sábado, 28 de junio de 2014

Los Corazones de Jesús y de María

Ayer, la Iglesia celebraba la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Hoy, la memoria del Inmaculado Corazón de María. Las fiestas de los Dos Corazones se unen en el Año Litúrgico. Mañana, este año celebraremos la Solemnidad de los Apóstoles Pedro y Pablo. Por tanto, la Liturgia de la Iglesia nos ofrece un tiempo de intensa oración y meditación.


Por otra parte, hemos recibido con pena la noticia del fallecimiento, el 18 de junio, de Joey Lomangino (1930-2014). Quien conozca un poco la historia de las apariciones de la Virgen en Garabandal, sabe que Joey, desde 1963, has sido uno de los principales propagadores de los mensajes que la Virgen quiso dar al mundo para que se difundieran, en estos más de 50 años (cfr. entrada sobre Joey Lomangino en Ecos de Garabandal).

Es providencial que haya sido el 18 de junio, víspera de la Solemnidad del Corpus Christi, el día que escogió el Señor para llevarse a Joey a la Casa del Padre. Ahora ya puede ver con sus dos ojos la Gloria de Dios. Ha recuperado la vista de manera definitiva, justo en un aniversario de la primera aparición que hubo en Garabandal.

¡Los designios de Dios son insondables y sus caminos inescrutables! Muchos pensábamos que el Milagro de Garabandal sería en vida de Joey, pues la Virgen dijo a Conchita que ese día recibiría nuevos ojos. Conchita se lo trasmitió a Joey en una carta:

Día de San José, 1964. Querido Joey, Hoy en una locución en los Pinos, la Virgen me dijo que te comunicara que la voz que tú oíste era de ELLA. Que tú recibirás nuevos ojos en el día del gran milagro. También me dijo que el Hogar de Caridad que fundarás en Nueva York dará gran gloria a Dios. Conchita González”.

El 18 de junio de 2005, al cumplirse cuarenta años desde el día del Segundo Mensaje, en 1965, Joey escribió una carta en la que se hace eco de los correos que recibe de gente ansiosa por saber algo sobre la fecha del Milagro. Aclara lo siguiente: “Quiero asegurarles que lo comprendo y que creo realmente que el día del gran Milagro tendré nuevos ojos y que, como dijo Nuestra Señora, ‘Serán para Gloria de Dios’. Hasta entonces, esperemos, recemos y miremos a los Sucesos de Garabandal que están por venir”.

En la carta que Conchita le escribió, dice simplemente que tendrá nuevos ojos. En sentido parecido se pronuncia en una entrevista de 1973 cuando afirma que la Virgen “dijo que recobraría la vista el día del Gran Milagro”. Sin embargo, en otra entrevista posterior, en 1974, Conchita precisó más: “Acerca de Joey, todo cuanto recuerdo ahora es que la Santísima Virgen me dijo que en el momento del Milagro, Joey tendría nuevos ojos y que a partir de entonces vería permanentemente”.

Joey volvió regularmente a Garabandal después de 1963 y estuvo allí el 18 de junio de 1965, durante el Segundo Mensaje.

En 1968, Joey Lomangino fundó la asociación The Workers of Our Lady of Mount Carmel de Garabandal INC. (Los Trabajadores de Nuestra Señora del Monte Carmelo de Garabandal). Hoy día los trabajadores de Nuestra Señora por todo el mundo son testigos de ellos. Desde el año 2002, The Workers of Our Lady of Mount Carmel, Inc., inician la difusión de las apariciones a través de la red Internet y la difusión por este medio llega rápidamente a todo el mundo.

¿Qué decir ante la inesperada noticia del fallecimiento de Joey? La apertura del alma a Dios y a su acción en la fe, también incluye el elemento de la oscuridad. La relación del ser humano con Dios no anula la distancia entre el Creador y la criatura, no elimina lo que el apóstol Pablo dijo ante la profundidad de la sabiduría de Dios, “¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!” (Rm. 11, 33) (cfr. Catequesis de Benedicto XVI, 19-XII-2012).

Podríamos rechazar aquellos supuestos mensajes del Señor o de su Madre, en los que encontremos contradicciones evidentes: ya sean internas o con la doctrina de la fe. Lo que no podemos es dudar de mensajes (o elementos que rodean una aparición mariana, por ejemplo), si los hechos que van pasando no coinciden con la idea que nos habíamos formado personalmente.

Nuestras interpretaciones son humanas y falibles. En este sentido es muy sensato el consejo que daba Joey en 2005: “creo realmente que el día del gran Milagro tendré nuevos ojos y que, como dijo Nuestra Señora, ‘Serán para Gloria de Dios’. Hasta entonces, esperemos, recemos y miremos a los Sucesos de Garabandal que están por venir”.

Esperemos, recemos y mantengámonos vigilantes, porque todo lo que dijo Nuestra Señora a las niñas de Garabandal se cumplirá, tal como lo tenga previsto Dios en su infinita sabiduría.

Y ahora, para finalizar, recogemos algunos mensajes de Jesús y de María a Marga (ver sitios sobre el Tomo Rojo y el Tomo Azul), sobre el Sagrado Corazón de Jesús:

Mensaje de la Virgen (30 de mayo de 2004)
(Pentecostés)
Virgen:
Mira, niña, que éstos son los pecados que más claman al Cielo: Asesinato de niños por aborto, asesinato de almas de los niños por la destrucción de la vida de la Gracia en ellos. El asesinato de inocentes, que tiene 2 vertientes, en sus cuerpos y en sus almas.
Por estos dos pecados, por ver cómo os matáis entre vosotros, mi Padre Dios ha determinado destruiros en los Castigos que envía a su humanidad. Porque ya no sois capaces de volveos solos hacia la Verdad, y el camino que habéis emprendido sin retorno, ha tomado ya esa dirección y no puede parar, salvo que Dios envíe el «¡Alto!» desde el Cielo.
Pensad, hijos: ¿qué os haría parar?... Nada, salvo un Castigo muy fuerte. Ése es el que recibiréis.
Pero antes, oh, niña, oh, hijos, mirad que vengo a advertiros: ¡Convertios! ¡Convertios! Antes de que llegue el día y que Dios pueda decidir no destruiros a vosotros, oh, hijos, mis ovejas, mis pequeñas ovejas. Que pueda decidir no destruiros, porque me ha concedido procurarme un Resto, el Resto de Israel. El que estará en pie para recibir al Cordero cuando vuelva, cuando Él vuelva...
Y mirad que se acercan esos días. Y mirad que Yo os aviso, que Yo os despierto.
Mirad, antes de que venga el Día Terrible, vendrán dos avisos:
El Aviso, el llamado Aviso por excelencia, que proclamé a mis niñas de Garabandal, y El Milagro, que será un segundo aviso.
Gracias a estas dos cosas podré impedir que una buena parte de la humanidad sea golpeada de muerte y muera. La otra buena parte, morirá castigada. Dios lo ha determinado así para poder salvar al hombre. La salvación quedará así concluida y el Señor vendrá renovando consigo todas las cosas. ¡Alegraos! ¡Alegraos con Dios por esto! ¡Se acerca vuestra liberación! Se acerca el fin que será el comienzo.
Y para eso yo hoy os suscito, para estos Últimos Tiempos, los Tiempos del Amor, los Tiempos de la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María.

Mensaje de Jesús (7 de octubre de 2004)
Jesús:
He estado siete años contigo, no para dictarte unas bonitas Meditaciones. He estado, estoy y estaré para dar un Mensaje al mundo: ¡Convertios! Y creed en el Evangelio.
El Tiempo se acerca y está a las puertas. Creed en mi Amor. Este renovará al mundo.
Y después de la Purificación: el tiempo Nuevo. La era del Reinado Social del Sagrado Corazón de Jesús.
Para lo que os he estado preparando. Esto es lo característico de «tu» Mensaje.

Mensaje de la Virgen (17 de mayo de 2007) (principio del mensaje)
Virgen:
El Camino que debéis emprender ahora es un Camino de Cruz. Esa Cruz es de Alegría. Porque veis que están prontos los días, y se acercan, de vuestra liberación. ¡Alegraos y regocijaos! El Señor está próximo a venir. Se acercan los días, y en ellos estamos, de la Purificación. La Gran Purificación de la tierra, del hombre sobre la tierra. Permaneced muy unidos y todos en el redil. Afuera está el Lobo, hambriento, que busca el menor descuido de la oveja para hincarle el diente y, a grandes dentelladas, destrozarla.
No por eso tenéis que tener miedo a salir afuera y tratar con la gente para atraerlas a Mí. No estoy diciendo esto.
El Sagrado Corazón de Jesús es el Monte donde está mi Refugio, mi Inmaculado Corazón. Subid a este monte y permaneced en él. Es el Monte Carmelo. Vida de ascensión y sacrificio, de oración constante y contemplación, la más subida. Es la Vía Dolorosa, porque Yo he querido venir a compartir con vosotros vuestro camino al Calvario. La Madre Dolorosa está con vosotros: meditad en la Pasión de Jesús. Porque la Pasión es vuestras vidas. La Pasión se ha convertido en vida diaria. ¡Pero no quiero que sea una Pasión triste! ¡Vosotros sabéis que ha Resucitado y que os resucitará juntamente con Él! Sabéis que a su Iglesia, ¡Él la resucitará!  

Mensaje de Jesú (3 de julio de 2008) (principio del mensaje)
Jesús:
Apunta sobre la Devoción de los Últimos Tiempos: Es la Devoción del Amor, del Sagrado Corazón de Jesús.
En esta Devoción no cabe el odio. Y lo primero que tiene que hacer un alma es desprenderse de él para abrazarla. Por medio de María, por medio del Inmaculado Corazón de María. Que sea Ella la que triunfe primero verdaderamente en el alma.
Para eso, practicad mi Rosario todos los días, meditándolo y rezándolo con el corazón. Para los que se quieran dar más prisa o ser más avanzados, rezad las tres partes.
Consagraos enteramente a Ella. Vivid de Ella y para Ella. Todo lo vuestro en sus manos. Toda vuestra alma entregada y sencilla. Renunciando a los efectos del pecado, de la carne y del mundo en vosotros. Comprometiéndoos a vivir según el Evangelio. Y mi Reino podrá venir a vuestros corazones.

Primero, lo que quiero es un triunfo del Inmaculado Corazón de María en vosotros.  

sábado, 21 de junio de 2014

Corpus Christi 2014

En muchos lugares del mundo la Solemnidad del Corpus Christi se traslada del jueves al domingo. Antiguamente, existía la octava del Corpus, con Exposición Solemne del Santísimo hasta la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que celebraremos el próximo viernes.


Por lo tanto, estos próximos días, son una magnífica ocasión para pedirle al Señor que nos conceda una fe mayor y más fuerte, para saber adorarle en la Eucaristía cómo Él se merece.

Siempre nos quedaremos cortos en el intento. La Eucaristía es un gran Misterio de Amor. ¡Qué pena que en tantos Sagrarios de la tierra el Señor se encuentre sólo! ¡Qué pena que seamos tan insensibles los hombres de nuestra época! Pero estos sentimientos, que es lógico que los tengamos al ver tanta indiferencia, a nuestro alrededor, por la Eucaristía, no se deben quedar en un lamento estéril. Cada uno de nosotros podemos tratar de suplir con más amor la carencia de fe que hay actualmente.

San Josemaría Escrivá de Balaguer, en febrero de 1932, cuando muchos se dedicaban a quemar iglesias y conventos en Madrid, él escribía el siguiente propósito: “Jesús, que cada incendio sacrílego aumente mi incendio de Amor y Reparación”.

En vez de quejarnos porque las cosas van mal, vamos a reparar con oración, adoración, amor cada vez mayor a la Eucaristía.

En estos días podemos repetir con frecuencia al Señor la cuarta petición del Padre Nuestro: “danos hoy nuestro pan de cada día”.

Benedicto XVI hace una interesante reflexión, al respecto. Nos dice que esa expresión —“pan de cada día”, en griego (epiousios)—, en realidad se debería traducir por “el pan del mundo venidero”, es decir, el pan eucarístico, pues a través de la Eucaristía, en la que recibimos a Cristo Glorioso, el Cielo llega a nosotros, por adelantado. El mañana de Dios viene hoy e introduce el mundo del mañana en el mundo de hoy.

Una antífona atribuida a santo Tomás de Aquino (O sacrum convivium) define la Eucaristía como el sagra­do convite, en el que «se recibe a Cristo, se celebra la memoria de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da a nosotros la pren­da de la gloria futura». Pasado, presente y futuro están igualmente representados en la Eucaristía.

La Eucaristía es el “Pan de los Ángeles” (panis angelorum), es “Pan de los que caminan” (cibus viatorum) (cfr. Secuencia del Corpus Christi). Desde el principio, los primeros cristianos la recibían con sumo respeto, con limpieza interior y exterior.

Por ejemplo, San Justino, mártir, en una de sus Apologías, escrita a mediados del siglo II, decía: “A nadie es lícito participar de la Eucaristía si no cree que son verdad las cosas que enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y no vive como Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estos alimentos como si fueran pan común o una bebida ordinaria; sino que, así como Cristo, nuestro salvador, se hizo carne por la Palabra Dios y tuvo carne y sangre a causa de nuestra salvación de la misma manera, hemos aprendido que el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias que contiene las palabras de Jesús, y con que se alimenta y transforma nuestra sangre y nuestra carne, es precisamente la carne, la sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó”.

En estos días en que tratamos de descubrir, una vez más, la riqueza y el gran Don que hemos recibido en la Eucaristía, nos puede ayudar una consideración que hace Benedicto XVI a propósito de la cercanía de Dios con los hombres (cfr. Homilía durante la Misa con sus exalumnos, Castelgandolfo, 2 de septiembre de 2012).

“La Iglesia ha puesto las palabras del Deuteronomio —«¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?» (4, 7)— en el centro del Oficio divino del Corpus Christi, y así le ha dado un nuevo significado: ¿dónde hay un pueblo que tenga a su dios tan cercano como nuestro Dios lo está a nosotros? En la Eucaristía esto se ha convertido en plena realidad. Ciertamente, no es sólo un aspecto exterior: alguien puede estar cerca del Sagrario y, al mismo tiempo, estar lejos del Dios vivo. Lo que cuenta es la cercanía interior. Dios se ha hecho tan cercano a nosotros que él mismo es un hombre: esto nos debe desconcertar y sorprender siempre de nuevo. Él está tan cerca que es uno de nosotros. Conoce al ser humano, conoce el «sabor» del ser humano, lo conoce desde dentro, lo ha experimentado con sus alegrías y sus sufrimientos. Como hombre, está cerca de mí, está «al alcance de mi voz»; está tan cerca de mí que me escucha; y yo puedo saber que me oye y me escucha, aunque tal vez no como yo me lo imagino”.

El 6 de enero de 2010, el ceremoniero de Benedicto XVI, Guido Marini, escribía las siguientes palabras, en relación con la actitud de adoración que es necesario tener delante de la Eucaristía:

Todo en el acto litúrgico, pasando por la nobleza, la belleza, y la armonía del signo exterior, debe ser conducida a la adoración, a la unión con Dios: esto incluye la música, el canto, los periodos de silencio, la manera de proclamar la Palabra del Señor, y la manera de orar, los gestos empleados, las vestiduras litúrgicas y los vasos sagrados y otros accesorios, tanto como el sagrado edificio en su totalidad. Es bajo esta perspectiva que la decisión de Su Santidad, Benedicto XVI, debe ser tomada en consideración, quien, comenzando en la fiesta del Corpus Christi el año pasado, ha comenzado a distribuir la sagrada Comunión directamente en la lengua a los fieles arrodillados. Por el ejemplo de esta acción, el Santo Padre nos invita a hacer visible la propia actitud de adoración ante la grandeza del misterio de la presencia eucarística de nuestro Señor. Una actitud de adoración que debe ser nutrida tanto más al acercarse a la santísima Eucaristía en las otras formas permitidas hoy”.

La santa carmelita Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz), martirizada en el campo de concentración de Auschwitz, cuenta en El misterio de la Navidad la impresión que le produjo 
—cuando todavía era judía de religión— ver a una mujer sola, rezando en una iglesia católica. Después de recorrer con su amiga Pauline la parte vieja de Frankfurt, entraron en la catedral… “… y mientras estábamos allí en respetuoso silencio, llegó una señora con su cesta del mercado y se arrodilló profundamente en un banco, para hacer después una breve oración. Esto fue para mí algo totalmente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes a las que había ido, se iba solamente para los oficios religiosos. Pero aquí, llegaba cualquiera, en medio de los trabajos diarios, a la iglesia vacía, como para un diálogo confidencial. Eso no lo he podido olvidar”.


En cierta ocasión, un periodista belga presentó a la Madre Teresa de Calcuta un cuestionario, para que lo contestara. Una de las preguntas era ésta: ‘¿Qué es lo más importante, a su juicio, en la formación de las monjas?’. “Lo más importante —respondió la Madre— es que tengan un amor hondo, personal, al Santísimo Sacramento, de tal forma que encuentren a Jesús en la Eucaristía. Así podrán encontrarlo también en el prójimo y servirlo en los pobres”.

En la cuarta visita de Juan Pablo II a México (1999), se colocó en la capilla de la Nunciatura un cuadro de Boticelli pintado en 1492 conseguido en préstamo por el nuncio mons. Justo Mullor. Al ver salir al Papa de la capilla, le preguntó si el cuadro que representaba a san Giovannino le había gustado. Juan Pablo II, casi extrañado, con una de sus sonrisas insinuantes, le dijo: “«No he entrado a la capilla por el Boticelli, sino por el tabernáculo, que es más valioso que cualquier museo!». Monseñor Mullor recuerda que fue una gran lección la que le dio en ese momento el Papa.

Y, para terminar, copiamos un mensaje de Jesús a Marga (ver página sobre el Tomo Rojo y el Tomo Azul):

Mensaje del 22 de junio de 2003

(Corpus)

Jesús: (Desde la Custodia en un Altar)

¡Magdalena!, ¡María!: Derrama tu aceite oloroso, derrama tu aceite y tu perfume a mis pies, porque mira al Dueño de la Casa expulsado de su Tabernáculo y que en su lugar levantan un templo al Impío. Derrama tú tus perfumes y tus aceites a mis pies, y consuélame de las ingratitudes de tantos y tantos pecadores. Especialmente de los que se acercarán hoy a comulgar y lo harán en estado de pecado, comiendo su propia condenación. De los que hoy me seguirán en procesión, pero su corazón está lejos de Mí, siguen su propia condenación.

Corpus Christi, Corpus Christi: el Cuerpo de Cristo. ¿Cuántos se acordarán de Mí? De honrarme y venerarme, de adorarme, ¿cuántos?

Caridad fraterna, «Día de la Caridad fraterna». Diles, niña, que esto es imposible si no se acuerdan de Mí, de la Caridad filial hacia Mí. Hoy tampoco se acordarán de ellos, puesto que no se acuerdan de Mí.

Empezad por lo primero (Yo), para poder llegar a lo segundo (ellos). ¿Cómo acordarse del hermano si no se acuerda uno de Dios?

Honradme, amadme, veneradme. Adoradme.

sábado, 14 de junio de 2014

La Santísima Trinidad

La Iglesia celebra mañana el misterio central de nuestra fe, la Santísima Trinidad, fuente de todos los dones y gracias, el misterio inefable de la vida íntima de Dios.


La liturgia de la Misa nos invita a tratar con intimidad a cada una de las Tres Divinas Personas: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. La fiesta fue establecida para todo Occidente en 1334 por el Papa Juan XXII, y quedó fijada para este domingo después de la venida del Espíritu Santo, el último de los misterios de nuestra salvación. Mañana podremos repetir muchas veces, despacio, con particular atención: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

El domingo pasado meditábamos en la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que representa, por decir así, lo más profundo de la vida intratrinitaria: «El Espíritu Santo es la persona misteriosa de la Santísima Trinidad que representa la vida íntima divina y al mismo tiempo el alma de la divinidad que expresa en profundidad la invisiblidad de Dios, su profundo secreto y su incomprehensibilidad. Precisamente en el Espíritu Santo nos encontramos con el misterio más profundo de la vida divina trinitaria, de la misma forma que nos topamos con el secreto del hombre cuando conocemos su espíritu y su alma» (L. SCHEFFCZYK, La encíclica sobre el Espíritu Santo. Balance  realista y mensaje  de esperanza para el  siglo que comienza, en «Scripta Theologica» 20 (1988/2-3) 569-586).

Mañana celebramos a la misma Vida Divina Trinitaria, al invocar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, para tratar de acrecentar nuestra devoción a Dios Uno y Trino, y pedir a las Tres Personas que nos introduzcan en su Amor.

La Trinidad no es un misterio lejano. Es muy cercano a nosotros. Son las tres personas más íntimas a cada uno de nosotros. Dios es “intimior intimo meo” como decía San Agustín. Viven en nosotros como en un templo.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu fuimos bautizados, y en su nombre se nos perdonan los pecados; al comenzar y al terminar muchas oraciones, nos dirigimos al Padre, por mediación de Jesucristo, en unidad del Espíritu Santo. Muchas veces a lo largo del día repetimos los cristianos: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Reflexionemos sobre algunas consideraciones que han hecho los santos sobre este Gran Misterio de nuestra fe. Estos grandes maestros nos enseñarán a descubrir, ya desde aquí, en la tierra, cómo podemos vivir la Vida de Dios, en las circunstancias ordinarias y sencillas de nuestra vida. 

San Ambrosio de Milán: "Tú has sido bautizado en nombre de la Trinidad. Has profesado —no lo olvides— tu fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Vive conforme a lo que has hecho. Por esta fe has muerto para el mundo y has resucitado para Dios... Descendiste a la piscina bautismal. Recuerda tu profesión de fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo" (Sobre los Misterios, 21 y 38).

Santa Catalina de Siena: «Tú, Trinidad eterna, eres mar profundo, en el que cuanto más penetro, más descubro, y cuanto más descubro, más te busco» (Diálogo, 167).

Santa Teresa de Jesús: “No ha menester para hablar con su Padre Eterno ir al cielo, ni para regalarse con Él. Por poco que hable, está tan cerca que nos oirá, ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad, y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan buen huésped, sino con gran humildad hablarle como a padre, pedirle como a padre, contarle sus trabajos” (Camino de perfección, c. 28).

Cuenta Santa Teresa que al considerar la presencia de las Tres divinas Personas en su alma «estaba espantada de ver tanta majestad en cosa tan baja como es mi alma» ; entonces, le dijo el Señor: « No es baja, hija, pues está hecha a mi imagen » (Cuentas de conciencia, 41ª,2) . Y la Santa quedó llena de consuelo.

Sor Cristina de Arteaga: “Océano sin fondo de la vida divina! // Me he llegado a tus márgenes con un ansia de fe. // Di, ¿qué tiene tu abismo que a tal punto fascina? // - Océano sin fondo de la vida divina! // Me atrajeron tus ondas... - y ya he perdido pie!” (Sembrad, Ed. Monasterio de Santa Paula, Sevilla 1982. LXXXV).

San Josemaría Escrivá de Balaguer: « — Dios es mi Padre! — Si lo meditas, no saldrás de esta consoladora consideración. » — Jesús es mi Amigo entrañable! (otro Mediterráneo), que me quiere con toda la divina locura de su Corazón. » — El Espíritu Santo es mi Consolador!, que me guía en el andar de todo mi camino. » Piénsalo bien. — Tú eres de Dios..., y Dios es tuyo » (Forja n. 2).

«El corazón necesita, entonces, distinguir y adorar a cada una de las Personas divinas. De algún modo, es un descubrimiento, el que realiza el alma en la vida sobrenatural, como los de una criaturica que va abriendo los ojos a la existencia. Y se entretiene amorosamente con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo; y se somete fácilmente a la actividad del Paráclito vivificador, que se nos entrega sin merecerlo: — los dones y las virtudes sobrenaturales!» (Amigos de Dios, 306 y 307).  

Y, para concluir, la Beata Isabel de la Trinidad:

Poco antes de ingresar al Carmelo de Dijon, luego de esperar, por deseo de su madre, su cumpleaños 21, Isabel Catez-Rolland (después beata Isabel de la Trinidad) escribe a su director espiritual lo siguiente:

“Llevo diez días sin poderme mover: tengo un pequeño derrame sinovial en una rodilla... No puedo ir a la iglesia ni a comulgar, pero ¿sabe? Dios no necesita del Sacramento para venir a mí. Pienso que lo poseo lo mismo. ¡Es algo tan bueno esta presencia de Dios! Allí, en lo hondo, en el cielo de mi alma, es donde me gusta encontrarlo, pues Él nunca me abandona. ‘Dios en mí y yo en Él’. ¡Sí, esto es mi vida...! Hace tanto bien, ¿no?, pensar que, salvo por la visión, nosotros lo poseeremos ya lo mismo que lo poseen los bienaventurados en el cielo..., que no podemos separarnos ni alejarnos de Él... Pídale mucho que me deje poseer por entero, arrastrar por entero...

¿Le he dicho ya cómo me llamaré en el Carmelo? “María Isabel de la Trinidad”. Me parece que ese nombre denota una vocación especial, ¿no le parece un nombre bonito? ¡Amo tanto ese misterio de la Santísima Trinidad! Es un abismo en el que yo me sumerjo...

Adiós, querido señor. Le envío una fotografía; mientras me la sacaban, pensaba en Él, así que es Él quien va en la foto” (Carta al canónigo Angles, 14 de junio de 1901).

Debemos tratar a quienes cada día encontramos y hablamos como poseedores de un alma inmortal, imagen de Dios, que son o pueden llegar a ser templos de Dios. Sor Isabel de la Trinidad, recientemente beatificada, escribía a su hermana, al tener noticia del nacimiento y bautizo de su primera sobrina: «Me siento penetrada de respeto ante este pequeño santuario de la Santísima Trinidad... Si estuviese a su lado, me arrodillaría para adorar a Aquel que mora en ella» (Carta a su hermana Margarita, en Obras completas, p. 466).

Oración de la beata Isabel de la Trinidad: “Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en Ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu Cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás sólo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora”.

Y ahora, meditemos en algunos textos recogidos de los mensajes que ha recibido Marga de Jesús y de la Virgen.

Mensaje del 25 de abril de 2001:
Virgen:
(A propósito del apostolado)
¡Ay hija! ¡Muchísima caridad, por favor! Hija, tratáis con almas, ¡muchísima caridad para ellas! Mucho cuidado con los caídos, mucho respeto por los pecadores. Condenad al pecado, no al pecador. Eso sólo le corresponde a Dios. Hija, sí, «entra en las almas como de puntillas», ahora que te concedo acercarte a su cancel, entra, pero haciendo reverencia. Es terreno sagrado, es el sitio de Dios, es la morada de Dios, de la Santísima Trinidad.

Del Mensaje del 30 de septiembre de 2002:
Virgen:
“¿Ves?, no quieren reconocer al Verdadero Dios. Quieren un Dios acomodado a ellos, no al Verdadero Dios, que se manifiesta a ellos en ti y en toda la historia de la Iglesia y del Pueblo de Israel tal cual es.
Yo no dejaré de ser quien soy por ellos, la gente que no me cree. Ni Dios dejará de ser Quien es. Ni Jesucristo, su Hijo, dejará de serlo.
Y  si Yo y la Trinidad decidimos manifestarnos más en esta hora de la historia. ¿Quién son ellos para decir: «Así no es Dios, así no es la Virgen. No son Mensajes Verdaderos. Dios nunca nos hablaría así?»
Que no corrijan a Dios. Dios sabe lo que hay que hacer. Y lo hará, mal que les pese”.

Del Mensaje del 19 de junio del 2003:
Jesús:
Jesús:
“Si corrijo es para bien.
Dile a la que enseña su cuerpo que el cuerpo no os es dado para lucimiento propio. El cuerpo es de Dios. El cuerpo, así como el alma, son de Dios, son Templos del Espíritu Santo, son habitación de la Santísima Trinidad, son parte del Hijo y del Espíritu Santo”.

Nota de Marga a la oración que hizo cuando recibía el Mensaje del 17 de septiembre de 2004, sobre la vida mística que Jesús quiere que tengamos, mientras realizamos los deberes de la vida ordinaria:
“En esta oración me estoy dando cuenta de una cosa: Jesús no sólo ama mi alma, sino que ama mi físico. Me ama completamente. Nosotros también debemos amarnos completamente y amar a los demás en toda su persona, pues somos hombres, compuestos de alma y cuerpo. Y el cuerpo será glorificado. Oh, el cuerpo humano: es bello, es hermoso, ¿por qué lo prostituimos? Con él se puede alabar a Dios. Seamos Templos de la Santísima Trinidad”.


sábado, 7 de junio de 2014

La Venida del Espíritu Santo

La Solemnidad de Pentecostés es la fiesta más importante de Año Litúrgico después de la Pascua. Con la Ascensión del Señor a los Cielos concluye el Misterio Pascual (Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión). La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles marca el inicio del Tiempo de la Iglesia.


De hecho, el Espíritu Santo es como el Alma de la Iglesia. Es como el cemento con el que se unen las piedras vivas de la Iglesia, que somos cada uno de nosotros.

Con la Venida del Espíritu Santo, comienza la andadura de la Iglesia en la Historia de los hombres. Prefigurada por la nación de Israel, ahora la Iglesia busca aunar a todas las ovejas en un solo Redil.

San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, nos narra el hecho prodigioso, que ocurrió cincuenta días después de la Resurrección del Señor, cuando los judíos celebraban la Fiesta de las Semanas y recordaban cómo, en el Monte Sinaí, Yahvé dio a Moisés las Tablas de la Ley en medio de una Teofanía majestuosa de rayos y truenos.

En esta ocasión es un viento impetuoso el que llena el Cenáculo y llamas de fuego vienen a posarse sobre todos los que estaban reunidos en torno a María. El hablar en lenguas es otra de las muestras de la Venida del Espíritu.

FEU… (fuego). Es la primera palabra del memorial que escribió Blas Pascal en un pergamino, una noche de noviembre de 1654.

“El año de gracia 1654. Lunes 23 de noviembre, día de San Clemente papa y mártir...., vigilia de San Crisógono, mártir.... FEU [Fuego]. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos ni de los sabios.... El Dios de Jesucristo.... Alegría, alegría (palabra cinco veces repetida en el “Memorial”), lágrimas de alegría... certeza y paz...”.

Pascal tenía 31 años y estaba enfermo (le quedaban sólo ocho de vida). Vivía solo en su casa de París, en la calle Francs-Bourgeois Saint-Michel, que tenía una puerta que comunicaba con los jardines del Luxembourg. Estuvo rezando desde las diez y media de la noche hasta pasada la medianoche. Leía el martirologio, la Biblia y quizá La Vie de Monsieur de Renty.

Recibió una visión intelectual y una gran claridad sobre la vida de fe. “Lo primero que Dios inspira al alma a la que se digna acercarse realmente es un conocimiento y una visión extraordinarias por las que el alma considera las cosas y a sí misma de un modo completamente nuevo” (Sur la conversión du pécheur).

Escribió el texto del memorial y luego una copia en un pergamino y guardó estos papeles en una costura de su gabán, junto al corazón. No lo contó a nadie. Ni siquiera a su hermana Jacqueline, monja en Port-Royal. Este texto se encontró en sus ropas después de su muerte.

El “memorial” (recuerdo y presencia viva) comienza con la palabra “fuego” que puso con mayúsculas en el pergamino. “Fuego” significa muchas cosas:

1) La presencia de Dios, como en la zarza ardiente.
2) El Espíritu Santo.
3) La purificación de lo humano, como lo de “Dios de Abraham..., no de los filósofos ni de los sabios”).
4) La Caridad ardiente.
5) El Calor y la Luz (cfr. las “lámparas de fuego” de San Juan de la Cruz, Llama de amor vivo).

Jesús ha venido a traer “fuego” a la tierra. Desea que el incendio,  que el Espíritu Santo enciende en nuestros corazones, se propague por todo el mundo. Su Corazón arde en llamaradas de Amor. La santidad es tener ese fuego dentro de nosotros. Ser como brasas encendidas para hacer arder el ambiente que nos rodea. La santidad es trasmitir vida, vida sobrenatural, con el fuego de Cristo que llevamos en el corazón.

Francisca Javiera del Valle, en su Decenario al Espíritu Santo, nos invita a invocarlo con fe: “¡Ven, Santo y Divino Espíritu! ¡Ven como Luz, e ilumínanos a todos! ¡Ven como fuego y abrasa los corazones, para que todos ardan en amor divino! Ven, date a conocer a todos, para que todos conozcan al Dios único verdadero y le amen, pues es la única cosa que existe digna de ser amada. Ven, Santo y Divino Espíritu, ven como Lengua y enséñanos a alabar a Dios incesantemente, ven como Nube y cúbrenos a todos con tu protección y amparo, ven como lluvia copiosa y apaga en todos el incendio de las pasiones, ven como suave rayo y como sol que nos caliente, para que se abran en nosotros aquellas virtudes que Tú mismo plantaste en el día en que fuimos regenerados en las aguas del bautismo”.

A continuación, copiamos algunas frases de los mensajes recibidos por Marga, de Jesús y de la Virgen, sobre el Espíritu Santo (ver página sobre el Tomo Rojo y el Tomo Azul) (lo que está resaltado en negritas es nuestro): 
— “Benditos aquellos que me saben descubrir, que permanecen en Gracia, puros y sencillos de corazón, y pueden reconocer así la Segunda Venida del Espíritu Santo, que viene ya sobre vosotros, para prepararme el camino, para allanar las sendas, para limpiar los terrenos, abrir las fuentes, bregar en las aguas, recolectar en los campos. Viene ahora. Benditos aquellos que lo sabéis reconocer, recibir, aceptar, asimilar y dar. Recibiréis la recompensa eterna. Yo  [Jesús] os envío. Trabajad, recolectad, sembrad, bregad en mi Nombre y con mi Espíritu. Preparad el mundo para mi Segunda Venida” (10 sep 1999).

domingo, 1 de junio de 2014

La Ascensión del Señor

Mañana celebraremos la Solemnidad de la Ascensión del Señor a los Cielos. Así, con la Ascensión, se concluye el Misterio Pascual de Jesús (Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión). Cristo se va a la Diestra de Dios Padre y, al mismo tiempo, se queda con nosotros, con una nueva forma de presencia.


Los discípulos, después de ser testigos de la Ascensión del Señor a los Cielos, vuelven a Jerusalén llenos de gozo. ¿Cómo se explica esa alegría que los invade después de una despedida que debería de haber sido dolorosa para ellos? La explicación está en la convicción de que Jesús ahora estaba aún más cerca de ellos. Antes podía oír su voz, ver su figura, sentir su afecto. Pero ahora experimentan una presencia mucho más fuerte, de tipo espiritual.

Los discípulos no quedaron desconcertados y tristes, sino llenos de alegría. No se sienten abandonados. Evidentemente, están seguros de una presencia nueva de Jesús. Están seguros de que el Resucitado (como Él mismo había dicho, según Mateo), está presente entre ellos, precisamente ahora, de una manera nueva y poderosa. La «ascensión» no es un marcharse a una zona lejana del cosmos, sino la permanente cercanía que los discípulos experimentan con tal fuerza que les produce una alegría duradera.

En los Hechos de los Apóstoles la marcha de Jesús viene precedida por un coloquio con los discípulos. A la idea de un futuro reino davídico Jesús contrapone una promesa y una encomienda. La promesa es que estarán llenos de la fuerza del Espíritu Santo; la encomienda consiste en que deberán ser sus testigos hasta los confines del mundo. El cristianismo es presencia: don y tarea; estar contentos por la cercanía interior de Dios y –fundándose en eso– contribuir activamente a dar testimonio en favor de Jesucristo.

“En este contexto se inserta luego la mención de la nube que lo envuelve y lo oculta a sus ojos. La nube nos recuerda el momento de la transfiguración, en que una nube luminosa se posa sobre Jesús y sobre los discípulos (cf. Mt 17, 5; Mc 9, 7; Lc 9, 34s). Nos recuerda la hora del encuentro entre María y el mensajero de Dios, Gabriel, el cual le anuncia que el poder del Altísimo la «cubrirá con su sombra» (Lc 1, 35). Nos hace pensar en la tienda sagrada del Señor en la Antigua Alianza, en la cual la nube es la señal de la presencia de JHWH (cf. Ex 40, 34s), que, también en forma de nube, va delante de Israel durante su peregrinación por el desierto (cf. Ex 13, 21s). La observación sobre la nube tiene un carácter claramente teológico. Presenta la desaparición de Jesús no como un viaje hacia las estrellas, sino como un entrar en el misterio de Dios. Con eso se alude a un orden de magnitud completamente diferente, a otra dimensión del ser” (Benedicto XVI, Jesús de Nazareth III).

 La presencia de Dios no es espacial, sino divina. Estar «sentado a la derecha de Dios» significa participar en la soberanía propia de Dios sobre todo espacio. Jesús  «no se ha marchado», sino que, en virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre presente junto a nosotros y por nosotros. En los discursos de despedida en el Evangelio de Juan, Jesús dice precisamente esto a sus discípulos: «Me voy y vuelvo a vuestro lado» (Jn 14, 28). Puesto que Jesús está junto al Padre, no está lejos, sino cerca de nosotros. Ahora ya no se encuentra en un solo lugar del mundo, como antes de la «ascensión»; con su poder que supera todo espacio, Él no está ahora en un solo sitio, sino que está presente al lado de todos, y todos lo pueden invocar en todo lugar y a lo largo de la historia.

La presencia junto al Padre es una garantía de nuestro “endiosamiento” definitivo. Cfr. la Oración Colecta del día de la Ascensión: “Llena, Señor, nuestro corazón de gratitud y de alegría por la gloriosa ascensión de tu Hijo, ya que su triunfo es también nuestra victoria, pues a donde llegó él, nuestra cabeza, tenemos la esperanza cierta de llegar nosotros, que somos su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo”. Y también el prefacio I de la Ascensión: “No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino”.

En este sentido, el cielo no es un lugar que está por encima de las estrellas, es algo mucho más importante: es el lugar que el hombre tiene junto a Dios. El cielo no es un lugar, sino una persona, la persona de aquel en quien Dios y el hombre están unidos para siempre e inseparablemente. Nos dirigimos y entramos en el cielo en la medida en que nos dirigimos y entramos en Jesús.

El cielo está en camino hacia nosotros y cada lucha, cada vencimiento, cada acto de amor nos acerca más al Amor de Dios que viene y llegará definitivamente cuando todo el mal haya pasado, después de la muerte.

Cuando Cristo entra enteramente en el amor del Padre, también regresa junto a nosotros, donde quiera que esté el amor del Padre: «Mira que estoy a la puerta y llamo: Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré con él y cenaré con él y él conmigo» (Apoc 3, 20).

Los Apóstoles regresan a Jerusalén llenos de alegría porque Cristo, en el Espíritu Santo prometido, estará presente en ellos. Todo esto a condición de que cada uno se incorpore a Cristo por medio de la Cruz por la que Cristo fue “elevado”.

«Consolaos vosotros que sois carne y sangre: pues en Cristo habéis tomado posesión del cielo y del reino de Dios» (Tertuliano, De Car Chr 17).

El triunfo de Cristo no se completó en la Resurrección, sino en su Ascensión ad dexteram Patris, que ha de ser también objeto de honda meditación: quæ sursum sunt quærite, ubi Christus est in dextera Dei sedens (Col 3, 1).

La Ascensión es el momento que marca la espera del Espíritu Santo, junto a María. Es el momento de buscar lo que debe ser siempre lo primero y más radical en la Iglesia: la oración.

En muchas pinturas antiguas se ve como los discípulos se cogen de los pies de Jesús al subir a los Cielos. Y los padres de la Iglesia dicen que en la oración es donde nos cogemos de los pies del Señor. Pero Jesús nos recuerda, en la oración, que el camino es la humildad, el reconocer que "sin mí nada podéis hacer". Si queremos “subir” con Cristo, lo que tenemos que hacer es imitarle en su abajamiento, inclinarnos ante los demás y lavarnos los piés los unos a los otros (exemplum dedi vobis).

El Espíritu Santo hará posible, en todos y cada uno de los hombres, a lo largo de la historia, que la vida de Cristo se haga presente. Por el Espíritu Santo, se hace posible también la presencia eucarística y el nacimiento de la Iglesia.

María nos ayudará a alegrarnos con la Ascensión de su Hijo y a buscar nuestra conversación en los Cielos; a buscar y saborear las cosas de arriba y a saber hacerlo a través de la vida ordinaria, en las cosas pequeñas de aquí abajo.

Ahora, transcribimos un mensaje de la Virgen a Marga, del 17 de mayo de 2007
Virgen:
El Camino que debéis emprender ahora es un Camino de Cruz. Esa Cruz es de Alegría. Porque veis que están prontos los días, y se acercan, de vuestra liberación. ¡Alegraos y regocijaos! El Señor está próximo a venir. Se acercan los días, y en ellos estamos, de la Purificación. La Gran Purificación de la tierra, del hombre sobre la tierra. Permaneced muy unidos y todos en el redil. Afuera está el Lobo, hambriento, que busca el menor descuido de la oveja para hincarle el diente y, a grandes dentelladas, destrozarla.
No por eso tenéis que tener miedo a salir afuera y tratar con la gente para atraerlas a Mí. No estoy diciendo esto.
El Sagrado Corazón de Jesús es el Monte donde está mi Refugio, mi Inmaculado Corazón. Subid a este monte y permaneced en él. Es el Monte Carmelo. Vida de ascensión y sacrificio, de oración constante y contemplación, la más subida. Es la Vía Dolorosa, porque Yo he querido venir a compartir con vosotros vuestro camino al Calvario. La Madre Dolorosa está con vosotros: meditad en la Pasión de Jesús. Porque la Pasión es vuestras vidas. La Pasión se ha convertido en vida diaria. ¡Pero no quiero que sea una Pasión triste! ¡Vosotros sabéis que ha Resucitado y que os resucitará juntamente con Él! Sabéis que a su Iglesia, ¡Él la resucitará!
Queridos, se acerca el momento más cruento de la Pasión para vuestra Nación Española.
Mamá, ¿es más cruento que la guerra civil? [palabras de Marga]
Sí. ¿No ves al ser humano lleno de más odio y el odio extendido por doquier? El odio es mayor que en el 36. Porque de donde se expulsaron siete demonios, si no se está atento, vienen a invadirles siete más (cfr. Lc 11,24-26; Mt 12,43-45). Es más cruento y mayor el odio porque hay demonios viviendo entre nosotros. No son sólo hombres. Observa los arrebatos de violencia imposibles de controlar. No es más la persona, para venir a ocupar su lugar Satanás.
María, pero ante esto Tú no nos puedes dejar solos [palabras de Marga].
No os dejo solos. No lo hago. Conmigo estáis. Estáis con los Ángeles y Santos de hoy (nota a pie de página: Los Santos que hoy están en el Cielo, que son más que antes) con las Almas del Purgatorio, estáis con Dios, en definitiva, con su Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Observa, observarás y miraréis aterrados cómo hombres se matan entre ellos. No me refiero sólo a guerras. En lo cotidiano. La persona aparentemente normal, pero entregada a Satanás, dominará por el odio y la violencia a otros.
¿Y nosotros? ¿Qué hacemos? [palabras de Marga]
Mirad: no salgáis a la calle nunca sin un objeto bendecido. No estéis ni un minuto en pecado mortal y limpiad muy a menudo vuestros pecados veniales, corregid vuestras faltas. En vuestras casas tened los objetos bendecidos y el agua bendita. Hay asaltos de Satanás. Derrotadle así Conmigo.
Invocad mucho a San Miguel cuando tengáis esa especie de parálisis para hacer las cosas santas y la Voluntad de Dios. Satanás envuelve con una especie de acedia y amodorra a la hora de emprender vuestros deberes y la oración.
Si vosotros tenéis algún ataque de estos, sacad el crucifijo, sacad el Rosario: Satanás no puede acercarse.
Mamá, veo peligro hasta el ir por la calle [palabras de Marga].
Sí lo será. Vosotros estáis marcados con la Cruz. No lleváis la señal del Anticristo.
Entonces no podremos ni salir [palabras de Marga].
        No, no... eso no es lo que quiero. Lo que quiero es que estéis prevenidos y os protejáis. Lo que quiero es que no temáis. Que os sepáis protegidos. No tengáis miedo aunque veáis que todas estas cosas suceden. No, no os quiero temerosos. No..., no..., no..., no.