezcan alabanzas los cristianos.
El Cordero redimió a las ovejas:
Cristo inocente
reconcilió a los pecadores con el Padre.
La muerte y la Vida se enfrentaron
en lucha singular.
El dueño de la Vida, que había muerto,
reina vivo.
Dinos, María, ¿qué has visto en el camino? Vi el sepulcro de Cristo viviente
y la gloria del que resucitó,
a unos ángeles, el sudario y los vestidos.
Resucitó Cristo, mi esperanza;
precederá en Galilea a los suyos
Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos.
Tú, Rey victorioso, ten piedad
Amen, Aleluya.

El Papa Benedicto XVI tiene una serie de textos sobre la Resurrección del Señor, además de lo que ha escrito en su libro “Jesús de Nazaret”, que son una maravilla. Además de la profunda doctrina teológica que contienen, nos llevan como de la mano a tener una piedad sincera hacia Cristo Resucitado, que vive y actúa en nuestra vida constantemente.

Meditemos algunos párrafos de estos escritos. En su libro “Introducción al cristianismo” expresa las siguientes ideas

"El amor es más fuerte que la muerte" (cfr. Cant 8,6). Amor es resurrección. El amor crea la inmortalidad. La vida del Resucitado ya no es bios (biología) sino zoe (espíritu). Los evangelistas no pueden expresar adecuadamente esta nueva vida, parecen balbucear y contradecirse.
Es una vida real. No es sólo una vida que se ve en el ámbito de la fe, como podría interpretarse el suceso de Emaús: Cristo enciende el corazón de los caminantes con la interpretación de la Escritura y les abre los ojos al partir el pan. El culto divino es donde entramos en contacto con Jesús y le reconocemos. Jesús, acercándose a nosotros, se convierte en nuestro compañero de viaje. Los evangelistas nos hacen comprender que el encuentro con Jesús tiene lugar en otro plano completamente nuevo. Sin embargo, no niegan la verdad histórica de la Resurrección (cfr. J. RATZINGER, Introducción al cristianismo, pp. 263-271).  

En una homilía del año 2006, el Papa Benedicto XVI explica de la siguiente manera la Resurrección de Cristo:

“Está claro que este acontecimiento [la Resurrección del Señor] no es un milagro cualquiera del pasado, cuya realización podría ser en el fondo indiferente para nosotros. Es un salto cualitativo en la historia de la "evolución" y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, entra ya continuamente en este mundo nuestro, lo transforma y lo atrae hacia sí. Pero, ¿cómo ocurre esto? ¿Cómo puede llegar efectivamente este acontecimiento hasta mí y atraer mi vida hacia Él y hacia lo alto? La respuesta, en un primer momento quizás sorprendente pero completamente real, es la siguiente: dicho acontecimiento me llega mediante la fe y el bautismo. Por eso el Bautismo es parte de la Vigilia pascual, como se subraya también en esta celebración con la administración de los sacramentos de la iniciación cristiana a algunos adultos de diversos países. El Bautismo significa precisamente que no es un asunto del pasado, sino un salto cualitativo de la historia universal que llega hasta mí, tomándome para atraerme. El Bautismo es algo muy diverso de un acto de socialización eclesial, de un ritual un poco fuera de moda y complicado para acoger a las personas en la Iglesia. También es más que una simple limpieza, una especie de purificación y embellecimiento del alma. Es realmente muerte y resurrección, renacimiento, transformación en una nueva vida”. (…). El gran estallido de la resurrección nos ha alcanzado en el Bautismo para atraernos. Quedamos así asociados a una nueva dimensión de la vida en la que, en medio de las tribulaciones de nuestro tiempo, estamos ya de algún modo inmersos. Vivir la propia vida como un continuo entrar en este espacio abierto: éste es el sentido del ser bautizado, del ser cristiano. Ésta es la alegría de la Vigilia pascual. La resurrección no ha pasado, la resurrección nos ha alcanzado e impregnado” (Benedicto XVI, Homilía, 15-IV-2006; las negritas son nuestras).

El Tiempo Pascual es un tiempo de alegría y agradecimiento: un tiempo para tener presente que ¡Jesús vive!, muy cerca de cada uno: dentro de cada uno;  y que podemos aprender de Nuestra Señora a permanecer en Cristo y a no perder la alegría que Él nos da y que en el mundo no podemos encontrar.


sábado, 24 de marzo de 2018

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor


El título completo del Domingo de Ramos, que celebraremos mañana, es “Domingo de Ramos en la Pasión del Señor” porque se lee la Pasión y porque conmemora el inicio de la semana en la que Jesús sufrió su Pasión y Muerte en la Cruz.

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Bartolomé Esteban Murillo. "Ecce Homo" (c.1660)

En el primer mensaje de las apariciones de la Virgen en Garabandal (18 de octubre de 1961), el Arcángel San Miguel comienza diciendo a las niñas: “Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia”. Y en el segundo (18 de junio de 1965), la Virgen termina con esta petición: “Debéis sacrificaros más, pensad en la Pasión de Jesús”.

Han pasado más de cincuenta años. ¿Podemos decir cada uno que hemos hecho caso de estos mensajes? ¿Cómo es nuestro espíritu de sacrificio? ¿Meditamos frecuentemente (cada día) en la Pasión de Jesús?

Ahora, en esta próxima semana, tenemos la oportunidad de hacerlo. Desde mañana, podemos proponernos tener más presente cada uno de los misterios dolorosos del Santo Rosario, cada una de las estaciones del Via Crucis.

San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en los primeros años de su ministerio sacerdotal en Madrid, regalaba libros sobre la Pasión del Señor. Uno de esos libros era “La Historia de la Pasión” del jesuita Luis de la Palma. Este sacerdote describe todos los pasos de la Pasión con un gran realismo y piedad. La lectura de este libro es de gran provecho, también en la actualidad.

Don Ricardo Fernández Vallespín, uno de los primeros miembros del Opus Dei, arquitecto y luego sacerdote, recuerda un encuentro con San Josemaría, el 29 de mayo de 1933; y escribió más tarde lo siguiente:

"El Padre me habló de las cosas del alma, no de los problemas políticos; me aconsejó, me animó a ser mejor; pienso que también recibió mi confesión en el sacramento de la Penitencia. Recuerdo perfectamente, con una memoria visual, que antes de despedirme, el Padre se levantó, fue a una librería, cogió un libro que estaba usado por él y en la primera página puso, a modo de dedicatoria, estas tres frases:
+ Madrid – 29-V-33.
Que busques a Cristo
Que encuentres a Cristo
Que ames a Cristo.
El libro era "La Historia de la Pasión" del Padre Luis de la Palma" (Testimonio, 7-VII-1975).

La Palma es un clásico de espiritualidad del siglo XVII y el Escrivá era un lector asiduo de este libro, que recomendaba vivamente en los medios de formación que impartía. Había numerosas ediciones. Regaló a Vallespín la que él usaba, que es ésta: Historia de la Sagrada Pasión sacada de los cuatro Evangelios por el P. Luis de la Palma, Provincial de la Compañía de Jesús en la Provincia de Toledo y natural de la misma ciudad. IHS. Madrid, Apostolado de la Prensa, San Bernardo 7, 1929, 592 páginas.

Don Ricardo Fernández Vallespín, que perdió el libro durante la guerra, lo encontró al cabo de los años en la biblioteca familiar y hoy puede verse en una vitrina de la “Galleria di sotto”, junto a la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz, en la Sede de la Prelatura en Roma.

La Pasión de La Palma comienza con un preámbulo que puede ser una buena manera de prepararnos para la Semana Santa, que estamos a punto de comenzar. Las negritas son nuestras.

“La Pasión y Muerte con que nuestro Rey y Salvador Jesucristo dio fin a su vida y predicación en el mundo es la cosa más alta y divina que ha sucedido jamás desde la creación. Vivió, padeció y murió para redimir a los hombres de sus pecados y darles la gracia y la salvación eterna. Por cualquier parte que se mire es así, por parte de la persona que padece o mirando la razón por la que sufre es tan grande el misterio que nada igual puede ya suceder hasta el fin del mundo.

Para mayor claridad, me parece conveniente exponer antes de un modo breve el motivo por el que los pontífices y fariseos determinaron en consejo dar una muerte tan humillante a un Señor que, aunque no se quisiera ver lo demás, fue, innegablemente, un gran profeta y un gran bienhechor de su pueblo.

Fue tan evidente y se divulgó de tal modo el milagro de la resurrección de Lázaro, fue tanta su luz, que aquellos judíos acabaron por volverse ciegos del todo. Aunque "muchos creyeron", otros, movidos por la envidia, fueron a Jerusalén (Jn 11, 46) para contar y murmurar de lo que en Betania había sucedido. Por este motivo "se reunieron los pontífices y fariseos en consejo", y decidieron poner fin a la actuación del Señor porque, de no hacerlo así, "todos creerían en El", y los romanos podrían pensar que el pueblo se amotinaba y se rebelaba contra ellos y, en represalia, "destruirían el Templo y la ciudad".

Con este miedo, o quizá disimulando su envidia y su odio hacia Jesús con falsas razones de interés público, no encontraron otro camino para atajar aquellos milagros que acabar con El y, así, decidieron dar muerte al Salvador. El Espíritu Santo movió a Caifás, por respeto a su oficio y dignidad de sumo sacerdote, quien promulgó la resolución a que había llegado el Consejo: "Es conveniente que muera un hombre solo para que no sea aniquilada toda la nación". "Y este dictamen no lo dio él por cuenta propia, sino que, como era pontífice aquel año, profetizó que Cristo nuestro Señor había de morir por su pueblo; y no solamente por el pueblo judío, sino también por reunir a las ovejas que estaban disgregadas" (v. 51) y llamar a la fe a los que estaban destinados a ser "hijos de Dios". Desde este día estuvieron ya decididos a matarle; y como si fuera un enemigo público, hicieron un llamamiento general diciendo que "todos los que sepan dónde está lo digan, para que sea encarcelado" (v. 56) y se ejecute la sentencia.
Queda bien patente la maldad de estos llamados jueces, porque primero dieron la sentencia, y sólo después hicieron el proceso. Dieron la sentencia de muerte en este Consejo y el acusado estaba ausente, no le tomaron declaración ni le oyeron en descargo del delito que se le imputaba; y es que solamente les movía la envidia por los milagros que el Señor hacía, y el miedo a perder su posición económica y su poder político y religioso.

Después, en el proceso, aunque hubo acusadores y testigos, y le preguntaron sobre "sus discípulos y su doctrina", todo fue un simulacro y una comedia forzaron las cosas de tal modo que coincidieran con la sentencia tomada de antemano. Así suelen ser muchas veces nuestras decisiones: nacen de una intención torcida, y luego intentamos acomodar la razón para que coincida con ella.

Al saber el Salvador esta sentencia y el tipo de orden de encarcelamiento que los pontífices dieron contra El para que cualquiera tuviera obligación de acusarle, "se escondió, por la parte cercana al desierto, en una ciudad llamada Efrén, y allí se estuvo con los discípulos" (v. 54). Quiso dar tiempo a que llegara el día señalado por su Padre Eterno; con esto nos dio también ejemplo a nosotros de que es necesario prepararse antes de morir. Estos días el Salvador pensaría en su muerte, ya tan cercana para El. Sus discípulos se entristecerían, y Él les hablaría del cielo y les animaría a tener fe.

Llegó el día señalado, y el Señor salió del desierto y de Efrén hacia la Ciudad Santa, para padecer y morir en ella (Mi 20, 17). Y caminaba con tanta prisa y decisión que "llevaba a todos la delantera", de modo que los mismos discípulos "estaban admirados" de su comportamiento, porque ellos tenían miedo (Mc 10, 32).

Durante el viaje reunió a los doce y, en privado y a solas, les hizo saber las injurias, la tortura y la muerte que le esperaban en Jerusalén.

Poco después escuchó la petición de la madre de los hijos de Zebedeo (Mt 20, 20), que pretendía para ellos los dos mejores puestos en el reino de Dios. Siguieron caminando y, al llegar a Jericó, dio la vista a un ciego que se lo pedía a gritos (Lc 18, 35). Entraron en la ciudad y fue a hospedarse a casa de Zaqueo (Lc 19, 2), invitándose El mismo; se dio a conocer a aquel hombre que tanto deseaba conocerle y convidarle, y, con su presencia, "trajo la salvación a toda aquella casa", pues Zaqueo, pecador y jefe de publicanos, se convirtió. Al salir de Jericó le seguía mucha gente y, como de paso, sanó a otros dos ciegos que desde el borde del camino, al oír que pasaba, le suplicaban a gritos que se compadeciese de ellos (Mt 20, 29). Mientras iba a padecer y a morir, por cualquier lugar donde pasara hacía favores, se compadecía de todos, dejaba señales y huellas de quien era.

Terminado su viaje, llegó a Betania "seis días antes de la Pascua" (Jn 12, l). El Señor solía hospedarse habitualmente en este pueblo, donde tenía muchos conocidos y amigos; por otra parte, como era tan reciente el milagro de la resurrección de Lázaro, todos deseaban convidarle y agradecérselo; pero era sábado”.

Cada uno de nosotros sabrá como meditar en la Pasión del Señor durante estos próximos días. La mejor manera, sin duda, es permanecer muy cerca de la Virgen. Ella siguió, con profundo dolor y amor, cada paso de las últimas horas de su Hijo aquí en la tierra. Ella nos acompañará muy cerca para infundirnos en el alma los mismos sentimientos que tiene en su Inmaculado Corazón.



sábado, 17 de marzo de 2018

Algunos escritos interesantes


Esta semana, por distintos motivos, he estado bastante ocupado. He tenido poco tiempo para escribir. Sin embargo, he podido leer algunos escritos que me han gustado y que deseo compartir con los lectores de este blog.

Hans  Memling  Diptych  with  the  deposition C
Hans Memling. Díptico del descendimiento de la Cruz y llanto de las santas mujeres (1475)

Uno de ellos es la 4ª predicación cuaresmal del Padre Raniero Cantalamessa, dirigida al Papa y a sus colaboradores. Todas sus meditaciones de este año han versado las “virtudes cristianas” que menciona San Pablo en la parte parenética de la Carta a los Romanos (capítulos 12 a 15). El P. Cantalamessa traza el plan de sus predicaciones cuaresmales de 2018 con estas palabras:

“A partir del capítulo 12 de la Carta a los Romanos se enumeran todas las principales virtudes cristianas, o frutos del Espíritu: el servicio, la caridad, la humildad, la obediencia, la pureza. No como virtudes que hay que cultivar por sí mismas, sino como necesarias consecuencias de la obra de Cristo y del bautismo” (Sermón del 23-II-2018).

En su primera predicación (23 de febrero) comenta Rom 12, 2: “No os conforméis a la mentalidad de este mundo”. En las siguientes (2, 9, 16 y 23 de marzo) reflexionará sobre cuatro virtudes cristinas mencionadas por San Pablo: caridad, humildad, obediencia y pureza. Todas ellas se pueden leer completas en la página “Sermones de la Casa Pontificia”.

En la de esta semana se detiene a comentar la virtud de la obediencia, de manera elocuente y, a la vez, muy práctica.

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Vale la pena también leer parte de la conferencia que dio el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto divino y la Disciplina de los Sacramentos, a un grupo de universitarios en Toronto, Canadá.

En ella, el Cardenal Sarah vuelve sobre un tema muy querido para él: la necesidad del silencio para conocernos a nosotros mismos y a Dios. Las ideas que expone no son nuevas pero sí la manera de decirlas. El Cardenal Sarah ve con mucha claridad que la gran carencia de nuestro mundo es la falta de interioridad, para dar valor a lo que lo tiene verdaderamente.

"Si nos damos a las cosas efímeras e insignificantes, nos vamos a entender a nosotros mismos como efímeros e insignificantes; si nos damos las cosas bellas y eternas, nos entenderemos a nosotros mismos como bellos y eternos" (citado por Gaudium Press).

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Otro artículo que me ha parecido muy interesante ese el de don José Luis Aberásturi, un sacerdote filólogo, filósofo, teólogo y que tiene mucho sentido del humor y gracia al escribir.

Esta semana ha escrito sobre el aparente “reverdecer” del espíritu del Concilio Vaticano II. El artículo lleva por título: Lo que nació “muerto” no puede “resucitar”. Comenta, con gran claridad y sin ninguna pretensión de ser “políticamente correcto” lo que sucedió en el Concilio y lo que ha sucedido en la Iglesia, en estos 50 años desde su conclusión. “Al pan pan y al vino vino”. Hay         que decir las cosas como son. Ojalá que muchos autores se animen a hablar y a escribir así: claramente y, al mismo, tiempo, con respeto hacia las personas, sin faltar a la caridad.     

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Por fin, recomiendo la lectura de un artículo sobre las apariciones de la Virgen en Garabandal. Su autor es don Javier Paredes. Lo escribió el 20 de febrero pasado. Se titula: El éxito de la película de Garabandal. Don Javier cuenta cómo aceptó a representar el papel del obispo de Santander en esa filmación y dice que su participación

“No ha tenido más intención que la de ayudar a que se aclaren las cosas y difundir sus mensajes por el bien de las almas, que por otra parte son los que siempre ha recomendado la Iglesia: que hay que darle la importancia que se merece a la Eucaristía, que hay que hacer penitencia por nuestros pecados y los del mundo entero, que hay que meditar con frecuencia la Pasión del Señor, y como primera condición de todo esto que hay que ser buenos”.

Aunque la película ha tenido mucho éxito, lo que le importa más a don Javier son los frutos apostólicos que se están derivando de esta iniciativa “porque la película llega al corazón e invita a ser mejor persona”.

Don Javier recomienda leer el libro escrito por Santiago Lanús, Madre de Dios y Madre Nuestra (Fátima, Amsterdam y Garabandal), que también recomendamos nosotros y que se puede bajar aquí en la versión anterior, argentina, Con Voz de Madre.



sábado, 10 de marzo de 2018

Domenica Laetare


Tradicionalmente, el día que marca la mitad de la Cuaresma es el jueves o feria quinta de la tercera semana. A partir de ese día, ya se empiezan a notar en la liturgia los resplandores de la Pascua.   

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Mañana celebraremos el Domingo IV de Cuaresma, que se llama también “Domenica Laetare” por la primera palabra de la Antífona de entrada: “Laetare Jerusalem…”, “Alégrate Jerusalén”.

El Evangelio que se proclamará, en esta ocasión (Ciclo B) está tomado del capítulo tercero del evangelio de san Juan. Es la segunda parte de la conversación que tuvo Jesús con Nicodemo durante la Primera Pascua que pasó en Jerusalén durante su vida pública.

Nicodemo era un personaje de relieve, un judío influyente, probablemente miembro del sanedrín, es decir, el órgano de mayor autoridad en el pueblo judío, formado por 70 varones. En ese grupo había fariseos, escribas, letrados, sacerdotes, etc. Muchos de ellos, quizá la mayoría, no veían con ojos buenos a Jesús. Desde muy al principio de su ministerio público el Señor encontró una fuerte oposición del sanedrín que, finalmente, decidió entregarlo a la autoridad romana para ser crucificado.

Nicodemo conoció a Jesús muy pronto y, al contrario de sus demás compañeros, manifestó una creciente admiración por Él: por sus palabras y por la noticia de los milagros que hacía. Veía a Jesús como un maestro de Israel y le tenía gran respeto, pero temía que los otros  miembros del sanedrín lo criticaran si se enteraban que mantenía una relación con él. Por eso iba a ver a Jesús de noche. A partir de su primer contacto con el Señor, Nicodemo permanecer siempre fiel hasta su muerte. Él se encargará de proveer la mezcla de mirra y áloe (cien libras romanas: unos 33 kg) necesaria para su sepultura (cfr. Jn 19. 39).  

En la conversación que nos relata san Juan en su evangelio (Jn 3, 1-21), el primero en intervenir es Nicodemo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él» (Jn 3, 2). Y el Señor le responde: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».

Nicodemo era un intelectual, versado en la Ley, que estaba preparado para profundizar en la Palabra de Dios y en las realidades sobrenaturales. Por eso Jesús le revela su designio salvífico de un modo que quizá no utilizó con la gente más sencilla y sin tanta cultura. Le dice:

«En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu» (Jn 3, 5-8).

Cuando Nicodemo le pregunta el significado de estas palabras Jesús le responde lo que leeremos mañana en el Evangelio de la Misa:

«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 14-16).  

De esta manera, le revela el misterio de la Cruz. Jesús tomará sobre sí todo el mal del mundo (pecados, enfermedades, dolores, penas, sufrimientos…), como si fuera una serpiente venenosa, siendo un Cordero inocente, para ser puesto en alto. (Jn 12, 23 ss).

El Libro de los Número se relata la rebelión de los israelitas contra Dios y contra Moisés. El resultado fue el siguiente:

«El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: «Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes». Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: «Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida» (Num 21, 6-9).

¿Qué nos dice hoy el Espíritu Santo a través de la lectura de estos textos? Que el Amor de Dios es tan grande que ha querido tomar sobre sí todo el mal de la humanidad, para salvarnos y para poder darnos la oportunidad de tener vida eterna, de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu.  

El Domingo “Laetare” se celebra en Roma en la Estación Cuaresmal de la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén, una de las siete basílicas mayores. La Santa Cruz es fuerza para la debilidad, gloria para el oprobio, vida para la muerte (cfr. San León Magno). Dos nos bendice con la Cruz. La Cruz es nuestra única esperanza.  

En la Cruz encontramos a la Virgen, al  pie de la Cruz, siempre: “stabat iuxta crucem Iesu”; de pie, firme, fuerte, con un dolor inmenso. Ella nos ayudará a no huir de la Cruz. Jesús nos la entregó como Madre, en la Cruz. Si alguna vez encontramos la tendencia en nuestra alma a escaparnos de la cruz, que sea Ella la que nos ate, la que nos sostenga, la que nos dé la mano. La Cruz es,  de alguna manera, el itinerario de nuestra vida, el de nuestra existencia: desde la Cruz con Cristo a la gloria inmortal del Padre.


sábado, 3 de marzo de 2018

Medjugorge y Garabandal


Sor Lucia, una de las videntes de Fátima, escribió al Cardenal Carlo Caffarra —fallecido el año pasado— que se estaba librando la última batalla entre Satanás y la Virgen: la del matrimonio y la familia.

Suor Emmanuel a San Martino in Rio (RE)
Sor Emmanuel Maillard

Recientemente Sor Emmanuel Maillard (1947) —una religiosa de la Comunidad de las Bienaventuranzas (como el sacerdote escritor Jacques Philippe)— ha estado en Italia donde se ha encontrado con millares de fieles. Sor Emmanuel vive en Medjugorge y colabora intensamente en la difusión de esas apariciones de la Virgen.

En su viaje por Italia ha hablado de sufrimiento y redención, de la Eucaristía y de una nueva pentecostés, es decir, del Aviso que anunció Nuestra Señora a las videntes de Garabandal y a otros santos, como Marta Robin (1902-1981), una mujer, que vivió durante 52 años alimentándose sólo de la Comunión, y que hace tres años fue proclamada Venerable (reconocimiento de sus virtudes vividas heroicamente) por el Papa Francisco.

La revista italiana La Nuova Bussola Quotidiana hizo una interesante entrevista a Sor Emmanuel el lunes pasado. Entre otras cosas la religiosa dijo lo siguiente sobre la guerra que se está combatiendo entre María y el demonio.  La traducción del italiano, las negritas y lo que está entre paréntesis cuadrados es nuestro.

Al inicio de las apariciones de la Virgen en Medjugorge ha dicho Nuestra Señora que Satanás será derrotado después de la revelación de los secretos [se refiere a los 10 secretos revelados a los videntes]. Por lo tanto basta mirar la realidad: vemos qué sucede en el mundo. No hace falta muchos estudios para darse cuenta de que estamos en el punto en que el mal está tan activo que ataca a los niños en las escuelas, que no pueden evitar el envenenamiento de sus almas: programas satanistas, impuros, la pornografía (…). Estamos frente a una vertiginosa carrera del mal. Esta es una señal muy elocuente del nivel al que ha llegado ese combate.

La religiosa afirma que la Virgen ha sido muy clara con los videntes de Medjugorge: Nuestra Señora prepara un tiempo nuevo; un tiempo en el cual habrá pasado esta ola de mal, de ruido y de confusión. Entonces llegará el triunfo del Corazón Inmaculado de María.

Respecto a la guerra que se lleva a cabo contra la familia, Sor Emmanuel dice lo siguiente:

Estamos en plena guerra espiritual entre la luz y las tinieblas. Vea que cosa sucede: divorcios, traiciones, pornografía, las personas conviven en unión libre; esto es un pecado y lo hacen todos. El adulterio se ha generalizado y los pequeños son los mártires. Todo esto “mata” a los niños, a nuestros pequeños. Pero Dios prepara una Nueva Pentecostés.
Se trata de una Nueva Pentecostés de amor, como explica la Sierva de Dios [Venerable] proclamada por el Papa Francisco, Marta Robin [y también las videntes de Garabandal]. No será como la primera Pentecostés, pero afectará a toda la humanidad. El Espíritu Santo descenderá sobre nosotros y todos podrán ver su alma como Dios la ve. Podemos llamarla también “iluminación de las conciencias”. Y esta iluminación será para todos. Y será terrible para aquellos que esté en pecado [mortal, particularmente] porque verán con horror qué es el pecado y tendrán la tentación de caer en la desesperanza. Viendo el horror del pecado y las consecuencias que ha provocado, ese pecado se convertirá en un motivo de un sufrimiento insoportable. Pero para aquellos que son tocados por Dios, será una gracia maravillosa. Por esta razón, la Virgen, desde hace 36 años [desde 1981, cuando comenzaron las apariciones en Medjugorge] repite lo mismo: “Acudan a la confesión, abandonen el pecado”. Por el contrario, en la actualidad el pecado se ha banalizado tanto que hemos llegado a pensar que abortar es algo normal.

Uno de los temas que Sor Emmanuel ha tocado en la entrevista ha sido la importancia de hablar sobre el sentido sacrificial de la Misa: la Misa es la renovación incruenta del Sacrificio Cruento de la Cruz.

Hoy la gente no sabe qué cosa es la Misa. Así es imposible entrar en el Misterio de Dios. Es el Calvario. Y es rechazado. Pero aunque se niegue este aspecto de la Misa, la realidad permanece. Si yo no creo el problema es mío, no de la Santa Misa.

Es un punto que también ha tocado el Papa Francisco en su última catequesis:

“En la liturgia eucarística la Iglesia, obediente al mandato de Jesús, hace presente el sacrificio de la nueva alianza sellada por Él en el altar de la Cruz (…).Con la oración sobre las ofrendas, el sacerdote pide a Dios que acepte nuestra pobre ofrenda y que la transforme con el poder del Espíritu Santo en el sacrificio de Cristo que, como el incienso, sube al Padre, que lo recibe con agrado” (Audiencia del 28 de febrero de 2018).

Sor Emmanuel afirma que los tiempos en que vivimos son tiempos marianos, y se demuestra en las gracias que concede la Virgen a quien la sigue. Para la religiosa de la Comunidad de las Bienaventuranzas el secreteo es la oración.

Si la fe no crece, la humanidad se abrasa en el pecado. Pienso que la falta de oración explica la trampa en la cual hemos caído hoy. Si se reza vemos la mano del Señor en todo, del alimento al trabajo. Vemos la Providencia en cualquier sitio, porque permanecemos con Él. El corazón se inserta en un diálogo entre amigos que se comunican. Y esto vale para todos.

Finalmente, algunos consejos de Sor Emmanuel:

Se conoce a María a través de la oración. En los seminarios se imparte teología, pero no ser reza, no se aprende la devoción a la Virgen, la práctica de la Adoración Eucarística, la meditación de los Misterios del Rosario. No se aprenden las cosas del corazón.

Sor Emmanuel afirma que sabremos que está terminando la guerra entre Satanás y la Virgen cuando veamos las conciencias iluminarse finalmente [el Aviso de Garabandal]. Esa será la señal de que está por triunfar el Corazón Inmaculado de María: el Corazón Maternal Eucarístico de María, como dice Jesús a Marga, que es lo primero a lo que tenemos que estar unidos (cfr. Tomo IV de la VDCJ, p. 28).