sábado, 11 de julio de 2015

Garabandal y los sacerdotes (1)

Es conocido que uno de los temas que más salen a relucir en el contexto de las apariciones de la Virgen en Garabandal es el de los sacerdotes. Aunque el mensaje de Nuestra Señora en la pequeña aldea cántabra, durante los años 1961 a 1965, está dirigido a todos los hombres, lo cierto es que, de un modo muy especial, María se dirige a los sacerdotes, como hijos muy queridos.


Veamos algunos ejemplos concretos, tomados del libro del P. Eusebio García Pesquera, Se fue con prisas a la montaña.

 «Que a los sacerdotes y a su situación se ha concedido atención relevante en Garabandal ─afirma el P. Pesquera─, está fuera de toda duda: Hay pruebas innumerables. También en este punto aquellos extraños sucesos venían "apuntando" a las tremendas crisis que pronto iban a estallar en la Iglesia».

─ Cuando Nuestra Señora dijo a las niñas que hicieran “sacrificios” (por ejemplo, en el Primer Mensaje del 18 de octubre de 1961), ellas no sabían el significado de esta palabra. Por encargo de la Virgen se lo preguntaban a los sacerdotes. El P. Pesquera dice que él mismo tuvo que darles explicaciones sobre este tema.

En repetidas ocasiones la Virgen pide a las videntes que sean obedientes a sus padres y a los sacerdotes.

─ Desde el comienzo de los sucesos han demostrado las niñas una especial predilección por los sacerdotes y religiosos. Con frecuencia contaban los que subían, se fijaban en sus hábitos y siempre en sus trances hablaban de ellos con la visión. Si se les preguntaba: "¿Quién queréis más que venga?", respondían siempre: Los sacerdotes. Y hablando de obediencia, la que de modo especial les inculcaba la Virgen, era la que debían a los padres y a los sacerdotes.

─ "Varias veces las niñas, en estado de trance, han dicho que había sacerdotes, cuando nadie les veía (por ir de paisano), o que había en mayor número de los que parecían.

─ "Un caso entre muchos: Acababa de marcharse un pequeño grupo de sacerdotes y quedaba sólo don Valentín [el párroco del pueblo], con bastantes otras personas seglares; las niñas entraron en trance, en la iglesia, y hablaron de que allí había dos sacerdotes: don Valentín y otro. Al oír tal cosa, don Valentín se puso a mirar hacia atrás para descubrir al posible compañero; pero en vano ... Poco después se le acercó un "señor", que luego de saludarle, se declaró sacerdote, que había llegado de paisano, por haber subido en motocicleta.

─ "Otro: Cierto día también andaban por San Sebastián varios sacerdotes en indumentaria civil... Durante el éxtasis oyeron que las niñas hablaban de su presencia, y entonces, por temor a ser descubiertos públicamente, se apresuraron a marchar."(De seguro que entre los habitantes de San Sebastián de Garabandal podrían recogerse multitud de datos que, añadidos a los del padre Andreu, dejaron bien ilustradas para la historia esas fechas del verano de 1961).

─ Del día 29 [de agosto de 1961] (De las notas de don Valentín Marichalar): "Entró en éxtasis Conchita a las once y le oí preguntar: "¿Todos los sacerdotes son buenos?"... Hizo un gesto de admiración. Yo le pregunté luego por aquel gesto, y me dijo que no lo podía decir. Pero al fin me explicó que le había dicho la Virgen que, efectivamente, no todos los sacerdotes eran buenos".

─ Del día 30 [de agosto de 1961]: "Salió (en éxtasis) Conchita de su casa a las 12,10; dio unas vueltas por el pueblo. Junto a la puerta de la iglesia le oí decir: "Yo creía que todos los jesuitas eran buenos"..." (De las notas de don Valentín Marichalar). Pienso que esta especial mención de los jesuitas se debió a su especial trato con los hermanos Andreu.

─ De una entrevista que la Madre Nieves [directora de colegio de Burgos en donde estuvo Conchita] hace a Conchita (29 de octubre de 1966): “Me gusta oír hablar de la Virgen; he oído a muy poco sacerdotes hablar de Ella; uno me dijo un día: "Si esto de Garabandal no es verdad, ya no tendré fe en nada". ¿Cree que esto está bien? A mí me da pena". (Anota la Madre [de Conchita]: "La expresión de ese imprudente sacerdote la preocupa de verdad, y lo recuerda con frecuencia").

─ De una entrevista que la Madre Nieves hace a Conchita (30 de octubre de 1966): "He aprendido mucho en mi pueblo, porque la gente me exponía sus problemas; algunos, ¡muy fuertes! Los que más me han impresionado, han sido los de los sacerdotes: ¡me hacían daño!".

─ De una entrevista que la Madre Nieves hace a Conchita (29 de noviembre de 1966):"Me gustaría tener hermanos sacerdotes. He conocido muchos... Recuerdo que un Padre joven, del Corazón de María, al querer darle yo a besar el crucifijo, lo rehusó, y llorando decía: "No soy digno, no soy digno"... Cuando terminé de ver a la Virgen, fui donde él y le comuniqué aparte lo que Ella me había dicho: "Es que quiere dejar el hábito y salirse de la Congregación". Al oír esto, se puso a llorar de nuevo. Nunca más le he vuelto a ver" (cfr. P. Pesquera, o.c.).

─ De una entrevista que la Madre Nieves hace a Conchita (2 de diciembre de 1966):"Antes de decírmelo la Virgen, yo creía que todos los sacerdotes eran buenos; jamás se me ocurrió que pudieran cometer también pecados mortales. He conocido muchos... Algunos me parecieron santos al principio; luego vi cosas que no me agradaban. He comprendido más tarde cómo las personas pueden engañar. Yo, primero, les trataba a todo de "tú"; pero al darme cuenta de que aquella mi confianza era mal interpretada, cambié. Algunas veces pienso si entre las personas que he conocido había alguna que me quisiera de verdad... Muchos mimos, muchas frases cariñosas; pero me querían para sí. Veía que hasta los sacerdotes se enfadaban unos con otros, por tener en mí más parte o intervención... Me da vergüenza que me alaben, y agradezco que me digan lo que hago mal".

─ De una entrevista que la Madre Nieves hace a Conchita (31 de diciembre de 1966): "No siento rencor ni odio hacia nadie. Cuando los sacerdotes de la Comisión [que examinó a las niñas], o los encargados por ellos, nos atacaban, y los demás se enfadaban por esto, yo no. Pensaba que debían obrar así; y los quiero. Amor mucho a la gente que parece buena, piadosa; y también a los que están enfermos, y a los que viven su vocación, o que, teniéndola, no la han podido alcanzar aún. A lo mejor, después del Milagro, yo también puedo ir monja. ¡Qué alegría!" (Conchita pasó las Navidades en el pueblo, con su familia).

─ En su “Diario”, Conchita, casi a final del primer año de apariciones, cuenta algo sobre las comuniones “místicas” que recibían: “"Cuando se lo decíamos a la gente (esto de las comuniones por mano del ángel), no lo creían algunos, sobre todo los sacerdotes, porque decían que el ángel no podía consagrar. Y nosotras, cuando volvimos a ver al ángel, le dijimos lo que decía la gente, y él nos dijo que las cogía (las formas) en los sagrarios, que las cogía de la tierra, ya consagradas. Y luego, se lo decíamos a la gente, y algunos lo dudaban. Y dándonos la comunión estuvo mucho tiempo".



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