sábado, 3 de octubre de 2015

“Os estáis imaginando la Gran Tribulación como no es” (la Virgen a Marga)

Jesús y María, en el año 2008, comunicaron a Marga —como instrumento suyo para difundirlo a toda la humanidad (ver Tomo Rojo)— revelaciones privadas de gran valor y consuelo, como las que se refieren a la época de la Gran Tribulación y de lo que vendrá antes y después. Meditemos con recogimiento estas palabras sobrenaturales y demos gracias a Dios, y a Nuestra Madre, por manifestarnos su amor de modo tan patente.


La Virgen a Marga (25-IV-2008) (mensaje completo)

Hola, Pequeña mía.
Mi Amor por vosotros es semejante... os amo como ama una madre a su hijito pequeño, aún de pecho.
   Marga: Mamá, ¿por qué a veces me dices lo que quiero saber? Te pregunto y respondes.
Porque me gusta hacer esto con algunas de mis criaturas.
¿Y cuál es la razón?
Siempre buscando un bien mayor. Contigo hago mucho bien a más gente. Quiero el bien de todas mis criaturas. Y para eso empleo a algunas. Sois como mis altavoces. A través de vosotras, llego a muchas almas. Despierto, curo, cuido y alimento a alguna, y ésa me sirve de altavoz. Es la Inteligencia de Dios. ¿Los Planes de Dios?
Sí. Los medios que Él emplea. Sois medios empleados por Él, cauces.
Oh. Pequeña... pequeña... Hija... tengo que decirte que, veas lo que veas, no temas.
Te pongo como signo de contradicción. Por tu medio, muchos tropezarán y a otros elevarás.
¡Oh, los Tiempos de la Gran Tribulación!
¡Oh, caminad! Qué oscuro se ha vuelto el Camino, qué estrecho. ¡Pero en medio de esos caminos, Yo preparo Profetas de la Salvación, que indicarán a mi grey el Camino a seguir!

La Virgen a Marga (7-V-2008) (mensaje completo)

Os estáis imaginando la Gran Tribulación como no es: Sufrimiento y ningún tipo de consuelo. No es así. No será así. Me tendréis a Mí. Tendréis mi Presencia en vuestra casa, tan real, que olvidaréis todos los sufrimientos.

Jesús a Marga (28-VI-2008) (mensaje completo)

(Exposición del Santísimo)
Mirad cómo, en Adoración a mi Majestad, todos vuestros problemas desaparecen. Mirad cómo la Adoración Eucarística es la solución a todos vuestros males. Acercaos a Mí, y de Mí recibiréis mis consuelos. Sí, Yo estoy dadivoso en este Sacramento de Amor. Yo estoy vulnerable. Yo estoy expuesto a ti, a tus amores o a tus ingratitudes.
Te preguntas cómo puede tener lugar mi Reinado Eucarístico, si antes, lo predicho, está la abolición de mi Eucaristía.
Habrá un periodo en mi Iglesia muy negro -y ahora se prepara-, en el que parecerá que la Iglesia ha desaparecido. Todo lo que hasta ahora se ha creído se dejará de creer. Desaparecerá mi Eucaristía del culto público. Sólo quedará el privado. Oficialmente, la Eucaristía será abolida. Será «la abominación de la desolación» (cfr. Dn 9, 27; 11, 31; 12, 11; Mt 24, 15; Mc 13, 14). Los Templos muertos, donde no se me adorará ya. Es un Templo muerto.
En su lugar, Yo mantendré a mi Verdadera Iglesia erguida, pero será una Iglesia de las catacumbas. Estará escondida. Sí se consagrará y se realizará el Sacrificio, aunque sea abolido oficialmente.
   Marga: Jesús mío, estamos mal, pero me cuesta creer que lleguemos a eso. ¿Cómo?
Ocurrirá el Desastre, y ya nada volverá a ser como antes.
Hay un Aviso, que está cerca. Y un Castigo. En el Castigo, mucho será destruido. Y habrá muchos hombres que, supervivientes, sean dominados de Satanás. Entonces, por un pretendido «cuidado», se cerrarán los Templos que queden en pie. Será peligroso salir a la calle, pues en la calle moran los endemoniados.
En este momento, desde la iglesia, se va a propiciar una ayuda para el pueblo, que muere de sed, muere de hambre. Y esta ayuda sólo la recibirán los que tengan la marca de la bestia.
Antes del Desastre, vendrá mi Cisma. El Gran Cisma. Y la Iglesia Verdadera desaparecerá para dar paso a la nueva. En esta nueva sobre todo hay una vertiente social. Con la excusa de que no haya profanaciones eucarísticas, la Eucaristía será abolida. No se permitirá a los sacerdotes celebrar en público por los abusos y peligros. Pero al mismo tiempo, se fomentará en los hombres lo diabólico. Y que campen por sus anchas. Será peligroso salir a la calle, sí.
Estaréis así un periodo. El que permita mi Padre Dios, acortado por las súplicas de una Madre y de la muchedumbre de mis almas víctimas.
No se podrá comprar o vender si no tienes la marca de la bestia.
El impío, el adversario, se erigirá en su Trono pretendiendo dominaros. Realmente parecerá que todo el mundo está en su mano.
¿Y cómo acabará esto?
Al adversario lo derrocará el Poder de Dios. Nada ni nadie, salvo Dios. Lo derribará de su Trono. Y con él, las obras del mundo y de su Poder.
Yo vendré. Bajaré del Cielo, y conmigo la Jerusalén Celeste (cfr. Ap 3, 12; 21, 2).
Y vendré a establecer mi Morada entre vosotros, los que habéis permanecido fieles. Con ellos construiré la Nueva Jerusalén.
Y  no habrá ya más llanto y corrupción (cfr. Ap 21, 4).
Volveré a establecerme en el Centro del Santuario. Y habrá Adoración Perpetua en todos los Templos.
La vida de los que en Mí creen será eminentemente eucarística. En Ella, ya no sólo creeréis por la fe, sino por los sentidos exteriores e interiores. Me comunicaré a todos en Efusión de Amor. Y me haré visible a muchos.
Viviré íntimamente con el hombre sobre la tierra. En la que ha venido ya una Nueva Creación. En la que Yo he derramado mi Espíritu y he hecho nacer una Nueva Creación. Todas las cosas renovadas. Y el hombre no vivirá ya más en pecado. Aunque pecado habrá, pero el hombre no vivirá más ya inmerso en él.
Imagínate los Templos visitados día y noche. Imagínate un mundo donde sólo se me busque a Mí.
Falta mucho para esto.
Pasad primero por la Gran Tribulación. Se os perseguirá, se os perseguirá. Pero permaneced fieles. Lo que os espera luego es dichoso, es tremendo, ¡grandioso!
   Marga: Jesús, ¿qué tiene que ver esto con «La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús»?
Estamos en el inicio del dictado. Ten paciencia. Amén.
Mi Amor se os ha ido revelando poco a poco. Desde el comienzo de los hombres, desde la Creación.
Yo os manifesté mi Amor desde la Creación, aunque existiera antes. Todo lo hice para ti, alma mía. Y poco a poco se os ha ido mostrando más apasionadamente. Se os ha manifestado más visiblemente. Hasta con Promesas y con gracias especiales.
En esta Hora de la Historia, Yo me quiero manifestar todavía más, porque es una Hora en la que reina el pecado.
Diréis que la máxima manifestación del Amor de Dios está en enviar a su Hijo a redimiros. Y Yo os digo que la máxima manifestación del Amor de Dios está en la instauración de la Eucaristía. De instaurar ese Sacramento en medio de vosotros. Este es el máximo exponente de mi Amor.
Para adorarme verdaderamente en este Sacramento de Amor, Yo he manifestado la Devoción a mi Sacratísimo Corazón.
La cumbre es la Eucaristía. Toda la Revelación de esta Devoción es eminentemente eucarística, y culmina en Ella.
Dios se ha hecho Hombre por Amor. Pero Dios ha recogido su Humanidad en un pedazo de Pan, por tu Amor. Para que tú, tú y tú, hombre de todos los tiempos, pudieras llegar a una íntima Comunión con El, superior a aquella que tuvieron los Apóstoles conmigo en mis tres años de vida pública. O la que tenían la Virgen, María Magdalena y San Juan al pie de la Cruz. Dios quiere haceros depositarios a cada uno de vosotros de la unión que tuvo con sus discípulos predilectos.
Es más, por medio de la unión con la Eucaristía, llegáis a ser mi Madre para Mí (cfr. Mt 12, 50; Mc 3, 35). Vuestro corazón tiene el poder de convertirse en el Corazón de María por la unión Eucarística. Albergadme en vuestro corazón como me albergó María. Haced la prueba. Sólo haced la prueba. Abrid esa Puerta. Esa Puerta de los Tesoros Eucarísticos de Comunión destinados para mis elegidos, ¡y para todos los hombres! Vivid esa vida eucarística con María.
Estad en Gracia. En permanente estado de Gracia, para que Yo pueda habitar en vosotros. Para que me dejéis libertad plena para actuar en vosotros.
Por eso te digo: Toda mi Revelación de mi Corazón culmina en esta Hora en el Corazón Eucarístico de Cristo, Corazón de Hombre, Corazón de Dios.
Aunque todo mi Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad se encuentran contenidos en un solo pedacito de Eucaristía, lo que es especialmente, es mi Corazón. Lo que tenéis todos los días en el Sacrificio del Altar es mi Corazón. Si se hiciera carne la materia de la Hostia, sería un Corazón. (1) Juan vio, al reclinarse sobre mi Pecho, que lo que yo les daba (nota de Marga: Al comulgar en la Última Cena. Cfr. Jn 13, 25; 21, 20) era mi Corazón.
Ese Corazón, alimenta a la persona y hace, si su vida es pulcra, que lata ya no su corazón, sino el Corazón de Cristo en ella misma (cfr. Gal 2, 20).
«Arrancaré tu corazón de piedra y te daré un Corazón de Carne» (cfr. Ez 36-24-28). El Corazón de Jesús hecho Eucaristía.

Nota (1) A título de «dato interesante», podemos recordar que en el siglo VIII, en la ciudad adriática de Lanciano (Italia), durante su Misa, un monje dudó de la presencia real de Cristo bajo las sagradas especies. En ese momento el sacerdote vio cómo la sagrada Hostia se transformaba en carne humana y el vino en sangre, que posteriormente se coaguló. En la catedral se custodian estas reliquias. En 1970, por iniciativa del arzobispo de Lanciano, monseñor Pacifico Perantoni, y del Ministro provincial de los Conventuales de Abruzzo, contando con la autorización de Roma, los Franciscanos de Lanciano decidieron someter a examen científico las reliquias. El resultado de los análisis mostró: «La Carne es verdadera Carne. La Sangre es verdadera Sangre. Ambas pertenecen a la especie humana. La Carne está constituida por el tejido muscular del corazón. En la Carne están presentes, en secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante espesor del miocardio, el ventrículo cardiaco izquierdo. La Carne es un corazón completo en su estructura esencial.» En 1973, el consejo superior de la Organización Mundial de la Salud (OMS) nombró una comisión científica para verificar dichas conclusiones. Los trabajos se prolongaron 15 meses con medio millar de exámenes. Las conclusiones de todas las investigaciones confirmaron lo que había sido declarado y publicado anteriormente.



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