jueves, 17 de octubre de 2013

Ser santo a los ojos de Dios

Traducimos un mensaje recibido recientemente por María de la Divina Misericordia. Nos parece que se centra en una gran verdad que el Señor nos recuerda en estos momentos: la santidad está en cumplir la Voluntad de Dios. Quien quiere ser santo, desea vivamente hacer en todo momento lo que Dios espera de él. En definitiva, se trata de morir a uno mismo (a la propia voluntad, por la oración y el sacrificio) para resucitar en Cristo, unidos plenamente a la Voluntad de Dios. 

 

Miércoles, 02 de octubre 2013 @ 22:15

Mi muy querida y amada hija, hay un gran malentendido sobre lo que hace santo, a mis ojos, a un hombre o a una mujer.

Muchas personas en el mundo encuentran difícil la práctica de la fe cristiana, cuando se trata de hacer oración. Muchas personas buenas y bien intencionadas tienen dificultad para sentarse tranquilamente en la contemplación reposada de las Grandes Lecciones, que he dado al mundo, para tratar de entender mejor lo que se espera de ellos. Yo no pido cosas extraordinarias. No fuerzo a que las almas pasen horas y horas delante de mí y, sin embargo, soy tan feliz cuando las almas humildes lo hacen - pero es una cosa rara.

Así es como me gustaría desarrollar una relación íntima con todos los hijos de Dios. Sólo necesito oír vuestra voz insignificante, que me llama cuando queréis compartir vuestros pensamientos íntimos, vuestras penas, vuestras alegría, vuestras preocupaciones, vuestros fracasos y vuestro anhelo por Mí, de modo que yo pueda hacerme presente delante de vosotros.

Nunca antes, como ahora, en la historia del mundo, ha permitido Dios, que las almas que lo buscan, lo sientan dentro de sí tan intensamente, a través de Mí, Su Hijo Unigénito. Por el Poder de Dios, el Padre, el Altísimo - Vengo delante incluso del más humilde, del más indigno, del más confuso, del más atormentado de espíritu, para darle el Don y el Testimonio de Mi Presencia. ¿Cómo puedo hacer esto? ¿Cómo podéis saber que me comunico con vosotros? Primero, os llenaré con las lágrimas de la conversión. Comenzaréis por sentir un gran dolor a medida que revivís Mi Crucifixión. Luego, comenzaréis a ver la vida, incluso en las situaciones más cotidianas, a través de Mis Ojos. Y seréis conducidos a los demás, a los que ya se han llenado con el Don del Espíritu Santo.

Yo no elijo a los que creen que son más dignos, más santos, más bendecidos, más disciplinados, que vosotros. Yo sólo escojo a los que vienen a Mí con total humildad, a quienes, libremente, han dejado a un lado su propia voluntad, para unirse a la Mía.

Si verdaderamente me amáis, conoceréis la verdadera paz. Si verdaderamente me amáis, Me diréis:

"Jesús, Tu Voluntad es todo lo que importa. Mi voluntad es Tuya. Haz con ella, lo que desees".

Cuando las almas me dicen esto, es que son verdaderos servidores de Mi Voluntad, y son la razón por la que puedo salvar al resto de los que son demasiado obstinados para reconocer el significado de estar en unión conmigo.

Puedo hacer muchas cosas, muchos milagros, cuando el libre albedrío, dado a cada persona por mi Padre, se ofrece de nuevo a Mí, su Hijo. Este es el gran poder que eliminará el poder de la bestia cuando llegue alcance el poder en el mundo. Venid a Mí y ofreced vuestro libre albedrío a Mi Padre, para así poder llevar la libertad a la raza humana. Os ruego que recitéis esta oración especial de Cruzada:

Cruzada de Oración (123). Ofrecimiento de la propia voluntad a Dios:
Mi querido Jesús, escucha mi oración, pues soy un alma indigna, y ayúdame a amarte más. Libremente te ofrezco, de vuelta, este Don, querido Jesús, para que pueda llegar a ser Tu humilde siervo, y permanezca obediente a la Voluntad de Dios.
Mi voluntad es Tu Voluntad. Tus Mandamientos significan, para mí, ser obediente a todos tus deseos.
Mi libre voluntad es tuya. Puedes hacer con ella lo que se necesite para salvar, en el mundo entero, a todas las almas que están separadas de Ti.
Te doy este Regalo, que me fue concedido al nacer, para Tu Santo Servicio. Amen.
Cuanto más comencéis a conocerme, más llegaréis a entender dos cosas. Que Mis enseñanzas nunca han cambiado. Y que amo a todas las almas.

Vuestro Jesús

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