sábado, 26 de abril de 2014

La Misericordia de Dios

Día 27 de abril de 2014. Canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Fiesta de la Divina Misericordia. Mañana, Santa Faustina Kowalska, desde el Cielo —si es posible hablar así— tendrá un suplemento grande de gloria accidental, al constatar cómo los Planes de Dios superan todas nuestras expectativas y siempre nos sorprenden.


Este Domingo II de Pascua, quedará marcado como un gran día, en la historia de la Iglesia.

En la primera lectura de la Misa (Hch 2-42-47), San Lucas nos recuerda que, la vida de los primeros cristianos, se caracterizaba por cuatro cosas:

a) Eran constantes en escuchar las enseñanzas de los apóstoles. Es decir, estaban unidos a los pastores y al Evangelio que predicaban. Escuchaban con atención la Palabra de Dios de los principales testigos del Resucitado. Meditaban todo aquello y lo guardaban en su corazón, como un tesoro que apreciaban grandemente.

b) Vivían todos unidos y lo tenían todo en común. No había lugar para el individualismo. Sabían que el cristiano no es un verso suelo, sino que forma parte de un gran poema épico. Tenían en cuenta a sus hermanos y se desvivían cada día por ellos. Sentían la Iglesia en carne propia. 

c) Participaban de la Fracción del Pan. Así llamaban los primeros cristianos a la Eucaristía, la Santa Misa. Siempre los domingos, y muchas veces también otros días de la semana, se reunían, muy de mañana, a la salida del sol, para escuchar la Palabra de Dios, entonar cantos, alabar al Señor y dar gracias. Uno de los apóstoles presidiría la celebración. Reconocían en esa celebración, que estaban volviendo a hacer presente (memorial: recuerdo y presencia) la Última Cena y el Sacrificio de la Cruz.

d) Eran asiduos a las oraciones. Dedicaban mucho tiempo a la oración personal y comunitaria. Tenían muy presente el consejo del Señor: “conviene orar siempre y no desfallecer”. Rezarían juntos, también, el Padre Nuestro. Vivirían en un clima de oración constante, mientras trabajaban o atendían sus deberes familiares y sociales.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Salmo 117). Este es el tema principal del “Domingo de la Misericordia”: cantar las misericordias del Señor. “Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo”.

En la segunda lectura de la Misa (1 P 1, 3-9), San Pedro bendice al Señor por su gran misericordia pues, por la Resurrección de Cristo, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura e imperecedera que nos está reservada en el Cielo. Y nos anima a alegrarnos aunque, por el momento, tengamos que sufrir un poco. Si perseveramos, alcanzaremos la meta de nuestra fe: nuestra propia salvación.

Por fin, en la lectura del Evangelio (Jn 20, 19-31), meditaremos en lo que sucedió, en el Cenáculo, el día de la Resurrección y ocho días después. Es el relato de las dos apariciones a los discípulos. En las dos ocasiones, Jesús se pone en medio de ellos, inesperadamente, estando las puertas cerradas. No se aparece como un espíritu o un fantasma. No procede del mundo de los muertos, sino de los vivos. No se trata de una experiencia mística de los apóstoles, sino de un encuentro con Cristo que, está en la historia, pero también más allá de ella. No es sólo una visión histórica, sino también escatológica.  

Jesús ha inaugurado una nueva dimensión del ser humano. Su cuerpo ha sido transformado: es un cuerpo glorioso. La Humanidad Santísima de Cristo ha sufrido una transformación radical, un “salto de calidad” a un nuevo modo de ser, desde el punto de vista ontológico. Por eso, es frecuente que, al principio, los discípulos y las mujeres no lo reconozcan. Luego, lo reconocen desde dentro con una certeza absoluta de ver al Señor, hablar con Él y comer con Él. Son testigos auténticos de la Resurrección de Jesucristo.

En el texto de San Juan, destaca la actitud de Tomás. El apóstol no estaba presente en la primera aparición de Jesús. No cree en ella y reclama meter su dedo y su mano en las llagas de Cristo. En la segunda aparición es el mismo Jesús quien lo invita a hacerlo. Tomás, rendido por la evidencia, cree: “Señor mío y Dios mío”. Bienaventurados los que, sin ver, creen, dice el Señor. Como nosotros, que aún no vemos, pero creemos en Jesús, como Dios y Señor nuestro.

En este Domingo de la Misericordia, nos ha parecido oportuno transcribir parte de un mensaje de Jesús a Marga (12 de junio de 2012), para pedirle al Señor que tenga misericordia de su Iglesia (cfr. El Triunfo de la Inmaculada. Dictados de Jesús a Marga, Madrid 2012, pp. 704-705). Las frases en itálicas son de Marga. 
         “Los Templos, tal como los conocéis ahora, desaparecerán. No se celebrarán Misas. No os será fácil acceder a los Sacramentos. Sólo los considerados infieles entre vosotros, serán los fieles a la Tradición”.
         La Iglesia, desparecerá. En su lugar, una Falsa Iglesia se erigirá. En ella, ya nada recordará a la Tradición. Los fieles que la pueblan, serán los infieles a toda la Tradición. Entre ellos: los divorciados vueltos a casar, los homosexuales, los adúlteros y fornicarios o impuros, los “componendas con el mundo”, los ricos, los afamados al mundo de las riquezas, los poderosos. Bajo los cuales están las cuerdas de toda la humanidad.
         ¡Pero ellos también son tus hijos!         Sí. Lo son. Pero sus comportamientos erróneos o inmorales serán considerados correctos. Correctos en una Iglesia en donde se ha echado a la Tradición.
         Los que no estéis conniventes con ellos y con sus criterios, seréis tratados de retrógrados, y echados de su comunión.
         ¡Mejor!         Sí: mejor, amada, mejor.
         Reconoced a los líderes que aún quedan entre vosotros, y seguidlos.
         Cuando se abra la puerta de mi Casa a todos los adúlteros con sus adulterios, Yo ya no estaré. Ya me habré ido. Iros vosotros conmigo. No es mi Templo y no es mi Casa.
         Sacerdotes: no comerciéis con la Bestia. Impone sus cargas pesadas y agobiantes, haciéndolas ver como alivios para ellos, vosotros y sus fieles. Son cadenas que atan. Y para toda la eternidad en el Infierno.
         Sacerdote: que sepas reconocer contra quién tengo mi litigio (cfr. Os 4,4; 6,9; Jr 2,8s; M1 1,6-2.9). Y nunca estés a su servicio.
         Jesús mío, ¡Jesús mío! ¿No se van a poder ordenar sacerdotes buenos, entonces?         Sí. Con los Obispos verdaderos. Que tienen la facultad derivada del Papa.
         Amada: los sacerdotes se casarán. Se dejará hacer esto. Y muchos sucumbirán.
         Reconoced a los que no son fieles, a los sacerdotes que no debéis seguir. Aunque aparentemente predique la Tradición. Rechazadle en vuestra guía. Pues después de ese paso, vienen todos los demás. Habrá un tiempo que se os permitirá esa Iglesia Clandestina. Se tendrá noticia de ella y se dejará actuar.
         (Reuniones. Misas en casas…).    
         Para recrudecerse en los últimos años con una cruel persecución. En la que habrá que defender a la Eucaristía con vuestra vida.
         ¿Tú estás triste por esto que te cuento?
         .
         ¡Pues no lo estés, amada! Cuando veáis que estas cosas os suceden, estad alegres y contentos, ¡se acerca vuestra liberación! (cfr. Lc 21,28).
         Te elijo a ti para que todo el mundo vea que esta Devoción [al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María] es para todos. Porque tu eres una persona normal, como ellos. De tu tiempo. Porque, de natural, no gozas de dones especiales, y sólo los recibes sobrenaturalmente. Al igual que ellos, porque a Mí me ha parecido bien. Y a Mí me ha parecido bien dotarles a ellos, si vienen a Mí, de los dones especiales sobrenaturales que se tienen al seguir esta Devoción.
         Porque, ¿por qué no acoger la sobrenaturalidad de manera especial, si esta se nos quiere dar así? Es como echarle su Regalo a Dios en cara.
         Tanto empeño, a veces, por ser normal y hacer cosas normales en un mundo de locos. Lo normal es hacer la Voluntad de Dios. Y si ésta quiere que en tu vida te guíes por cosas sobrenaturales especiales ¿a ti qué? ¿Quién eres tú para negarte? El único camino posible, si no estás loco, es seguir mi Voluntad. Y mi Voluntad es, que a través de esta Devoción, Yo quiero dar gracias especiales”.

sábado, 19 de abril de 2014

Cristo, Luz del mundo

¡Surrexit Dominus vere, Alleluia! El Señor ha resucitado, como lo había predicho. Cristo, con su muerte, ha vencido la muerte y, con su resurrección, nos ha ganado una nueva vida. Creemos en sus promesas y esperamos gozosos la redención de nuestros cuerpos.


A continuación reproducimos algunos fragmentos de las palabras que Benedicto XVI pronunció el 11 de abril de 2009, en su Homilía de la Vigilia Pascual.

“«Que exista la luz» (Gn 1,3). Donde hay luz, nace la vida, el caos puede transformarse en cosmos. En el mensaje bíblico, la luz es la imagen más inmediata de Dios: Él es todo Luminosidad, Vida, Verdad, Luz. La resurrección de Jesús es un estallido de luz. Se supera la muerte, el sepulcro se abre de par en par. El Resucitado mismo es Luz, la luz del mundo. Con la resurrección, el día de Dios entra en la noche de la historia. A partir de la resurrección, la luz de Dios se difunde en el mundo y en la historia. Se hace de día. Sólo esta Luz, Jesucristo, es la luz verdadera, más que el fenómeno físico de luz. Él es la pura Luz: Dios mismo, que hace surgir una nueva creación en aquella antigua, y transforma el caos en cosmos”.

“Tratemos de entender esto aún mejor. ¿Por qué Cristo es Luz? En la Vigilia Pascual, la Iglesia representa el misterio de luz de Cristo con el signo del cirio pascual, cuya llama es a la vez luz y calor. El simbolismo de la luz se relaciona con el del fuego: luminosidad y calor, luminosidad y energía transformadora del fuego: verdad y amor van unidos. El cirio pascual arde y, al arder, se consume: cruz y resurrección son inseparables. La Iglesia antigua ha calificado el Bautismo como fotismos, como Sacramento de la iluminación, como una comunicación de luz, y lo ha relacionado inseparablemente con la resurrección de Cristo. En el Bautismo, Dios dice al bautizando: «Recibe la luz». El bautizando es introducido en la luz de Cristo”.

“Una vez, cuando Cristo vio a la gente que había venido para escucharlo y esperaba de Él una orientación, sintió lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor (cf. Mc 6,34). Entre las corrientes contrastantes de su tiempo, no sabían dónde ir. Cuánta compasión debe sentir Cristo también en nuestro tiempo por tantas grandilocuencias, tras las cuales se esconde en realidad una gran desorientación. ¿Dónde hemos de ir? ¿Cuáles son los valores sobre los cuales regularnos?”.

“En la Carta a los Filipenses, dice que, en medio de una generación tortuosa y convulsa, los cristianos han de brillar como lumbreras del mundo (cf. 2,15). Pidamos al Señor que la llamita de la vela, que Él ha encendido en nosotros, la delicada luz de su palabra y su amor, no se apague entre las confusiones de estos tiempos, sino que sea cada vez más grande y luminosa, con el fin de que seamos con Él personas amanecidas, astros para nuestro tiempo”.

Durante el Tiempo Pascual, que ahora comenzamos, podemos tener presentes las palabras del Apocalipsis: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, yo vendré a él, cenaré con él y él conmigo” (Apoc 3, 20).

Holman Hunt (1827-1910), pintor inglés, se ha inspirado en este versículo para pintar un famoso cuadro titulado Cristo luz del mundo. El cuadro visitó las colonias inglesas y luego fue colocado en la Catedral de San Pablo en Londres. Jesús, después de haber tocado a una puerta en la que han crecido hierbas, espera que le abran. Algunos notan que no hay manija. El pintor dice: es a propósito. La manija está del otro lado de la puerta. Es decir, debemos ser nosotros lo que abramos a Cristo. Él respeta nuestra libertad, toca y espera. No entra a la fuerza. “Estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame”. Es famosa la frase de San Agustín: “Timeo Jesu transeuntem”. Tengo miedo de que el Señor pase y yo no me dé cuenta; o que pase ahora y luego no vuelva a pasar.

Finalmente, transcribimos parte de un mensaje que Jesús dictó a Marga el 19 de abril del 2012 (cfr. “El Triunfo de la Inmaculada”) hace ahora justamente dos años. Se trata de un apunte que le dicta el Señor para un posible artículo, para publicar sobre el Libro (“La Verdadera Devoción al Corazón de Jesús”), que había sido publicado unos meses antes. Es un elogio del mismo Cristo, de ese Libro que tanto bien ha hecho y hará en el futuro. 

Las palabras, a continuación, son de Jesús. Sólo son de Marga las que están en itálicas. 
   “Por medio de tu Libro, serán salvados muchos. Porque éste acerca a la gente a Mí. Y ellos buscarán conversión a través de él.
   Escribe:
   (Que ahora apunte un posible artículo que me dicta, para publicar sobre el Libro)
   Queremos haceros participes de una joya que ha caído en nuestras manos.
   Porque consideramos que las riquezas están para compartir, os hacemos saber de la experiencia de esta obra de arte.
   Es algo firmado por el propio Jesús. El instrumento elegido tiene poca importancia. Son unas Cartas de Amor escritas por el mismo Corazón de Jesús a los hombres.
   A menudo se entiende la Devoción al Corazón de Jesús como algo propio de ancianos y algo desfasado, que no está acorde con los tiempos.
   Este Libro os ayudará a entender el sentido de esa Devoción, que no es otro que el Amor de Dios manifestado en un Corazón de Carne.
   Un Amor, que quiere hacerte partícipe de su Amor.
   Un Amor que no se puede contener, y a manera de explosión gozosa, se manifiesta al exterior.
   Un Amor que pide correspondencia. Que no se cansa de manifestarse y comunicarse.
   Para esta Hora de la Iglesia Él ha elegido esta forma. Muchos pueden tener reticencia a la hora de abrir su páginas. Pero no habrá nadie que, una vez leído, pueda dudar de que en él se vuelca el Amor de Dios.
   Es un Libro eminentemente eucarístico. La Eucaristía está como Centro y Cumbre de esta Devoción. Os ayudará a entender más a Jesús en este Sacramento de Amor.
   Participaréis de las razones por las que ha querido permanecer entre nosotros.
   Comprenderéis el papel de la Eucaristía en los Últimos Tiempos.
   Os convertirá el corazón para ser más los constructores de la Nueva Civilización, la Civilización del Amor.
   Podréis comprender mejor el sentido de las Profecías, y cómo el Corazón de María prepara a los hombres para el Reinado Eucarístico de Jesús.
   España ha sido depositaria de esta belleza, porque el Corazón de Jesús tiene grandes designios con nuestra Patria.
   Por medio de él recuperaréis el amor a vuestro país y el deseo de contribuir a su salvación, así como a la salvación de todo el género humano.
   Si lo lees, querrás que otras personas lo lean, porque el Amor es expansivo, comunicativo.
   Si cae en tus manos, no ahogues la Voz de Dios, y hazla llegar a cuantos más puedas.
   El Corazón de Jesús está esperando tu respuesta. El Corazón de Jesús te necesita.
   ¡Levántate! ¡Levanta a España, tu Patria! ¡Y levanta al mundo!
   Haz que retroceda esta cultura de muerte. Se fundador de la Cultura de la Vida.
   La Verdadera Vida en el Corazón de Jesús.
   El Verdadero Reinado de su Amor.
   Si no sabes cómo, te invitamos a leer estas páginas, dirigidas para ti, por su Infinito Amor.

sábado, 12 de abril de 2014

Entrada del Señor a Jerusalén

La Semana Santa comienza con la Entrada del Señor a Jerusalén. Jesús es aclamado como el Mesías, descendiente de David. Antes de sufrir su Pasión y Muerte en la Cruz, Cristo se manifiesta como Rey. ¡Hosanna en las alturas, bendito el que viene en el nombre del Señor!


En la Liturgia del Domingo de Ramos encontramos varios elementos que nos ayudan a profundizar en el Misterio que contemplamos.

El primero es el Camino que recorre Jesús desde Jericó a Jerusalén, y que prefigura su Camino de Ascensión al Cielo, y nuestro Camino, con Él, hacia la Jerusalén Celeste. A la salida de Jericó, a 200 metros debajo del nivel del mar, el Señor cura a un ciego de nacimiento, Bartimeo, que luego le seguirá en el Camino de 30 kilómetros que separa Jericó de la Ciudad Santa. Muchos se unen, con entusiasmo, a la comitiva de Jesús y sus discípulos, para acompañarlo en su entrada a Jerusalén, que está a 740 metros sobre el nivel del mar. Son los que, al llegar a la ciudad, cantan ¡Hosanna¡, una petición de ayuda que el séptimo día de la fiesta de los Tabernáculos repetían los sacerdotes alrededor el altar del incienso, en el Templo, y que se convertirá, con el paso del tiempo, en un grito de júbilo con acentos mesiánicos.

Jesús llega a Jerusalén por Betania y Betfagé, como estaba anunciado que llegaría el Mesías. El Señor es aclamado como Rey. Los discípulos lo montan en el burrito, hijo de una acémila, como a David y Salomón. Ponen alfombras y tapetes para que recorra el camino hacia el Templo, cruzando el Monte de los Olivos. El Señor, según anuncia la profecía de Zacarías, es un Rey humilde y manso: un Rey de los pobres.

En la ciudad, se produce un gran alboroto y están consternados por el suceso. No son ellos los que alaban a Jesús. Son los que le acompañan, desde Jericó, los que gritan ¡Hossana al Hijo de David¡ Los habitantes de la ciudad no lo reciben bien. Son los que más tarde gritarán ¡Crucifícalo! Benedicto XVI nos hace notar que estas dos palabras, Hosanna y Crucifícalo, son un signo claro de las fluctuaciones del corazón humano. Sólo los niños, los pequeñuelos, alaban a Dios y cantan el ¡Hosanna en las alturas, bendito el que viene en el nombre del Señor¡

Jesús es un Rey humilde. Su Reino no es como los de este mundo. Viene a reinar, pero no con la violencia y la imposición. Su Reino es universal y eterno, Reino de verdad y de libertad, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz.

Todos los días, recibimos a Jesús en la Eucaristía. El Señor viene a inaugurar su Reinado Eucarístico en la Eternidad. Viene a prepararnos para su Segunda Venida. En la Didaché, escrito en torno al año 100, aparece el «Hosanna» junto con el «Maranatha»: «¡Venga la gracia y pase este mundo! ¡Hosanna al Dios de David! ¡Si alguno es santo, venga!; el que no lo es, se convierta. ¡Maranatha! Amén» (10, 6).

El 1 de abril de 2011, Domingo de Ramos, Jesús se dirigía a Marga con un mensaje muy importante. A continuación transcribimos parte de él (cfr. El Triunfo de la Inmaculada. Dictados de Jesús a Marga, Madrid 2012; ver sitio web del libro): 
   “Satanás ha conseguido embaucaros con su mundo de mentira. Creéis todos sus presupuestos. Sus presupuestos básicos filosóficos. Él ha conseguido colárseos por medio del lenguaje su las ideas. Ha metido otras ideas para que olvidéis a La Palabra. Y La Palabra no puede venir a dejarse oír su Voz en vosotros.
   ¡Por eso es por lo que os suscito Profetas¡ Hoy, como en otro tiempo. Pero hoy es más necesario que nunca¡ (…). Hija mía, la figura de este mundo pasará (cfr. 1 Co 7,31).
   Construid la Jerusalén Celeste. ¡Esta es eterna!Mirad el Camino que Dios ha elegido para vosotros. Y aceptadlo. Y seguidlo con entusiasmo. Aunque no entre en vuestros planes. Observad, preguntad cuáles son los Planes de Dios. Y los Planes de Dios para cada uno de vosotros. Sólo así seréis felices.
   Querida: quien piense que este Mensaje dado a ti para todos los de tu pueblo no era importante ni necesario, se encuentra entre los necios y los que, sin seso, no pueden entender ni oír. Conociéndolo, conocerán que es urgente y necesario. (…). Tan sólo estos mis pequeñuelos. Los que oyen mi Voz. A los que Yo les pude rescatar del Desastre. Tan sólo ellos.  (…).Envié a un Vocero de confianza: a mi Madre. Muchos a rechazasteis.
   Ella me prepara el mundo para mi Segunda Venida. Para mi Reinado Eucarístico. Donde todo tendrá su culmen y su centro en la Eucaristía.
   ¡Pero Yo no puedo venir a Reinar donde reina la suciedad y podredumbre! Os contemplo, y vuestras almas son una pura ruina. ¡Si os pudierais ver por dentro, para entender! Y eso sucederá. Y ya queda menos Viene pronto (se refiere al Aviso).       ¡Oh, a algunos! ¡Cuánto me cuesta suscitaros! ¡Cuánto me cuesta cambiarlos y que den un giro de vida!
   Lo que en algunos es la labor de años, ¡de lustros!, se conseguirá en un momento en el día de mi Gran Milagro. El mayor Milagro será el cambio de los corazones.
   Y esa será la última oportunidad dada al mundo para cambiar. Los que no cambien a partir de eso, ya no cambiarán por mucho que se les diera y muchos más milagros y gracias del Cielo que recibieran.
   A partir de ahí, debo enviar los Castigos a mi humanidad. Que no es uno, sino varios.
   Todos esos Castigos, no son determinantes ni están fijos. Son condicionales. Dependen mucho de vuestra reacción. Y de vuestra capacidad de cambio y de conversión.
   En España, en concreto, la azotará un gran desastre natural y una cruenta guerra civil.
   Tengo que deciros, que la guerra ha sido atenuada por el rezo y sacrificio y oblación de unos pocos. De aquellos que escucharon mi Mensaje, y creyeron. Y se ofrecieron como Víctima Propiciatoria al Amor Misericordioso. ¡Mirad brillar sus almas por siempre en el Cielo!
   También habrá pestes y epidemias, enfermedades. Ocasionada por la carestía alimentaria y sanitaria. Os volveré al tiempo que erais indigentes. A ver si así os acordáis de Mí.
   Y después de todo este periodo horrible, que puede ser alrededor de 3 años, vendrá el Castigo de Fuego. Terminando por aniquilar todo lo que no es de Dios.
   Y la Nueva Humanidad resurgirá de esas Cenizas. ¡Y ya no será el llanto ni el rechinar de dientes! Una humanidad limpia y renovada. (…).
   A todos los que leéis estas páginas, y os sentís identificados y la consideráis Verdad, os digo: Hacedme de intermediarios, como ella [como Marga]. (…).
   A todos los que leéis estos escritos, los consideráis verdaderos y os sentís identificados, os digo: Haced como ella. Hacedme de intermediarios entre Yo y la humanidad. Quizá así consiga salvar al menos a un reducto de la población. La población de la tierra en los días aciagos de la Gran Tribulación”. (Mensaje de Jesús a Marga, 1-IV-2011, pp. 620-624).  
También ofrecemos fragmentos de otros mensajes a Marga, un poco anteriores a este, para que se vea la fuerza que tienen: 
    “Tu Libro prepara loa las almas, Marga, para que Cristo venga a reinar.
   Dios no quiere obligar a todos. Salvar a todos a la fuerza. La Salvación es una elección personal. Si no tuviera en cuenta la fe, no serviría. Porque seríais todos obligados a creer.
   Por eso, todas estas manifestaciones quedan siempre en la libertad de cada uno. De aceptarlas o no. Por eso son sencillas. Por eso es que en la sencillez es donde me gusta actuar” (Mensaje de la Virgen, 19-III-2012, p. 602).
    “Si fuera una abierta manifestación, todos irremediablemente os sentirías atraídos hacia Mí, sin ningún mérito propio.
Pero todos estaríamos salvados [palabras de Marga]
   Para salvaros hace falta vuestro mérito” (Mensaje de Jesús, 19-III-2012, 601-602).
    “No Marga: la vida espiritual no es eso que piensan tus contemporáneos. No se ese mundo aburrido y lleno de represiones. Es la otra vida, la material, la dominada por el poder, el tener y el poseer, la que hace esclavo y triste al hombre.
En la vida del espíritu no os hacéis esclavos de nada. Al revés: os hacéis libres. “La Verdad os hará libres” (cfr. Jn 8, 32, Rm 6. 17). Os hará plenos. Os hará dichosos” (Mensaje de Jesús, del 21-III-2012, pp. 603-605).
   “Si queréis resistir, si queréis que se acorten los días (cfr. Mt 24,22) y que incluso se palien algunos Castigos: orad. Orad y ayunad. Haced Adoraciones Eucarísticas y rezad el Rosario en familia para que la protección de mi Madre venga sobre vosotros.
   Veo como caen bolas de fuego al mundo  [palabras de Marga]
   La única forma de acabar con este emporio de la muerte.
   Después del Desastre, parece que se restaurará la vida normal. Y cuando todo esté en aparente calma (cfr. 1 Ts 5,3), de improviso, vendrá el ladrón en la noche (cfr. 1 Ts 5,4). , arrebatándoos todo lo sembrado y cosechado. (…).
   El Anticristo se disfrazará de bien. Tiene otra apariencia. Y hace milagros. Y realiza curaciones.
   Y en el Primado de Pedro, se habrá sentado la Bestia (cfr. Ap 11,7; 13,1s; 13,11s; 14,9.11; 17,3.8.11.16; 19,19s; 20,4.10) que derogará las Leyes y ampliará los Tiempos.
   Y la Iglesia se asimilará a la Protestante. Y estará llena de corrupción y vicio.
Mira como el camino ya está empezando, ya se ha andado (Mensaje de Jesús, 28-III-2012, pp. 616-617).

sábado, 5 de abril de 2014

Nuestra Vida en Cristo

En su itinerario cuaresmal, la Iglesia, después de habernos hecho meditar sobre el Agua Viva y la Luz (domingos 3° y 4° de Cuaresma) ahora (domingo 5° de Cuaresma) nos invita a reflexionar sobre la Vida en Cristo. Jesús realiza su mayor milagro, ya al final de su vida pública: la resurrección de Lázaro, que había muerto hacía cuatro días.


Textos que vamos a meditar:

Ez 37, 13: “Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas, pueblo mío”.
Sal 129, 5: “Yo espero en Yahveh, mi alma espera en su palabra”.
Rm 8, 11: “El mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos dará vida también a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en vosotros”.
Jn 11, 25-26: “Yo soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre”.

Como una preparación a su ya próxima Resurrección, Jesús quiere dar una lección de fe y esperanza a sus discípulos y a las hermanas de Betania: Marta y María. Él vence la muerte. Es capaz de dar vida a Lázaro, que llevaba cuatro días en la tumba y ya olía mal, pues su cadáver estaba descomponiéndose.

¡Lázaro sal fuera! Bastó la pronunciación de estas palabras de Cristo para que su amigo saliera de su tumba, todavía cubierto por las vendas de la mortaja.

Cuando Jesús, antes de realizar el milagro, asegura a Marta que Lázaro resucitaría, ella hace una confesión de su fe en la resurrección de los muertos, en el último día, según había profetizado Ezequiel (cfr. Primera Lectura)  Entonces, Jesús, para confirmar esta gran verdad, que nos llena de esperanza, le anuncia algo más inmediato: la resurrección próxima de su hermano.

“El profeta Ezequiel anuncia al pueblo judío, en el destierro, lejos de la tierra de Israel, que Dios abrirá los sepulcros de los deportados y los hará regresar a su tierra, para descansar en paz en ella (cf. Ez 37, 12-14). Esta aspiración ancestral del hombre a ser sepultado junto a sus padres es anhelo de una "patria" que lo acoja al final de sus fatigas terrenas. Esta concepción no implica aún la idea de una resurrección personal de la muerte, pues esta sólo aparece hacia el final del Antiguo Testamento, y en tiempos de Jesús aún no la compartían todos los judíos. Por lo demás, incluso entre los cristianos, la fe en la resurrección y en la vida eterna con frecuencia va acompañada de muchas dudas y mucha confusión, porque se trata de una realidad que rebasa los límites de nuestra razón y exige un acto de fe” (Benedicto XVI, Angelus, 10-IV-2011).

En realidad, se trata de dos “resurrecciones” distintas. Lázaro volvió a la vida mortal que todos los hombres tenemos. Pero el milagro de Jesús, nos da a entender que Cristo es Dueño de la vida y de la muerte. Y, así como ahora puede resucitar un muerto para que vuelva a la vida, también es capaz de prometernos que nuestros cuerpos resucitarán, pero a la Vida Gloriosa. Esto será definitivamente confirmado en la Resurrección del Señor.

“En el Evangelio de hoy —la resurrección de Lázaro—, escuchamos la voz de la fe de labios de Marta, la hermana de Lázaro. A Jesús, que le dice: "Tu hermano resucitará", ella responde: "Sé que resucitará en la resurrección en el último día" (Jn 11, 23-24). Y Jesús replica: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá" (Jn 11, 25). Esta es la verdadera novedad, que irrumpe y supera toda barrera. Cristo derrumba el muro de la muerte; en él habita toda la plenitud de Dios, que es vida, vida eterna. Por esto la muerte no tuvo poder sobre él; y la resurrección de Lázaro es signo de su dominio total sobre la muerte física, que ante Dios es como un sueño (cf. Jn 11, 11)” (Benedicto XVI, Angelus, 10-IV-2011).

“Estamos llamados a participar hasta lo más profundo de nuestro ser en todo el acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo. Dice el Apóstol: hemos "muerto con Cristo" y creemos que "viviremos con él, sabiendo que Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él" (Rm 6, 8-9)” (Benedicto XVI, Catequesis del 5-XI-2008).

La Eucaristía es prenda de vida eterna (cfr. Himno O sacrum convivium). San Ignacio de Antioquía, de camino a su martirio en Roma (sería comido de las fieras), escribe una carta a los Efesios, y les dice: "Todos vosotros partís el mismo pan, que es un remedio de inmortalidad, un antídoto que nos preserva de la muerte y nos asegura para siempre la vida en Jesucristo". La Eucaristía es "medicina de inmortalidad, antídoto para no morir, sino vivir por siempre en Cristo Jesús".

Transcribimos parte de un mensaje de Jesús a Marga (cfr. El triunfo de la Inmaculada, 9-XII-2011, pp. 552-553), que nos parece muy profundo y provechoso para todos nosotros, ahora que reflexionamos sobre la resurrección de los muertos y la Vida del Mundo Futuro. Meditémoslo despacio y hagamos oración con él. 
         “Por eso, también en el Cielo habrá Eucaristía, porque viviréis esa Unión Eucarística conmigo —dice Jesús a Marga— por eternidad de eternidades.

         La Unión Mística en el Amor.
         ¿Qué es eso? Venid a descubrirlo. Es la Unión Eucarística.
         En el Cielo, en la Resurrección, los cuerpos resucitan. Y son los cuerpos resucitados plenos en esa Unión Eucarística que tuvieron en la tierra. Ellos y Yo, resucitados, también seremos Uno.
         ¿Cómo lo seremos? En la plenitud de los Cuerpos Resucitados en mi Amor.
         Esa plenitud se la dará la Eucaristía. El Cuerpo Místico Eucarístico. Es en la tierra, pero también lo es en el Cielo. El Corazón Eucarístico Resucitado.
         En el Cielo está mi Corazón Eucarístico. En Cuerpo y alma, Vida y Divinidad. Y a Él están unidos todos los Santos.
         Es como si todo el Cielo fuera un Único Corazón. Y éste, Resucitado. Y éste, Eucarístico.
         Por eso, la Verdadera Devoción a mi Amor, es Eucaristía.
         Mi Amor es Eucarístico.
         Mi Amor es Sacrificial.
         Mi Amor es Oblativo.
         Mi Amor es de entrega absoluta.
         De entrega, hasta la muerte. Hasta dar la Vida.
         Muriendo, os pude dar la Vida. Es muriendo, como os pude rescatar.
         Para venir a ser Uno conmigo, venís a la muerte conmigo, venís al Calvario.
         Hacedlo unidos a ese grupo de las Mujeres con Juan. No recorreréis el Camino solos. Lo haréis acompañados. Otros lo han recorrido antes que vosotros. Uníos a todos los Santos, que subieron por esa escalera empinada antes que vosotros. 
         Tenéis maestros. Acogedlos. Acogeos a ellos. Pedidles que os ayuden. Será fácil. Lo lograréis.
         ¡Aprovechad ahora, en esta Última Hora de la historia, en donde Dios se derrama con profusión, abundantemente!”. 
En cuanto menos lo pensemos, habrá llegado el Día Último de la historia humana y nuestros cuerpos serán transformados en cuerpos gloriosos. ¡Vale la pena que miremos hacia el futuro y nos llenemos de acciones de gracias porque ese Día está cercano!

Nuestros cuerpos resucitados estarán dotados de claridad, impasibilidad, inmortalidad, sutileza, agilidad, belleza… Sucederá, pero en un grado mayor, lo que pasaba en los cuerpos humanos que eran sanados por Jesús: toda la deficiencia, toda la insuficiencia del mundo natural, se dispersa, de alguna forma, al contacto con el mundo sobrenatural: las enfermedades, la lepra, la sordera, la ceguera. Cuando brilla la luz, la oscuridad cede. Lo raro sería que no se produjesen esos resultados extraños, cuando lo sobrenatural nos inunda, como en el hecho de la Encarnación.

El milagro (como el de la resurrección de un muerto) es la invasión de lo sobrenatural en lo natural. Es lógico que lo natural se altere ante la irrupción de los sobrenatural. Richard Crashaw comenta el milagro de las bodas de Caná con este verso: "Vidit et erubuit conscia lympha Deum" ("El agua consciente vio a su Señor y se ruborizó").

Pensemos en lo que significará para nuestros cuerpos resucitados el contacto espiritual y místico con el Cuerpo Eucarístico de Cristo Resucitado. Por ejemplo, fijémonos en la claridad de los cuerpos resucitados. Es el alma la que sale y da vida al cuerpo (lo importante es el alma, no el cuerpo; incluso el alma da belleza al cuerpo, en la sonrisa, en la mirada). En la dote de la claridad el alma entera se asoma al cuerpo, porque el cuerpo es trasparente y sirve al alma. Si un hombre pudiera ver en el fondo de otro lo que hay de imagen de Dios, nos enamoraríamos unos de otros.

Terminemos con las palabras de San Pablo, en la Segunda Lectura de la Misa: "Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros" (Rm 8, 11).