sábado, 27 de enero de 2018

"Garabandal, sólo Dios lo sabe"

Alguien me comentó recientemente que este año, 2018, será un año importante para la difusión de las apariciones de la Virgen, que tuvieron lugar en San Sebastián de Garabandal, Cantabria, entre los años 1961 y 1965.

Película de Garabandal 

¿Por qué? Pues porque el número de Garabandal es el 18. Un 18 de junio de 1961 fue la primera aparición, del ángel. Y los dos mensajes que recibieron las niñas fueron un día 18.

Este es el texto de los dos mensajes:

“Hay que hacer mucho sacrificios y mucha penitencia, y tenemos que visitar mucho al Santísimo, pero antes tenemos que ser muy buenos. Y si no lo hacemos vendrá un castigo. Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos vendrá un castigo” (Mensaje del 18 de octubre de 1961).

“Como no se ha cumplido y no se ha hecho conocer al mundo mi mensaje del 18 de octubre, de 1961, os diré que éste es el último; antes la copa se estaba llenando ahora está rebosando. Los sacerdotes van muchos por el camino de la perdición, y con ellos llevan a muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira de Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con vuestras almas sinceras Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, por intercesión del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación; pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos, debéis sacrificaros más; pensad en la pasión de Jesús” (Mensaje del 18 de junio de 1965).

Por otra parte, el Arcángel San Miguel dio la Sagrada Comunión a Conchita, una de las videntes, el 18 de julio de 1962. En ese verano tuvimos la dicha, varios miembros de nuestra familia, de conocer Garabandal. En varias ocasiones pudimos presenciar éxtasis de las niñas, y fuimos testigos del milagro de la Comunión.

Al saber hace poco que se estaba filmando una película sobre estas apariciones de la Virgen (“Garabandal, sólo Dios lo sabe” es el título), y que se estrenaría este año (en concreto, el 2 de febrero próximo), nos llevamos una gran alegría y comprendimos que, efectivamente, el año 2018 será un año en el que se podrán difundir ampliamente esos sucesos de gracia que, al menos para nosotros —que tuvimos la fortuna de presenciarlos directamente—, son, efectivamente, de origen sobrenatural, aunque hasta ahora la calificación que ha utilizado la Iglesia para definirlos es que “no consta la sobrenaturalidad” de esas apariciones, que no cierra un juicio diferente (podría haber dicho que “consta la no sobrenaturalidad” de esos sucesos, y no lo ha dicho).

Nos parece que es humanamente imposible que cuatro niñas de 12 y 13 años (eran chicas de mi misma edad), tan sencillas y normales, se hayan propuesto engañar a todo un pueblo y a miles y miles de personas que fuimos ahí en esos años. Tampoco es posible que esos fenómenos hayan sido movidos por alguna fuerza maligna. “Por sus frutos los conoceréis”, dijo Jesús a sus discípulos. Y los frutos de Garabandal son abundantísimos y todos buenos: conversiones, curaciones, decisiones de acercarse más a Dios, difusión de la devoción a Nuestra Señora, etc.

El contenido de los mensajes que recibieron las niñas y de las conversaciones que tenían con la Virgen es puro y diáfano. Todo respira bondad, inocencia y, al mismo tiempo, gran profundidad teológica.

Esos años fueron los del Concilio. La Iglesia necesitaba gracias especiales de Dios y de su Madre. María quiso venir a la tierra y aparecerse a cuatro niñas muy sencillas, y les quiso dejar un mensaje claro: el mundo no va bien encaminado; es necesario volver a lo de siempre: la frecuencia de los sacramentos, la oración, la penitencia, la coherencia de vida cristiana. Si el mundo no cambia, sufrirá las consecuencias del mal y del pecado.

Todo esto, y más, aparece en la película “Garabandal, sólo Dios sabe”, un largometraje de 90 minutos de duración, en español.

El tratamiento que se le ha dado a la producción es sin ánimo de lucro e íntegramente  informativo, aunque se ha basado en hechos reales. En este sentido, la película sirve también como iniciativa para que se puedan realizar en un futuro nuevos estudios sobre los hechos allí ocurridos. 

Aquí se puede visitar la página de la realizadora y productora de la película: . Y aquí la página web oficial: . En ella se encuentran secciones de historia, datos sobre los actores y la realización de la película, así como imágenes con escenas del rodaje.

A partir del 2 de febrero se presentará la película en cines de España: Barcelona (Cines Gran Sarría), Cuenca (Cine Odeón), las Palmas de Gran Canaria (Cine Monopol), Madrid (Conde Duque Santa Engracia y Conde Duque Alberto Aguilera), Santander (Cine Los Ángeles), Tenerife (Multicines Tenerife), Valencia (Cine ABC Park). Más adelante habrá presentaciones en países de América y Europa.

Para concluir, diremos que hay otro mensaje que la Virgen no comunicó con tanta solemnidad como los dos principales, que hemos transcrito más arriba. Se trata del mensaje que reúne tres eventos futuros: el Aviso, el Milagro y el Castigo.

Conchita tuvo una aparición de la Virgen el 1 de enero de 1965 en la que la Virgen le habló de un “aviso” que, en el futuro, recibirán todos los hombres, para que el mundo se enmiende. Conchita comenta:

“No puedo decir en qué va a consistir, pues Ella no me ha ordenado decirlo. Y ¿cuándo será?, no me lo ha dicho, así que no lo sé. Si sé que será visible para todo el mundo; será obra directa de Dios y tendrá lugar antes del milagro. Yo no sé si morirán personas. Únicamente pueden morir, al verlo, de impresión.”

En una de sus cartas añade lo siguiente:

“Ese aviso es como un castigo, para los buenos y los malos: para los buenos, para acercarlos más a Dios y para los malos, para anunciarles que viene el fin de los tiempos y que estos son los últimos avisos.”      

Sobre el milagro, Conchita ha dicho lo siguiente:

“Lo del milagro me lo ha dicho, la Virgen, a mí sola. Ella me ha prohibido decir en qué consistirá. Tampoco puedo decir la fecha hasta ocho días antes. Lo que sí puedo decir es que coincidirá con un acontecimiento de la Iglesia y con la festividad de un Santo mártir de la Eucaristía; será a la ocho y media de la tarde de un jueves; será visible para todos los que estén en el pueblo y en las montañas de los alrededores: los enfermos que asistan sanarán y los incrédulos creerán. Será el milagro mayor que Jesús ha hecho para el mundo. No quedará la menor duda de que es de Dios y para bien de la humanidad. Quedará una señal del milagro, para siempre, en los pinos. Podrá ser filmado y televisado.”

Y, sobre el castigo, ha comentado lo que sigue:

“El castigo está condicionado a que la humanidad haga caso o no de los mensajes de la Virgen y al milagro. En caso de que suceda, yo sé en qué va a consistir, porque yo he visto el castigo; si puedo asegurar que si viene es peor que si estuviéramos envueltos en fuego; peor que si tuviéramos lumbre por arriba y lumbre por abajo. No sé el tiempo que pasará para que Dios lo envíe, después de hecho el milagro”.

Conchita cumplirá el próximo 7 de febrero 69 años. Es viuda. Tiene cuatro hijos y vive en Nueva York. Tuvo una amistad cercana con Santa Teresa de Calcuta. También tuvo, junto con las otras tres videntes, una relación particular con San Pío de Pietrelcina. Ha sido una esposa y una madre ejemplar, que se ha dedicado a las tareas del hogar toda su vida, pasando oculta y esperando las promesas de la Virgen.

La película “Garabandal, sólo Dios lo sabe”, será un medio utilísimo para difundir estas apariciones marianas y promover que se estudien más para que, pronto, puedan recibir una aprobación por parte de la Iglesia. Recomendamos leer el artículo de don Javier Paredes, Por las doce “estrellucas”(sobre la película de Garabandal)




sábado, 20 de enero de 2018

El problema de la profecía cristiana (6)

En los escritos de Marga (cfr. sitio), como hemos visto, hay abundante material para estudiar qué es la profecía en la Iglesia; cuál es su estructura fundamental; cuáles son sus características principales; y cómo distinguir la verdadera de la falsa…


En este post analizaremos algunos textos, de los mensajes de Jesús, en los que se pueden descubrir los rasgos de la verdadera profecía, la que viene de Dios, porque es Palabra suya.

En la segunda parte, seguiremos reflexionando sobre la profecía según Joseph Ratzinger (cfr. la entrevista que el Cardenal J. Ratzinger concedió a Niels Christian Hvidt sobre “El problema de la profecía cristiana” del 16 de marzo de 1988).

Las negritas y lo que está entre paréntesis cuadrado [] es nuestro.

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El 17 de septiembre de 2014, Jesús dirige a Marga unas palabras llenas de fuerza sobre su papel como profeta:

“Querida Marga, con ardor y con pasión he esperado este momento (cfr. Lc 22, 15), este momento, amada, para decirte que te amo y que te elijo, pero no sólo con pobres palabras humanas, sino con Palabras de Dios.
¿Cuáles son las Palabras de Dios?
He aquí que Dios habla al pueblo a través de su profeta y de los signos que hará su profeta”.

Luego, Jesús hace alusión al carácter universal de toda profecía.

“Querida, ¡y tan universal!, que hasta los croatas y los cristianos del este, leerán tus escritos [Nota 263: En la nave central de la iglesia había una ceremonia de cristianos del este], y encontrarán en ellos Bondad y Belleza, la Bondad y la Belleza de Dios, a la que están acostumbrados”.

El 5 de diciembre de 2014, Jesús dice a Marga que ahora, en nuestros tiempos, Dios también suscita profetas, lo mismo que en el Antiguo Testamento:

“No tengas miedo, porque al igual que yo conduje al pueblo de Israel, a través de profetas mayores, menores, lo conduzco ahora a través de vosotros, los siervos, los profetas actuales (de ahora).
En Mí está la historia de la salvación como un Todo, y ahora preparáis la Segunda Venida así como los anteriores prepararon la Primera” [ver lo que dice sobre esto, más adelante, el Cardenal Ratzinger].

Pero Jesús también señala claramente la diferencia entre la profecía en el Antiguo Testamento y la profecía en el Tiempo de la Iglesia:

“No tiene nada que ver ahora, en el sentido de que, actualmente, hay muchísima más gracia de Dios. Ahora contáis con el Hijo, venido ya en Carne Mortal, resucitado para la Vida Eterna con su Cuerpo Glorioso, permaneciendo en la tierra en forma de Eucaristía, inhabitando en vosotros por medio del Espíritu Santo. Con Efusión Mayor, y cada vez más mayor, del Espíritu Santo”.   

Hasta aquí lo referente al papel profético de los libros de la VDCJ.

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Lo que sigue es la continuación de la entrevista al Cardenal J.  Ratzinger. Las negritas y lo que está entre paréntesis cuadrados [ ] es nuestro.

Pregunta: En un cierto sentido existe una diferencia entre la profecía del Nuevo y del Antiguo Testamento, porque Cristo ha entrado en la historia. Pero si se mira a la esencia misma de la profecía, que es la de introducir en la Iglesia la Palabra escuchada desde Dios, no parece haber ninguna diferencia.

Cardenal Ratzinger: Sí, existe efectivamente una estructura común de base entre las dos profecías, que varía sólo por el vínculo con el Cristo que debe venir y el Cristo ya venido, pero que todavía debe retornar. Esta tensión teológica merece ser estudiada y mayormente profundizada: el núcleo de esta cuestión consiste en saber por qué el tiempo de la Iglesia sobre el plano estructural tiene muchas más afinidades con el Antiguo Testamento, o por lo menos es muy similar a éste, y en qué consiste la novedad aportada por la primera venida de Cristo.

Pregunta: Muchas veces se nota en la teología la tendencia a querer diferenciar en forma absoluta el Antiguo y el Nuevo Testamento. Esta diferenciación aparece con frecuencia artificial y basada en principios abstractos más que en principios concretos.

Cardenal Ratzinger: Querer radicalizar las diferencias sin querer ver la unidad interior que existe en la historia de Dios con los hombres es un error en el que los Padres de la Iglesia no han incurrido. Ellos han propuesto un triple esquema: «umbra, imago, veritas [sombra, imagen, verdad]», donde el Nuevo Testamento es la «imago», por lo que el Antiguo y el Nuevo Testamento no se contraponen uno a otro como sombra y realidad, sino que en la triada de sombra, imagen y verdad se tiene abierta la espera hacia el cumplimiento definitivo, y el tiempo del Nuevo Testamento, el tiempo de la Iglesia, como un plano ulterior más avanzado, pero siempre en el camino de la promesa. Éste es un punto que hasta hoy, según creo, no ha sido suficientemente considerado. Por el contrario, los Padres de la Iglesia han subrayado el carácter incompleto del Nuevo Testamento, en el que hasta ahora no se han cumplido todas las promesas. Cristo realmente ha venido en la carne, pero la Iglesia espera todavía su revelación en la plenitud de su gloria. 



sábado, 13 de enero de 2018

El problema de la profecía cristiana (5)

Continuamos con algunas reflexiones sobre la profecía en Joseph Ratzinger (cfr. la entrevista que el Cardenal J. Ratzinger concedió a Niels Christian Hvidt sobre “El problema de la profecía cristiana” del 16 de marzo de 1988 (ver entrevista) y en los mensajes recibidos por Marga (cfr. el sitio de la VDCJ).


Antes de seguir con la entrevista hecha a J. Ratzinger en 1988, vamos a reproducir un texto del último libro escrito por Marga, es decir, del tomo IV de sus “Dictados”, que lleva por título “La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús. Características y promesas”.

En la página 22 de ese libro continúan las características de la VDCJ (Verdadera Devoción al Corazón de Jesús). La primera es “una mística para nuestro tiempo” (ver post anterior). La segunda es la sencillez y la humildad. Veamos lo que dice el Señor a Marga [las negritas son nuestras y también lo que está entre paréntesis cuadrados]:  

“Qué más darán los aspectos físicos externos, lo extraordinario o no extraordinario que sea visible”. Dios actúa en lo invisible, y qué más mayormente actúa que en la Eucaristía y qué poco se ve, qué poco se nota al exterior. Más bien lo que se ve y se nota al exterior es un trozo de pan que metemos en la boca.  (p. 16).
Por eso, los que buscan tantas manifestaciones extraordinarias, externas y grandilocuentes, qué poco me encuentran. Y qué poco les gustar la Eucaristía, ese lugar que aparentemente no parece nada, no dice nada y que ocurren tan pocas cosas ahí. 
Porque buscan algo grande, y Yo me hago encontrar en lo pequeño.
Por eso, una segunda característica que viven esta Devoción es la humildad y la sencillez. Almas que no me buscan en lo extraordinario sino en lo ordinario. Almas que no se van detrás de todas la manifestaciones externas y actuales, que son muchas y abundan, y copan vuestra imaginación, os llaman y os despistan de la Fuente. Almas que van a lo esencial. Van al Sacramento de los Sacramentos, del que dependen los demás Sacramentos.
Con esta humildad y sencillez, Yo puedo manifestarme, porque Dios revela sus cosas a los sencillos, a los sencillos de corazón, y evita a los soberbios y orgullosos” (pp. 22 y 23).     

Estas almas tienen su reflejo en el Corazón de María. Hay que empezar por la Virgen, para vivir este Camino. En su Corazón se lleva a cabo la conversión y la purificación del nuestro. Ella nos prepara para el sacrificio final. Esta purificación vendrá por el hecho de haber aceptado la Cruz, sin miedo. Esta es la tercera característica de la VDCJ. Y la cuarta es la alegría, que va unida a la aceptación de la Cruz. Es mirar al futuro siempre con esperanza, con ilusión, con optimismo.    
Hasta aquí lo referente al papel profético de los libros de la VDCJ.

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Lo que sigue es la continuación de la entrevista al Cardenal J.  Ratzinger. Las negritas y lo que está entre paréntesis cuadrados [ ] es nuestro.

Pregunta: En el Credo se dice de Espíritu Santo que «ha hablado por medio de los profetas». La pregunta es: ¿los profetas aquí mencionados son sólo los del Antiguo Testamento, o se refiere también a los del Nuevo Testamento?

Cardenal Ratzinger: Para responder a esta pregunta sería necesario estudiar a fondo la historia del Credo de Nicea. Indudablemente, aquí se trata sólo de los profetas del Antiguo Testamento (vea el uso del tiempo pasado: «ha hablado») y, en consecuencia, la dimensión pneumatológica de la revelación se pone fuertemente en evidencia. El Espíritu Santo precede a Cristo para prepararle el camino, para introducir después a todos los hombres en la verdad. Existen varios tipos de simbolismo en el que esta dimensión se pone fuertemente de relieve. En la tradición de la Iglesia oriental, los profetas son considerados como una obra de preparación del Espíritu Santo que habla ya antes de Cristo y que habla a través de los profetas. Estoy convencido que el acento primario está puesto en el hecho que el Espíritu Santo es el que abre la puerta para que Cristo pueda ser escuchado «ex Spiritu Sancto». Lo que ha acontecido en María por obra del Espíritu Santo (ex Spiritu Sancto) es un acontecimiento preparado cuidadosamente y desde lejos. María recoge en sí toda la profecía del Antiguo Testamento al concebir a Cristo «ex Spiritu Sancto».

Para mí esto no excluye que se podría continuar en nuestra perspectiva, diciendo que Cristo sigue siendo concebido «ex Spiritu Sancto». Parece claro que el evangelista san Lucas, con justa razón, había puesto en paralelo el relato de la infancia de Jesús en su Evangelio, con el nacimiento de la Iglesia en el segundo capítulo de los Hechos de los apóstoles. En los doce apóstoles, reunidos en torno a María, se produce una «Concepitio ex Spiritu Sancto» que se actualiza en el nacimiento de la Iglesia. Para finalizar, se puede decir que si también el texto del Credo se refiere sólo a los profetas del Antiguo Testamento, esto no significa que la acción del Espíritu Santo se pueda declarar concluida con esto.

Pregunta: Muchas veces, san Juan Bautista es designado como el último de los profetas. Según usted, ¿cómo hay que entender esta afirmación?

Cardenal Ratzinger: Pienso que hay muchas razones y contenidos en esta afirmación. Uno de estos es la palabra misma de Jesús: «la Ley y todos los Profetas han profetizado hasta Juan», luego de lo cual llega el Reino de Dios. Aquí es Jesús mismo quien declara que Juan representa el fin del Antiguo Testamento y que después vendrá alguno más pequeño en apariencia, pero más grande en el Reino de Dios, es decir, Jesús mismo. De este modo, el Bautista se enmarca todavía en el Antiguo Testamento y sin embargo abre una Nueva Alianza. En este sentido, el Bautista es el último de los profetas. Éste es también el justo sentido del término: Juan es el último antes de Cristo, aquél que recoge la antorcha de todo el movimiento profético y lo deposita en las manos de Cristo. Él concluye la obra de los profetas, porque indica la esperanza del pueblo de Israel: el Mesías, es decir, Jesús. Es importante precisar que él mismo no anuncia nada en lo que se refiere al porvenir, sino que se mantiene solamente como uno que llama a la conversión y que renueva y actualiza la promesa mesiánica de la Antigua Alianza. Del Mesías dice: «En medio de vosotros está uno que no conocéis». Aunque en este anuncio hay una predicción, Juan Bautista permanece fiel al modelo profético que no es el de predecir el porvenir, sino de anunciar que es tiempo de convertirse. El mensaje del Bautista es el de invitar al pueblo de Israel a mirar dentro de sí y a convertirse para poder reconocer, en la hora de la salvación, a Aquél a quien Israel ha esperado siempre y que ahora está presente. En este sentido, Juan personifica al último de los profetas y a la economía específica de la esperanza de la Antigua Alianza. Aquello que vendrá después será otro tipo de profecía. Por eso el Bautista puede ser llamado el último de los profetas del Antiguo Testamento. Sin embargo, esto no significa que después de él terminará la profecía. Esto estaría en contradicción con la enseñanza de san Pablo, quien dice en su Primera epístola a los tesalonicenses: «no apaguéis el Espíritu, no despreciéis las profecías».

sábado, 6 de enero de 2018

El problema de la profecía cristiana (4)

Al comenzar el nuevo año 2018, continuamos ofreciendo a nuestros lectores algunas reflexiones sobre la profecía: en Joseph Ratzinger (cfr. la entrevista que el Cardenal J. Ratzinger concedió a Niels Christian Hvidt sobre “El problemade la profecía cristiana” del 16 de marzo de 1988) y en los mensajes recibidos por Marga (cfr. el sitio de la VDCJ).


En la Trilogía de los Dictados de Jesús a Marga se mencionan muchas veces las palabras “profecía” y “profeta”, como hemos tenido oportunidad de comprobar en los posts anteriores.

Hoy, Solemnidad de la Epifanía del Señor, antes de continuar con la entrevista hecha a J. Ratzinger en 1988, vamos a reproducir algunos fragmentos del último libro escrito por Marga, es decir, del tomo IV de sus “Dictados”, que lleva por título “La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús. Características y promesas”.

En la página 15 de ese libro comienzan una serie de Mensajes de Jesús que recibió Marga en un retiro que hizo del 25 al 30 de agosto de 2016. Ahí, el Señor le da las características de la VDCJ (Verdadera Devoción al Corazón de Jesús). El Señor le dice [las negritas son nuestras y también lo que está entre paréntesis cuadrados]:  

“Sí, Yo te quiero dar las características de la VDCJ. Y la primera de todas es esta: «Una mística para nuestro tiempo». Un Camino de la mística para toda persona de nuestro tiempo. La mística para todos. Al alcance de todos. Porque la mística es vivir las realidades sobrenaturales como si de naturales se tratara. Es bajar el Cielo a la tierra, sin ningún esfuerzo por parte del hombre” (p. 16).

El hombre siempre ha de cooperar con la gracia, pero el don es primero. Nosotros lo que hacemos es corresponder a los dones que Dios nos concede. En este sentido, se podría decir que, cuando se habla de “ascética”, se pone el acento en el esfuerzo y la lucha por parte del hombre; en cambio cuando hablamos de “mística” se suele subrayar más la acción de Dios.

Cabe recordar al respecto lo que afirmaba, con fuerza, San Josemaría Escrivá de Balaguer: que la oración contemplativa no constituye un fenómeno extraordinario de la vida espiritual.

«No me refiero a situaciones extraordinarias. Son, pueden muy bien ser, fenómenos ordinarios de nuestra alma: una locura de amor que, sin espectáculo, sin extravagancias, nos enseña a sufrir y a vivir, porque Dios nos concede la Sabiduría [el don de Sabiduría, concedido por el Espíritu Santo]» (Homilía Hacia la santidad, 26-XI-1967, en “Amigos de Dios”, 23ª ed., Rialp, Madrid 1997, n. 307).

Y también decía:

«¿Ascética? ¿Mística? No me preocupa. Sea lo que fuere, ascética o mística, ¿qué importa?: es merced de Dios. Si tú procuras meditar, el Señor no te negará su asistencia» (Ibid., n. 308).

Y precisamente porque la contemplación no es un fenómeno extraordinario, no está reservada a unos pocos privilegiados (cfr. Manuel Belda, Contemplativos en medio del mundo. Continúa San Josemaría:  

«Fe y hechos de fe (...) Eso es ya contemplación y es unión; ésta ha de ser la vida de muchos cristianos, cada uno yendo adelante por su propia vía espiritual —son infinitas—, en medio de los afanes del mundo, aunque ni siquiera hayan caído en la cuenta» (Ibid.).

La unión que desea Dios que tengamos con Él es a través de la Eucaristía. Una “Unión eucaristizada”, le dice Jesús a Marga (cfr. Tomo IV, p. 17). La Eucaristía “es el Corazón de Dios, el Corazón de Cristo” (Ibid.). Jesús le dice a Marga:

En hacerse uno Eucaristía y en recibir el Amor de Dios hecho Eucaristía, es en lo que consiste esta vía, este Camino (VDCJ)” (…). “Todavía no habéis vivido ni entendido qué es la Eucaristía. Todavía no la habéis vivido aquí en la tierra. El Cielo es una Eucaristía Perenne. No es que en el Cielo habrá Eucaristía. Es que el Cielo ES la Eucaristía, porque el Cielo es la Unión Total con Cristo Jesús Resucitado y Eucaristizado” (p. 18).

Aquí en la Tierra podemos ya vivir la vida del Cielo, a través de nuestra unión estrecha con Cristo en la Eucaristía. Los libros de la VDCJ son un Camino para mostrarnos cómo podemos adentrarnos en esta Vida transformante eucarística. En este sentido, Marga es profeta y tiene el don de la profecía. Jesús se lo dice a ella:

“Por eso la señalé a ella [a Margarita] como profeta. Porque es un profeta para estos Tiempos. Profeta es el que porta el Mensaje de Dios, el que habla de la Boca de Dios. Antes Yo te he asimilado, te he comido a ti, para que tú puedas ir con mi Mensaje de asimilación al mundo. Con mi Mensaje de que quiero hacerles tan íntimos a Mí como Yo mismo. Quiero que todos vengan de la Boca de Dios y escuchen como tú. Les quiero hacer a todos profetas para estos Tiempos. Este privilegio no es tuyo ni sólo para ti, Margarita. Este privilegio es para todas aquellas almas que se quieran acoger a él” (p. 20 y 21).           

Hasta aquí lo referente al papel profético de los libros de la VDCJ.

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Lo que sigue es la continuación de la entrevista al Cardenal J.  Ratzinger. Las negritas y lo que está entre paréntesis cuadrados [ ] es nuestro.

Pregunta: Usted ha dicho que la Revelación en Cristo ha acontecido de modo «definitivo», lo cual no significa una clausura absoluta, no se identifica con la última palabra de las doctrinas reveladas. Esta afirmación es de gran interés para nuestra tesis sobre la profecía cristiana. Ahora la pregunta más urgente es naturalmente esta: ¿en qué medida los profetas, en la historia de la Iglesia y también para la teología misma, pueden decir algo radicalmente nuevo? 

Cardenal Ratzinger: Se puede verificar que los últimos grandes dogmas hay que ponerlos directamente en relación con las revelaciones de grandes santos profetas, como por ejemplo, las revelaciones de santa Catalina Labouré, en lo que se refiere al dogma de la Inmaculada Concepción. Éste es un tema muy poco explorado en los libros de teología.

Sí, este tema podría ser verdaderamente tratado a fondo. Me parece que Hans Urs von Balthasar había encontrado, en sus investigaciones, que detrás de cada gran teólogo hay siempre antes un profeta. Un san Agustín es impensable sin el encuentro con el monaquismo y, sobre todo, con san Antonio. Lo mismo vale para san Atanasio; y santo Tomás de Aquino no sería concebible sin santo Domingo y el carisma de la evangelización que le era propio. Leyendo los escritos de éste último, se nota cuán importante ha sido para él el tema de la evangelización. Este mismo tema ha desarrollado un rol importante en su disputa con el clero y con la Universidad de París, y obliga a santo Tomás a repensar el estatuto de la Orden Dominicana.

Él afirma que la verdadera regla de su orden se encuentra en las Sagradas Escrituras y que está constituida por el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles (tenían un solo corazón y una sola alma) y por el décimo capítulo del Evangelio según san Mateo (anunciar el Evangelio sin pretender nada para sí). Ésta era para santo Tomás la regla de todas las reglas religiosas. Cada forma monástica no puede ser sino la realización de este primer modelo que tenía naturalmente un carácter apostólico, pero que la figura profética de santo Domingo le ha hecho redescubrir de un modo nuevo. A partir de este modelo prototípico, santo Tomás desarrollo su teología como evangelización, como un ponerse en movimiento con y por el Evangelio, un estar radicado en el concepto de «un solo corazón y una sola alma» de la comunidad de los creyentes. Lo mismo se podría decir de san Buenaventura y de san Francisco de Asís, lo mismo sucede con Hans Urs von Balthasar, impensable sin Adrienne von Speyr.

Creo que se podría demostrar cómo en todas las figuras de los grandes teólogos es posible una nueva evolución teológica sólo cuando hay un vínculo entre teología y profecía. En cuanto se procede solamente en forma racional, no acontecerá jamás nada nuevo. Se llegará quizás a sistematizar mejor las verdades conocidas, a revelar aspectos más sutiles, pero los progresos nuevos y verdaderos que llevan a nuevas y grandes teologías no provienen del trabajo racional de la teología, sino de un impulso carismático y profético. Y observo en este sentido que la profecía y la teología avanzan siempre con paso parejo. En sentido estricto, la teología no es profética, pero puede convertirse realmente en teología viva cuando se nutre de un impulso profético y es iluminada por éste.