sábado, 7 de junio de 2014

La Venida del Espíritu Santo

La Solemnidad de Pentecostés es la fiesta más importante de Año Litúrgico después de la Pascua. Con la Ascensión del Señor a los Cielos concluye el Misterio Pascual (Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión). La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles marca el inicio del Tiempo de la Iglesia.


De hecho, el Espíritu Santo es como el Alma de la Iglesia. Es como el cemento con el que se unen las piedras vivas de la Iglesia, que somos cada uno de nosotros.

Con la Venida del Espíritu Santo, comienza la andadura de la Iglesia en la Historia de los hombres. Prefigurada por la nación de Israel, ahora la Iglesia busca aunar a todas las ovejas en un solo Redil.

San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, nos narra el hecho prodigioso, que ocurrió cincuenta días después de la Resurrección del Señor, cuando los judíos celebraban la Fiesta de las Semanas y recordaban cómo, en el Monte Sinaí, Yahvé dio a Moisés las Tablas de la Ley en medio de una Teofanía majestuosa de rayos y truenos.

En esta ocasión es un viento impetuoso el que llena el Cenáculo y llamas de fuego vienen a posarse sobre todos los que estaban reunidos en torno a María. El hablar en lenguas es otra de las muestras de la Venida del Espíritu.

FEU… (fuego). Es la primera palabra del memorial que escribió Blas Pascal en un pergamino, una noche de noviembre de 1654.

“El año de gracia 1654. Lunes 23 de noviembre, día de San Clemente papa y mártir...., vigilia de San Crisógono, mártir.... FEU [Fuego]. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos ni de los sabios.... El Dios de Jesucristo.... Alegría, alegría (palabra cinco veces repetida en el “Memorial”), lágrimas de alegría... certeza y paz...”.

Pascal tenía 31 años y estaba enfermo (le quedaban sólo ocho de vida). Vivía solo en su casa de París, en la calle Francs-Bourgeois Saint-Michel, que tenía una puerta que comunicaba con los jardines del Luxembourg. Estuvo rezando desde las diez y media de la noche hasta pasada la medianoche. Leía el martirologio, la Biblia y quizá La Vie de Monsieur de Renty.

Recibió una visión intelectual y una gran claridad sobre la vida de fe. “Lo primero que Dios inspira al alma a la que se digna acercarse realmente es un conocimiento y una visión extraordinarias por las que el alma considera las cosas y a sí misma de un modo completamente nuevo” (Sur la conversión du pécheur).

Escribió el texto del memorial y luego una copia en un pergamino y guardó estos papeles en una costura de su gabán, junto al corazón. No lo contó a nadie. Ni siquiera a su hermana Jacqueline, monja en Port-Royal. Este texto se encontró en sus ropas después de su muerte.

El “memorial” (recuerdo y presencia viva) comienza con la palabra “fuego” que puso con mayúsculas en el pergamino. “Fuego” significa muchas cosas:

1) La presencia de Dios, como en la zarza ardiente.
2) El Espíritu Santo.
3) La purificación de lo humano, como lo de “Dios de Abraham..., no de los filósofos ni de los sabios”).
4) La Caridad ardiente.
5) El Calor y la Luz (cfr. las “lámparas de fuego” de San Juan de la Cruz, Llama de amor vivo).

Jesús ha venido a traer “fuego” a la tierra. Desea que el incendio,  que el Espíritu Santo enciende en nuestros corazones, se propague por todo el mundo. Su Corazón arde en llamaradas de Amor. La santidad es tener ese fuego dentro de nosotros. Ser como brasas encendidas para hacer arder el ambiente que nos rodea. La santidad es trasmitir vida, vida sobrenatural, con el fuego de Cristo que llevamos en el corazón.

Francisca Javiera del Valle, en su Decenario al Espíritu Santo, nos invita a invocarlo con fe: “¡Ven, Santo y Divino Espíritu! ¡Ven como Luz, e ilumínanos a todos! ¡Ven como fuego y abrasa los corazones, para que todos ardan en amor divino! Ven, date a conocer a todos, para que todos conozcan al Dios único verdadero y le amen, pues es la única cosa que existe digna de ser amada. Ven, Santo y Divino Espíritu, ven como Lengua y enséñanos a alabar a Dios incesantemente, ven como Nube y cúbrenos a todos con tu protección y amparo, ven como lluvia copiosa y apaga en todos el incendio de las pasiones, ven como suave rayo y como sol que nos caliente, para que se abran en nosotros aquellas virtudes que Tú mismo plantaste en el día en que fuimos regenerados en las aguas del bautismo”.

A continuación, copiamos algunas frases de los mensajes recibidos por Marga, de Jesús y de la Virgen, sobre el Espíritu Santo (ver página sobre el Tomo Rojo y el Tomo Azul) (lo que está resaltado en negritas es nuestro): 
— “Benditos aquellos que me saben descubrir, que permanecen en Gracia, puros y sencillos de corazón, y pueden reconocer así la Segunda Venida del Espíritu Santo, que viene ya sobre vosotros, para prepararme el camino, para allanar las sendas, para limpiar los terrenos, abrir las fuentes, bregar en las aguas, recolectar en los campos. Viene ahora. Benditos aquellos que lo sabéis reconocer, recibir, aceptar, asimilar y dar. Recibiréis la recompensa eterna. Yo  [Jesús] os envío. Trabajad, recolectad, sembrad, bregad en mi Nombre y con mi Espíritu. Preparad el mundo para mi Segunda Venida” (10 sep 1999).

 — “Yo intercedo para que el Espíritu Santo obre en ti maravillas. Es el Espíritu Santo quien lo obra, pero primero ven a Mí, venid a Mí. Es así como lo ha querido Dios, Yo Soy Medianera de todas las Gracias, Mediadora, Intercesora. He ahí el plan de Dios sobre Mí y sobre mi actuación en los hombres. Vosotros que lo sabéis, seguidlo, si queréis alcanzar «todas las Gracias» de Dios” (29 ene 2001).
— “Mi Espíritu Santo ha sido derramado sobre vosotros en la forma simple que vosotros conocéis: ¡reconocedlo!” (13 feb 2002).
— “Como golpea un fuerte viento sobre vuestras ventanas. Así estoy Yo, así el Espíritu Santo, queriendo pasar en medio de vosotros, queriendo soplar sobre esta generación, para revivirla, para soplar sobre sus huesos de muerte y volverlos a la vida, para darle alas a este cuerpo mortal que se arrastra bajo el barro sin poder volar ni buscar metas más altas: el Amor para el que ha nacido, para el que ha sido creado. ¡Vive! ¡Vive! ¡Por mi Espíritu! Mi Espíritu os hará revivir, oh generación, que os revolcáis bajo el barro y os ahogáis, ahogáis vuestra alma inmortal bajo el peso de vuestro cuerpo mortal y corruptible, lleno de corrupción. Esposa de corrupción llena: ¡Vive!, ¡vive por Mí!, ¡oh, amada humanidad! (…). Mira hoy al Espíritu Santo llamando a tu puerta, pegando en tu ventana. ¡Ábrele! ¡Ábrele de par en par! Y deja que entre a inundar tu vida, tu vida muerta, de paz y de amor, de vida y de perdón, de caridad, de mansedumbre, de armonía, de belleza. ¡Ábrele! Y cierra a todo ocio y corrupción, pecado, omisión, desgracia, cierra a eso, oh hijo, hoy tu puerta con tu voluntad cierta, fuerte, recia. ¡Cierra!, y ábrete sólo a Mí.” (11 oct 2002).
— “Sí, son los tiempos del Espíritu Santo. La gente está ávida de prodigios. Pero aunque Yo los doy, Yo amo lo escondido, lo recóndito. Donde el alma se inmola allá donde nadie la ve. Puede una persona hacer mis prodigios y no ser santa. Y encontrarse la santidad en lo humilde y escondido de un convento lavando ropa, fregando platos... sin nada extraordinario, absolutamente nada extraordinario, pero mucho amor, mucho amor a Mí” (26 abr 2004).
— “¿No sabes, hija, que se acerca sobre vosotros una tan grande efusión del Espíritu Santo como nunca en la historia de la Iglesia? Y Yo he querido que tú y otras personas como tú, tus Grupos y otros como tus Grupos, me preparen el camino. Son mis pequeños arquitectos. Son los constructores de la Civilización del Amor. Lo sois. ¡Venid! ¡Venid a construirla!” (12 nov 2004).
— “Acoged el Espíritu Santo. Decid a todos que acojan el Espíritu Santo. Yo os lo dono. Lo dono a mi Iglesia. Hija, ¡el Espíritu Santo no se puede contener! Es como un gozo, un ímpetu que te hace saltar de tu propio yo y entregarte sin reservas, gozosa a lo que Dios te pide, a donde Dios te llama” (22 may 2006).

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