jueves, 12 de septiembre de 2013

Ya creerán, ya creerán...

La situación de incertidumbre mundial de estos momentos, nos recuerda la importancia de escuchar de nuevo los mensajes de la Virgen para estos tiempos en que vivimos. En este sentido, nos parece que podrá ayudarnos volver a leer la presentación del libro "Con Voz de Madre. Saber Escuchar", al cual hemos hecho referencia en bastantes ocasiones, en este blog. 


Si se hace lo que yo les diga, muchas almas se salvarán y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios, otra guerra peor comenzará durante el pontificado de Pío XI. Así les habló la Santísima Virgen a los tres pastorcillos de Fátima en la aparición del 13 de julio de 1917. La Primera Guerra Mundial terminó tal como había dicho la Señora, pero quedaba latente el peligro de otra guerra peor. Para impedirla, les anuncia que vendrá a pedir la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón. El 13 de junio de 1929, la Virgen cumplió su promesa y recordó a Sor Lucía, la única vidente viva, que había llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre hacer la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, en unión con todos los obispos del mundo, prometiendo salvarla por este medio. ¿Por qué no se hizo entonces la consagración pedida? No es este el momento de analizar las causas, pero el hecho es que estalló la guerra anunciada y la consagración que hizo Pío XII en plena contienda, en octubre de 1942, no fue posible hacerla en unión con todos los obispos del mundo, y su efecto beneficioso sólo fue parcial, en cuanto que acortó la duración del conflicto. Pero Rusia difundió sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.

En otro lugar distinto de Fátima, el 3 de enero de 1946, acabada ya la guerra, la Virgen María declaraba a la vidente de Ámsterdam que estábamos en una guerra más grave: Esta es una batalla espiritual que se pelea en todo el mundo. Es mucho peor que cualquier guerra en el presente, ya que socava la humanidad. Una guerra, como todos, consecuencia del pecado y de la falta de arrepentimiento.

“Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia (…) Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos, nos vendrá un castigo muy grande”. Palabras del Primer Mensaje de Nuestra Señora en Garabandal el 18 de octubre de 1961. Palabras que recuerdan las que pronunció en Fátima en 1917. ¿Se podrá evitar todavía ese castigo o vendrá, como vino el de la Segunda Guerra Mundial, por no secundar adecuadamente las peticiones de la Madre celestial?

El punto clave de todos estos anuncios es el mensaje de Garabandal, especialmente en lo que se refiere al Aviso y al Milagro, de los que hablaremos en su momento, y todo lo relacionado con ello. Baste saber que sobre los mensajes de Garabandal el Padre Escalada testifica lo que a él le dijo Pablo VI: “Es urgente dar a conocer al mundo estos mensajes”. En el mismo sentido D. Albrecht Weber, autor de un libro en alemán sobre Garabandal, recoge lo que le manifestó Juan Pablo II por medio de su secretario: “que el Mensaje de la Madre de Dios sea acogido en los corazones antes de que sea demasiado tarde”. Igualmente, una sola cosa recomienda el Padre Pío a las niñas videntes de Garabandal: “Rezad y haced rezar, porque el mundo está en el camino de la perdición. No creen en vosotras ni en vuestros coloquios con la blanca Señora pero creerán cuando sea demasiado tarde”.

¿Creerán cuando sea demasiado tarde, como dice el Padre Pío, o se podrá evitar al menos parte del castigo anunciado? El hecho es que ya han pasado cincuenta años de los sucesos de Garabandal y la primera parte de sus predicciones sigue vigente: muy pocas personas conocen su mensaje o creen en lo sucedido. Si bien al comienzo hubo un gran revuelo no sólo en España sino en muchas otras partes, pasados unos años sucede que Garabandal no ha cambiado como ha ocurrido en Fátima. Siguen asistiendo peregrinos de todo el mundo, pero no de forma masiva y oficial. Cierto que en Fátima el Obispo local dejó seguir el curso de los acontecimientos y a sólo cuatro años de las apariciones compró prudentemente el terreno de los alrededores del lugar de las mismas, donde se construiría el futuro santuario. Eso hizo posible que el 13 de octubre de 1930, cuando proclamó solemnemente la veracidad de las apariciones, lo hiciera con una concurrencia de más de cien mil peregrinos. Y que el 13 de mayo del año siguiente se congregaran en Fátima todo el episcopado portugués en una peregrinación nacional a la que asistieron unos trescientos mil fieles (C. BARTHAS, La Virgen de Fátima. Madrid 1981, pp. 452-453).

Cuando las niñas de Garabandal pedían a la Virgen un milagro para que la gente crea, Ella respondía ya creerán, ya creerán; y estas palabras se las repitió muchas veces. Como la Madre del Cielo no se equivoca, si es cierto que Ella se apareció en Garabandal, llegará ese día en que ya creerán y acudirán con fe a honrar a la Reina celestial. En ese caso, lo anunciado ocurrirá cuando los sucesos profetizados se vayan cumpliendo, y entonces desearán ardientemente conocer y poner en práctica los mensajes anunciados. Además de los testimonios importantes a favor de la veracidad del Aviso por parte del Padre Pío de Pietrelcina y de la Madre Teresa de Calcuta, hay tal cantidad de mensajes de muy diversas procedencias que coinciden sorprendentemente en lo mismo (entre ellos de varios santos), que resulta muy convincente considerar que estamos muy cerca del momento en que ocurrirá lo anunciado en Garabandal.

Sin embargo, hay que aclarar que, hasta el momento, la postura de los sucesivos Obispos de la Diócesis de Santander ha sido la de sostener que no consta el carácter sobrenatural de las referidas apariciones de Garabandal, aunque hay que matizar que lo han hecho sin pronunciarse de modo oficial sobre ellas. Este dato hay que ponderarlo en todo momento, ya que la autoridad competente para juzgar sobre las apariciones es el Obispo del lugar y, en última instancia, la Santa Sede. Se expondrá este tema con más detalle más adelante al tratar de la aprobación eclesiástica.

“Ante sucesos como los de Garabandal –comentaba un profesor de Teología Moral-, surgen en seguida dos posiciones muy definidas: una, la de la gente devota y sin complicaciones, que pronto se emociona y fácilmente los cree de Dios; otra, la de los sacerdotes y otras personas más o menos intelectuales, que en principio siempre desconfían y fácilmente tienden a negar o a encogerse de hombros, como si eso fuera lo más inteligente. Pero hay una tercera posición, que es indudablemente la más acertada; y esta posición es la de acercarse seriamente a los hechos, estudiarlos con toda imparcialidad, sin precipitaciones y sin prevenciones, buscando la verdad, que es buscar a Dios, por encima de todo” (Respuesta del P. Lucio Rodrigo, S.J., que regentó durante años y años la cátedra de Teología Moral, en la Universidad de Comillas (Santander), a los miembros de la primera Comisión investigadora de Garabandal cuando acudieron en septiembre de 1961 a pedirle su parecer. Cfr. EUSEBIO GARCÍA DE PESQUERA, O.F.M. Se fue con prisas a la montaña. Los hechos de Garabandal, parte I, cap IX., 2ª parte). Siguiendo esta tercera postura, este tratado no pretende otra cosa que dar a conocer, de modo sintético y ordenado, los mensajes de Nuestra Señora para los tiempos actuales, a la luz de lo ya publicado, con el fin de mover a los lectores a tomarse en serio esos mensajes y obrar en consecuencia. Conviene leerlo siguiendo el orden de exposición, para así adentrarse paulatinamente en la comprensión del contenido de los mensajes, su relación con los tiempos actuales y el sentido con el que Nuestra Señora quiere que los asimilemos y los incorporemos a la propia vida.

No se han añadido otras informaciones marianas a las tres ya señaladas. Solamente se recogen en el Anexo II las últimas apariciones aprobadas más significativas. Especial relevancia tienen las de Akita, en Japón, y Kibeho, en Ruanda, por su relación con Fátima y Garabandal. Además, el trabajo se centra fundamentalmente en mostrar los hechos que avaloran la credibilidad de lo que se dice en Garabandal, y en mover a los lectores hacia la plegaria, la conversión, la penitencia y la confianza en la Misericordia divina, que es el eje de todos los mensajes de Nuestra Señora.

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